sábado, 30 de diciembre de 2023

El eco en casa /8)

La soledad era algo extraño para Alberto, en el fondo sentía que tal vez fuera lo que siempre había buscado, pero cuando la alcanzaba no se sentía satisfecho. Algo en él le impedía estar cómodo, aunque rara vez lo analizaba, no le gustaba pensar en eso, siempre le había parecido una boludez. Perder el tiempo, cosas que hacía gente que le gustaba mirarse el ombligo. Además nunca se llegaba a ninguna conclusión. Para Alberto se asemejaba a la droga, te volvías adicto y terminabas peor de como estabas antes de empezar a consumir. No había que escuchar demasiado la voz interior, no para eso. El silencio era mejor, incluso el interior, había que intentar encontrar paz ahí. Aprender a no escucharse, pasar el tiempo lo más cómodo que pudiera sin preocuparse de nada más que lo imprescindible. Era así, la gente siempre intentaba buscarle la quinta pata al gato, dar vueltas sobre lo mismo, negar la realidad. Qué fácil sería para él hacer eso, auto engañarse y no sentirse viejo, débil, solo, fracasado y enfermo. Pero eso no iba a cambiar nada, al contrario, haría que le costara levantarse. 

A Sebastián a veces lo embargaba una sensación de abandono, de angustia. Pero no era por los demás o casi nunca, cuando estaba con su padre, sí, era él. Sentía que Alberto le consumía la energía, que lo debilitaba, lo volvía pequeño. La aversión que le provocaba era algo que lo perseguía. Alguna vez lo había querido, y su padre a él, ese era el tema, la cuestión que nunca lograba responderse y que lo marcaba, era como una quemadura que le dejara una cicatriz que seguía molestando. Tenía que hablar con él, se sonrió frente a esa idea, tantas veces y tantas charlas, peleas, confrontaciones, sin llegar a ningún lado, pero se prometió que esa sería la última vez, después, resolvieran o no, probablemente no, daría por concluida las cosas, concluiría ese capítulo de su vida para siempre. No sabía si podría hacerlo, muchas veces se había prometido lo mismo y jamás cumplido. Pero no quería ser de esas personas que se pasan la vida atravesadas por el resentimiento. Así era su padre, y lo que había buscado era no parecerse a él aunque involuntariamente cada día estaba más parecido. El tomar la decisión de enfrentarlo hizo que inmediatamente le cambiara el humor, sintió una satisfacción repentina, algo en su interior le hacía pensar que esta vez lo conseguiría. Una sonrisa se dibujó en sus labios, se sacó las zapatillas, los pantalones y se acostó. No recordaba la última vez que se durmiera tan aliviado, o que lo hiciera de forma plena, sin despertarse varias veces, sin pesadillas, sin nada, solo sueño. 
Se levantó, se bañó, se cambió, desayunó, por primera vez en mucho tiempo haciendo tostadas e incluso un huevo revuelto, una costumbre que tuvo durante un tiempo luego de unas vacaciones donde se hizo amigo de un estadounidense que lo hacía, y fue a la casa de su padre. 
Ahí estaba sentado en el sillón viendo un canal de noticias, con la forma de su cara pareciendo una U dada vuelta. Le abrió la ayudante terapéutica, que le dijo que estaría en la cocina por si necesitaban algo. 
Alberto apagó el televisor, Ariel no recordaba la última vez que habían hablado sin que el aparato estuviera encendido. 
Agarró una silla y la puso enfrente de su padre, se sentó.
-Necesito que hablemos, pero en serio, no que nos tiremos mierda. 
-Habla.
 


El eco en casa /7)

El nacimiento no mejoró las cosas. Era un bebe enfermizo que necesitaba cuidados diarios, a Verónica le costaba hacerlo, había quedado muy debilitada por el embarazo y ocuparse de alguien más que dependía para todo de ella, la abrumaba. La ayuda de su madre, que empezó a ir todos los días a su casa varias horas, que le indicaba cómo hacer cada cosa, volvía a sentirse una nena, sus expectativas de ser como su madre se veían frustradas por la realidad. 
Adela, su madre, le repetía que no tenía que ponerse así, que a todas las madres primerizas les costaba al principio, que tenía un periodo de adaptación. Pero Verónica no estaba segura, no creía que su madre hubiera pasado por todo eso. Tampoco quería preguntarle, no tanto por vergüenza sino porque se le iba a caer el mito que había creado sobre ella.
Igual Adela sin que se lo preguntara, le dijo que los primeros meses habían sido difíciles, dolorosos, incluso desesperantes. Cuando Verónica le peguntó cómo hizo para superarlo, no quiso decirle que se lo tuvo que aguantar, en su tiempo nadie le daba pelota a esas cosas y todos esperaban que la mujer se hiciera cargo de todo lo que tenía que ver con los chicos y la casa. Era su obligación. Así que le tocó tragarse las lagrimas, las dudas, los miedos y hacer como si no los tuviera, fingir hasta que se hiciera real. Pero eso pesaba, costaba y no quería que su hija pasara por lo mismo. 
 
Con la ayuda de mi mama, hija, como vos ahora. Verónica no le creyó, pero entendió que debía dejarse ayudar, no solo para estar bien, sino por su hijo.
De a poco empezó a necesitar cada vez menos la ayuda de su madre. Dejó de tenerle miedo a que el bebe se le cayera cuando lo bañaba, o se ahogara cuando le daba la teta, a confiar en sí misma. 
Lo que se profundizó fue su distancia con Alberto, cada día sentía que tenía menos en común con él. Su hijo, pero lo veía poco y cuando lo veía no le dedicaba atención. A medida que pasaba el tiempo y ya no sentía atracción, ni compatibilidad hacía él. Ese sentimiento se fue transformando en desagrado, le costaba compartir espacio con Alberto. Hablar con él, tener sexo, aunque eso era muy poco frecuente, ya que Alberto casi nunca la buscaba, de hecho apenas le demostraba cariño, ella igual, no le nacía, ni quería fingirlo, ni forzarse a seguir intentando, por lo que se limitaba a ser una ama de casa, algo que cada vez le costaba y la aburría más. La cansaba la rutina de lavar la ropa, barrer el piso, ir a hacer las compras, orear, preparar la comida, etc. Le parecía monótono, pudridor, no encontraba ninguna satisfacción u orgullo cuando veía la casa limpia. Aunque se decía que era mucho mejor que un espacio sucio, pero no era algo que le gustara, tampoco sabía qué podía gustarle, no tenía un anhelo, una esperanza, ni un deseo. Todos se habían concentrado en casarse, tener su propia casa y familia, pero ahora que tenía todo eso en el fondo no significaban nada. Su hijo en parte le provocaba lo mismo que la casa, lo atendía, le enseñaba palabras, lo hacía dar pasos, jugaba con él, lo estimulaba, pero porque sentía que era su obligación, no porque le gustara. 


sábado, 25 de noviembre de 2023

El eco en casa /6)

El color de las paredes y algunos muebles habían cambiado, pero después, todo seguía igual que cuando Alberto y Verónica fueron a vivir ahí después de casarse.
Verónica estaba feliz, algo la hacía creer que en esa casa podría formar una familia, un hogar como el de sus padres. Se casó más enamorada de la idea de replicar una familia como de la que venía, que de Alberto. Lo quería, no era un hombre feo, pero su idea era otra. Y la de él, hasta donde suponía, Verónica no creía que tampoco estuviera enamorado de ella, y lo consideraba algo favorable, las expectativas, creía, tenían que estar en el respeto mutuo y en la idea de formar un hogar, tener hijos, respetarse y acompañarse. Al principio fue así, se saludaban con una sonrisa y un beso a la mañana. Verónica preparaba el desayuno, mientras Alberto se quedaba un ratito más en la cama, comentaban lo que haría cada uno mientras desayunaban y se despedían hasta el mediodía que Alberto regresaba a almorzar para después volver a irse hasta la tarde.
A veces se aburría o sentía que estaba haciendo las cosas de forma mecánica, como si se tratara más de una representación que de su vida. Pero supuso que era hasta que se adaptara. Eran muchos cambios, casarse, mudarse, tener que ocuparse del nuevo hogar sola, era obvio que tenía que llevar un tiempo. Supuso que a Alberto le pasaba lo mismo, pero no sabía si él quería hablarlo. Cada día que pasaba consideraba más necesario tener una charla, saber qué sentía él, si estaba bien, cómodo, feliz. 
Eligió un sábado para hablar de eso, ese día Alberto solo trabajaba medio día, lo mejor era hablarlo a la noche. 
Repasó en su mente la mejor forma de encarar la pregunta, sin que sonara o pareciera un reclamo o critica, sino lo que era: una duda genuina. Alberto la escuchó, con las pocas palabras que le dijo pareció coincidir con ella, se tomaron de la mano y sonrieron.
Las cosas por un tiempo mejoraron, Verónica quedó embarazada, a los pocos meses la cosa se empezó a complicar, necesitaba reposo, por lo que tanto la madre de Verónica como la de Alberto se turnaban para ayudarlos, hacían las compras, pagaban los servicios, limpiaban la casa, lavaban la ropa, preparaban la comida. Se sentía una inútil y encima enferma, tenía nauseas y calambres continuamente. 
Alberto el primer tiempo fue comprensivo, cuando volvía del trabajo estaba pendiente de todo lo que necesitaba, se quedaba en la habitación con ella, le traía un té, sopa o lo que necesitara. Después de unas semanas cuando volvía del trabajo empezó a quedarse en el comedor mirando televisión, solo entraba a la pieza para dormir y si escuchaba que estaba con nauseas, se daba vuelta para el otro lado. 
A las nauseas y calambres se sumaron los cambios de humor, estaba irritada y sensible, lloraba y gritaba por cualquier cosa.
Un día le dijo a Alberto que era como si no estuviera, que para eso mejor se fuera de la casa. Él le contestó que sí, que era lo que debería hacer porque no la aguantaba más. Se miraron con resentimiento y amargura. 


sábado, 28 de octubre de 2023

El eco en casa /5)

Te tendría que costar mucho más mover cada dedo. Viejo hijo de mil putas.
Sebastián decidió irse, ya no le causaba ninguna satisfacción ver a su padre, al contrario, su progreso lo enfurecía y frustraba. No podía entender que ese hombre miserable tuviera otra oportunidad en la vida, no era justo. Justo, yo también esperando que algo sea "justo". ¿En qué mundo vivo? Se rio de su propia ironía. Decidió salir, y se metió en un bar, solo fue a ese porque le gustaba la música y sabía que se llenaba después de las 23:30, como recién eran las 22:00, tenía tiempo de sobra para tomar algo sin estar chocándose con nadie. Ese lugar lo tranquilizaba, su diseño en marrones y verdes de un oscuro suave, la gente (en ese horario) era poca y discreta, solo querían tomar algo y comer manís sin que nadie los jodiera. Pocos hablabas, se limitaban a tomar su cerveza mirando a la nada. Se río pensando en que ese lugar tenía efectos terapéuticos en él. Pagó la cerveza y se fue. Caminó un rato, le gustaba andar a la noche, no cruzarse con casi nadie, ni sentirse visto. 
La noche era provocadora, o así lo sentía, le daban ganas de sumergirse en ella. No para buscar lo que la mayoría de los nocturnos, que además le caían mal, sino por el estado de quietud que tenía todo. Quizás por eso el resto lo aprovechaban para hacer cosas que no se atrevían de día. Dejaban que las noches los taparan. Él no buscaba alcohol, droga, sexo, o alguna otra evasión que se consideraba relacionado con la noche, pero sí lo mismo que aquellos que lo hacían: el refugio de  la discreción, la noche era discreta, eso sí compartía con el resto de los que elegían esa hora del día para salir. Si agarraba una botella y la tiraba contra la vereda o la calle sin que nadie lo mirara o le dijera algo, podía reír a carcajadas, acostarse en un banco o llorar. Podía ser libre.  


sábado, 9 de septiembre de 2023

El eco en casa /4)

Empezó a ver cierta mejora, y eso hizo que Alberto de a poco se fuera esforzando, colaborando tanto con las terapistas como con las enfermeras. Hacía años que no tenía un objetivo y ese fue uno, volver a movilizarse por su cuenta. Ver como su mano apretaba cada vez más fuerte la pelota de goma. Como recuperaba autonomía, cuando pudo volver a orinar solo, sintió una emoción que casi lo hacer llorar. Empezar a sentir que su cuerpo poco a poco le iba respondiendo, que volvía a ser dueño de sus movimientos. Cada día, semana, mes que progresaba, que de mover un dedo pasaba a dos, a tres, a cuatro, a la mano entera, a cerrar, abrir, agarrar cosas sin que se le cayeran. Al principio con dolor, muchísimo esfuerzo y también frustración por las innumerables veces que se le caían, que el dolor resultaba insoportable, hasta que por fin pudo hacerlo. Lloró ante el primer vaso con agua que pudo llevarse a la boca, con los cubiertos le costó mucho más, empezó con la cuchara que resultó lo menos complejo, pero manipular el tenedor y el cuchillo le llevó más de un mes. Lloró varias veces, se enojó consigo mismo, no podía creer que hechos tan simples, cotidianos, automáticos le demandaran tanto. Pero se sintió incentivado ante cada mejora. 

sábado, 19 de agosto de 2023

El eco en casa /3)

Venían dos mujeres diferentes a ocuparse de Alberto. Le había costado un montón acostumbrarse a recibir ayuda, odiaba depender de otros para levantarse, vestirse, caminar, etc. Odiaba no poder realizar ningún acto cotidiano por su cuenta. Le parecía una crueldad seguir vivo sin poder hacer nada por su cuenta. Al pasar las semanas fue aceptando su situación y, muy de a poco, empezó a hacer lo posible por mejorar, aunque siempre tenía recaídas de animo. Nunca había sido alguien positivo, ni optimista, ni agradable. Pero se concientizó de que la única forma de no tolerar el tono condescendiente de una de las cuidadoras, y el irritante de la otra, era esa. Anhelaba su independencia, moverse por su cuenta. Cuando empezó los ejercicios, se sintió frustrado, por lo que le costaba levantar pesas de medio kilo, no podía creer la poca fuerza que tenía en sus brazos como para que realizar un acto tan simple y con un peso liviano le requiriera tanto esfuerzo.

Vio la amarilla sonrisa de dientes postizos que tenía Bernardo, había sacado 3 números y ganado 20.000 pesos. Sebastián pensó que con eso no le alcanzaba ni para la mitad de un changuito, pero por el aspecto casi escuálido de Bernardo, dudaba de gastar la plata en eso. Seguramente se compraría algún vino un poco más caro del que solía, y el resto lo volvería a jugar. Igual se alegró que por lo menos se la gastara en algo que le gustaba a él, y no en los nietos que vivían todos en el exterior y para quienes la plata del premio representaba centavos, aunque igual nunca se enterarían de nada porque como Bernardo le había contado, más de una decena de veces, no le daban ni pelota, pero para subir fotos de cuando ellos eran chicos con él y ponerle: "el abuelo, cuántos recuerdos, se te extraña", eran como mandados a hacer.
Sebastián se dijo que en todos los trabajos que tenían que ver con la atención al público, había que ser un poco psicólogo. No le jodía, al contrario, saber que casi todos tenían familias disfuncionales, con relaciones que de una u otra manera causaban decepción, lo hacía sentirse acompañado. 


sábado, 22 de julio de 2023

El eco en casa /2)

Había querido ser tantas cosas sin lograrlo. Alberto recordó su juventud, había sido una persona bastante optimista y entusiasta. -Quién me ha visto y quién me ve.- Se dijo con sorna.

Aunque siempre le había costado ser constante. Le aburría comprometerse con algo fuera una relación-Verónica, era quien primero se le venía a la cabeza.-estudio o trabajo. Se aburría, lo descuidaba y terminaba abandonando. Desde que le costaba moverse no dejaba de pensar en eso, todas las oportunidades que había desperdiciado en la vida. Su amargura y autodesprecio se reflejaba también en como trataba a los demás.  

El verde brilloso de las hojas después de la lluvia, no solo le gustaba a nivel visual, sino que lo hacían sentir mejor, le daban una cierta alegría, un sentimiento de vitalidad, de renacimiento. Sebastián caminó esquivando los charcos las pocas cuadras que lo separaban de su casa, llegó, dejó la mochila, y salió de vuelta. Se alegró de que su padre estuviera en su pieza, mientras menos se vieran, mejor.
Pasó el resto de la tarde con su novia, primero tuvieron sexo, después vieron una serie, hicieron la cena y se fue, no le gustaba quedarse a dormir con ella porque Luciana se levantaba una hora antes que él para ir a trabajar, además ambos eran fastidiosos para dormir, se movían mucho y roncaban. 
Mientras volvía a su casa, pensó en la relación que tenía con Luciana, no sabía si llegaría o si quería que llegara a otra cosa, estaba bien así, pero tenía miedo de que ella quisiera algo más y no saber si eso era lo que él buscaba. Estaba cómodo con las cosas así, las charlas, la compañía, el sexo. Pensó que era un boludo, que siempre tenía que sobre pensar las cosas al pedo. 
Llegó a su casa, se lavó los dientes y se acostó. Había conseguido no cruzarse con su padre en todo el día, eso era algo que Sebastián nunca dejaba de considerar positivo. 

sábado, 1 de julio de 2023

El eco en casa /1)

El último plato después de varios, todos ya estaban otra vez limpios. En su casa lo calmaba lavar los platos, nada que ver a cuando había sido bachero, el poco tiempo que estuvo ahí sufrió la labor como pocos trabajos en su vida. Le dio gracia porque de la variedad de empleos que podía buscar sin experiencia había elegido ese porque era algo que en su casa le gustaba hacer, pero una vez en el restorán el sentir el agua, el detergente, la esponja se volvió una desgracia. Las manos, la espalda, los pies, los nervios, le quedaban destrozados. Igual ni bien terminaba de lavar los platos se volvía a olvidar de ese trabajo. 
Acomodó todo en la alacena y se fue al comedor, desde ahí escuchó los ronquidos de su padre y fue a apagar el televisor de su habitación. Cuando su padre se dormía el único momento del día que Sebastián sentía alivio, exhalaba y se decía: un día menos.

Trataba de ni verse al espejo porque hacía mucho que la imagen que este le devolvía solo conseguía arruinarle el día.
Su aspecto cadavérico lo repugnaba. Alberto todavía no tenía ni 70 años, pero el cáncer y las enfermedades respiratorias lo habían deteriorado a un nivel que le hacían parecer una persona mucho mayor de lo que era. El agitarse por todo, lo que llevaba a que hasta ir de la habitación al comedor fuera un esfuerzo, lo frustraba y amargaba. Sobre todo el depender de su hijo, Sebastián a quien lo unía el desprecio. Ambos trataban de callarse, ya bastante les irritaba la presencia del otro, pero el odio estaba ahí, y por cualquier cosa reventaba.
Comían con música de fondo, preferían no mirar televisión para no discutir sobre las noticias, y como a ambos les irritaba el ruido de los cubiertos sobre los platos, ponían música, una que a ninguno de los dos les gustaba para estar en igualdad de condiciones. 

Al principio, a Sebastián le costó acostumbrarse a ver a gente mayor gastándose casi toda su jubilación en billetes de lotería, o como ellos lo llamaban: numeritos. Se sentía como un dealer, ya que la ansiedad, emoción y alegría que tenía por el papel que le entregaba y que en la mayoría de los casos a las pocas horas no tendría ningún valor, era patética. Hasta que se dijo a sí mismo que la mayoría no perdían tanto, que era una forma de entretenerse y olvidarse de sus problemas, no sería la mejor, pero tampoco iban a morirse por eso. Además, él no tenía ninguna responsabilidad para con ellos, nadie los amenazaba con un arma para que entraran. Las señoras y señores eran amables, conversadores, y él les seguía la charla. Muchas veces eran las conversaciones más largas que tenía durante el día.
Una vez que terminaba su jornada se iba a correr durante una hora, lo descargaba y recargaba a la vez.
Al volver a su casa se duchaba y después de vestirse iba a ver a su padre.

sábado, 13 de mayo de 2023

Un nuevo comienzo /18)

Cuando volvía a Buenos Aires se enfermó y al llegar a su casa se pasó casi una semana en la cama. Los primeros días con fiebre alta, se despertaba llena de sudor, adolorida y cuando dormía tenía sueños rarísimos. Una vez que se recuperó, con cierto dinero que tenía ahorrado se alquilo una habitación en un hostel y comenzó a trabajar de mesera mientras a la vez se anotó para estudiar Licenciatura en turismo. El pasar semanas y meses en el mismo lugar al principio le costó, pero después se fue acostumbrando a recorrer las mismas calles, ver los mismos carteles, escuchar a los mismos pájaros, sentir los mismos olores, adquirir el ritmo y la atmosfera de una sola ciudad. Igual tenia poco tiempo entre el trabajo y los estudios se pasaba casi todo el día en movimiento. A los dos meses de llegar, hizo un acuerdo con los del hostel para ser recepcionista en uno de los turnos de 4 horas, a cambio de pagar lo mismo pero tener una habitación para ella sola, el turno elegido era poco movido por lo que podía estudiar mientras trabajaba. 
Pese al esfuerzo y la monotonía, le gustaba su rutina.


sábado, 1 de abril de 2023

Un nuevo comienzo /17)

Enseguida le gustó, era una ciudad enorme, llena de historia, con buena gastronomía. Subió muchos videos recomendando diferentes zonas. Tuvo mucho trato con los otros huéspedes del hostel donde se hospedaba y uno de ellos le prestó un drone. Tomó mucha cerveza, Fernet, comió un montón de alfajores, bailó, hizo todas las experiencias turísticas disponibles. Había gente de todo tipo, desde la más desinhibida hasta la más conservadora. 
Trabajó en diferentes hosteles de Traslacierra. Pensó que cuando terminara su recorrido por el país, ese podría ser su lugar en el mundo. Tuvo un par de romances de pocos días con turistas, una especie de novio de vacaciones. Era tan tentador ese tipo de relaciones que solo tenían lo lindo, la atracción intacta, el ir conociendo pero solo lo bueno, el pasar ratos agradables fuera de la rutina, el disfrutar. 

sábado, 25 de marzo de 2023

Un nuevo comienzo /16)

Nadó en el río Paraná. Hacía años que no se metía a un río a nadar y lo disfrutó mucho, le recordó a su adolescencia, al forma de ver el mundo que tenía entonces le provocó una sonrisa dulce. 
Trabajó de ayudante y guía en un hotel por un mes, le gustaba ahí, su tranquilidad, también a veces cruzaba el puente y se iba a Uruguay.
Estuvo en los carnavales pero no era algo que le entusiasmara aunque sí reconoció el entusiasmo y la alegría que esas personas transmitían con sus movimientos y sus coloridos trajes.
Se fue de la zona y pasó a Santa Fe, si bien tenía ciertos lugares históricos muy interesantes la ciudad capital no le gustó. Los pueblitos y ciudades medianas que fue recorriendo le resultaron simpáticos aunque ninguno le despertó la suficiente curiosidad para quedarse más de un día.
En Rosario se quedó solo en la zona de la costanera porque todos le recomendaron que no saliera de ahí y no tenía alma de temeraria ni boluda por lo que les hizo caso.
Lo que vio le recordó a CABA pero con una costa mejor explotada. Igual tampoco quiso quedarse ahí. 
Se fue a Córdoba. 


sábado, 25 de febrero de 2023

Un nuevo comienzo /15)

Corrientes le resultó muy alegre, la mayoría de la gente era increíblemente simpática. Su acento muy contagioso. El chámame que nunca le había interesado, lo empezó a escuchar, y sus letras le resultaron simpáticas y su ritmo agradable. No sé quedó tanto tiempo porque el calor, la humedad, los insectos hicieron que decidiera no buscará pasar más de 3 semanas en la provincia.
Entre Río también tenía encanto pero más contrastes. Recorrió, se quedó dos días en un pueblito chiquito sin Internet, y con apenas 4 cuadras asfaltadas. Era todo como si hubiera entrado en el pasado. Tenía algo atrayente pero que se diluía enseguida. No era una vida que elegiría. 

sábado, 18 de febrero de 2023

Un nuevo comienzo /14)

La sorprendieron los enormes contrastes de Formosa, si bien todas las provincias los tenían, el de Formosa era enorme. Tanto de paisajes como de calidad de vida. Con unas mansiones enormes y arquitectónicamente horribles de los políticos, y unas casas paupérrimas donde vivía la mayoría. El clima era opresivo. La ciudad triste, deslucida, polvorienta. La gente en general agradable pero reservada. Los paisajes en el interior eran salvajes, tenían algo violento y atrayente a la vez. No se quedó mucho tiempo en la provincia, su oferta turística era mínima, mal desarrollada, cuando se fue sintió una sensación extraña de alivio.
En Misiones fue otra cosa, había mucha más gente, muchos más turistas, movimiento, fluidez, aunque en ciertas zonas, otras eran muy similares a Formosa, también la naturaleza salvaje y violenta que atraía y expulsaba a la vez. Las cataratas ya las conocía pero volvió a recorrerlas, tanto del lado argentino como del brasileño. También fue a Ciudad del Este, su mercado, sus contrastes, su calor y humedad, se sorprendió de lo diferente que eran las 3 ciudades fronterizas que prácticamente estaban una al lado de la otra. Puerto Iguazú, Foz y Ciudad del Este no se parecían en nada entre sí. 

sábado, 28 de enero de 2023

Un nuevo comienzo /13)

Le sorprendió la cantidad de vistas como también de comentarios, que igual fueron muchísimos menos,  1 % de las vistas, pero que 50 personas comentaran algo suyo, le parecía extraño. Igual no vio un peso, eso era con la publicidad, y casi nadie daba clic en las mismas. Pero le gustaba subir cosas y mirar canales de otros que subían contenido similar, hasta que descubrió la dinámica y se aburrió, no quería hacer cosas solo basadas en otras anteriores solo para ver si conseguían que fueran tan vistos. En general descubrió que la mayoría empezaba de forma autentica y se iban convirtiendo en replicas de sí mismas, cada vez más falsas y desesperadas por conseguir un clic. Perdió el interés y ni bien le sacaron el yeso, y a medida de que ya casi no tenía material que subir, empezó a subir cada vez menos contenido.




Un nuevo comienzo /12)

Se terminó quebrando una pierna por pisar mal un escalón. Le dio gracia que el único hueso quebrado de su vida no fuera en ninguna montaña o siquiera sierra, sino por una mala pisada. Se alegró que fuera en invierno, aunque en Jujuy esa estación podía significar estar bajo cero a la noche y hacer 30 grados de día. Las veces que llegaba a esas temperaturas no le quedaba más que pasarse el día en su habitación con el aire. Para no aburrirse decidió editar las fotos y videos de sus viajes y subirlos a YT e IG, se sentía un poco contradictoria al hacerlo ya que siempre había considerado algo superficial y tilingo, pero se dio cuenta de que eso solo era un prejuicio suyo. Ambas eran herramientas, cada uno las podía usar según le pareciera. La aplicación no determinaba el contenido. Subió sus videos a vambas redes y como el algoritmo llevó a que lo viera una influencer y esta lo recomendara en sus redes, llegó a más de 50.000 reproducciones en menos de 24horas.

sábado, 7 de enero de 2023

Un nuevo comienzo /11)

 Jujuy era parecida a Salta, aunque no se lo dijo a ningún jujeño porque había pica entre ambos, como entre casi todas las provincias con sus vecinas, le parecía una estupidez, pero no le interesaba discutir con nadie por eso. Le sorprendía los contrastes de la provincia (al igual que en Salta) siendo tan diferentes unos de otros, paisajes que parecían de otros países estaban a menos de 200 kilómetros unos de otros.
Recorrió sus montañas, selvas, llanuras, quedó impactada con toda la belleza.
Conoció a mucha gente, de todas las razas, clases sociales, ver turistas interactuando con indígenas por unos pocos minutos para comprarles una artesanía o un tejido, personas con vidas inimaginables para el otro, que solo podían llegar a imaginar de forma tergiversada el entorno de la persona con la que estaban hablando.