sábado, 24 de noviembre de 2012

Convivencia Obligada /7)

Las rutas siempre repletas de baches, y de camiones que sorteaba a último momento, mientras estos lo ensordecían a bocinazos, odiaba la ruta hasta Capital, por que estaba repleta de casas sin terminar, villas, como un lugar muerto que se empeñaba en seguir estando ahí, un recordatorio de algo que pudo ser y nunca fue, eso le recordaba a su familia, y a sí mismo.

Decidió pasar la tarde en la quinta, la mujer que iba a limpiarla una vez por semana, se la dejaba impecable, por eso ella cuando quería relajarse y no pensar en nada, se iba unas horas allí, a veces se metía a la pileta climatizada, que bastante dinero le había costado, y se relajaba ahí, lo que siempre la alarmaba era que alguien pudiera verla, con su maya negra, que era la más discreta que había encontrado, se sentía una ballena, a pesar de que no era gorda, tampoco flaca, le sobraban unos 15 kilos, que muy pocas veces a lo largo de su vida había podido bajarlo, si y ya estaba harta de intentarlo.

Si lo beso como reaccionaría, capaz que me da una trompada, no tanto, no, pero y si no le gusto, el ridículo que hago, ya no nos vamos a poder tratar como antes...
Mierda que hago, voy a cumplir 18, y todavía no me han dado ni un beso, no he hecho nada.
Bah yo lo beso, después, que pase lo que tenga que pasar.

Se fue poniendo toda la pequeña ropa de la bebe, sobre la panza.
Se acostó, con toda la ropa desparramada sobre la cama, y se quedo dormida, con el suave olor de la ropa nueva.
 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Convivencia Obligada /6)

Cuando volvía del trabajo, al bajarse del auto, vio a Miguel de pasada, este iba  conduciendo, con sus nietos atrás, y parecía por la expresión que tenia, y como movía sus labios que o les estaba diciendo algo bastante gracioso, o estaba cantando con ellos alguna canción, conociéndolo a Miguel, Mercedes pensó que podía ser cualquier de las dos, después que el auto paso, cruzo la calle, él no la había visto.
Miguel, el único novio que había tenido en su vida, había andado 8 años con él, desde los 1 a los 26, y cuando faltaba 1 mes para que se casaran, todo se acabo.
Ella decidió después de comer, y antes de acostarse a dormir la siesta, bañarse, cosa que nunca hacia, por que solía bañarse, después de la siesta, pero el verlo, le había provocado una sensación rara, que pensó, un baño, quitaría, después del mismo, que si bien la relajo, no le quito a Miguel de la cabeza, se quito el toallón que llevaba  se miro en el espejo, había olvidado la última vez que lo hiciera, y  no le gusto nada lo que veía, era consciente que nunca había sido una mujer linda, al contrario, estaba mucho más cerca de ser fea, y sabía que muchos así la consideraban, su cara si bien no tenia ni la nariz grande, tampoco era bonita, igual sus labios, de un color opaco, y ahora casi violeta por tantos años de fumar, su piel también se había resentido por esto, era amarillenta en algunas partes, y rojiza en otras, además no solo el cigarrillo había afectado su cuerpo, sino los mismos años, sus tetas se veía caídas, su abdomen flácido, aunque no abultado, sus piernas sin gracia.
Empezó a llorar, agarro el toallón y lo apoyo sobre el espejo, lloro en un absoluto silencio, después se corrió las lágrimas con furia, y se vistió lo más rápido que le fue posible.
Miguel había visto y estado con ese cuerpo, en sus mejores años, él la amo, no sabía, pensaba que si, peor ella, no, el resto de su  vida, se reprocho esa relación, el andar con alguien solo por que no la jodia, por que no era posesivo, y la dejaba estudiar, y no hinchaba con casarse o tener hijos, bah si, peor cuando ella terminara la carrera, cuando termino esta, se dio cuenta, de que no quería seguir con Miguel, peor le dio lastima dejarlo, además no quería que todos la miraran raro por cortar con un muchacho tan bueno, por eso siguió con él, peor este comenzo a presionar para que se casaran, ya tenia la plata para comprarse un terreno, ella lo acompaño a verlo, estaba en un buen lugar, peor nada de lo que él le decía, como donde estarían las habitaciones, o como sería el jardín la entusiasmaba, pero no dijo nada.
Un día en el trabajo, se cruzo con Pedro, el dueño de una de las 2 estaciones de servicio que hacia en el pueblo, este le coqueteo, Mercedes lo conocía de sobra, tenia 3 hijos, y una sumisa mujer, a la que engañaba con cuanta mujer encontraba dispuesta, era un tipo que se veía bien, y su actitud arrogante, gustaba a muchas, no particularmente a ella, pero quiso hacerlo, sabía que eso la desprendería definitivamente de Miguel, era un pecado, como solía decir su madre, antes de irse a confesar, cosa que hacia todas las semanas como si fuera al psicólogo, un pecado, bien grande, adultera, ese mismo día, termino acostándose con Pedro en un sofá cama que este tenia en la oficina de la estación, Pedro, era rápido, le importaba poco a quien tuviera debajo, aunque simulaba hacerlo, besándola, y acariciándola, pero de forma acelerada, y casi obligada.
Se acostó 2 veces más con él, siendo nada discreta, para ser descubierta, cuando Miguel se entero, la dejo, no hizo ningún escandalo, ni nada, solo rompió su compromiso, aunque lo que si, las pocas a veces que se volvieron a cruzar, nunca más le dirigió la palabra.
Cuando termino de vestirse, quito el toallón del espejo, se cepillo el pelo, y pensó, en que a ella si bien no era feliz en su vida, tampoco lo hubiera sido con Miguel, teniendo 2 hijos, y varios nietos.

-Hola.
-Hola.
-Que raro, no?
-Ah, no tanto.
-Si, que se yo...
-Como estas?
-Bien, creo.
-Que te parece el pueblo?
-Esta bien, es tranquilo.
-Aburrido.
-No me jode, me gusta, no hay tanto ruido, ni gente.
-Te entiendo.
-Y vos, como estas, como te fue en Bariloche.
-Como el culo, 1 solo día nevo, después llovió 3, y los otros 2 si estuvo lindo, aunque no nevo, espero como hubo sol, pudimos, hacer varias cosas.
-Mira que bien.
-Si, no se, es una experiencia.
-Si.

La panza crecía, se iba redondeando,  y Gabiela preparándose para su llegada, fue a comprara ropa, era tan fuerte la sensación que sentía al tocar esa ropa tan pequeña, tan suave, aunque ver esos muñecos con forma de bebe, la perturbaban.
Mientras elegía que llevar, entro una pareja, se veían jóvenes, pero no tanto como ella, les calculo entre 26 y 30 años, como mucho, parecían tan contentos, consultandose que llevar, y que no, él le tocaba la panza repetidas veces, y ella siempre en agradecimiento, le besaba la mejilla, o los labios, de la forma más discreta posible.
Gabriela, no aguantaba más estar cerca de esa pareja, oírlos y verlos, le parecían salidos de una publicidad, pidió que le embolsaran, los que tenia en la mano, pago y salio, se sento en un banco que encontró.

Llevaba demasiados días en ese lugar, se le estaba acabando la droga, además no le gustaba estar allí, era poca cosa para él, demasiado chico, en todo como para seguir un d´ñia más.
Con parte de la plata que había juntado, se compro una moto, junto sus cosas, y se fue.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Convivencia Obligada /5)

Según le dijo la agente de bienes y raíces, la casa gustaba mucho, y el lugar más todavía, pero la mayoría no tenían con que pagarla, por lo que tendría que seguir esperando, aunque ella no creía que más de 1 mes.
Mercedes, volvió a su casa, no frustrada por que desde que había puesto en venta la casa, supo que llevaría tiempo, peor le costaba cada vez más llevarse bien con sus sobrinos, no tanto por lo que estos hacían, sino por su sola presencia, y el tener que simular un cariño, que en realidad, hacia tiempo había dejado de sentir.

Sebastian, se iba a encontrar con uno de los chicos al que seguía en Twitter, y Facebook, al principio solo lo había seguido por que era de allí, la ciudad donde vivía su tía y su abuela, pero después cuando la muerte de su madre se convirtió en algo inminente y también el que se tendría que ir del departamento y de la ciudad, y mudarse para el pueblo a la casa de su abuela, empezó a tener más trato con él.
Habían quedado en conocerse el mismo día de la llegada de Sebastian, peor justo en esos días, fue el viaje de egresados de Facundo.
Entonces decidieron pos ponerlo hasta ese día.
Se encontrarían en la plaza, en un banco que había medio escondido entre los arboles.
Ambos se habían mandado fotos hacia unas semanas, le había gustado, el en uno de los DM que le enviara le confeso su homosexualidad, y Facundo le dijo que el también lo era, se sorprendieron de la confesión del otro, aunque después analizando sus conversiones, se dieron cuenta que era bastante obvio.
Sebastian esperaba nervioso, había arrancado una mediana hoja de un árbol, un cachito lo había mordido, y el gusto agrio de la hoja se impregnaba en su lengua.
Se reprochaba el haber llegado tan temprano, siempre le pasaba lo mismo, llegaba varios minutos antes  que la hora pautada, y después empezaba a desesperarse por que la persona que esperaba, no llegaba.
Miro el reloj, faltaba 1 minuto para la hora convenida, y en ese momento sintió el ruido de pasos sobre las pequeñas piedras, era él.

Gabriela, se hizo una ecografía, todo estaba bien, se quedo mirando esa pequeña imagen a la que ya se le estaban terminando de formar la cara, y el cuerpo.
Un miedo profundo la invadió, y si no era capaz de criar un niño, no se sentía capacitada, no solo para enseñarle, a comer, hablar, caminar, y demás, sino para mantenerlo, de que viviría.

Federico hizo su entrega, la única diferencia de los clientes de allí, con los de Capital, era que estos eran más cautos, trataban de que los vecinos no notaran sus adicciones, por lo demás le parecían igual de patético, y anciosos, siempre le resultaba gracioso ver un adicto, y en este caso, más.
 

sábado, 3 de noviembre de 2012

Convivencia Obligada /4)

Matilde, tenia 89 años, pero al verla acercarse a ella, Mercedes no pudo más que sorprenderse y admirarla, que casi corriera, además de que hacia las compras sola, cocinaba, y solo tenia una dama de compañía, por que odiaba pasar la noche sola, no por que tuviera dificultades para algo, ya que ella se sentía orgullosa, de ser una vieja capaz, siempre repetía eso, y por lo mismo, muchas de sus antiguas amistades, la recelaban, incluyendo su madre, en sus últimos años.
-Esta vieja es un mes mayor que yo, y nunca le duele nada.
Solía decirle, después de que esta fuera a visitarla.
Cuando llego hasta donde ella estaba, la miro directo a los ojos.
-Hola como andas.
-Bien, y vos?
-Por suerte, muy bien, che el chico grande que se esta quedando en tu casa, es tu sobrino.
-Si, Federico se llama, es él.
-Ah, como ha cambiado, me acuerdo cuando Cata fue a casa con él, que chiquito que era, hasta lo tuve en la falda, como pasan los años, por favor.
-Si...
-Ah, si es que el otro día, esperas creo, no estoy segura que era el martes, lo vi salir de la casa de Lucas, viste el reventado hijo de Soledad Mercado.
Mercedes, se mostró inmutable, ni su rostro, ni su mirada cambiaron después de escucharla, dijo.
-Creo que se conocían cuando Federico venía acá, y lo ha querido ir a ver.
Matilde, sin poder disimular, su decepción, ante su reacción,  mostró una sonrisa de falsa amabilidad.
-Bueno, me tengo que ir a hacer la comida, que este bien.
-Vos también, cuidate.
En el fondo, enterarse que Federico había ido a ver a Lucas no le había ni sorprendido, ni decepcionado, sabía muy bien como era Federico, y lo que hacía, por lo que le había contado su hermana Isabel, el que dirán le importaba poco, peor no quería que la policía terminara haciendo un allanamiento en su casa.
Hacia ya casi 15 años que tenia una casa quinta, donde solía ir los domingo, y en verano pasaba enero y febrero allí con su madre, había una piscina, y dos habitaciones, cocina, comedor, y living juntos, estaba rodeada de arboles, por lo que era mucho más fresca que la casa, decidió que trataría de pasarse en ella el tiempo que ellos vivieran en la otra.
No veía la hora que esta se vendiera, así cada uno hacía lo que quería con su plata, y si era posible, no los volvería a ver.

Sos un hijo de puta, ojala te mueras.

Lo odiaba, mucho más de lo que alguna vez lo había querido, de eso estaba segura.
Lo que más odiaba de todo, era que había estado 2 años con él, creía que sabía todo sobre su vida, y su persona, su forma de ser, de sentir, su amor por ella.
Cuando le había dicho que tuvieran un hija.
Ella se alegro, su madre se estaba muriendo,  y con sus hermanos nunca había llegado a tener una verdadera confianza, ni amor, su vinculo era solo sanguíneo, como a veces se decía a si misma, sabía que cuando su madre ya no estuviera, cada uno haría su vida por separado.
Por eso, cuando Pablo le dijo que tuvieran un hijo, ella acepto encantada, una familia, una verdadera familia, quería sentir de verdad ese vinculo, que si alguna vez había existido en su casa, como decía su madre, ella era muy chica como para recordarlo, pero la de ella si lo sería, lo amaba, y sentía que él a ella también.
Pero a los pocos mese de confirmar el embarazo, Pablo había empezado a echarse para atrás, la veía poco, y siempre le daba excusas, cuando Gabriela decidió confrontarlo, él le dijo que no estaba preparado, que no tenia ni 20 años, y que era demasiado responsabilidad para él.
-Y ahora me lo decís hijo de puta, ahora, no puedo hacer nada, no quiero tener un hijo sola, de que mierda voy a vivir.
-Mis padres...
-Que, se van a hacer cargo de todo? eso lo deberíamos hacer nosotros, y ni se te ocurra pedirme que aborte, por que es tarde, pelotudo, me lo hubieras dicho antes, ahora no puedo hacer nada, lo tengo que tener, te odio, quería tener una familia contigo, sos una mierda.
-Perdoname.
-Sos un hijo de puta, me cagaste la vida.
Gabriela se quedo reflexionando sobre eso, cuando sintió que alguien le hablaba, era Sebastian.
-Gabriela.
-Que?
-Me prestas el celular, es que el mio se esta cargando, y no tengo ganas de abrir la laptop, solo quiero revisar si me contestaron algo en Twitter.
-Toma, pero me lo devolves enseguida.
-Esta bien.

Federico llego, y se fue casi corriendo hasta su habitación, sin decir nada, Gabriela y Sebastian tampoco le dijeron nada a él.
Sebastian le devovolvio el teléfono, ella reviso los mensajes, ninguno, tal vez ya hubiera cambiado el número.
La familia con la que soñaba hacia unos mese, se había convertido en insultos, reproche e indiferencia.