sábado, 17 de junio de 2017

Paraíso Accesible /8)

Otras veces le había dicho cosas parecidas, pero solapadas, y de una forma poco convincente, esta no, esta era la definitiva, lo sentía, no solo en su tono, sino en la imagen que en su mirada, en su actitud corporal, y sobre todo en la imagen que Francisco le devolvía, y lo sentía en su propio cuerpo, era el fin, la dejaría, se separarían, dejaría de dormir con él, de sentir su olor, de escuchar su voz, de tener su presencia a su lado, ya no podría ser su ladera, su sombra, su extensión, quería cortarla, dejarla, extirparla, quitársela de encima. Quiere matarme, hijo de puta, querés matarme, lo pensó, pero se reprimió con todas sus fuerzas de decirlo, no quería que él le dijera una mentira para calmarla, o un reproche para hacerla sentir culpable, quería mantener su furia, su bronca, su odio, y su decisión, la que acababa de tomar, si todo estaba terminado, entonces que así fuera, pero con ambos, querés que me muera, está bien, pero te vas conmigo, te moría acá, junto a mí, esto se terminó, pero todo, hasta la muerte, punto, ya está, ya está. 
Se acercó a su cartera, fingiendo que buscaba un pañuelo de papel, y removió en su interior, sus dedos nerviosos toquetearon el labial, el delineador, una cadenita rota, un par de tickets, el cargador del celular, y por fin la tijera, siempre llevaba una para cortarse las puntas del pelo o para cortar los hilos, nunca usaba los dientes, ya que su madre la cacheteaba cada vez que lo hacia, usa la tijera le había repetido innumerables veces, y ahora esa frase se le antojó la indicada, la profética, la necesaria, usa la tijera, si una buena puntada en la yugular y Francisco moriría, no tenia que voltear a verlo después, solo la puntada, y luego dirigirla hacia su propio cuello y dibujarse una sonrisa, o mejor delinearla, porque ya estaba ahí, era la sonrisa de la felicidad, del reencuentro, porque aunque no hubiera cielo, ni infierno, si tenia que haber algo, aunque sea un momento después de morir, las almas antes de diluirse saldrían de los cuerpos sin vida y se unirían, una a la otra, si, eso tenia que hacer.
Abrió la tijera, se acercó a Francisco que estaba a pocos metros fumando sobre la ventana y expulsando el humo hacia el exterior, Mara, levantó el brazo derecho...





sábado, 10 de junio de 2017

Paraíso Accesible /7)

Fue el único que se metió en el mar, no hacia frío, apenas estaba fresco, pero nadie tenia intenciones de entrar al agua, que una vez dentro comprobó que estaba muy fría, ya le había dicho que el pacifico era todavía más frío que el atlántico, pero Fernando quería sentirlo sobre su cuerpo, estuvo unos minutos y salió, no sabía que tenía el mar que le provocaba sentimientos encontrados, por un lado le fascinaba su inmensidad, su poder, su vigor, y por el otro odiaba su olor, su sabor salobre, pero siempre que podía iba a una playa, aunque fuera una de esas insulsas, frías y sucias playas de su país, las cuales en general odiaba, sobre todo las más populares como Mar del Plata.
Al salir del mar, colocó una toalla sobre sus hombros y se sentó a ver las olas, las pocas que había, no le llamaban pacifico por nada, realmente el mar era calmo.
Le habría gustado ser escritor o pintor, para poder retratar la belleza y la admiración que le provocaba ese paisaje, pero los intentos que había hecho en la adolescencia y juventud, solo lo habían frustrado y amargado, no era artista, nunca lo sería, no tenia el talento, el temple o la dedicación para ello, se tendría que conformar siendo solo un admirador, ni siquiera llegaba a ser como esos mediocres que vendían sus malos dibujos o pinturas en el malecón.

Ese mundo que los rodeaba, cada día era menos el suyo, le costaba creer como ahora todos estaban pendientes de sus aparatos "inteligentes", como se pasaban el día wasapeando, o mandando audio de voz, sacandose autoretrados que llamaban selfies, o posteando intrascendencias, y era un fenómeno viral, otra palabra de moda en los últimos años, todo era la tecnología, el celular se había ido apoderando cada vez más de las personas, se había convertido en un objeto imprescindible, era como si nadie pudiera vivir sin tener uno, algo así como llevar calzado.
Juan se sentía un extraño, un fuera de lugar, lo que ahora se denominaba un outsider.
Tal vez debía convertirse en un viejo gruñón, que despotricaba contra todos los adelantos y anhelaba otros tiempos, diciendo que todo pasado fue mejor, siempre se había burlado de esa gente, era un hombre que creía realmente en el progreso, pero ahora dudaba si ese progreso era real, o solo una quimera, que lo que alguna vez había servido, solo se había transformado en simple mercadotecnia, no veia la utilidad de las selfies, ni del wasap, ni de las diferentes app.
Tal vez era algo natural, la vejez lo aislaba, y debía aceptarlo, y recluirse en un rincón, su pequeño rincón en el mundo y pasar ahí sus últimos años, junto a Olga, aunque ella si aceptaba y entendía todos los artilugios modernos, y eso más que la rutina, y todos los desgaste que esta traía, los estaba alejando. 

sábado, 3 de junio de 2017

Paraíso Accesible /6)

Estar así, abrazados, uno junto al otro, mirándose, acostados, con las sabanas húmedas del sudor de ambos.
A Martín le costaba creer que todo se hubiera dado tal cuál había deseado o más bien fantaseado, nunca se permitió pensar que eso podría suceder, que Natalia querría y que encima sería como fue, lindo, natural, placentero, sin incomodidades, sin decepciones, sin torpezas, todo orgánico, como en un bello sueño, necesitaba tocarla, aunque casi todo su cuerpo rosaba el de Natalia, para sentir que eso era real, que estaba ahí con ella, que habían hecho el amor, la primera vez que podía usar esa expresión para describirlo, las veces anteriores (2) que había estado íntimamente con mujeres, solo se podía denominar sexo, un sexo vacío, o casi como si fuera un favor, estar con el gordito simpático, a ver si el gordito vale la pena, tal vez se esfuerza, porque con esa cara y ese cuerpo, no va a hacer de los que solo te mete la pija adentro, por ahí me la chupa, sabía que eso habían pensado, se lo había visto en sus ojos, había una sutil burla en esas mujeres, y él las había entendido, creía merecer eso, y casi que necesitaba agradecerles luego que le hubiera hecho el favor de estar con él, como quien realiza una tarea incomoda y sacrificada, pero necesaria.
Pero esta vez era diferente, esta vez había habido amor, química, esta vez era real.
No quería decir nada, para no sonar estúpido, ni cursi, no quería arruinar el momento, y creía que sus cuerpos hablaban por ellos, estar así, lo decía todo, para qué llenar ese hermosos silencio con palabras banales, melosas, tontas, mejor que decir era sentir, y él estaba sintiendo lo que nunca antes, y tal vez lo que nunca después, pero no quería pensar en eso tampoco, solo vivir el momento, atesorarlo, guardarlo.