martes, 30 de agosto de 2011

La cueva de los heridos /1) Pacientes.

Recordaba los focos, el auto...nada más.
Al despertar en la habitación blanca, su madre la miraba con sorpresa, la vio caminar unos pasos gritando algo que no lograba entender.
Lo primero que escuchó con claridad fue:
-Hija...me escuchas.
-Si....
Apenas escuchó su vos, que le soñó débil y extraña.
-¿Te acordas de algo?
-¿De qué?

Las contracciones eran cada vez más seguidas.
Mierda, por qué, no, por favor, no, que no nazca ahora.
La enfermera que estaba a su lado en la ambulancia la miró con indiferencia.
-Dentro de una hora va a nacer.

Se llevó el índice a su párpado izquierdo y el pulgar al derecho y suspiro.
Le habían puesto diclofenac en vena, lo que le produjo un alivio tenue al principio, pero que con el correr de los minutos se había tornado absoluto, apenas sentía una molestia en el quebrado tobillo.
Miró a su mujer y por unos segundos ambos compartieron un fastidio recíproco, ella desvió su mirada hacia el hijo del dueño de la empresa láctea donde su marido se había quebrado, este parecía un modelo, alto rubio, y educado.
Pensó en su hijo, de pelo largo, los ojos pintados con sombra, encerrándose en el cuarto todo el día y escuchando música a todo volumen.

Todos los días iba a tomarse la presión, tocaba el timbre de la guardia y esperaba sentada en el banco de madera alisándose la pollera y usando los dedos (ya que la vista la tenia clavada en el picaporte) tantear algún agujero o hilacha.

El ojo morado e hinchado, la nariz llena de moco y sangre.

Se peinó para atrás como siempre y luego prendió un broche después de hacer una especie de rodete.
Marcó tarjeta y entró a la guardia.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Los hijos de Enilse/ 15) Solo el jardín.

Cuando una mañana de finales de julio un hombre se sentó frente a su escritorio y le indicó la casa que quería comprar, no podía creer que fuera la casa de sus padres.
-Está seguro.
-Si, el lugar es perfecto, ayer pasamos con mi señora por ahí, y nos encanta el lugar, que es lo que nos interesa.
-La casa...
-La vamos a demoler, se ve que está bien construida y todo, pero creo que para una casa sea propia hay que hacerla desde los cimientos.
-Mi padre siempre decía eso...

Una semana después todos estaban en la casa, les costó entrar, ya que ninguno había vuelto desde el día del entierro, ni siquiera Rebeca, quien se limitó a indicarle al empleado en donde quería que pusiera el cartel de venta, pero sin siquiera pasar por la calle de la casa.
A ninguno le importó que Estela, usara ropa actual, ni que estuviera todo el rato mandándose mensajes de texto, que Saúl se viera más pálido y ansioso, ni que Martina tuviera dos chocolates sobre las manos, que no quería guardar en el bolsillo para que no se derritieran....

-Yo la verdad que solo me llevaría la maquina de coser, como recuerdo, porque la verdad que entre las de pedal y las eléctricas me quedo toda la vida con las eléctricas.
-Martina.
-Qué me voy a llevar de acá, mis fotos, si ese retrato está lindo, mama tenia una caja guardada con fotos, no, en las que aparezca, me las quedo.
La misma pregunta les hizo a Saúl y a Oscar, y ambos negaron con la cabeza, este último después de su negativa salió al patio, y miró las casas que rodeaban la de sus padres, todas de planta baja, como la mayoría en el pueblo, Buenos Aires era diferente, caótica, ruidosa, su departamento estaba rodeado de otros departamentos, cemento sobre cemento, cada vez que pisaba las rotas baldosas olía el gasoil de los colectivos, y oía sus chillidos, luego las bocinas de los taxis, las personas que indiferentes le rozaban el brazo queriendo pasar, los carteles de neón, y todo eso en las escasas cuadras que lo separaban del museo donde trabajaba.
El puesto se lo había conseguido Lautaro, al principio pensó en rechazarlo, pero al final decidió aceptarlo, en el museo le pagaban más, siempre le había gustado vivir bien, y ahora, después de las horas de trabajo, iba al cine, o al teatro, también solía comer afuera.

Desde que se le descubriera la cirrosis, había empezado a tomar los medicamentos, para al poco tiempo dejarlos y volver a tomar, el medico le dijo que reventaría.
Ya estoy reventado, este hijo de mil puta qué sabe lo que es vivir en esa mierda de casa, al lado del molino, escuchando todo el puto día llegar camiones, viendo como las ratas andan en el patio, oliendo ese olor de mierda del alimento balanceado, eso es reventar, no el alcohol, esa la única medicina.
Había reservado un pasaje para el colectivo que iba con los jubilados a Córdoba, quería morir mirando las sierras, al mismo hotel donde pasara la luna de miel.
Y reventar lejos de los camiones, el alimento balanceado, y las ratas.

Se había juntado con Hugo, por más que se lo propuso no aguanto vivir sola más de unos meses, y ni bien él se lo sugirió ambos dejaron sus departamentos y alquilaron uno entre los dos.
Hugo la contenía, tanto de sus frustraciones laborales, ya que todos los días decía que iba a renunciar, que estaba harta de trabajar en un seguro, que retornaría la carrera, y al otro se entusiasmaba cuando le aumentaban el sueldo, o agrandaban la oficina.
Igual con los hijos, un día les compraba cosas, los atendía, estaba pendiente hasta de la nimiedad más absoluta que le pidieran, para después por una palabra o un gesto de ellos, enojarse, y largarse a llorar.
Los chicos pasaban los fines de semanas con ellos, tratándolos como si fueran tíos, la nena siempre dispuesta a contar de sus días en el jardín, de que chico le gustaba, de cual era su muñeca preferida, pero el nene no, este se pasaba todo el día al lado de su hermana o mirando televisión, tratando de estar lo más lejos posible de su madre.
Siempre después de que los chicos se iban, se abrazaba a él y le susurraba.
-Cada vez lo veo más parecido a Agustín.

Ambos sentían una gran admiración mutua, Estela no podía pensar en el dolor de haber estado casado con alguien amándolo, y que esta persona muriera, y Diego no podía creer la vida gris y solitaria, sin ningún tipo de compañía que había tenido Estela.
Pero sobre todo no querían volver a estar solos, les gustaba hacer proyectos, criticar a sus respectivas familias, tener a alguien con quien hacer la cena, a alguien a quien consultar a quien contarle las incertidumbres y los deseos.
Y todos los sábados como norma salían, por lo general a otra ciudad vecina, elegían un bar, y se sentaban en la barra, y en esta se contaban un secreto, o una anécdota, cuando estas se les acabaron empezaron a inventarlas, ambos se dieron cuenta pero siguieron con la costumbre.

Tenia más de sesenta y cinco años, todo le costaba más, y cada vez su doctor le tenia que aumentar más la dosis para que pudiera dormir, pero no quería ceder ni una hora al ocio, ni estar más de lo indispensable en su casa, ya que al estar en ella pensaba en sus fracasos, en su matrimonio, en sus hijos....
Odiaba la idea de tener que retirarse, porque eso la llevaría a ser una jubilada, y odiaba tener que identificarse con estos.
Para qué quiero retirarme, para asumir que soy vieja, para que mi hijo venda la inmobiliaria, para ver cuando me mete en un asilo, o me pone una mujer que me cague a gritos...no, mejor sigo, y ojala que me muera de un ataque cardíaco, pero no retirada, y menos en un asilo.

Ninguno habló de nada de esto con el otro, desde la muerte de Enilse que solía criticar a cada uno de sus hijos con los demás, era poco o nada lo que sabían del otro, ya que incluso Rebeca, Oscar y Martina que solían tener contacto, cada vez lo hacían de forma más esporádica.

Los muchachos que Rebeca había contratado para llevarse a una casa de antigüedades, termino llevándose todas, ya que ni sus hermanos, ni ella querían ninguno.
Al llevarse el ropero, saco la última caja que quedaba en el estante de arriba, ahí estaban todas las fotos.
-Acá debe haber alguna.
Martina, y los demás miraron la caja, se acercaron a esta y empezaron a mirar las fotos, todos aparecían rígidos y pulcros en estas, con una sonrisa tan grande que era grotesca, Enilse aparecía en la mayoría de estas, mirando fijo a la cámara y con una una postura rígida.
-Esta nunca la había visto, vos Rebeca.
-No yo tampoco.
-Que distinta esta mama.
-Papa también.
La foto representaba a dos veinteañeros con una sonrisa cómplice, su padre con la camisa abierta hasta la mitad, y su madre con un vestido campana y descalza.
-Mamá sacándose una foto descalza, eso si que es un hallazgo.
-Te mentí, bah me había olvidado, si había visto esta foto...me la mostró unos días antes de casarme....

-Mirá...sabes porqué estaba descalza, porque acabábamos de hacer los cimientos, y tu padre me dijo: a vos que te gusta hacerte la linda, vení y apoya los pies y las manos en el cemento, después se va a borrar pero vos sabes que lo hiciste, y lo hice, y pensaba que ésta casa que yo me imaginaba que iba a ser una mansión, como las del barrio del cementerio, las has visto, acá se copiaron de Recoleta, e hicieron el barrio más hermoso al lado del cementerio, ahora no están cuidadas, pero cuando yo era chica no sabes lo que eran, siempre que íbamos con mí tía al cementerio, pasar por esa calle me daba una envidia, quería estar ahí, vivir ahí, y mi tía igual, siempre sin que nos vieran arrancábamos las flores que daban a la calle, que hermosos jardines, mi tía quería que me casara con uno de los hijos de los dueño de una de esas casas, la más grande, la pobre se gastaba hasta lo que no tenia para pagarme el colegio pupila donde iba una de las hijas, pero ahí nadie me hablaba, yo era la pobre, la huérfana, la que los padres se le habían muerto de tuberculosis...
Y conocí a tu padre, su abuelo había hecho plata, pero como a tu padre no le gustaba trabajar en el campo no le daba ni un peso, y este se hizo albañil, mi tía dejó de hablarme cuando se enteró que me iba a casar con él, me enoje tanto porque me trato de desagradecida que le dije que era una vieja frustrada que se iba a morir en esa casucha donde vivía, y que mi marido me construiría una casa más grande que la más grande del cementerio...al principio le encantó la idea, hasta que empezó a tomar forma...que los ladrillos eran muy caros, que no hacia tiempo, que el que se casaba era él, no los que lo ayudaban, que estos le pedían plata, que para qué una casa tan grande, si iba a parir uno tras otro, que si íbamos a comer casa, y quedó esto, que es grande solo eso, pero no es nada, ni siquiera tiene escaleras...y cuando nos vinimos a vivir ni revocada por dentro estaba, podes creer, entonces empecé a hacer el jardín...nunca tendría la casa, pero si las flores, y los árboles, eso me había olvidado de decirte, había que subir la cabeza para ver semejantes arboles, y no solo los altos, sino todos, los frutales, cuando pasabas por la parte de atrás, porque todas esas casas apenas tenían un tejido, por que en el fondo hacia todo eso para que los demás los vieran. Como te decía, los árboles, tenían naranjos, limoneros, ciruelos...eso lo conseguí...no conseguí ni al hombre, ni la casa, ni ser la señora que quería ser...ni los hijos que yo esperaba fueran no sé, gente importante, que me superarán, sabes por qué no puedo ser diferente con ustedes, porque los veo igual que a mí, igual de frustrados, de amargados, de mediocres, y me da no sé qué, como explicártelo, pena, bronca, furia, no haber sabido criarlos mejor, lo que más quise en la vida fue que me superarán, que fueran lo opuesto a mí, y al final todos salieron unos vencidos, unos perdedores, lo único que conseguí fue el jardín...

-Por eso era tan hija de puta.
-Las frustraciones a veces nacen de las cosas más superficiales...igual el jardín se esta pudriendo como ella, y los arboles los va a talar el tipo que la compra no, paisajista y todo se va a traer.
-Con razón la mujer que la cuidaba decía que inventaba que casi no podía moverse pero a ver si crecía bien los rosales, y los frutos iba si, pero a mear no.
Martina y Rebeca, esta última solo había asentido antes la pregunta de Oscar no dijeron nada a lo dicho por Saúl, Oscar y Estela, solo asistieron, y buscaron una foto en donde estuvieran todos, los demás hicieron lo mismo, como si estuvieran consientes de que no se volverían a reunir todos juntos, Saúl fue el último en agarrar una era una de las últimas que se habían sacado, todos juntos para los cincuenta años de casados de sus padres...hacia veinte años...el estaba abrazando a Agustín en la foto, que estaba en la punta lo más alejado posible de sus padres...
Ojala exista algo más que esta mierda Agus...que haya nos vamos a encontrar.

Los pasos de Rebeca, Estela, Saúl, Oscar y Martina resonaban por la vacía casa, el pasillo lo pasaron en dos filas, al cerrar la puerta...todos sintieron algo extraño, se sentían diferentes, eran diferentes..los lazos, los hilos, tejidos por palabras, gestos y acciones, terminando en  reproches, resentimientos, frustraciones, dolor y muerte, se habían cortado.

jueves, 18 de agosto de 2011

Los hilos de Enilse /14) Nuevas oportunidades.

La soledad los embargaba, con el tiempo todos terminaron identificándose y entendiendo a Agustín.
La soledad, el vacío, las ganas de evadirse de si mismos.

Decidió renunciar, no sabia si conseguiría otro trabajo con el sueldo considerablemente más alto que el que cobraba como profesor, pero quería irse, desde que cuatro años atrás se dejara con Lautaro, este al poco tiempo jubiló a su secretaria reemplazándola con un muchacho alto, atractivo y con cuerpo trabajado.
Con el nuevo se cuidó mucho menos, le sonreía a cada momento, lo trataba con un mal disimulado afecto...
-Lo único que falta es que se case con él.
-Y viste que ahora pueden.
-A mí siempre me pareció, digo por lo he visto, miraba con asco a la mujer.
-Pero si tuvo amantes, mi vecina fue una.
-Capaz que es bisexual.
-Entonces debe tener...

Miraba las fotos de los mellizos con una expresión indefinible.
- ¿En qué pensas?
-Mira, dos muñecos, uno de azul y la otra de rosa, con su trenza y todo, ya el año que viene van a empezar la primaria, y después serán adolescentes y me van a odiar.
-La última vez no estaban tan mal, hasta te contó que chico le gusta, el varón es más retraído pero es normal.
-Normal seria que fuera apegado a la madre, pero en este caso es normal y hasta mejor que no lo sea, porque yo no me puedo considerar una madre.
-Ya empezas a auto lamentarte.
-Empiezo con la realidad, ya sé que fui yo la que lo decidí, pero es una decisión que va a convivir conmigo para siempre.

No se hizo un vestido, ni pasó horas frente al espejo mirando si tenia mucho o poco maquillaje, esa vez eligió usar pantalón, raro en ella que casi siempre andaba de pollera, destapó el labial de un rojo mucho más discreto que el anterior, y salió, pero no en el colectivo de la noche sino en el de la tarde, y fue al bar donde se había encontrado con el hombre de la otra noche, era increíble que después de todo lo que habían hablado no se presentaran, igual eso le pareció algo bueno, así seria un inicio.
Como para inicios a los cincuenta y cuatro años..mejor me voy, no sé ni qué estoy haciendo acá.
Decidió terminarse el café e irse, pero antes de que lo terminara, llegó.
Lo primero que hicieron al hablar fue decirse sus nombres, se llamaba Diego, hablaron...pero lo que más disfrutaban eran los silencios, el mirarse a los ojos, él le propuso salir afuera, caminaron hasta la iglesia de Luján.
-Nunca me llamo mucho la atención, pero ahora la veo hermosa.
Diego la miró, le sonrió, y le pasó su brazo por la espalda.

Sintió un dolor profundo y se desmayo, al despertarse se dio cuenta de que estaba en un hospital, a la semana de vuelta en su casa.
No podía tomar, por la cirrosis etílitica que le habían descubierto, abrió la heladera y vio las botellas, cerró la heladera, y se fue a la pieza como escapándose de las botellas.

Cada vez que giraba el cheque para la granja donde estaba su hijo trataba de estar activa, de hacerlo minutos antes de recibir a un cliente, pero esta vez se había olvidado, por lo que firmó el cheque a la mañana siguiente de concretar una venta, mientras firmaba recordó la infinidad de veces que su hijo había ingresado en rehabilitación, los llantos y las sonrisas cuando salia, las frustraciones cuando volvía a ingresar, con los años se volvió una patética rutina, su otro hijo también se drogaba pero era un hombre de negocios que "sabía" controlar su adicción.
Las pocas veces que los veía, distinguía indiferencia tanto en la mirada, fría, calculadora, y oportunista de uno, como en la indiferente, opaca, y extraña, del otro.








miércoles, 10 de agosto de 2011

Los hilos de Enilse/13) Sangre sobre el ardiente asfalto.

Sentía que el sol le quemaba, pero no quería ir bajo el tanque, no, se quedaría ahí.
Es por tu bien, que querés, yo no te puedo tener acá, ya sé que no es culpa tuya solamente, pero para que aceptaste, no escúchame vos a mí, este es un buen lugar, te pueden ayudar.

Pero para qué mierda te escapaste, no a donde, mira donde me estoy quedando yo, no, déjate de joder, si querés te doy plata, y otra cosa no puedo hacer, que querés, mejor llamo a Rebeca.
Bueno yo acá no te puedo tener.

Después hablamos Agustín, quiero conocer Europa sabes, por fin ahora con el uno a uno, no me mires así, todos tratamos de ayudarte, y lo hicimos, ya sé como son los viejos, por eso te ayudamos, pero vos querido nunca pusiste un poco de voluntad, a gatas terminaste el secundario y eso me costo horrores que pasaras los exámenes, me tenia que preocupar por tus exámenes y por los míos de la uni al mismo tiempo...Quédate en el hotel, o conoce la playa con este calor está hermoso...anda a Mar del o a Punta, si ahora esta re barato...yo el año que viene me voy para allá.

Y a vos qué te importa que viva sola, yo nunca te falsee como los demás, no, no me caes mal, hasta te aprecio, pero qué vas a hacer acá, porque los adictos son adictos para toda la vida, mira toma, andate algún lado...ah Oscar te dijo eso... y bueno...hacele caso.

No a mi déjame de joder, toma, acá tenes úsalo para lo que quieras, adiós.

Se toco el bolsillo saco los billetes en total llegaba a quinientos pesos, se acercó al limite de la terraza del edifico de Entel que había sido privatizado, el mismo construido siete años antes, transformándose en el de mayor altura del pueblo con cuatro pisos, se transformó en un cascaron ni bien vendieron la compañía, y liquidaron a más de la mitad de los empleados y a los demás los trasladaron a un edificio de un piso.

No le había costado entrar al mismo, solo subir un muro y romper una ventana.
hacia una hora que estaba ahí, transpirando y con dolor en los ojos por la luminosidad del perverso sol de finales de enero a las primeras horas de la tarde.
Quería llamar la atención, pero nadie pasaba, no le pareció raro, ya que en ese barrio había poco movimiento, pocas casas, y los dueños de las mismas estaban de vacaciones, exceptuando una anciana que se estaba quedando sorda.
Ya llegando a la 16:00 no le importó nada, estaba aturdido, no solo no aguantaba el sol, sino que no se aguantaba a si mismo, la abstinencia, su familia...
Retrocedió unos pasos y empezó a correr hasta que salto.

Rebeca nadaba, cuando su madre le reprochaba el pasarse toda la tarde metida en el agua, ella le contestaba que era una especie de masaje, terapia, deporte y dieta a la vez.

Saúl dormía, las dos cervezas y las aletas del ventilador sobre su espalda y muslos, le habían provocado un profundo sueño del que no quería despertar hasta la noche.

Metía el vestido en una balde lleno de agua y después se lo ponía, la sensación refrescante, a la vez que la involuntaria excitación que le generaba la tela mojada sobre sus pechos y piernas, la hacia pensar en que no era vieja, en que podía volver a enamorarse.

Los recorridos guiados eran como recorrer un museo gigante, y él estaba encantado, con los monumentos, los castillos, las calles, y la historia que sentía flotar en ese ambiente, Oscar decidió quedarse un mes aunque no le alcanzara el trabajo de un año para pagar las tarjetas de crédito.

Partió con unas amigas a la playa, otro año de la universidad, tal vez la dejara, le habían ofrecido un trabajo en una agencia de seguros, y estaba por dejar la carrera psicología, la cual solo seguía para seguir cerca de sus amigas con las únicas que se sentía segura, y diferente a su familia.

A las 17:00 un matrimonio que había salido con sus hijos aprovechando que había bajado un poco el sol, encontró el cuerpo, la sangre que apenas se divisaba por todas las moscas que había sobre la misma.

martes, 2 de agosto de 2011

Los hilos de Enilse /12)Ensenanzas familiares.

Una mancha oscureció el pantalón de Agustín.
-Se meó, se meó, se meó.
Dijeron todos a coro, las reacciones variaban, algunos se rieron a carcajadas, otros se taparon la boca con la mano, y el resto llamaron a la señorita, que lo cubrió con una toalla y lo llevó a upa fuera del salón.
Él cuando sintió la mancha y segundos después los gritos y risas de sus compañeros se largó a llorar con todas las fuerzas que sus pulmones le permitieron, quería ahogar con sus gritos y su llanto, los gritos y las risas de los demás.
Cuando su madre llegó, ya estaba cambiado, la maestra que lo había hecho miró a Enilse con furia.
-Mire yo le enseñe a ir al baño y a pedir ir cuando tenia ganas de hacer pis.
Contestó ésta en un tono que no se decidía si ser defensivo o de disculpa.
Al llegar a la casa, su madre lo desnudó, lo metió bajo el agua fría de la ducha y lo enjabonó con fuerza.
Por qué mierda no pediste permiso, por qué, por qué tenes que ser así. Dios qué hice para que salieras así, no si yo tenia razón nunca tendría que haber tenido un hijo a los cuarenta, y claro de seis algún bobo me iba a salir, no llores, no grites si no querés que te desarme la cara a cachetadas, quédate quieto y callado, ah ahora gritas, por qué no gritaste para ir al baño.

Martina procuraba estar lejos de él, de forma instintiva en un principio y deliberada con los años, fue alejándose de toda su familia. Cuando en el último año de jardín sus compañeras la invitaban a tomar la merienda a sus casa y a jugar un rato siempre aceptaba, al llegar la primaria, empezó también a quedarse a dormir en las casas de dichas amigas, no le importaba si tenia que falsear y decir que le gustaba jugar a tal o cual cosa, solo por estar lejos de casa, se adaptaba a los caprichos de sus amigas.

Le gustaba ver la cara de su madre cada vez que lo tenia entre sus brazos, lo miraba con asco pese a ser hermoso, lo dejaba que se golpeara, se cayera, o llorara por horas.
-Mama tratalo mejor que Agustín es el único que se va a quedar con vos, acordate de lo que te digo.
-Y vos, saliste con uno que mejor ni hablar, a ver si encontras otro que no sea una mierda y te vas de acá, si no vas a terminar peor que tu hermano.

Saúl le atajaba la pelota en un arco que hacia con dos ladrillos, hasta que se casó y se fue de la casa. Le tuvo cierto aprecio, tenían una relativa conexión, más que con Oscar, aunque tampoco quería apegarse demasiado al chico, por eso cuando se fue de la casa, se olvidó prácticamente de su existencia.

Sus compañeros de colegio lo ignoraban o se burlaban de él, cuando se ponía furioso les tiraba con lo que encontraba a mano, estuvo a punto de ser expulsado varias veces hasta que la escuela quedó de acuerdo con sus padres en que diera libre.

Oscar le repetía una y otra vez las oraciones, o los números, o los pasajes históricos que necesitaba recordar, y aprender, muchas veces Agustín tiraba todo y se iba afuera a llorar de frustración.
Oscar levantaba todo, lo acomodaba y lo esperaba hasta que se secaba las lágrimas y los mocos, se tomaba un baso con agua y volvía a sentarse.

Unos años antes de cumplir la mayoría de edad empezó a pasar las horas y los días trabajando para su hermana mayor Rebeca, pintaba las casas que ésta iba a vender o alquilar, las barría antes de que llegara un cliente a verlas, pasó dos años trabajando para ella, cada mes Rebeca le aumentaba más el sueldo, los pocos fines de semana que venían sus primos salia con estos que siempre lo invitaban, pero una de las noches cansado de que le insistieran y sobretodo por la curiosidad cada vez más grande de saber que gusto tenia, y que efectos producía decidió probar la cocaína.