sábado, 29 de agosto de 2015

Victima Victimaria /21)

Se acabo, dejo toda esta mierda.
Se dijo Magdalena, después de que el médico le comunicara que el cáncer no estaba remitiendo, al contrario, seguía avanzando, pero que si continuaban con un tratamiento más agresivo...
Él siguió hablando unos minutos más, pero ella ya no lo oía, ni lo veía, concentró su mirada en los papeles que estaban bajo las manos del doctor, en ellos estaba escrita su sentencia.
Se prometió a sí misma ser fuerte, logró no llorar, y que la voz no le temblara ni sonara engañosa al decir que si, que lo pensaría, que le diera unos días para decidirse.
Le pareció patético y absurdo, seguir un tratamiento que lo único que haría era causarle más dolor que el propio cáncer.
Aprovecho que no se sentía débil, para caminar y recorrer las calles de su ciudad por última vez.
No era una ciudad diferente a las cientos que había en el interior de la provincia de Buenos Aires, pero era donde había nacido, crecido, y donde iba a morir, en esa ciudad, en sus calles, veredas, edificios, estaba plasmada su vida, todos sus recuerdos, las tardes subiendo y bajando los escalones de mármol de la rotonda, o sentándose en alguno de los bancos a tomar un helado, las palomas sobre las ramas de los diferentes arboles, o posándose en la cúpula de la iglesia que estaba enfrente, las estatuas de San Martín y Belgrano, cagadas por los pájaros, el mástil sin bandera, porque solo se izaba en días patrios, para que la bandera no se rasgara al ser expuesta a la intemperie del tiempo.
También se recordó a sí misma, con pantalones, siempre de pantalones y oscuros, para disimular sus piernas robustas, mientras su hermana vestía bellos y cortos vestidos, y una cinta que le recogía el pelo.
Si hubiéramos vivido en otra época, ella habría sido una princesa, y yo su comadrona.
Pero la vida tampoco fue justa con vos, Maura, cuando se murió Gabriel, te perdiste, nunca volviste a ser la misma, nunca te arreglabas, solo lo indispensable para estar presentable, cuando ibas a llevar o a buscar a la mierda de Martín, pero después te habías abandonado interiormente.
Eso fue justo, pero vos como todas las personas desagradecidas, no supiste ver toda la felicidad que habías tenido, no te centraste en que la habías perdido, te creías que a vos por ser maura, la vida te tenia que premiar, o no sé, y no.
Fue una desgracia que el cáncer te llevara tan rápido, me hubiera gustado ver como envejecías, como pasabas de la depresión a la amargura, y también como comenzabas a sentir a Martín una carga, a no soportar que se pareciera cada día más a Gabriel.
Por eso luche para que sobrevivieras, por eso te atendí, te acompañe a todos los médicos que encontré, saque créditos y hasta hipoteque la casa, para que pudieras recibir todos los tratamientos posibles, aunque no lo hice solo por eso, también aunque te odiaba, te amaba, siempre te ame, me importa un carajo si es algo enfermizo, perverso, o lo que sea, igual nunca aspire a que me correspondieras, y tal vez si lo hubieras hecho, me habría sentido horrible, asquerosa, no sé.

Al regresar a la casa, se cruzo con Martín, sus miradas resplandecieron de odio, como siempre, pero ella al meterse en su habitación, sonrió, y tuvo que taparse la nariz, para frenar una fuerte carcajada, no quería que él sospechara lo que se le acababa de ocurrir. 


sábado, 22 de agosto de 2015

Victima Victimaria /20)

Cruzaba y descruzaba las manos, dando vueltas por todo el comedor, luego iba y venia por el pasillo, hasta que no aguanto más, y entró a la habitación de Martín.
Una vez dentro, buscó el bolso de este, lo encontró bajo la cama, lleno de la típica peluca gris que se acumula en todos los espacios donde no se pasa la escoba o el trapo de piso.
Magdalena levantó violentamente el bolso, dio unos manotazos sobre el para quitar la peluca, y empezó a abrir rápidamente los cajones del ropero, hasta que este quedó vacío, y el bolso lleno.
Después de cerrar el bolso, se sentó un momento al lado de este, se llevó las manos a la cara, y suspiro.
Se levanto de la cama,  tomó el bolso, lo dejó en el living, enfrente de la puerta de entrada, fue hasta su habitación, y tomó la cachiporra.
Fue nueva,mente al living, y se sentó sosteniendo la cachiporra con las 2 manos, dándola vuelta, manipulándola de varias formas, para tratar de liberar tensión, y hacer que la espera se hiciera más corta.
Se quedó inmóvil por 1 segundo, al escuchar la llave sobre la cerradura, cuando vio que el picaporte se giraba, agarró con la mano derecha la manija del bolso, y lo tiro a los pies de Martín, ni bien paso la puerta.
-Andate de acá, y no vuelvas nunca más.
Magdalena lo dijo casi gritando, al borde de la histeria. 
Martín hizo un ademan como queriendo agarrar la manija del bolso, pero en realidad cerró su puño y se dirigió a Magdalena, esta lñevanto la cachiporra y trato de golpearle con ella la frente, pero Martín adivinó el golpe, y sostuvo la cachiporra con una mano, mientras con la otra le daba una trompada en el estomago a Magdalena.
Magdalena sintió un fuertísimo dolor, pero se dijo que no podía soltar la cachiporra, porque si no pensó, terminaría muerta.
Por eso se aferro a ésta e igual Martín, parecían 2 perros peleando por una presa, el golpe le seguía escociendo y ahogándola, sumado al esfuerza, apenas podía respirar, pero seguía aferrando y tironeando de la cachiporra.
Las uñas, se dijo, y soltó un momento la cachiporra para clavarle las uñas a Martín en la mano con la cuál este sostenia la cachiporra, haciendo que como pensaba, la soltara inmediatamente, en ese momento ella la agarro, y ésta vez si se la descargo sobre la frnete, aturdiendo inmediatamente  Martín, aunque no lo suficiente como para dejarlo inconsciente como Magdalena esperaba.
Martín sin nada que perder, y sabiendo que erala única forma de ganar, se abalanzo sobre ella, cayendo los 2 al suelo, una vez allí, se arrodillo sobre ella, golpeo sus nudillos hasta que logró que hacerse con la cachiporra, y tirarla lejos, luego le dio una trompada a su Magdalena en la mandíbula, y la pateo un par de veces.
Pensó en matarla, en buscar la cachiporra y romperle la cabeza.
No, esta hija de puta no merece que me convierta en un asesino.
Agarro el bolso, se puso la manija al hombro, y salió.






Victima Victimaria /19)

Ni un solo rincón de la casa, incluyendo la habitación de Martín, pudo librarse de la repugnante fragancia del desodorante de ambiente con extractos de jazmín que Isabel había comprado, y esparcido por toda la casa.
Martín llevaba una semana y media allí, y se había dado cuenta que la presencia de Isabel en la misma, era casi omnipresente, y de cierta manera imprescindible, ella se encargaba de los mandados, incluso de la cena de Martín, además casi le había exigido que la dejará tenderle la cama.
Esto puede ser otra forma de joder a la vieja, y ni me había dado cuenta.
Isabel quiere tener un hijo más, pues le daré el gusto.
Empezó a tratarla con mucha más amabilidad de lo que lo hacia antes, a ser más cálido con ella, más receptivo.
-De verdad no sé como nos aguantas, Isabel, ya que no solo te ocupas de mí tía, sino de mí.
-Es que yo me encariño muy fácil, soy como un perrito, me tiras un hueso y yo salgo corriendo.
Ya a ustedes los quiero como si fueran de mí familia, bah perdona lo atrevida, a veces me voy de mambo.
-No, al contrario, te lo agradezco, y la verdad yo también siento como de la familia, te has portado conmigo como una tía más, casi como una madre.
-Vos para mí también sos como un sobrino, o casi un hijo, te lo digo de verdad y vales oro, nene, muy pocos harían lo que vos estás haciendo por Magdalena.
-Gracias, Isabel, vos también sos muy especial.
Ella se sonrió conmovida, y le pellizco suavemente la mejilla derecha.
-Bueno basta de halagos, porque si no quién me aguanta.
Los días fueron pasando entre intercambio de sonrisas, elogios, y amables atenciones.

-Querés que me pudra sola, pendejo de mierda.
-No te mereces otra cosa.
-Ya te va a llegar a vos, también vas a terminar solo, y más reventado que yo.
-Si, ya me lo has repetido un montón de veces, y yo te he contestado, que como sea que termine, vos no vas a estar para verlo.
-Pero me lo imagino, y no sabes qué bien me lo paso viéndote reventar.
-No sé podía esperar otra cosa de vos.
-Lástima que eso como casi todos los sueños que has tenido en tu vida, no se va a concretar, o por lo menos vos no lo vas a ver.
-Igual a vos también te está pudriendo una enfermedad, no el SIDA, que seguro lo tenés también, sino el odio, o te crees que porque yo me muera, mágicamente se va a solucionar tu vida, pobre infeliz, no querido tu vida va a seguir siendo la mierda que ha sido hasta ahora, o peor, porque dentro de unos años, nadie va a querer estar con vos ni siquiera para cogerte, tampoco te veo muy dispuesto a trabajar, eso si que no heredaste de la familia, seguro saliste a algún familiar de tu padre...
Así que disfruta mientras yo te dure, porque es lo único "bueno" que te va a pasar en la vida, después no vas a tener forma de consolarte, ya que el cuentito de que por lo menos la vieja está 2 metros bajo tierra, no te va a dar de comer, o a mejorar tu existencia.
-Eso te paso a vos, la muerte de mi padre no te sirvió de nada. 
-No, yo tenia a Maura, tenia un trabajo que me encantaba, vos no, vos no tenés rumbo, ni futuro posible.
Martín iba a replicar, pero un nudo en la garganta se lo impidió, sabia que lo que Magdalena acababa de decir era tal cuál, y lo invadió un gran vacío.




sábado, 8 de agosto de 2015

Victima Victimaria /18)

Nos usamos.
Pensó Martín luego de un "encuentro oral" como le llamaba Juan Pablo, a pasar un rato juntos manteniendo sexo oral.
A Martín al principio le gusto, aunque luego le fastidio que no avanzaran de eso, Juan Pablo, casi nunca quería besos, ni caricias, ni abrazos.
-Mariconadas no.
Le repetía, y lo único que le interesaba era encontrar en las diferentes pornos, nuevas poses que poner en practica durante el sexo, para no aburrirse.
Por eso una tarde antes de salir del colegio, Juan Pablo le dijo a qué hora estaba disponible, Martín le contestó que no, que mejor ahí lo dejaban, Juan Pablo le contesto con un Okey, desde entonces volvieron a la nula relación que tenían antes de la clase de gimnasia.

Cada día se parece más al mierda de Gabriel.
Al entrar en la adolescencia, Martín cambió su voz, y su tono era igual al de su padre, sus movimientos, su forma de sentarse, pararse, agarrar los cubiertos, etc, eran idénticos, un Gabriel al que no vería morir, y un Gabriel con los ojos de Maura, era como vivir con 2 fantasmas en uno.
Los ojos de Maura, cada vez que Martín la miraba, era como si Maura lo hiciera, y estuviera ahí, para reprocharle su conducta, torturándola y burlándose de ella, una Maura sabedora de todos sus secretos, de todos sus odios, de todas sus bajezas, anhelos, por eso no podía seguir viviendo con Martín, porque la estaba matando. 

sábado, 1 de agosto de 2015

Victima Victimaria /17)

Los vómitos otra vez, se sentía débil, y la quimioterapia, parecía no traerle más que molestias.
Se pasaba todo el día en la cama, sin ganas siquiera de oír el televisor, ya que verlo le era imposible porque el dolor de cabeza se agudizaba.
Dormitaba un par de minutos, para que enseguida la despertaran los dolores, y descubriera su mejilla mojada por su propia saliva.
Isabel era su único alivio, la que la sostenía, y estaba allí para alcanzarle gua, la cuál casi siempre terminaba vomitando, e Isabel esta vez le alcanzaba el balde, siempre sabiendo cuando decir algo, y cuando ayudar en silencio, como cuando cambiaba la funda de la almohada, al notarla mojada por la saliva o el sudor.
Lo malo es que siempre al lado o cerca de Isabel, estaba Martín con una mueca cercana a la sonrisa en los labios, aunque donde más evidente se le hacia la satisfacción que notaba en él, era en sus ojos, el brillo que se veía en ellos, la última vez que notara ese brillo en los ojos de su sobrino, había sido antes de que Maura, se enfermara.
Magdalena se repetía en su cabeza una y otra vez, que tenia que luchar contra 2 canceres,y sentía que el 2 llamado Martín, era más fuerte que el primero.
Cuando fueron pasando los días, ese pensamiento, en vez de debilitarla, la fue fortaleciendo, toda su vida había sido un rosario de frustración, resentimiento, y angustia, y como si todas estas cuencas llevaran a una cruz, llena de odio, odio hacia sus padres, que nunca habían dejado de repetirle que ellos esperezaban un varón, siempre había creído que debido a eso, ella involuntariamente, por quererles dar el gusto, se había transformado en alguien tosco y agresivo.
Y ese odio creció al nacer Maura, tan bonita, tan frágil, tan femenina, sus padres también con ella habían deseado un varón, pero enseguida lo olvidaron al ver a una niña tan bonita, la absolvieron inmediatamente de esa carga, de esa culpa.
la indiferencia de sus padres hacia Magdalena, se hizo evidente,  ya no le reprochaban la rudeza que Magdalena no sabia si ya era natural o auto-impuesta en ella,  la dejaban que hiciera lo que quisiera, solo tenían ojos para Maura, y ella aunque en parte odiaba a esa pequeña criatura, también la amaba.
Pero ese amor no era de hermana, se fue dando cuenta al pasar los años, que ese amor que sentía por su hermana, no era cariño, ni fraternidad, era otra cosa, era sentir dolor cuando la veía hablar de sus novios, cuando era pequeña, era odiar que se riera o jugara con sus amigas, era quererla para ella sola, tenerla para sí, abrazarla, acariciarla, de hecho cuando Maura tenia miedo y se iba a acostar a su habitación, era cuando Magdalena más feliz era, inhalando sobre su nuca, el olor de la crema de enjuague en sus cabellos, era acariciarle lentamente el brazo con sus yemas, apoyar sus senos, sobre sus espalda, sentir que era la única que podía protegerla, y tenerla, que le pertenecía.
Cuando Maura fue creciendo, y su miedo desapareciendo, al igual que las noches donde iba a dormir a su cama, Magdalena sintió el vacío, mezclado con la bronca de verla cada día más linda, más mujer, más femenina, mientras ella se había desarrollado hacia años, para convertirse en una mujer fea, fofa, que lo más positivo que lograba generar era indiferencia.
Los pocos novios de verdad, no como los que solo nombraba así cuando era pequeña, apenas pisaron su casa, y solo cuando sus padres le insistían mucho en que se los presentará, ella era renuente, no solo a presentarlos, sino a pasar muchas horas allí, desde que había convertido en una adolescente, trataba de estar lejos de sus casa, se loa pasaba con sus amigas, y apenas volvía para comer y dormir.
Magdalena lloraba por la indiferencia de su hermana, y por lo que esta pudiera hacer con sus novios, pero su angustia creció cuando al año de entrar a la universidad, Maura volvió a su casa, para presentarles a Gabriel, en ese momento se dio cuenta que había perdido para siempre a su hermana, como se veían, como se tocaban, la complicidad evidente y absoluta que había entre ellos, hizo que su odio adquiriera la misma transparencia.
Desde ese día, Gabriel siempre que la veía, la llamaba cuñada, nunca Magdalena, y ella supo que ellos se casarían, que formarían una familia, que nunca volvería  ver a su hermana sin la presencia de él.
Por días, semanas y meses, Magdalena se despertaba y se acostaba pensando en suicidarse, comía poco, y hablaba menos todavía, se encerraba en la pieza y daba vueltas en círculos, mientras lloraba en silencio, de bronca, dolor, resentimiento y odio.
Quería matar a Gabriel, desaparecerlo de la faz de la tierra, se odiaba por no tener la fuerza y el valor para concretar sus ideas.
Hasta que pasado un año, recibió la llamada de Maura, que desesperada, gritando y llorando, le decía que Gabriel había sufrido un paro cardíaco, muriendo al instante, tuvo que morderse los labios hasta sangrar, para no lanzar una carcajada, y logró llorar, pero de alegría, aunque como obviamente Maura no la veía, podía aparentar que ese llanto que oía, era de dolor.
Por eso ahora se sentía fuerte, porque la vida estaba lleno de imprevistos, y nada era seguro, el destino daba vueltas las cosas constantemente.

De qué se reirá la vieja hija de puta, igual disfruta de lo que sea que te haga reír, porque pronto, no vas a tener fuerzas ni para abrir la boca.

Volvieron a cruzar sus miradas, llenas de un profundo y vital odio.