sábado, 27 de abril de 2019

Los rumbos /23)

Su madre se había quebrado la cadera y tuvo que ir a cuidarla, pasar tiempo con ella, volver a la casa, a su habitación, a ese mundo que había dejado a los 18, todo seguía bastante parecido, su mama charlaba con las mismas vecinas, a la misma hora, estas seguía usando el mismo desodorante, el olor del mismo le trajo imágenes clarísimas de su adolescente, era como si pudiera estar en 2 lugares al mismo tiempo.
Las charlas de las señoras, eran bastante parecidas a las que recordaba haber oído de pasada años atrás, solo añadían quejas sobre dolencias o alegría al hablar de sus nietos o quejas al referirse a sus nueras o yernos. También se referían a vacaciones, a sus maridos las que seguían casadas, o a sus nuevas parejas.
Le provocaba sentimientos encontrados esas charlas, por un lado gracia, cierta incomodidad, patetismo, pero también un poco de envidia, sabia que en el fondo, a pesar de que muchas veces se criticaban ni bien la otra se daba vuelta, y que algunas disfrutaban de las desgracias de la otra aunque por delante les ofrecían palabras de consuelo o aliento, otras si se tenían un cariño genuino, él nunca había logrado eso, no tenia amigos, por lo menos no uno que trascendiera el tiempo.
Se imaginó a la edad de su madre, solo, lleno de TOC, amargado, y decidió ponerse a escuchar música para no pensar. 



sábado, 20 de abril de 2019

Los rumbos /22)

Como lo veía 2 o 3 veces a la semana no se daba cuenta enseguida, pero al intentar levantarlo cada vez se le hacia más pesado, o cuando se acercaba a abrazarlo ya su cabeza le llegaba al ombligo.
Qué rápido pasa el tiempo, ya sabe hablar, caminar, comer, ir al baño solo, ducharse. 
Y siguió enumerando en su cabeza, como cuando le dijo:
-Ya sé contar hasta diez, abuela.
Y empezó a enumerar con sus deditos, que igual ya eran mucho más grandes que las miniaturas que rozara la primera vez que lo tuvo en brazos.
Se sentía rara, también porque ahora el chico era mucho más independiente y disfrutaba más estar frente al celular que con ella. Le dolía su indiferencia, y no le molestó cuando Florencia le dijo, sinceramente avergonzada que Benjamín no quería ir.
-No te preocupes, es la edad.
Más que la ausencia de Benjamín, le molestaba que volvieran a ocupar su cabeza los recuerdos de sus hermanas, odiaba pensarlas como si fueran una sola y asociarlas con la tragedia idiota que les había provocado la muerte. 
Dio vueltas por la pieza, y decidió regalar toda la ropa que no usaba.
Ah por ahí me entretengo con eso.
Miró la ropa, hizo 2 montones entre la que no usaba pero estaba en buen estado o podía estarlo si la remendaba o le ponía algún botón y la que estaba muy gastada o rota.
Recordó a su madre,  todas las había obligado a que aprendieran a coser botones, surcir, hacer dobladillos o bocamangas.
Los recuerdos que tenia sobre su mama siempre involucraban hilos, tijeras, agujas, retazos, y ella con sus hermanas a su alrededor.
Se emocionó de sentir por primera vez en años un recuerdo de su familia que no estuviera manchado por la tragedia.
Cerró la caja con la ropa inservible y la ató con un hilo. 


sábado, 13 de abril de 2019

Los rumbos /21)

Se miró la cana, no pensaba arrancársela, le parecía una vanidad idiota hacerlo. Le dio curiosidad y gracia.
Si me vi una es porque ya debo tener varias, bueno, por lo menos algunas.
Agustín tamborileó los dedos sobre la mesa.
Me voy a empezar a teñir, bah no, yo no, voy a ir a una peluquería.
Pensó en su madre que religiosamente iba cada 2 semanas a la peluquería para que le tiñeran las raíces, solo las raíces, porque según decía si no el peló te queda como virulana.
Para qué mierda me voy a teñir, en mi trabajo no necesito verme joven, no quiero salir con nadie, ni siquiera tener encuentros casuales, así que sería un narcisismo inútil.
Al año la mitad de su cabello era grisáceo, le hacia ver más grande de lo que era, igual los anteojos, cuando se cansó de ponerse y sacarse las lentes de contacto.
Consideraba que su aspecto coincidía con su estado mental, se sentía una persona más grande, incluso mayor que lo que aparentaba.
Un día volviendo del trabajo vio a Luciano, se veía igual que cuando se separaron, incluso mejor, porque el corte de pelo que llevaba le resaltaba los rasgos, iba en pareja, no supo por qué, pero decidió seguirlo, estos fueron hasta una plaza y se sentaron en un banco, se pusieron en una posición que ambos estaba uno frente al otro, y charlaba, se miraban, y de vez en cuando se agarraban de la mano.
Agustín se quedó mirándolos, lo suficientemente lejos y oculto como para que si giraban la mirada no lo vieran. 
Qué estoy haciendo, para qué lo seguí, soy patético, ya soltar, soltar, no sé las veces que me tengo que repetir esto, debería tatuármelo como todos los boludos, a ver si viéndolo todos los días me hace efecto.
Se alejó, entró a la casa y se tiró sobre la cama, al día siguiente buscó la mejor peluquería unisex de la ciudad, y fue a teñirse. 


Los rumbos /20)

Sentía una mezcla de sentimientos cuando dejaba a Benjamín con Liliana. Los mismos que le provocaba esta, una parte de ella la admiraba, la respetaba, le parecía una mujer que tenía una capacidad enorme, pero por otro le resultaba soberbia, miserable, autoritaria. Ambas se trataban con el mayor respeto que podían, y de tanto dejar a Benjamín en su casa, esta le empezó a ofrecer mate, galletitas o muy de vez en cuando facturas. Florencia rechazó varias veces, hasta que le pareció que estaba siendo desagradable y desagradecida con alguien que aunque lo hiciera de falsa, igual le ofrecía algo sin tener ninguna obligación o necesidad de hacerlo, ya que Liliana no sacaba ningún provecho por eso, lo único que podía interesarle de Florencia era Benjamín, y hacia más de 1 año que se lo llevaba sin falta, y no creía que Liliana pudiera tener dudas de que lo seguiría haciendo.
Se sentó, aceptó el mate, y esperó.
-No como a nadie, eh, no soy una ogra, aunque a veces lo parezco.
-Está rico el mate.
-Es la yerba, cara pero buena. 
-Ajá.
Tenia que echarme en cara que compra la yerba cara, para eso me invito.
-Ya dentro de unos meses Benja va  cumplir los 3, bueno falta un tiempo todavía pero como es antes de julio, empieza jardín este año.
-Si, y lo anoté.
-Ah bien.
-Si, si, además voy a aprovechar esas horas para terminar el secundario.
Por qué se lo dije, qué le puede importar.
-Te felicito.
-Gracias...no es para tanto, lo debería haber terminado hace años.
-Lo importante es que lo hagas, digo, qué sé yo.
-Si...
-Tenés ganas de seguir algo después.
-No sé, voy a ver.
Desde ese día empezó a aceptar siempre sentarse y tomar algo con Liliana, el trato entre ambas se afianzó, ya no desconfiaban una de la otra, se reían y hasta esperaban las charlas.