sábado, 30 de diciembre de 2023

Los días /8)

Empezó a ver cierta mejora, y eso hizo que de a poco se fuera esforzando, colaborando tanto con las terapistas como con las enfermeras. Hacía años que no tenía un objetivo y ese fue uno, volver a movilizarse por su cuenta. Ver como su mano apretaba cada vez más fuerte la pelota de goma. Como recuperaba autonomía, cuando pudo volver a orinar solo, sintió una emoción que casi lo hacer llorar. Empezar a sentir que su cuerpo poco a poco le iba respondiendo, que volvía a ser dueño de sus movimientos. Cada día, semana, mes que progresaba, que de mover un dedo pasaba a dos, a tres, a cuatro, a la mano entera, a cerrar, abrir, agarrar cosas sin que se le cayeran. Al principio con dolor, muchísimo esfuerzo y también frustración por las innumerables veces que se le caían, que el dolor resultaba insoportable, hasta que por fin pudo hacerlo. Lloró ante el primer vaso con agua que pudo llevarse a la boca, con los cubiertos le costó mucho más, empezó con la cuchara que resultó lo menos complejo, pero manipular el tenedor y el cuchillo le llevó más de un mes. Lloró varias veces, se enojó consigo mismo, no podía creer que hechos tan simples, cotidianos, automáticos le demandaran tanto. Pero se sintió incentivado ante cada mejora. 

Los días /7)

Vio la amarilla sonrisa de dientes postizos que tenía Sebastián, había sacado 3 números y ganado 20.000 pesos. Pensó que con eso no le alcanzaba ni para la mitad de un changuito, pero por el aspecto casi escuálido de Sebastián, dudaba de gastar la plata en eso. Seguramente se compraría algún vino un poco más caro del que solía, y el resto lo volvería a jugar. Igual se alegró que por lo menos se la gastara en algo que le gustaba a él, y no en los nietos que vivían todos en el exterior y para quienes la plata del premio representaba centavos, aunque igual nunca se enterarían de nada porque como Sebastián le había contado más de una decena de veces, no le daban ni pelota, pero para subir fotos de cuando ellos eran chicos con él y ponerle, el abuelo, cuántos recuerdos, se te extraña, eran como mandados a hacer.
Pensó que en todos los trabajos que tenían que ver con la atención al público, había que ser un poco psicólogo. No le jodía, al contrario, saber que casi todos tenían familias disfuncionales, con relaciones que de una u otra manera causaban decepción, lo hacía sentirse acompañado.