sábado, 31 de octubre de 2015

Victima Victimaria /30)

PARTE 3.

Disimulo su excitación con Isabel, no quería que esta sospechará nada o malinterpretará las cosas.
Logró mantener una apariencia calmada, resignada.
Cuando Isabel se despidió de Magdalena, esta se dio cuenta que sería la última vez que la vería, no le importó prácticamente nada, solo una muy leve nostalgia, que enseguida desapareció, frente a la idea que la obsesionaba, matar a Martín.
No podía dejar de pensar en que Martín era joven, y estaba sano, o por lo menos si tenia SIDA o alguna otra enfermedad venérea, no se le había manifestado todavía.
Igual no es alto, ni fuerte...pero yo soy una moribunda, carajo, no importa, hay 1000 formas de matar a alguien, no hace falta usar la fuerza.
Sintió la puerta del baño cerrarse, todas las puertas de la casa, tenían un ruido particular, y luego confirmo sus sospechas de que Martín había entrado a bañarse, cuando oyó correr el agua de la ducha.
Gas, esa era la mejor forma, pensó en ella, al oír el termotanque, desde hacia semanas este hacia un ruido bárbaro cada vez que alguien se duchaba o abría el agua caliente por cualquier otro motivo, Isabel le había dicho que le conseguiría un buen plomero, antes de que las 2 explotaran, pero siempre se olvidaba, ahora Magdalena, agradecía ese olvido.
Fue al comedor, y miró todo lo que la había rodeado durante toda su vida, los muebles, portarretratos, las ventanas, persianas, etc, pero sabia que no podía perder el tiempo echando una mirada retrospectiva a su vida, no, así no moriría, además en esa casa como en ningún otro lado, había sido feliz.
Por lo que paso a cerrar las ventanas y bajar las persianas, luego fue hasta la cocina, y abrió todas las perillas.
Después fue hasta la del calefactor e hizo lo mismo.
Antes de dejar la cocina comedor, tomó un cuchillo tramontina, luego se fue hasta su habitación, se sentó al borde de su cama, sosteniendo el cuchillo con la mano derecha, mientras lo cubría con el antebrazo izquierdo.

No necesitaba hacer nada, solo esperar, se sentina satisfecho por esto, lo consideraba una especie de acto impune o una venganza sin ningún tipo de consecuencias legales o morales, solamente debía espera a que Magdalena diera su último suspiro.

Cuando vio mover el picaporte de la puerta del baño, gritó:
-Martín.
Este ya vestido, acostumbraba hacerlo dentro del baño, una costumbre que le venia desde que su madre lo enseñará así cuando tenia 5, y no quería que chorreara el piso del pasillo y la habitación.
-¿Qué te pasa, te duele algo? por favor, decime que si.
-El dolor me importa una mierda, tengo los nervios en otra parte.
-Mmm qué lastima.
Magdalena tenia la mano sudorosa y medio acalambrada de sostener con tanta fuerza el mango del cuchillo.
Se levantó de la cama, y fue hasta la ventana, dándole la espalda a Martín, solo para pasar el cuchillo a su mano izquierda, detener la incomodidad y secarse el sudor de la derecha.
Martín fastidiado, se acercó a la puerta, antes de que se fuera, Magdalena volvió a hablar.
-Creo que nosotros nunca podríamos habernos llevado bien.
-Mira qué novedad, no me digas que ahora me vas a pedir perdón, que querés no sé su expiar para ir al cielo, porque el único la única misericordia que voy a tener con vos, es la de ahorrarte saliva.
No me interesa tu arrepentimiento, que además no lo creo, no vine por eso, vine a verte sufrir y morir.
-No, nunca te pediría perdón por nada, ni estoy arrepentida, ni creo que allá nada después de la muerte, no te llame para que nos reconciliemos, porque para eso alguna vez nos deberíamos haber tenido que llevar bien, y vos y yo, nunca nos pudimos ni ver.
-¿Y entonces, qué querés?
-Que huelas.

sábado, 24 de octubre de 2015

Victima Victimaria /29)

A ella a diferencia de mucha gente que el saber que se van a morir en un plazo corto de tiempo, esto no le provocaba más que angustia, no tenia con quién recuperar el tiempo perdido, ya que no tenia afectos, no tenia el dinero, ni el interés, para conocer lugares, no tenia ninguna afición por nada, como para pasar los días dedicada a ella.
Pidió la jubilación adelantada, ya que también había perdido el poco entusiasmo que le generaba su trabajo.
Solo se decidió a ir a Capital Federal, al cine, porque nunca había ido, como en la cartelera ninguno de los títulos y póster la entusiasmaban, entró a la que menos la disgustaban y paso 90 minutos aburrida y ensordecida en una butaca, sintiendo que el viaje no había valido la pena.
Durante ese viaje, fue la última vez que se arreglo para salir, luego, ya no volvió a teñirse, ni a usar zapatos, ni siquiera a planchar la ropa, se la ponía como la sacaba de la soga.
Esa relativa impunidad, era lo único que le gustaba de ser una enferma terminal.
Antes de que su estado se pusiera peor, cuando ya le volvieron los dolores, y sabia que tendría que regresar a la quimioterapia y esta la dejaría sin fuerzas para nada, y completamente dependiente de una enfermera, decidió ir al cementerio.
Las lapidas grises, llenas de flores marchitas, verdín o moho, las diferentes cruces, algunas de azulejos azules, algunas pocas de mármol, de cerámica marrón, otras sencillamente de cemento blanqueadas con cal, otras de fierro ya oxidados debido a las innumerables décadas que llevaban frente a la tumba.
En su lento andar por los estrechos y laberínticos caminos del cementerio, piso varios escarabajos, que enseguida eran envueltos por un torrente de hormigas.
Llego hasta la lapida de su madre, al lado de la de su padre, y al lado de esta, el espacio reservado para ella, donde ahora crecía un pasto de un verde mustio, lleno de hiervas cortas.
Unos cuantos metros a la derecha, encontró la lapida de Maura, al lado de la de Gabriel, ésta había pedido expresamente que se la enterrara al lado de su marido, y a Magdalena, no le había quedado más que respetar su decisión.
A pesar de que su sombra se proyectaba sobre ambas tumbas, no pudo imaginarlos como hubiera querido, como dos esqueletos grotescos con los trozos de vestimenta que todavía tendrían, si el tiempo no los había carcomido ya.
No, los imagino vivos, vitales, y más jóvenes que ella, llenos de amor el uno por el otro.
Las lagrimas cegaron esta visión, las corrió rápidamente con un pañuelo de papel, y se fue del cementerio, pensando que la próxima vez que entrara allí, sería en un cajón. 


sábado, 17 de octubre de 2015

Victima Victimaria /28)

Como Ramiro, consiguió otros hombres de similares características, cada vez que se acostaba con uno, se iba sintiendo más ausente, como si su cuerpo durante el sexo, dejara de pertenecerle.
Gastaba poco de lo que tenia, y el único lujo que se dio, fue mudarse a un monoambiente al cumplir los 18.
los días, semanas y meses pasaban, las caras y los cuerpos llegaban se iban, algunos volvían, se creaba un extraño vinculo comercial sexual, aunque consideró una suerte que ningún cliente quisiera involucrarse más de la cuenta, o le saliera con que estaba enamorado de él, y más afortunado aun se sintió al él no sentir más que cierta atracción por alguno que otros de las decenas de clientes que tuvo a lo largo de los años.
Un día mientras salía de una tienda en un shopping, vio Magdalena, le costó reconocerla con el pelo tan corto, y ralo, además del color amarillento de su cara.
Tiene cáncer, ojalá no sea benigno...
Tengo que volver.


sábado, 10 de octubre de 2015

Victima Victimaria /27)

Cuando se sintió capaz de levantarse de la cama, fue hasta el baño de la habitación, cerró la puerta, se desabrocho el camisón y se miro el pecho.
No fue tristeza lo que sintió al ver la ausencia de su seno, sino asco e irritación contra su cuerpo, hubiera querido tener el coraje o la locura necesarias para romper el espejo y con uno de sus pedazos arrancarse el otro seno y luego cortarse las venas o rasgarse el cuello.
Se largo a llorar, sintió unas profundas ganas de gritar, pero las contuvo, luego abrió la canilla del agua fría, y se echó varias veces agua en la cara.
Cuando le dieron el alta, y por fin pudo ver la cicatriz sin tener a ninguna enfermera o doctor a su lado, sin tener que censurar lo que le provocaba la amputación, si lloró, gritó, y puteó, hasta agotarse, luego se ducho, algo que tampoco había podido hacer en solitario mientras estuvo internada, cuando pasaba el jabón por la axila, le resultaba absurdo no sentir su seno izquierdo, al igual que verse el derecho, ahí solo tan ridículo como si tuviera un ojo en el medio de la frente.
Maura...hasta en eso tuviste suerte, el cáncer te llevó rápido, a mí me lleva de a pedazos, ni el cáncer me quiere.
Como me hubiera gustado que no existieras, o por lo menos no haber sido nada tuyo, no haberte conocido.
Lo que más le dolía, era pensar en todo el amor inútil que había gastado en su hermana, en su soledad, en que a nadie afectaría su muerte, que estaba sola, y que la compañía que tendría si volvía a enfermarse, era la que obtendría pagándole a una enfermera. 

sábado, 3 de octubre de 2015

Victima Victimaria /26)

Lo que voy a hacer es digno de un hijo de puta, pero no me queda de otra.
Entro en un cyberg, y se registro en un chat gay, poniendo que tenia 18, con la barba crecida, lo parecía, tenia pensado contactar con algún tipo casado preferentemente, acostarse con él, y luego chantajearlo para que lo mantuviera, alegando que si no lo hacia, lo denunciaría a la policía por corrupción de menores.
Sabia que era un riesgo, que el tipo podía reaccionar de cualquier manera, incluso partirle la cabeza con cualquier objeto que tuviera a mano, pero consideraba que no le quedaba otra opción.
Observo los diferentes perfiles, y se decantó por el de Ramiro, de 42 años, no había foto pública de perfil, pero era el que más cerca vivía, y por lo que ponía en el perfil, le gustaban los muchachos jóvenes.
Ramiro le contesto a la hora, y quedaron en verse a la 6 de la tarde.
Al pasarle una foto suya para que Martín lo reconociera, este se encontró con un hombre de rostro amable, no atractivo, ni bello, pero tampoco feo, robusto, casi gordito.
Cuando se vieron en persona, se dio cuenta que la foto no tenia ningún retoque, así era Ramiro, su actitud, enseguida le sonrió y le estrecho la mano, luego le pregunto qué quería tomar, le produjeron cierta culpa.
Soy una mierda, se dijo.
Charlaron, y luego del café, Martín le propuso irse a un hotel alojamiento.
Ramiro le pregunto si estaba seguro, y él le dijo que si.
Ramiro fue el activo, amable, cariñoso, preguntándole a Martín en todo momento si estaba bien, si se sentía cómodo, si seguía, etc.
Después de que ambos se hubieran duchado y cuando ya estaban por salir del hotel, Martín suspiro y decidió hablar, peor antes de que lo hiciera, Ramiro, sacó la billetera.
-La pase muy bien, y sos muy lindo, este es mi número, llámame después de las 3, porque a esa hora salgo del trabajo, y toma, seguro debes tener un montón de gastos.
Le dejó 500 pesos junto con su tarjeta, mientras le guiñaba el ojo.
Después le pregunto si quería que lo llevara a su casa, Martín le dijo que no hacia falta, que igual gracias.
Se quedó un momento más en la habitación, con los billetes en la mano, y una ambigua sensación.