sábado, 23 de febrero de 2019

Los rumbos /15)

Viendo los 3 ataúdes, Liliana sintió que las tragedias eran grotescas, lo mismo que le había parecido en la morgue, ver 1 cuerpo es una cosa, se puede llorar, conmoverse, enojarse, pero ver 3, es agobiante, algo que te sobrepasa y que es incapaz de conmoverte.
Mi mente es incapaz de procesar esto, no puedo, las tengo que llorar de  una, no hay forma de que pueda asumir todo esto junto, es ridículo, absurdo, patético, ya no sé como nombrarlo.
Se saludó con sus sobrinos, con sus cuñados, con compañeros de trabajo de sus hermanas, todo le resultaba extraño, ajeno.
Se sentó en una de las sillas, no quería apoyarse en los sillones, su cuerpo estaba demasiado rígido como para la estructura de estos.
Escuchó pésames, saludos, anécdotas, frente a todo asentía con cara de nada, sin mirar a nadie.
Uno de sus sobrinos se ofreció a acompañarla hasta su departamento y ella aceptó, no se sentía en condiciones de tomarse un taxi.
Entró en la casa, se descalzó, corrió las sabanas y se acostó, sin taparse, sin nada, boca arriba, miró el techo por unos minutos y se durmió.
Cundo despertó era de día, había sol, se dio un baño, en la cocina se encontró a su hijo comiendo facturas y chocolatada, no dijo nada, agarró un vaso, lo llenó de agua, lo bebió, y se fue de vuelta  la pieza.
Se sentó sobre la cama, y empezó a pasar la punta de las uñas de la mano izquierda por la yema del pulgar de la derecha, cuando se aburrió, se volvió a acostar.


Los rumbos /14)

- ¿Quiere ver los 3 cuerpos?
Liliana dudó, pero afirmó con la cabeza.
Corrieron la primera sabana y la vio a su hermana menor, por suerte el fuego no le había alcanzado la cara, le tocó la frente, estaba fría, sacó la mano enseguida, se contuvo, se obligó a no llorar, ni gritar, e hizo una seña para que le enseñaran a sus otras 2 hermanas, lo que le provocó la misma reacción, pero ésta vez sin tocarlas.
Agustín se quedó afuera esperándola, cuando salió le preguntó si tenia que hacer algún trámite.
-Si, un montón, gracias por acompañarme, che, lo lamento, anda si querés, ya me arregló yo.
-No, por favor, para lo que necesites.
Se reprochó lo genérico y estúpido de la frase, y también el no quedarse, aunque sabía que no ayudaría en nada y que seguro la haría sentir incomoda.
Fue hasta una plaza, decidió no sentarse en ningún banco sino caminar, ver, había gente mayor y madres con chicos, casi todos mostraban estar alegres, complacidos de ser pájaros, arboles, de pasar el tiempo ahí, hubiera querido sentir lo mismo, encontrar paz, satisfacción, tranquilidad o algo, pero no, todo le parecía hueco, vacío, indiferente.
Siguió caminando, volvió al departamento y se acostó.




sábado, 16 de febrero de 2019

Los rumbos /13)

Lo saludó de forma seca, y Agustín decidió mirarla, estaba demacrada, con los ojos rojos y la cara ojerosa, pero no dijo nada, sabia que si lo hacia solo generaría un momento incomodo y sobre todo inútil, porque él no podía hacer nada por Liliana, ni siquiera consolarla por lo que fuer que le pasaba, ya que nunca había servido para hacerlo.
El ascensor de repente se paró, Liliana empezó a tocar botones y luego a golpear con los puños la puerta, gritando y llorando.
El ascensor volvió a funcionar pero Liliana lo siguió golpeando.
Rozó sus hombros y ella inmediatamente se dio vuelta, no dijo nada, se quedó quiera, parada, las puertas del ascensor se abrieron y Liliana seguía inmóvil, Agustín la agarró suavemente de un brazo y la condujo al pasillo, la sentó en un banco y le preguntó si quería algo.
Liliana no podía hablar, no quería decir nada, menos lo que estaba sintiendo que ni siquiera ella podía explicarlo o entenderlo, se sentía ahogada.
Qué mierda hago con esta mujer acá, no la puedo dejar así, y si llamó a el pelotudo del hijo por ahí no es capaz ni de bajar, o se ponen a pelear acá.
Se sentó al lado de ella, y esperó hasta que estuviera más tranquila.
-Por favor, acompáñame.
Le dijo Liliana y lo agarró de la mano, salió afuera y se puso casi en el medio de la calle, Agustín calculó que buscando un taxi, por lo que le hizo señas al primero que vio mientras con la otra mano sostenia a Liliana.
Se metió con ella adentro.
Liliana le dio un papel al taxista, y este arrancó.


sábado, 2 de febrero de 2019

Los rumbos /12)

No entendía nada, cuando le comunicaron que sus 3 hermanas había muerto, sintió que era absurdo, que no podía ser.
Cuando empezó a hacer una pregunta detrás de la otra al hijo de su hermana mayor, este le dijo que se tranquilizara, se lo gritó, que él no estaba en condiciones de contestarle nada, que si quería llamara a la policía, y le cortó.
A la policía, así en general, pelotudo, a qué comisaria voy a hablar.
No lloraba, no podía tener ninguna reacción hasta escuchar las razones, hasta ver los cuerpos de sus hermanas, ahí si podría empezar a asimilarlo, a llorarlas, pero así no.
Terminó llamando al 911, la persona que la atendió después de pedirle la dirección de la casa de la persona donde había sucedido el incendio, que era la de su hermana menor, la comunicó con la comisaria de la zona.
Estos le confirmaron la noticia.
Cortó.
Se sentó al lado de la cama, apoyando su espalda en el borde, y ahí quedó.