sábado, 24 de enero de 2015

La calle de los inesperado /13)

Le voy a decir que hay alguien que quiere pagarme más por el departamento.
Damian la hizo entrar, y antes de que Ines, empezará a hablar, puso su mano sobre su muslo derecho y la fue subiendo, hasta llegar a su clítoris, y luego comenzó a acariciar este con la yema de los dedos.
Ines empezó a jadear, hacia años, tal vez décadas, desde la última vez que había tenido uno, y ese se lo había proporcionado ella, aunque luego había sentido pena por masturbarse, desistiendo de volver a hacerlo.
Damian sin dejar de presionar su clítoris, se puso de rodilla, con la mano libre, le bajo la ropa interior, le levanto la pollera, y reemplazo sus dedos, por la lengua, los gemidos de Ines aumentaron, hasta que consciente de estos, se llevó las manos a la boca.
El resto fue rápido, ambos se desnudaron en un instante, y Damian la penetro, Ines, lo besó, acarició, arañó, con una violenta fuerza, parecía rejuvenecer con cada gemido.
Luego se quedaron los dos, respirando abatidos, traspirados, somnolientos, e Ines estuvo segura, que Damian era capaz de cualquier cosa, pero que no le importaba nada, era suyo. 

sábado, 17 de enero de 2015

La calle de lo inesperado /12)

La embargaba un entusiasmo adolescente, todo le parecía tan absurdo, qué Damian, un tipo mucho más joven que ella, del que no sabia absolutamente nada, quisiera ser su novio, ya era absurdo, pero que encima le mandarán anónimos, ya era una completa fantasía, en su vida no había pasado casi nada que no hubiera previsto, todo había transcurrido de la forma más ordinaria y monótona posible, esto que le sucedía ahora, era como si estuviera viviendo la vida de una de las heroínas de las novelas que leía.
Pero acá no habrá final feliz, si es verdad que Damian es peligroso, tengo que andar con más cuidado que sapo a la guadaña, ya que no tendré ningún periodista, detective o amor del pasado que me rescate.
Ya me estoy dejando llevar por mis fantasías, probablemente el anonimo lo escribió Lara, de envidiosa no más, porque Damian la dejó, aunque este por qué iba a andar conmigo, tampoco me voy a hacer la idiota, Lara, es preciosa, tiene plata, bah el cornudo del marido, pero es lo mismo, él si ella le pide, no se la va a negar...
¿Qué puede querer Damian con una vieja, si aunque me duela soy eso, una vieja, para él lo soy, podría ser su madre, como yo, qué ni plata tiene?

Todo se retrasaba, Damian estaba harto de estar en ese pueblo, sin siquiera tener a una mujer en su poder, Ines era como los peses que rondan el barco, se acercan a la carnada, pero no la muerden, y siguen dando vuelta, la frustración lo empezaba a carcomer, estaba viviendo un período de abstinencia, sin nadie a quién dominar, golpear, intimidar, era un infeliz, un tipo sin trabajo, sin casa, un punto negro más en el mundo, odiaba sentirse así, lo desesperaba.
Tenia que tener a una mujer a su alcance, y si no era Ines, por ahora, sería otra.
Alguien del campo, si ahí debe haber alguna que sea fácil de agarrar. 

sábado, 10 de enero de 2015

La calle de los inesperado /11)

Odiaba la incertidumbre a la que se veía sometida, sentía como si desde que Damian se instalará en la ciudad, tuviera una bomba adherida a su cuerpo, sin saber en qué momento está estallaría.
Tengo que sacarmelo de encima como sea.
La única forma, es hacer que la vieja Ines, lo saque por sus propios medios, pero no me va a creer nada, además ni loca se lo digo cara a cara, el hijo de puta de Damian, es capaz de matarme.
Por telefono, no, porque ni sé cuál es su número de celular, y si se lo pido a alguna de las viejas que cuida, me van a decir, que se lo pregunte a ella, la única que me queda, es tirarle un anónimo por debajo de la puerta, y esperar que ningún vecino me vea hacerlo.
Qué le escribo, ah ya sé.
Cuídate de Damian, es peligroso, odia a la mujeres.
Imprimió el mensaje, y a la madrugada, camino hasta la puerta de la casa de Ines.
La vieja le va a contar todo a Damian, y este se va a poner más pesado de lo que está, pero es la única que me queda, aunque sea un clavo ardiendo, tengo que hacer la prueba.
La paso por debajo de la puerta, y salió corriendo.

Una mezcla de sensaciones la embargo al leer las pocas palabras escritas en el anónimo, frustración, furia, curiosidad y negación, esta última, era la más fuerte.
Seguro que es una tipa despechada, que se calentó con Damian, y este la mando a la mierda, pero quién, con quién ha hablado...Lara, no, no puede ser ella, tampoco voy a ser tan idiota como para creer que Damian va a rechazar a una mujer como esa, por mí, y si lo escribió ella, es  verdad qué Damian es un loco de mierda. 

sábado, 3 de enero de 2015

La calle de lo inesperado /10)

Cada vez que se encontraba con Damian, su semblante cambiaba.
Tengo que dejar de usar esta ropa oscura, ya bastante vieja estoy, como para avejentarme más con ropa oscura, y este peinado horrible que uso.
Ines junto 1500 pesos, y salió, primero paso por la peluquería.
-Ché, Luis, qué color crees que me rejuvenecería, pero así que vaya con mi cara, tampoco quiero hacer el ridículo.
-Yo diría un castaño claro.
-Ah dale.
Luego de que la tiñeran, le lavaran el pelo y se lo secarán, fue a comprarse ropa.
Eligió ropa de colores vivos, roja, turquesa, también floreada y estampada.
También paso por la zapatería y se compro unas sandalias blancas, de taco alto.
Al volver a la casa, se bañó, cuidándose de no mojarse el pelo, se pinto las uñas, los labios, los ojos, y luego se maquilló.
A las 6 de la tarde, se presentó frente a la puerta de Damian, y cuando este abrió, mostró todas las reacciones que ella esperaba, sorpresa, agrado, y  hasta le dio un beso en la mejilla, aunque muy cerca de los labios, Ines se llevo la mano derecha, hasta donde la había besado, sonrojándose.
Qué predecible que son las mujeres, sobre todos las viejas insulsas y cursis como está.
Hoy me la cojo, ¿será virgen? no, creo que estuvo casada, aunque sería interesante cogerse a una virgen de 50 y pico, de lo más grotesco.
Luego de que se le fuera la sorpresa por el beso, Ines invito a Damian a cenar, y él acepto encantado.
Ambos se despidieron, sonriéndose.