sábado, 26 de agosto de 2017

Accesible Paraíso /17)

El viaje de regreso duraría unas horas menos, entre 5 y 6, si no había ningún percance, tendrían tiempo para cenar en un restaurante en Venado Tuerto y luego seguir hasta la ciudad de cada uno de los pasajeros.
La mayoría se durmió durante la tarde, algunos miraban por la ventana aunque el paisaje era fastidiosamente monótono, kilómetros y kilómetros atravesados por sembrados de soja, maíz, girasol, lino, o vacas, alguna que otra ciudad cada tanto y de vuelta el campo, muchos se entretenían con el celular, a los pocos que les funcionaba el 3G, los 3 que tenían 4G, aprovechaban, aunque las quedaba poca carga, y las señoras mayores que no dormían, leían alguna revista de chimentos que habían comprado en la estación de servicio a la mañana.
Para la mayoría de ellos el viaje había sido uno más, pocos repararon en que conocieron por primera vez en pacifico, o Chile, para las señoras era un nuevo destino, "muy lindo", como Brasil, Uruguay, y Perú, algo que las ayudaba para distraerse de su vejez.
Para otros significaba conocer el amor ideal, para otros el fin de su matrimonio, la certeza de lo que ya no era.
Casi ninguno intercambio palabras con los otros, estuvieron callados, y durante la tarde cuando dieron 2 películas en muy mala calidad, solo se escuchaban los diálogos de las mismas, después se bajaron a cenar en Venado Tuerto, donde casi todos invadieron los tomacorrientes para enchufar sus celulares, y luego se oyeron el ruido de tenedores y cuchillos sobre los platos o el de tazas sobre platillos, de los que no habían querido cenar, casi todos hablaron pocos y se limitaron a alimentarse.
El resto del viaje casi sin excepción lo pasaron durmiendo, cuando llegaron cada uno a su destino, se des`pidieron de 2 o 3 pasajeros con los que habían tenido trato, y al resto les dedicaron un adiós y buena suerte de cortesía, probablemente nunca se volverían a ver, otros sí, sobre todo las señoras que llevaban compartiendo varios viajes a lo largo de los años por el mismo servicio de micros, pero otros no, para algunos sería su último viaje en micro, preferirían hacerlo cada tanto en avión antes de aplanarse en un micro por horas, otros no querían volver a viajar en sus vidas, otros deseaban probar con otra agencia de viajes, y algunos ni siquiera pensaban en eso, solo en lo que les esperaba al regreso, en la pausa que había significado ese viaje, y en lo que retomarían al regresar. 
Al sentir el aire fresco en la cara, en contraste con el viciado del micro, muchos se revitalizaron por unos segundos, hasta que luego tuvieron que cargar sus maletas y emprender camino al purgatorio cotidiano, alejándose del accesible paraíso.  


sábado, 12 de agosto de 2017

Paraíso Accesible /16)

La última cena que recibirían sin tener luego que refregar platos, ollas, fuentes, vasos y cubiertos, las mujeres sobre todo disfrutaban de eso, la mayoría de los hombres, por lo menos la mayoría que no eran viudos ni solteros, no se preocupaban por eso, ya que casi nunca lavaban un plato, o hacían la comida, exceptuando los domingo que se almorzaba asado. Pero las mujeres si, y miraban sus uñas, esas que luego se arruinarían, pero bueno, en ese momento querían disfrutar el presente, no lamentarse por futuras y ya conocidas penas e injusticias.
Muchas comentaban el novio más joven que ella que tenia la coordinadora, un muchacho atractivo al que le calculaban por lo menos 10 años menos, si no más, decían algunas.
Otras solo les importaba lucir todo lo comprado en Chile y tratar de no mancharlo cada vez que se llevaban la comida a la boca.
Mara no hablaba, sonreía cada tanto, pero no hacia contacto visual con nadie, sabía que si lo hacía, se pondría a gritar o llorar y se había prometido a sí misma que no, que aunque reventara, no daría un espectáculo, pero no sabía si por ella o por Francisco, seguía queriéndolo como para no humillarlo, para no devolverle todas las que él le había hecho en la intimidad, él quedaría como victima, como el mártir, como el pobre que demasiado la aguantó a esa loca, yo la hubiera dejado hace años, porque siempre se valora más que un hombre se queda a que lo haga una mujer, pensó Mara, se cree que es la obligación de la mujer estar ahí, junto al hombre, acompañarlo, quererlo, amarlo y respetarlo, a pesar de todo o por sobre todo, pero para el hombre ese sacrificio es mucho, no es natural que un hombre se sacrifique, no es su rol, es el de la mujer, la espera, el sacrificio, el sometimiento, y a mí se me critica por eso, aunque estoy siendo hipócrita, no lo hice por imposición o porque me hayan criado para eso, sino porque quise, porque creí que eso era el amor, y si Francisco me pidiera ahora que siguiéramos juntos lo haría, ojalá me lo pidiera, pero no lo va a hacer, porque no me quiere, ni siquiera me odia, me tiene lástima y sobre todo le soy indiferente.

Comió hasta casi reventar, no quería pensar, no quería regresar a su rutina, no quería saber que solo la vería a través de una pantallas, que solo la escucharía por audios, que solo la vería en vídeo llamadas no quería eso, quería tenerla ahí y si por qué no cansarse de ella, y que si tenía que morir o transformarse en otra cosa la relación, así fuera, en vez de ese falso noviazgo permanente, porque eso eran las relaciones virtuales, algo que estaba a 1 clic de terminarse, de ser bloqueado, borrado, eliminado.
Por eso quería comer, quería volver a zambullirse en la comida, en los sabores, aunque ahora no degustaba ninguno, solo metía en su boca, mal mascaba y tragaba todo lo que le habían puesto en el plato, no sabía si dulce, salado, rico o feo, Gaston tragaba.

sábado, 5 de agosto de 2017

Paraíso Accesible /15)

Como casi todas las ciudades grandes de Argentina, San Rafael era irregular, llena de contrastes, donde lo único homogéneo eran sus centenarios arboles, enormes, altos, gruesos, llenos de hojas.
Lo que la mayoría de los viajeros disfruto, fue el bidet.
Los llevaron a una fabrica de chocolate donde degustaron hasta descomponerse y compraron hasta vaciar sus ya flacos bolsillos, la mayoría tarjeteó, e incluyó más bolsas a las que ya formaban una pila al lado o dentro de los respectivos placares de sus habitaciones.
Algunos turistas se hicieron compañeros, en general gente que no eran de la misma ciudad, extraña camaradería que tenia fecha de vencimiento, y con lo que casi todos estaban cómodos, conocer nueva gente, escuchar los retazos de sus vivencias que estaban dispuestos a compartir, hacer lo mismo y luego olvidarlos, recordarlos solo para contarle alguna anécdota particularmente pintoresca o interesante a cierto familiar o amigo una vez de vuelta en la casa, y luego olvidarlos, o alguno que otro buscarlo en facebook, hacer sus "amigos" quizás alguno hasta mantendría un contacto real y se haría visitarían de vez en cuando, un domingo para compartir un asado, o un feriado para llevarles una pasta frola o una torta, o unas masas, sobre todo las señoras mayores, habidas de comunicación con otras de su edad, para olvidar un poco las escasas o interesadas visitas de sus hijos y nietos, y lograr un contacto que trascendiera el hecho de tener que abrir la billetera al final, como si se estuviera pagando un servicio.
Mara se comió todos los bombones de un caja de chocolates, y al rato los vomito todos.

Francisco se limitó a atarle una cola en el pelo, no la soportaba, no quería verla más, deseaba terminar el viaje y la vida con ella, que se ocuparan sus padres, que se ocupara ella misma, que madurara, que comprendiera, que se diera cuenta de la realidad de su realidad, de su persona, de sus problemas, que dejara de vivir a través de él.
Solo quedaba 1 día, pero el tiempo pasaba de una forma extraña, como cuando se tenía fiebre, que nunca se sabía si 10 minutos eran un hora, o varias horas diez minutos, todo era insoportable y raro, lleno de contrastes, molestias, incomodidades.
Aunque debía reconocer algo, el silencio, Mara no había hablado con él desde que pasaran la frontera, con otros si, no mucho, solo saludos o intrascendencias durante las comidas, para dar la falsa sensación de normalidad, normalidad en Mara...Bueno, qué era la normalidad, el promedio, y en eso no sabí hasta donde Mara lo era, tampoco es que fuera un ser demasiado particular, solo estaba enferma, era un pobre infeliz obsesiva compulsiva, que con un "buen" tratamiento, en unos años sería igual que las demás señoras que hacían el viaje, concentraría su libido en comprar electrodomésticos, ropa, zapatos, cosméticos en Chile, y en planificar otros viajes, a Córdoba, Calafate, Usuahía, Jujuy, Misiones, Río de Janeiro o Punta del Este.
Ojalá con eso lograra la tranquilidad, no la felicidad porque era una pretensión inútil que se tenía en la juventud, luego la gente maduraba y se resignaba a cierta conformidad y comodidad, a tratar de estar lo menos peor posible, a conocer o visitar diferentes paisajes que los aleje por unos días de su triste y monótona vida, olvidarse un poco de todo lo que no se tiene y nunca se tuvo y concentrarse en disfrutar de todo lo que el dinero puede comprar.
Y él, qué sería de él, como viviría luego de Mara, qué haría de su vida, de su soledad, ya no tendría a quien echarle la culpa de sus fracasos, no tendría quien lo atara, limitara, retuviera, sería libre, sin excusas para concretar...concretar qué, no sabía, qué sueños tenia, tantos, todos irrealizables, ideales estúpidos que ya nada tenían que ver con lo que él era ahora.
Quizás se limitara a lo que la mayoría de los hombres de su edad, teñirse, comprarse un auto, cuidarlo como si fuera un hijo, buscarse una mujer, si era posible más joven que él, y tirar los años que le quedaran, a lo mejor sin querer encontrarse con Mara en alguno de los viajes que cada uno hiciera por su cuenta, sonreírse de forma condescendiente y luego seguir con sus respectivas vidas, intentando olvidar y llenar con fotografías, paisajes, charlas banales, amistades esporádicas y servicios mediocres de hotel, el fracaso de su existencia.