sábado, 31 de diciembre de 2016

La alargada sombra del molino /7)

Ver arrugas alrededor de sus ojos, y que la carne de su cuerpo poco a poco se iba volviendo menos firme, era algo que le provocaba sentimientos ambivalentes, por un lado una parte de ella deseaba la vejez, porque era el paso previo a la muerte, algo que desde que naciera Agustin anhelaba, y por el otro odiaba esa decadencia física y mental que implicaría.
Tenia 45 años, estaba en plena menopausia, luego vendría un período de relativa tranquilidad, pero en la que las agujas del reloj seguirían girando, y las arrugas acrecentándose, y la carne volviéndose fofa, y empezaría a faltarle la fuerza.
Pero ya no tendré que discutir con nadie sobre por qué tomo tantas pastillas, diré que es para la hipertensión o alguna de esas cosas, y tampoco tendré que maquillarme o vestirme como si saliera en una revista, qué sentido tiene, o tal vez si siga haciéndolo, solo para demostrar que me conservo, no igual pero bien, conservarse, qué ilusión más estúpida, a lo sumo podemos retrasar un tiempo lo inevitable, pero nunca conservar, las personas estamos destinadas a ir perdiendo todo...
Por un momento pensó en el molino, cada vez más endeudado, ya había despedido a la mitad de los trabajadores y se estaba convirtiendo en una gran carcacha, se sonrió al pensar en todos los planes que tenia para cuando naciera Agustin.
Ahora estaría por hacerse cargo de la empresa, graduándose en administración de empresa en alguna universidad norteamericana y sin embargo no, hay que aplaudirle que con mucho esfuerzo aprendiera a leer y escribir y hablar más o menos de forma entendible.
El molino si todavía resiste, quedara para las pobres huérfanas, como en un culebrón de la tarde, qué patético todo.

Cuando egresó del secundario, Ana empezó a salir con un hombre casado, bastante rico, padre de una chica unos años menor que ella que iba al mismo colegio, el hombre la había dejado a los pocos meses y desde entonces ella se metió a estudiar diseño, quería volverse una buena diseñadora, pero se dio cuenta que no tenia el talento para la creación, pero si para ver el de los demás y también el carisma para conseguir las inversiones necesarias y abrir su propia boutique.

A veces Sofia se preguntaba si había estudiado administración solo para ayudar a Esteban y levantar el molino, si lo había hecho para molestar a Catalina, y que supiera que ella se haría cargo de la empresa de la familia, o si realmente le gustaba, y nunca llegaba a una respuesta correcta, pero se reconfortaba al pensar que tampoco había ninguna carrera que le despertara las ganas de convertir en su vocación.

Esteban el de la ruina o Esteban el decadente, mi padre quería que fuese un rey, y yo tengo vocación de cortesano, pobresito, la decepción que se llevó, pero bueno, ya que le puede doler ahora.
Mi legado igual será Agustín y las chicas, lo único bueno que me dio sin querer Catalina y lo único bueno que hice yo, el inútil, jugador, derrochador de Agustín, pero es buen padre, eso hay que reconocérselo, es lo que dirán. 

sábado, 24 de diciembre de 2016

La alargada sombra del molino /6)

Apoyo a Ana en un brazo y a Sofia en el otro, y las llevó hasta donde estaba Agustín.
Este tenía 1 año menos que ellas, pero era más alto, los 3 intercambiaron miradas, y se dieron salivosos besos.
Luego se alejó unos metros de ellos, y los dejó interactuar, los niños se miraban, Agustín le rozaba apenas con las yemas el pelo a Sofia, mientras que Ana miraba todos los juguetes que tenia Agustín, sobre todo un caballo de madera.
Esteban anhelaba que ellos pudieran tener una relación tan orgánica y familiar como la que él tenia con Estela, de 2 seres que habían querido algo que no se les había cumplido y al final encontraron el apoyo, cariño y comprensión en personas no con-sanguíneas.

Agustín se fue haciendo cada día más alto y más gordo, las niñas se fueron diferenciando entre si, sobre todo en el carácter, Sofia era tímida, aunque muy cariñosa una vez que entraba en confianza, Ana era más simpática, le encantaba hablar de todo lo que se le ocurría, unque sabia siempre callarse antes de resultar molesta, y para no perturbar a nadie se quedaba con sus muñecas, amaba todas y cada una de ellas, y dormía todos los días con una diferente, para no discriminarlas, según decía, pero en realidad era para que le siguieran comprando otras y no le dijeran lo mismo de lo que se quejaban sus compañeras de colegio, que si ya tenia una favorita, para qué querían otras, que se pondría celosa la pobre muñeca preferida.
Igual más que cualquiera de sus muñecas, ninguna le fascinaba tanto como la señora, que para ella era una mezcla de reina, bruja, hada, y todo lo que su imaginación proyectaba, la señora que apenas hablaba con ellas, que apenas las miraba, que solo cuando cumplía años o en las fiestas, mostraba una escasa y triste sonrisa, la señora elegante, la señora que siempre estaba maquillada, la señora no le interesaba nada que tuviera que ver con ella, y por quien Ana hubiera dado todas sus muñecas para poder estar en su regazo, para escucharla, quería aprender de esa señora, quería ser como ella.

Sofia por el contrario detestaba a Catalina, le alegraba que apenas veía y escuchaba a esa mujer que le resultaba por demás desagradable, recordaba cuantas veces le había dicho a Ana y a ella que no era su madre, que su madre había muerto, varios días seguidos había tenido pesadillas con su madre muerta, y todavía a pesar del tiempo seguía teniéndolas de vez en cuando.
También odiaba la absoluta indiferencia que mostraba con Agustín y con Esteban, aunque en ambos era reciproco, pero ella notaba que a Agustín a veces le dolía.
Desde que supiera que su madre había muerto, y una de las monjas del colegio la viera llorando y le dijera que su mama estaba en el cielo, se había vuelto muy religiosa, había intentado leer la biblia, pero no entendía casi nada de lo que en ella se decía, por lo que sus conocimientos de Dios, la virgen y los santos, provenía de las clases de catecismo, ya que tampoco le eran claros los sermones del cura los domingos en la iglesia.
Pero le daba paz y tranquilidad pensar que su madre había sido una elegida del señor, para ayudarlo en su tarea, que estaba con los ángeles observándola desde arriba, que allí irían todos los que hicieran el bien, y nunca se encontrarían con los que hicieran el mal, deseaba fervientemente acompañar a su madre, y que Catalina muriera y fuera al infierno, a veces se sentía culpable por tener esos malos pensamientos, más por las reprensiones que le daba el cura, pero volvía a tenerlos, y a veces se sorprendía de rezar para que a Catalina la partiera un rayo, la atropellara un auto, se cayera por las escaleras o le garrara esa rara enfermedad que volvía amarillas a las personas, y de la que casi nadie decía su nombre, como si fuera una mala palabra.



sábado, 17 de diciembre de 2016

La alargada sombra del molino /5)

-Catalina, despertate.
-Mama, por favor, a qué viniste tan temprano.
-Despertate y levantate, querés, tu prima, Luisa.
-¿Qué pasa con Luisa? hace un montón que no la veo.
-Pobresita, murió.
-¿Qué?
-Se fue en sangre, un parto, ya sabes que la desgraciada era una coneja, desde que se casó con el ignorante bruto ese, la lleno de hijos, y bueno el parto se malogro y murió ella y el bebito que venia, es tremendo esto.
-Ojalá me hubiera pasado a mí.
-Ay cállate la boca, no sabes lo que decís.
-Si mama, lo sé, o te crees que es lindo tener un hijo como Agustín...Increíble, Luisa tuvo cuanto, 8 chicos, y todos normales, qué mal estoy, no pude engendrar ni 1 solo bien.
-Hija, por favor, deja de decir esas barbaridades, igual, mira no sé, a lo mejor te parece pésimo pero yo estaba pensando, el bruto ese no se va a hacer cargo ni de la mitad de los chicos que tiene, seguro los va a desparrarmar entre la familia suya y la nuestra, así que podrías traerte a las nenas.
-Ja, claro, aprovecho que están de oferta, mama, deja de decir pavadas.
-Mira, para vos es lo mejor, lo que necesitas, no pensar en Agustín, y empezar a ser madre, de estas nenas preciosas, no sé si las has visto, y son chiquitas, ellas pobresitas no conocieron a su madre, así que te van a querer como si lo fueras.
-Mama, apenas puedo hacerme cargo de mí misma, y vos querés que lidie con 2 huérfanas, ya tanto escuchar radionovelas te crees que esa es la realidad.
-Vos decí lo que quieras, pero si lo pensas, me vas a dar la razón, o ahora tu vida es gastar plata, que no sé si te crees que la plata la cagan los perros, o qué, pero todos chusmean que se están quedando sin nada, porque si sacas y no repones, bueno, ya sabes, así que por lo menos dale un sentido a tu vida, y pensa que esas nenas no tienen a nadie.
-Si, las huerfanitas desgraciadas, mama, voy a llorar un rato por ellas, ahora déjame que me tengo que cambiar.

Estela habló con Agustín, estaba empeñada en que Victoria y Perla vivieran en la casa, este aceptó enseguida, después de tener a Agustín lo que más anhelaba era estar rodeado de niños, estos no lo juzgaban, y consideraba que había algo especial y vital en verlos crecer, aprender a hablar, caminar, etc, y sobre todo aceptó para que su hijo pudiera estar rodeado de otros niños de su edad.
También porque a Estela la consideraba una madre, la suya apenas la había conocido, ya que había muerto cuando él naciera, al conocer a Estela esta se había convertido en esa imagen y él en el hijo varón que nunca había tenido.




sábado, 10 de diciembre de 2016

La alargada sombra del molino /4)

Hacia días que no se veían, desde que había dado a luz, igual Catalina lo hizo llamar a Esteban con la enfermera.
-¿Por qué no lo internaste todavía?
-No lo pienso internar.
-Ah mira, te vas a hacer cargo del mongólico, nunca has hecho nada en tu vida, pero hora el deficiente te cambió la vida.
-Si, me la cambió, a vos también, pero yo quiero hacer algo por él, lo asumo como lo que es, mí hijo.
-Y qué te crees, que para él va a ser algo bueno criarse acá, por favor, la gente así tiene que estar internada.
-Cada quien lidia con los discapacitados como quiere o puede, yo voy a intentar criarlo, educarlo, hacerlo feliz.
-Por favor, deja esa cursilería espantosa, querés.
-Tómalo como quieras, y para no seguir en lo mismo, te digo que Agustín, porque así lo registre, se queda.
-Gracias por refregarme en la cara mi fracaso.
-En ningún momento pensé en vos al tomar la decisión, no me importa lo que te parezca o lo que quieras.
-Es mí hijo también.
-Y si pudieras lo tirarías a un pozo y lo sellarías con cemento, te conozco Catalina, pero bueno, vos hace lo que quieras, si querés pasarte el resto de tu vida acostada, pudriéndote, adelante, no soy yo quien lo va a impedir, si querés hacerte la victima y echarme la culpa de tu desgracia, también, no me importa.
Yo voy a tratar de ser un buen padre.
Esteban vendió el 30 % del molino a un empresario de Capital, y otro 10 % a uno rosarino, con ese dinero se dedicó a pagar los mejores especialistas para su hijo.
Estos trazaron un programa de estimulación, para que Agustín pudiera aprender a leer, escribir, y socializar en la medida de sus posibilidades.

Catalina salió de su encierro, le dolían todos los huesos de tanto estar acostada, y decidió levantarse, cambiarse, y no depender de una enfermera.
Luego de vestirse, se colocó unas grandes y muy negras gafas de sol, un pañuelo en la cabeza, tomó uno de los autos, y se fue haciendo chirriar las gomas en el asfalto, hasta Capital, allí se internó en un spa, luego fue a la peluquería, y por último de compras.
Al verse en uno de los grandes espejos del hall del hotel donde estaba registrada, toda maquillada, con ropa y zapatos nuevos, se dio cuent que era como una estatua, pero no le importó, tal vez eso sería el resto de su vida, una figura, una pose, algo duro, creado para dar una impresión, y nada más. 

sábado, 3 de diciembre de 2016

La alargada sombra del molino /3)

Nadie decía Down, ni siquiera sabía siquiera mencionar esa palabra, por lo que todos hablaban de que el hijo de Esteban y Catalina era mongólico, o mongo, la mayoría lo decía con una falsa pena o lástima, pero en el fondo les satisfacía que la soberbia e insoportable Catalina, y al inútil jugador de Esteban, les hubiera nacido un chico con problemas.
-Con esos padres otra cosa no iba a salir.
 -Si era normal, salía peor, casi que pueden estar agradecidos que les tocara un retrasado.
-Y ella que se llenaba la boca hablando del chico, que va a ser esto, y lo otro, sabes como debe estar.
-A mí me contó mi hermana, visto Tina, la que es enfermera, que se quedó como en shock, y y cuando quisieron ponerle el bebe en el regazo, puso los brazos en cruz y empezó a negar con la cabeza.
-Da un poco de lástima, la verdad.
-A mí que querés que te diga, no, lástima el pobre mongo, con esos padres, y esa madre sobre todo.

Le costaba todo lo que no fuera tragar pastillas para dormir, no quería levantarse, a pesar de que las piernas se le comenzaban a atrofiar de todas las horas que pasaba en la cama, sus ojos le molestaban cada vez que iba al baño, ya que le había ordenado a la sirvienta que por ningún motivo subiera la persiana, o siquiera corriera las cortinas.
Solo quería dormir, y a veces pocas, soñar, allí su hijo era normal, era hermoso, era todo lo que ella quería que fuese.
Deseaba que hubiera nacido muerto, o ella morir en el parto, se reprochaba su falta de fuerza por no haber matado al bebe y luego suicidado.
Eso habría sido valiente, eso hace una persona fuerte, no esto, no esta mierda, ni siquiera sé sufrir bien, soy una fracasada en todo, una infeliz vacía.
A veces cuando se mareaba de tanto dormir, sus lagrimas se confluían con su saliva sobre las almohadas.
Vomitaba todo lo que le hacían tomar, por lo que el medico le tuvo que poner un suero, y una enfermera para que se hiciera cargo de ella, adelgazo en pocos días todos los kilos que había engordado durante el embarazo, e incluso más.
Su piel se tornó pálida, sus ojos rojos, y los parpados con pesadas ojeras, su pelo despeinado y sucio, hacían que solo fuera una mueca patética y lúgubre de la mujer hermosa que era un año atrás.

Todos esperaban que el niño fuera de la clínica a un interno, pero Esteban al ser notificado por los doctores que era un niño especial, lloró, pero enseguida lo besó, y se pasaba horas mirándolo, incluso le pidió por favor a las enfermeras que le enseñaran a darle la mamadera en la temperatura justa, a bañarlo y cambiarlo.
Enseguida lo sintió suyo, lo sintió una extensión de su ser, que cargaba con el mismo peso de la decepción sobre sus hombros, que al igual que él, nunca podría ser lo que los demás esperan que fuera, y decidió que él lo amaría así, que él en la medida que pudiera lo protegería. 


sábado, 26 de noviembre de 2016

La alargada sombra del molino /2)

El molino era enorme, el único edificio que se veía a varios kilómetros del pueblo, con sus 50 metros de largo, superaba en más del doble de altura a cualquier otro edificio del lugar.
Estaba pintado de un color crema casi blanco, y la cúpula de tejas rojas bermellón, Esteban le había pedido al arquitecto que tratara de imitar a los viejos molinos de viento, aunque como no le gustaban las tejas negras, eligió las rojas.
Sebastian veía ese edificio y solo se abrumaba, no entendía el negocio, ni su manejo, le aburría y le angustiaba todo lo que tenia que ver con las maquinas, los trabajadores, los compradores de harina, etc, por lo que no pensaba hacerse cargo de nada, quería encontrar quien pudiera ser su mano derecha, aunque no sabia donde, ya que su padre no había tenido a nadie que semejara ese rol, siempre había sido un nombre orgulloso de su omnipresencia.

Catalina engordaba, odiaba estar embarazada, los calores, los cambios de humor, las nauseas, los antojos, que todo el mundo le preguntara si sentía patadas, el sentirse pesada, el engordar, retener liquido, las estrías, etc, pero lo peor era no poder contarle a nadie lo que sentía, sabia que si lo hacia todos la mirarían como un bicho raro, o como una madre desamorada, todas las personas que la rodeaban solo le hablaban de lo dichosa que sería, de que estaba pasando por unos de los mejores momentos que podía vivir una mujer.
Ella solo se refugiaba en pensar en el futuro bebe, eso si le interesaba, lo que saliera de ella, pero la espera a la que no le veía nada de dulce, lindo, especial, o dichoso.
El niño, sabia que Sebastian si tenia suerte y se comportaba de la forma más responsable que pudiera, que no era mucho, podía mantener en malas condiciones el molino hasta que su hijo, se hiciera cargo del mismo, y a Catalina se le había metido en la cabeza que el niño sería incluso mejor que su abuelo, trataría de inculcarle todo lo que ella consideraba que tenia que tener un  empresario, un líder, un hombre de poder.
Tejía pensando en eso, elegía los juguetes, los libros de cuentos, incluso había dejado empezado a ahorrar de lo que le daba Sebastian para sus gastos, solo para que en un futuro pudiera ir a un buen colegio, le atormentaba la idea de que Sebastian fundiera la fabrica, porque esa sería la piedra fundacional del imperio que tenia pensado para su hijo.

El día del parto, que fue muy doloroso porque el niño peso casi 4 kilos, al ver sus ojos y sus rasgos mongoles, Catalina deseó que ambo murieran en ese instante. 

sábado, 19 de noviembre de 2016

La alargada sombra del molino /1)

Se casaría con el hombre más rico del pueblo, si sabía que no era mucho en un lugar que apenas tenia 5000 personas, pero Catalina, prefería ser cabeza de ratón que cola de león, y Santiago era el hijo del dueño de Los Girasoles, el molino que le daba trabajo a la mitad del pueblo, y del cuál este vivía, si no hubiera sido porque 40 años atrás el señor Esteban Larconia, decidió vender una de sus estancias e hipotecar las tierras que tenia, para construir un molino, este funcionó y en pocos años duplicó su capital.
Años después ya casi llegando a los 40 se casó y tuvo un hijo, que con el tiempo demostró ser casi idéntico físicamente, pero completamente diferente en su carácter.
Santiago era desganado, derrochador, y ludópata, cuando Esteban vio que no podía hacer nada, se deprimió sabiendo que la empresa no sobreviviría al mando de su hijo, pero que no se le ocurría nada que pudiera cambiar las cosas más que casarlo y ver si Catalina lograba que se volviera un poco más responsable, le pidió que se casara con ella, quién había sido su novia de toda la vida, este así lo hizo, más por darle gusto que porque Catalina le importara en realidad, ya que andaba con ella por costumbre y para que fuera la madre de sus hijos, aunque por él mientras menos hijos tuvieran mejor.
El casamiento no cambió a Santiago, pero si a Catalina, que después de su luna de miel, donde tuvo que distraer su amargura porque Santiago salía solo ni bien se levantaba a las 12 del mediodía o más tarde y no regresaba hasta la madrugada.
Ella decidió no quedarse en el hotel llorando, después de todo si lo quería, pero más quería la posición a la que había llegado casándose con él, ahora era rica, estaba en Europa, y por lo tanto aprovecharía el viaje, salió, hizo compras, recorrió los lugares emblemáticos de cada capital a la que fueron, y sobre todo decidió que si Santiago la ignoraba a ella, ella haría lo mismo con él, sería un matrimonio de conveniencia digna de una reina como ella.
Al regresar de la luna de miel, se enteraron que Esteban se estaba muriendo, cáncer de pulmón, diagnosticado muy tarde, por lo que no había nada que se pudiera hacer.
En el entierro, tanto Catalina como Santiago, lloraron, no solo por la muerte de Esteban, sino por el futuro que les esperaba. 

sábado, 12 de noviembre de 2016

Lo que hice de mí /24)

Acostarse y saber que no hay nadie al lado de la cama, tratar de dormirse sin escuchar la respiración del otro, no chocar contra su cuerpo en algún movimiento involuntario que se hace mientras se duerme, luego cuando te levantas y vas a preparar el desayuno, sacar 1 sola taza, hacer la mitad de las tostadas, y así el resto de las cosas, me costó tirar su espuma y su maquina de afeitarse, también su colonia, su ropa no, no tenia ninguna necesidad de ese espacio en mi ropero, además quería que permaneciera así los pocos años que me quedaran.
Lo único bueno de todo el asunto es que pude hacer mi duelo sola, tal vez porque los conocidos que tenia ya se habían muerto casi todos, y también porque no me costó nada convencer a mis hijos que me dejaran sola, la mayor me dijo si quería irme con ella unos días, le dije que no, y me contestó que muy bien, que la llamara si necesitaba algo.
Cosa que le agradecí, no por el gesto, sino por no apabullarme, dejarme sola, tranquila, llorando mi dolor, sin sentir esa vergüenza que se tiene al estar con algo, te cohibís y no podes expresar lo que sentís.
Hay gente a la que le encanta tener un hombro donde llorar, o que le estén dando pañuelos de papel y escuchando las anécdotas con el muerto, yo por suerte no soy de esas, esos muestras patéticas y teatrales me dan asco, dicen que al dolor cada quien lo lleva como puede, pues yo prefiero la soledad, que es el único estado en el que se puede reflexionar, sin pensar en que otra persona te está mirando, vigilando tus reacciones.
Llore mucho, vi innumerables fotos, releí las cartas que nos mandábamos de novios, me enoje con la vida y conmigo misma por todas las cosas que no había hecho con él, y luego me di cuenta que si seguía así me quedaban 2 caminos, me suicidaba o vivía para su recuerdo, ninguna de las 2 me pareció muy atractiva que digamos, por lo que decidí tratar de vivir los pocos años que me quedaran de la mejor forma posible, conocer algunos lugares que mis recursos me daban la posibilidad de conocer, lo que se dice darme ciertos mimos, y luego morir, que total si me enterraba ahora con él no le sumaba nada, Mauro estaba muerto, lo que habíamos vivido allí en mi recuerdo estaba, pero no iba a resucitar porque yo lo llorara de la mañana hasta la noche.

Y esa ha sido mi vida en estos meses, viajes, y cuando me quedó en casa escribir un poco de lo que he vivido, cosas que solo me interesan a mí, y que pienso quemar ya dentro de un ratito, porque no creo que tenga nada más para añadir. 

sábado, 5 de noviembre de 2016

Lo que hice de mí /23)

En los últimos años se sucedieron tantas muertes a mí alrededor que parecía una necrología, Adriana, su hijo, y luego mis padres, murieron con 6 meses de diferencia, y la verdad que apenas me importó, con mis madre casi que nos habíamos vuelto amigas, de esas ancianas que una es bastante más joven que la otra, pero ambas tienen se saben viejas y que comparten una visión del mundo que si no igual, si es más parecida que  el mundo actual es, y no sé si mejor o peor, pero es lo que uno conoce y a lo que uno se aferra, el paso del tiempo nos delata la obviedad de que envejecemos y estamos destinados a morir, nos va recluyendo, quitando capacidades, motrices, visuales, etc.
Por lo que cundo ella murió lo que más sentí es el conocimiento de mi propia muerte, lo mismo me había pasado con la de Adriana, el día se acercaba y lo único que podía hacer era tratar de pasar lo mejor posible hasta que llegara.
Decidí ver con Mauro varias películas que toda la vida habíamos querido ver, y que por alguna razón en su momento pospusimos, nuestros gustos cinematográficos eran bastante diferentes, a él le gustaban las comedias, mientras más ridículas y absurdas mejor, decía que el mundo era igual, pero en tragedia y que prefería ver cosas que lo hicieran reír, y el comentario cliché, que para llorar estaba la vida, yo que nunca he sido de ese tipo de comedias, no las disfrutaba, y entonces acordamos que cada cuál miraría sus películas en solitario, porque tampoco era la cosa de perder horas, tiempo que sabíamos ya se nos volvía escaso.
Por lo que yo me quedé con mis melodramas y mis thriller, siempre me han gustado ambos géneros.
Un día de primavera, ya en noviembre, empezaba a hacer calor, iba a ser la hora de cenar, le fui a avisar a Mauro, y lo encontré frente a la pantalla, esta estaba pasando los comentarios del director, al principio creí que estaba dormido hasta que lo toque, sentir su frente fría y saberlo muerto, pese a que era un anciano, y que ambos estábamos esperando que ese momento llegara sin saber a cuál le tocaría primero, me hizo temblar, sentarme en el suelo, agarrar su mano y apoyar mi mejilla izquierda sobre ella.
Llore, apague el televisor, no soportaba oír nada más que mi llanto, y recordar tantos momentos vividos con él, sentí una tremenda incertidumbre y soledad al saber que me había quedado sin la persona que había compartido más de 50 años conmigo, una unión por tanto tiempo, te convierte casi en uno mismo, estaba muriendo la mitad de mí, por más obvio que eso sonara, era así.
Me levante luego de no sé cuantos minutos, me costó, todo me costó muchísimo desde ese momento, llame a mis hijos, mi hija mayor me dijo que ella llamaría al hospital, porque yo no recordaba el número y no tenia las fuerzas para buscarlo.
El resto fue el ritual estúpido e hipócrita que se hace siempre, el horrible velorio, ir a la iglesia a escuchar al cura decir alguna cosa de la biblia, y luego el entierro, tal vez el único acto autentico y necesario de todo el ritual.

sábado, 29 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /22)

Y un día deje de luchar contra la corriente y termine de aceptar lo irremediable, que tenia menos fuerza, que me cansaba más rápido, que veía menos, que tenia que tomar pastillas hasta para levantarme de la cama.
Fue más o menos en la misma época que Adriana se murió, la farmacia se la alquilaban a un muchacho que hacía poco se había graduado, 1 mes antes yo me jubile, pero iba casi todos los días a charlar con Adriana, a su hijo como siempre apenas lo veía, un día cuando estaba por ir a verla, me llamó su hijo para decirme que Adriana había muerto, luego lacónico como siempre, me contó que al parecer había muerto mientras dormía, él se sorprendió de no encontrarla levantada, fue a su habitación y la encontró allí acostada como si durmiera.
Llore, quise indignarme pero era absurdo, lo más natural era que una mujer de 92 años muriera y de paso hasta había tenido la "suerte" de no sufrir alguna enfermedad más allá de los achaques de la edad que igual había podido llevar sin grandes dificultades, pero sin sufrir las más duras, Parkinson o Alzheimer, u otras tantas menos conocidas pero igual de duras.
Es obvio que lo que me había indignado era la brevedad de la vida, y el saber que mi propia muerte llegaría dentro de no mucho más que 1 década o 2.
Mareck al día siguiente del entierro se suicido, creo que eso era tan natural como la muerte de Adriana a los 92 años, Mareck solo había vivido para que su mama no sufriera un disgusto, pero interiormente había muerto en ese barco junto con su esposa e hijo.
Ese mismo día vino mi hija y trajo a mis nietas, ver esas nuevas vidas, a las que todo les parecía eterno y la muerte algo absurdo, fue un contraste raro, pero también la respuesta a todo, eso es la vida, fuerzas opuestas. 

sábado, 22 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /21)

Es incomodo verse reflejado en otra persona, cuando lo que esa imagen te devuelve no es lo que hubieras querido ver de vos.
Decidí que los años que me quedaran con lucidez, quería aprender ciertas cosas por ejemplo una de ellas fue ingles, me compre un diccionario que incluía un casette, y me puse a aprender, me costó, pero a los 2 años aprendí el idioma, y a los 3 hasta a escribirlo y leerlo.
Si alguien nos hubiera visto a Mauro y a mí, él esculpiendo madera y yo repitiendo palabras en ingles y haciendo anotaciones, igual esa es una madurez tirando a vejez mucho más placentera que la de la mayoría, ya que no sufríamos tantos achaques, si teníamos que hacernos controles y tomar alguna pastilla para esto o lo otro como cualquiera que pasa o pasaba los 50, creo que ahora los achaques empiezan más a los 60.

Leo lo que acabo de escribir y la verdad que mi vida, parecida a la vida de millones de personas, fue una más, sentenciada a la intrascendencia, con pequeños dramas insulsos, cosa que agradezco, las tragedias son lindas para verlas en el teatro, el cine o leerlas en una novela, peor no para vivirlas.
Por suerte no fue golpeada, violada, discriminada, suena a consuelo, pero para mí no es poco en ese sentido, también es cierto que nunca destaque, que nadie más que mis hijos de vez en cuando me recordaran cuando haya muerto, que no hice nada trascendente, pero bueno esa es la vida de la mayoría, pequeños granos de arenas.

Qué solemne me puse, a veces se me da por irme por las ramas, en fin lo que siguió esto que viví fue la vejez, eso que nadie quiere ver, ni en lo que se quiere pensar hasta que llega.

sábado, 15 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /20)

Por un tiempo, que en ese momento se me hizo larguísimo, mis hijas hicieron causa común con su hermano y no digo que nos aplicaban la ley del hielo, pero andaban cerca, cuando las veía me hablaban de él, o si no se mostraban indiferentes con Mauro y conmigo, decidimos nosotros también ser iguales con ella y volver a dedicarnos a nosotros.
Mauro encontró una actividad que le vino perfecto, tallar pequeñas esculturas en madera, o hacia unas cosas de bonitas con lo que el material que desechaban en la maderera, y yo me dedique a visitar a mí madre, que junto con mi padre estaban en el asilo, por decisión propia, yo no había tenido nada que ver con eso, ella decidió que no quería seguir viviendo en la casa cuando ya no podía realizar las tareas cotidianas, y papa ya apenas caminaba, tenia problemas en la columna, así que ambos decidieron eso, como nunca habían sido muy apegados a la casa, o a nada, ni siquiera entre ellos mismos, quedaron en eso.
Creo que en esos días llegue a conocer un poco a mí madre, no uh pero si creo que la entendí.
Un día ya hacia unas semanas que iba a verla, y apenas hablábamos, la verdad que uno de los pocos temas de conversación que teníamos eran las flores plantadas en el jardín del asilo, agradecía que fuera primavera y no sabía de qué carajo hablaríamos luego, supongo que del árbol de navidad, si llegaban a armar uno y de algún recuerdo de las navidades pasadas en familia, aunque esas palabras entre nosotras poco significaban, yo no recordaba ninguna noche buena realmente feliz de mi infancia, en su mayoría eran insulsas como todo en ese periodo de mi vida.
En ese momento, mi madre empezó a hablar:
-Una vez quise tener un vivero, hasta saque cuentas, y como siempre no nos alcanzaba o no quisimos arriesgarnos, esa es la historia de mí vida y la de tu padre, gente sin agallas, a eso venís no, a que te diga lo que ya sabes, bueno, si somos personas que han preferido siempre ser cabeza de ratón que cola de león.
Le hubiera podido decir algo, pero la verdad es que tal vez iba a sonar peor el motivo real de mi visita a ella, hacer algo, no sé si sentirme acompañada, porque con mi madre nunca logre ese vinculo que se tiene con alguien y por el cual al verla te sentís mejor, esa complicidad, que es una mezcla de simpatía, cariño, afecto lo que sea, quizá si ella se abría conmigo yo podía hacer lo mismo, y empezaba a surgir un vinculo entre ambas, por suerte siguió hablando.
Antes de que lo hiciera vino una enfermera, y le dio una pastilla, creo que para la presión.
-Bueno, las dejo.
Nos dijo, y se fue, yo pese que ya había perdido la oportunidad que se erraría o cambiaría de tema, pero no.
-Quise o quisimos ser muchas cosas con tu padre, él soñaba con ser piloto, imagínate, bueno no es algo imposible, tampoco es que quería ser astronauta, pero como siempre e falto valor, le faltó sobre todo confianza en sí mismo, y decidió que no, que qué iba a hacer en Capital, que las cosas son difíciles, que no sé cuanto.
Igual yo, quería ser doctora, no sé si por vocación o por lucir un delantal blanco, después quería ser abogada, cosas imposibles para la mayoría de las mujeres en ese tiempo y ni hablar de mis recursos o mejor dicho la falta de ellos, además era absurdo pensar en hacer una carrera, hasta indecente para las mujeres, algo que hacen las putas o las solteronas que no tenían otra forma de mantenerse, igual lo que en verdad quería era tener una vida diferente a la de mi madre, no soportaba tener que verle los dedos llenos de sabañones en invierno, los labios partidos, y en verano, la cara roja por el sol, toda transpirada, embarrada cuando llovía y llena de polvo cuando había sol, y todas las estaciones y con cualquier clima, cansada, agotada, la pobre no disfruto de nada en su vida, fue un animal más del campo, parió, crió, trabajo, trabajó, trabajó, hasta reventar.
Pero tampoco tuve el valor para rebelarme hasta de verdad hacer una carrera, no digo doctora o abogada, pero aunque sea maestra, por suerte me tocó una vida diferente o con tu padre por lo menos nos animamos a venirnos al pueblo, esa fue nuestra gran aventura, una barbaridad, eh, creo que todo lo que no fuimos es lo que nos hizo estar juntos, como se dice no fue el amor sino el espanto, en nuestro caso la frustración.
Cuando vi que no iba a seguir hablando, me anime a preguntarle algo que tenia adentro hacia años.
-¿Mama, ustedes querían tener hijos?
-Ya sé a qué va esa pregunta, querés saber si te tuvimos con amor o si viniste de rebote, por no cuidarnos...te tuvimos porque quisimos, pero no fue algo que esperábamos con una ilusión desbordante, con tu padre nunca hubo pasión, si amor, pero más como de amistad, si comprensión, eso es tal vez lo mejor de nuestra relación, siempre nos entendimos el uno al otro, quizás por ser muy parecidos, entonces ambos decidimos tener un hijo, no sé por qué, para dejar algo que nos trascendiera, como si nuestra vida hubiera sido digna de dejar huella, pero en ese momento, a esa edad y con todo el mundo teniendo hijos, dijimos, bueno vamos a tener uno, y naciste, pero igual si de algo estamos orgullosos los 2, es de no haber querido vivir a través de vos, puede que por eso nos hayamos mostrado indiferentes con vos y también porque ambos somos indiferentes hasta con nosotros mismos, qué se le va a hacer.
Bueno, dentro de un ratito nos van a llamar a cenar, gracias por venir.
Me dio un beso seco e indiferente en la mejilla, y se fue.
Yo agarre el camino contrario, me subí al auto, arranque, y conduje algunas cuadras, luego pare, y me quede reflexionando en lo precida que era a mí madre. 



sábado, 8 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /19)

Cuando sonó el teléfono a la madrugada, tanto Mauro como yo estábamos profundamente dormidos y como siempre que eso sucede uno incorpora el ruido al sueño y ni le hace caso, hasta que el sonido sigue y no queda de otra que salir del sueño y volver a la realidad, ese llamado casi siempre es peor que si te despertaran tirándote un balde con agua, ya que lo primero que ambos pensamos fue que le pasaba algo  los chicos, él contesto y si, lamentablemente se refería a uno de ellos, Victor, había conducido ebrio y chocado contra un árbol, por suerte no tenia heridas de gravedad, ni había lastimado a nadie.
Al llegar al hospital lo encontramos, el olor a alcohol era insoportable, y su aspecto igual, los ojos ojos, la cara con ojeras, y un machucon en la mejilla derecha, que se había provocado al dar contra el volante.
Lo abrace, respirando por la boca, ya que de verdad provocaba arcadas inspirar por la nariz cerca de él, no me devolvió el abrazo, nos miro a los 2 de forma desafiante y nos dijo:
-Soy un alcohólico.
Y luego se sonrió.
Mauro lo miro profundamente furioso, y le contestó:
-Mira qué bien, querés que te demos un premio.
-No, solo reproches, o malas caras como las que me están dando ahora, con eso me doy por bien servido.
Sé que debería haberle dicho otra cosa o quedarme callada, pero me ganó el impulso.
-Y nos echas la culpa a nosotros, te dimos todo.
-Si mama, ustedes son perfectos, los mejores padres que se puede querer, la verdad ni merezco ser su hijo, así que váyanse a dormir de vuelta, perdones que los hayan llamado, y háganme la cruz...
Mauro me miro incrédulo, no entendía que pasaba, yo algo intuía, pero la verdad que no pensaba que hubiéramos hecho nada para merecer tantos reproches, definitiva,mente estaba siendo injusto.
-Estás buscando a quien culpar, es lo que siempre hacen los adictos parta no afrontar su responsabilidad, pero si lo sos es por vos, deja de echarnos la culpa a nosotros y hacete responsable de vos mismo, que no sos un chico.
Se lo dije casi con lagrimas en los ojos, estaba irritada, cansada, por qué nos venía con esos reproches, toda la vida habíamos estado ahí para ellos, siempre fuimos lo mejor que pudimos, pero con los hijos no se puede, nunca agradecen, siempre tiene un reproche ahí guardado para largártelo ni bien pueden, son mierdas.
Recuerdo que con Mauro nos quedamos en vela toda la noche, dando vueltas en la cama, y repitiéndonos lo mismo, que no sabíamos qué le pasaba a Victor, por qué se había vuelto así, qué carajo tenia que echarnos en cara.
A la mañana, nos llamó mi hija Victoria, y nos comunicó que Victor se había internado en una clínica para alcohólicos.
Cuando salió, tardó meses en volver a casa, y no mencionó nada de la última discusión, nosotros tampoco, ya que si lo hacíamos era para que empezáramos a pelear de vuelta, él nos iba a salir con un montón de reproches, nosotros con otros, y por eso decidimos como hacen casi siempre todas las familias, meter la basura bajo la alfombra, y evadir las cosas, igual casi nunca nos veíamos y me parece que fue lo mejor, ni él, ni notros lo lamentábamos realmente, sonara horrible decirlo, pero hay veces que no se puede tener una relación buena con los hijos, incompatibilidad de caracteres, formas de ver la vida, suena algo hueco o incorrecto decirlo, pero sería peor, hasta hipócrita negarlo y querer simular un vinculo inexistente. 

sábado, 1 de octubre de 2016

Lo que hice de mí /18)

Creo que ya he dicho algo parecido, pero bueno, me puedo justificar por mí edad, no puedo tener la memoria de hace 50 años, y no sé si quiero, la verdad.
A lo que iba es que el tiempo es como un truco de magia, los pequeños o grandes acontecimientos de cada día, no nos permiten ver el hecho innegable de que cada día vamos envejeciendo, por eso si no vemos a una perosna en 10 años, ya ahora o tanto, proque todo el mundo tiene facebook y se saca fotos hasta cuando va al baño, pero antes que esas cosas no existían, si no veías a alguien en 10 años, te sorprendías de lo cambiada que estaba, me pasaba con algún pariente o conocido que me encontraba en un velorio, bueno obviamente a las personas que veía todos los días no los notaba, hasta que un día de sorpresa, sin proponertelo, te dabas cuenta que el tiempo la iba transformando, envejeciendo.
Me paso con Adriana, la veía de lunes a viernes y a veces los sábados nos cruzábamos cuando hacíamos nuestras respectivas compras, pero un día mientras me pasaba un remedio, note su mano, llena de esas pequeñas manchas de la vejes, además de que se le notaban mucho más las arrugas y su piel se iba volviendo una especie de tela muy fina, y ahí me di cuenta de mi propia vejez, cuando empece a trabajar para Adriana, ella tenia solo 5 años más de los que yo tenia ahora 25 años después, por lo que en 30 años si lograba tener la vitalidad de ella, me vería así, y ahí comencé a hacer memoria de todas las cosas que me decía sobre esa vejez, las cremas y pastillas que debía tomar para cada dolor que iba apareciendo.
-La vejez, querida, es la repetición de la infancia y la adolescencia, pero mucho peor, ya que todos los cambios, incomodidades, dolores, no te llevan a convertirte en un adulto, sino a la muerte.
Note también que se cansaba mucho más, y me había dicho si quería hacerme cargo de la farmacia, que y contratar a un asistente, que ella me alquilaría el lugar y que me asesoraría en hacer el traspaso, pero que estaba muy cansada para seguir todos los días estando parada atendiendo clientes, viendo recetas, etc.
Me deprimió notar esa transformación, porque yo admiraba a Adriana, y ver que esa mujer tan fuerte, tenia que como todo el mundo claudicar a la vejez, me hizo odia la vida, que siempre nos lleva si "tenemos suerte", hacia la vejez, ese estado horroroso, donde abundan las enfermedades, los achaques, donde lo único que viene es la muerte, por qué carajo no podíamos envejecer hasta los 50 y que los años que nos quedaran seguir así, sin irnos pudriendo de a poco, tal vez por ser unos cobardes que no se animaban a terminar con su vida, antes de que esta acabara con nosotros, porque la cuestión ya en la vejez no es vivir o morir, sino esperar la muerte o buscarla.
Yo como la mayoría decidí esperarla, por eso sigo acá.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Lo que hice de mí /17)

Ambos tomamos la sin decírnoslo la inteligente decisión de no esperar en el resto del viaje, recrear lo que había paso en Ushuaia.
Si había sido hermoso, pero como todo irrepetible, por lo que tratamos de disfrutar de los paisajes, los arboles, los olores, los restaurantes, en ese tiempo no había mucho turismo, por lo que se podía comer en un lindo restauran, sin andarse prohibiendo de nada.
La verdad disfrute mucho todo el recorrido, y cada lugar en el que paramos, creo que Mauro también, nos vino bien un cambio de aire, de paisaje, de gente, no entablamos ninguna amistad de esas que nacen y aunque uno diga que no se cortará, lo hace ni bien cada uno emprende la vuelta a su ciudad, solo charlas muy casuales en algunos recorridos turísticos, en un bosque en Neuquen y luego con otro matrimonio en en museo en Mendoza, pero como dije, solo el intercambio de algunas frases, ni siquiera nos presentamos.
La vuelta fue rara, luego de que llegué a casa, que si mis hijos habían ido pero su máxima limpieza había sido barrer.
Por eso lo primero que hice fue abrir las ventanas, y después subí las sillas, y exceptuando el living, me puse a baldear toda la casa, después pase el trapo, y luego encere, termine con la cintura y la columna hecha mierda, me tome un ibupirac, un diclofenac, y me coste, dormí como 10 horas seguidas.
Me desperté a las 9 de la mañana, y cuando me levante a tomarme un café, vi la carne sobre la mesa, Mauro iba a hacer un asado, mis hijos, y sus parejas, bah las de mis hijas, Victor, se había dejado con su novia, también.
Yo no podía ni ver la carne y los chorizos a esa hora, así que trate de mirar para otro lavo mientras la pava se calentaba y me pase a batir el café.
Después preparé las ensaladas de tomate y lechuga, y también hice unas papas fritas, ya que Mauro y Victor, odiaban las ensaladas.
Durante el almuerzo, Alejandra me dijo que se casaría con Andrés, hacia casi 1 año que salían, él era un muchacho bastante agradable, tanto en personalidad como en apariencia, era pediatra, y le iba bastante bien par ser que se había recibido hacia solo un año, ya tenia su buena clientela.
En ese momento pensé que lo que me quedaba de la vida era esperar la muerte, ver los nietos, y convertirme en una abuela consentidora, que era lo que debe ser casi obligatoriamente una anciana.  

sábado, 17 de septiembre de 2016

Lo que hice de mí /16)

Decidimos irnos por todo el verano a recorrer el país, y por la estación, obvio que preferimos hacerlo por el sur que por el norte, queríamos escaparnos del calor.
El 2 de enero de 1983, salimos hacia Ushuaia, por descontado lo hicimos con un mapa que apenas entendíamos por lo que en cada estación de servicio consultábamos si estábamos siguiendo bien la ruta al sur, de pasada vimos un montón de ciudades de provincia, todas parecidas entre si o por lo menos lo que nosotros desde la tura llegábamos a notar.
Después de manejar durante 7 horas, parando como ya dije para cargar nafta, llegamos a Río Negro y nos quedamos en un hotel de paso al norte de la provincia, la verdad que se respiraba otro aire ahí, más fresco o por ahí era solo mi sensación.
Al día siguiente que teníamos planeado manejar otras 7 horas y llegar hasta Chubut, el paisaje fue muy diferente, desolado, los pueblos se percibían cada muchísimos más kilómetros que en Buenos Aires, pero la verdad que eso no desmeritaba nada, esa ausencia de gente, casas, etc, le daba una belleza absoluta.
Lo mismo fue en Chubut y Santa Cruz, al 4 día llegamos a Ushuaia, era un destino de cuento de hadas, todas casitas empinadas, vimos el faro, el muelle, y todo era una sensación vivificante, por primera vez nos abrazamos en todo el tiempo que duraba el viaje, cuyo único contacto físico lo habíamos tenido al rosarse nuestros hombros u antebrazos involuntariamente mientras estábamos acostados o las puntas de nuestros dedos cuando nos pasábamos el mate.
Allí volvimos a hacer el amor, aunque no sé en qué medida eramos nosotros y en que el dejarnos imbuir por el ambiente, la ciudad, las casitas empinadas, el frío en enero, la lejanía de todo lo que era nuestra vida, una forma de despejarnos, de olvidarnos por un rato, de evadirnos, que estaba funcionando, aunque claro era solo un desvió, pero creo que por que a pesar de que los 2 lo sabíamos, preferimos dejar de lado todas las cuestiones, y entregarnos a esa felicidad que como toda felicidad, sería pasajera. 

sábado, 10 de septiembre de 2016

Lo que hice de mí /15)

Es tan contradictorio lo que sucede cuando los hijos se hacen mayores, primero porque cundo te das cuenta que estos empiezan a hacer cosas que vos consideras que hacías hace nada, como arreglarse o mis hijas maquillarse, no lo podes creer, el tiempo pasa con una rapidez agresiva, y te va poniendo en diferentes casilleros, a mí en el de mujer madura, con hijos grandes, casada hacia 25 años, y que por fin ya no tenia que lavar más ropa, ni planchar, ni escuchar berridos, ni corregir tareas, ni vigilar que metieran los dedos en los enchufes.
Ahora tenia que estar pendiente de que no se drogaran, o metieran en un partido político, o no anduvieran mis hijas con alguien violento, y mi hijo con una mujer de pasado, y no me refiero a que hubiera tenido otros novios, sino a que viniera de una relación enfermiza, con algún loco que terminara rompiéndole la cabeza a mí hijo por celos, o si no esas reventadas drogadictas, que terminan arruinando a todos los que la rodean.
Por suerte mi hijo no cayó en nada de eso, igual era un muchacho bastante frío, se parecía a mis padres, tampoco es que tuviera grandes ambiciones con respecto a su trabajo, cosa que en el fondo me alegraba, así no terminaba siendo un frustrado si no las conseguía o un corrupto, no él entró a trabajar en una empresa en Recolecta, mientras vivía en un departamento en Palermo, pequeño, pero según él cómodo.
Mi hija menor, ni bien terminó su carrera de maestra de preescolar, se casó con su novio de toda la vida y a los 2 meses ya estaba embarazada.
Mi hija, no, ella decidió irse de mochilera a Europa, por 1 año, había ahorrado bastante, y también por las buenas calificaciones obtenidas nosotros decidimos darle un poco de plata extra.
Y así llego a lo que planteaba al principio, mi contradicción, el nido vació, me había quejado tanto de la maternidad, que ahora que por suerte mis hijos estaban criados, que ya eran adultos que no dependían en absoluto de mí o de mauro, me sentía extraña, inútil, ahí estábamos los 2, no eramos viejos, teníamos 45 yo, y 47 él, pero nos sentíamos mayores.
Qué íbamos a hacer con el tiempo que disponíamos, Mauro ahora podía tener empleados, lo suyo era más que todo administrativo, y yo después de limpiar lo poco que ambos ensuciábamos, y trabajar en la farmacia, nada, miraba telenovelas, leía algún libro, y luego de vuelto a lo cotidiano, preparar la cena, a veces la hacia Mauro que en los últimos años se le había dado por cocinar, pero yo sabia que necesitábamos algo más, ya casi nunca nos buscábamos en la cama, cuando me quise dar cuenta, la última vez que habíamos tenido sexo, había sido en invierno, y andábamos a finales de octubre.
Y tenia yo ganas de estar con él, de volver a tener su cuerpo encima, o él el mío, ya después de tantos años y centenares de veces juntos, conocíamos los movimientos del otro en el sexo, como movía la lengua, como acariciaba, donde besaba, todo, era ser un mediocre mago de fiestas infantiles, condenado a repetir sus básicos trucos una y otra vez.
Ya que la verdad ninguno de los 2, era de plantear algo diferente, además yo creo que cuando se empieza con cosas raras, es porque ya no te entusiasma el otro, y por eso se busca tapar la falta de atracción con juguetes o cosas por el estilo.
Igual tampoco valía la pena dejar un buen matrimonio, que la verdad no es otra cosa que conseguir a través sentirse respetada y querida y que el otro también lo sienta de parte tuya.
Pero me intrigaba lo que pudiera sentir él, si me engañaba no se lo perdonaría, y por ende tendría que comenzar de nuevo toda mi vida. 
 

sábado, 3 de septiembre de 2016

Lo que hice de mí /14)

De a poco me fui enterando del pasado de Adriana y Bendek, eran una familia pequeña, Bendek era hijo único, el marido de Adriana había muerto un año antes de que se vinieran, se llamaba Roman y como su hijo luego de él, había sido farmacéutico.
Bendek al parecer no siempre había sido huraño y taciturno, se volvió así luego de que su esposa, Bianca, muriera durante el viaje a Buenos Aires mientras daba a luz, el parto se malogro muriendo tanto ella como el niño.
-Bendek quedó así, viviendo en el pasado, creo que los únicos momentos donde se siente bien es cuando logra un recuerdo fiel, entre tantos otros que se inventa o idealiza.
Pensé en eso, Bendek seguramente siempre había tenido una personalidad tendiente al pesimismo, en eso yo era bastante parecida, por eso creo que luego de la tragedia vivida, decidió no volver a casarse, ni tener hijos, refugiarse el resto de su vida en los recuerdos idealizados, en un pasado perfecto, lleno de risas, de comprensión de amor, volviendo a Bianca, una especie de diosa, especulando con que habrían tenido muchos hijos, y recurriendo a las imágenes de la familia perfecta, el hombre leyendo el diario durante el desayuno, la mujer sirviendo el café, los chicos con su hablar chillón y sus guardapolvos blancos, listos para ir al colegio, sin pensar que tal vez esa vida lo hubiera aburrido, fastidiado, que un hombre solitario como él, ensimismado entre frascos, el escuchar tantas voces, el satisfacer las demandas de un niño, el ver como ese amor se iba volviendo rutina, tampoco le hubiera gustado, y tal vez habría terminado igual de ensimisma y taciturno que lo era actualmente, pero sin contar con la comprensión y el amparo absolutos de su madre.
En el fondo esa tragedia le daba una especie de autorización a regodearse en su dolor, a mostrarse tal cuál era.

sábado, 27 de agosto de 2016

Lo que hice de mí /13)

El lugar era muy diferente a lo que son las actuales farmacias, todas blancas y vidriadas dando la imagen de un ambiente séptico, antes se parecían más a un almacén con la diferencia de que vendían remedios, pero estéticamente coincidía mucho con estos.
Este en particular era bastante grande, unos 7 metros de largo por 7 de ancho, 3 de las 4 paredes estaban repletas de grandes frascos etiquetados.
Allí me atendió un mujer de unos 60 años, ya la conocía, ella por lo general era quien despachaba, la señora era muy simpática, me contó que necesitaban una empleada de 8 horas, 4 a la mañana de 8 a 12 y 5 a la tarde de 16 a 20.
Al día siguiente me llamó para decirme que me daba el trabajo, y que comenzaba mañana.
Esa noche apenas dormí, era un nuevo comienzo para mí, una especie de prueba, la primera vez que trabajaba fuera de mi casa, que ganaría un sueldo, mi propia plata, no sabia muy bien qué ponerme así que busque entre mi ropa lo que más se parecía a lo usaba Adriana, una de las dueñas de la farmacia junto con su hijo, estos consistían en ropa clara, clásica, vestidos o polleras hasta debajo de la rodilla, zapatos con taco bajo, una camisa también clara y el pelo recogido en un discreto rodete.
Mi ropa en general era oscura, peor tenia algunas prendas claras, me las probé y lo que mejor me lucía era un vestido color crema, lo convine con unos zapatos del mismo color y me ate una cola, ya que nunca me he sabido hacer peinados muy complicados.
Adriana me estaba esperando en la puerta de la farmacia, casi me asuste al verla, ya que eran las 8 menos cuarto, y yo pensé que mi reloj se había retrasado.
-Sabia que ibas a venir más temprano, es una costumbre cuando recién se empieza un trabajo, y no quería que te quedarás afuera, pasa, vamos a tomar un café.
Adriana me hizo pasar detrás del mostrador y me condujo por una puerta hasta un pasillo angosto donde había 5 puertas más, me llevo a la 2 de la derecha, donde estaba la cocina comedor, un lugar pequeño pero muy agradable y tan limpio como la farmacia, allí había olor a café y galletitas al horno, me ofreció unas y tuve que contenerme para comerme solo 3 porque la verdad que eran riquísimas.
Adriana mientras servía casi como la más servicial de las camareras el café, y luego se sentaba a tomarlo conmigo, me preguntaba por mis hijos.
-Bien, por suerte estudiando y sin meterse en nada raro.
-Sos de las privilegiadas.
La charla derivo hacia ella, ya que estaba segura que su vida había sido mucho más interesante que la mía, por lo que me habían contado era polaca, había venido a la Argentina unos meses antes de que empezara la 2 guerra mundial, aunque no quería preguntarle mucho al respecto ya que era sabido las innumerables tragedias que habían vivido los emigrados.
-Gracias por el café y por esperarme fuera, y por las galletitas por todo.
-Basta de tanto agradecimiento, Viviana, para mí es un placer tener con quien charlar a la mañana.
Casi se me sale decirle, y tu hijo, ella como si me hubiera divinado, me dijo:
-Bendek, es un solitario, a él le encanta estar en el laboratorio preparando las drogas o si no leyendo, desayuna incluso más temprano que yo, ambos somos madrugadores, pero a mí me gusta desayunar más tarde.
Antes que pudiera seguir contándome, se hicieron las 8 y nos fuimos ambas a trabajar.
La dinámica acordada era sencilla, yo recibía a los clientes, estos me pasaban la receta, yo se la pasaba a Adriana, esta a Bendek o si no era necesario, buscaba entre las tabletas o los frascos, la droga indicada en el papel, quien me la daba a mí ya embolsada, para que se la diera al cliente y le cobrara.
Al pasar los días cada vez me sentía más satisfecha, y cuando cobre mi primer sueldo, casi hago una fiesta, decidí ahorrar una parte y el resto gastarla en regalos, el más caro para mí marido, quien me había pagado el boleto para que pudiera viajar a estudiar, y nunca me hizo un reproche, de que las mujeres deberían quedarse en la casa, ni nada por el estilo, los demás para mis hijos, por no causarme más preocupaciones de la cuenta y el otro para Adriana, por darme el trabajo.
Era un prendedor con el símbolo de las farmacias, una copa con una serpiente rodeándola.




sábado, 20 de agosto de 2016

Lo que hice de mí /12)

Los años pasaron, se escribe, se lee y suena tan fácil, años que fueron todo menos eso.
Criar a mis 3 hijos fue algo duro, difícil, complicado, agotador, darse cuenta que la familia propia cuando es solo un concepto, es en general algo que se anhela, y que en la realidad es algo que se construye pero que a cada momento se puede ir destruyendo y hay que volver a construirla como si de un puente en pena guerra se tratara.
En cuanto a mí matrimonio, nos queríamos con Mauro, pero siempre estábamos cansados igual nos aportaba cierta paz vernos, compartir nuestro agotamiento, las veces que teníamos sexo, porque lamentablemente no se le podía llamar hacer el amor a eso, los 2 por lo menos 1 vez a la semana, estábamos juntos, yo abría las piernas y él me penetraba, eso era casi todo, los 2 cansados, aunque tampoco lo hacíamos solo por inercia, a pesar de que no había caricias previas, ni besos, y que sus manos sobre mi espalda o cadera se sentían tan ásperas como una lija, por su maldito trabajo, me gustaba sentirlo esos escasos minutos sobre mí, su piel contra mi piel.
Mis hijos crecieron en una época muy particular, pero tal vez o principalmente por vivir en una ciudad relativamente pequeña, no se vieron influenciados por la política de aquellos años, ninguno afortunadamente militó en ningún partido, ni mucho menos simpatizó con la guerrilla, o cualquiera de esas cosas, no fueron lo que en esa época se llamaría burgueses apolíticos, aunque de una pequeña burguesía, de esa que llegaba con esfuerzo a fin de mes, con un padre que se rompía el lomo para poder pagarles la universidad.
Yo aproveche ese período que también involucraba el feminismo, para ponerme a estudiar, aunque lo hice sobre todo porque a pesar de que había pasado años quejándome de lo agotada que estaba, ahora que ya no tenia a los chicos en casa, que no tenia que pasarme el día con Esther (quien se había jubilado) haciendo los quehaceres de la casa, tome el curso de 1 año para ser ayudante de farmacéutica.
Al graduarme, busque trabajo en la farmacia de unos polacos que habían abierto hacia ya varios años, se trataba de una madre y su hijo, gente eficiente a la que les había comprado los medicamentos para mis 3 hijos durante todas las enfermedades infantiles que cada uno de ellos tuvo.




sábado, 13 de agosto de 2016

Lo que hice de mí /11)

Al otro día durante el desayuno, Mauro, me dijo:
-Mi mama conoce una señora Esther.
-Ah, ¿y?
-Es de las mujeres que ayudan en la casa.
Hablar de poner una sirvienta o una señora para la ayuda de los quehaceres, en una casa que apenas si era de clase media raspando, a principios de los 60, era sinónimo de que la señora de la casa, no servía, y había que gastar de más para que las cosas se hicieran bien.
Deduje lo obvio, que Mauro me había oído por la noche, y se había quedado pensando en la forma de ayudarme, pobre la verdad que para haber sido un hombre criado en una época donde toda "buena mujer" sabia lavar, planchar, tender las camas, barrer, lavar el piso, cocinar, bordar, etc, que no me hubiera insultado, gritado o simplemente mostrarse indiferente, no él hasta había pensado una solución, yo a pesar de todo, no me quedaba de otra que aceptar, ya que tampoco se me ocurría otra opción.
-Bueno, te parece que nos va a alcanzar.
-No, te preocupes, va a alcanzar.
Ya sabia yo como alcanzaría, menos empleados en la maderera, él haciendo el trabajo de estos y cobrando lo que serían horas extras.
Me sentí una explotadora, una miserable, un personaje de novela inglesa en África o la India, donde todas esas mujeres de punta en blanco se dedicaban a pasear con sus sombrillas que ni siquiera eran capaz de llevar ellas, mientras un montón de sirvientes eran explotados para darles el gusto. 
A la mañana siguiente, vino Esther, era una señora de esas sin edad, que pueden tener entre 40 y 60 años, luego me entere por ella que tenia 49, alta robusta, aunque no gorda, fuerte, ni bien le vi las manos supe que era trabajadora, curtidas, rojas, con los muñones pelados, las uñas sin pintar, ni siquiera tenia anillos.
-Linda casa, señora.
-Por favor, llámame Viviana, y tutéame.
-Viviana, pero no puedo tutearla, señora, ya sabe soy de otra generación y usted es quien me está dando trabajo, por ahí con el tiempo, pero...
-Está bien, no se preocupe.
A los pocos minutos, me pidió que le enseñará las habitaciones, lo hice, y enseguida se puso a correr las sabanas para tender la cama, era rápida y eficiente, yo la ayudaba para no verme tan inútil, y ella, inteligente, en ningún momento me dijo, deje que lo hago yo, o para eso estoy acá, nada, me dejó hacer, enseguida me cayó bien.
Pasadas unas semanas, me desahogué con ella, era a la única persona que sentía que le podía tener la confianza suficiente para hablarle de mis penas, teniendo la seguridad que no se lo diría a nadie, y sobre todo que me comprendería.
-Nos pasa a todas, a mí no a su edad, porque no tuve hijos, pero fui la 4 de 8 hermanos, y mi pobre madre siempre estaba al borde de la locura, y peor en una casita de 2 habitaciones, no sabe lo que era eso, y peor cuando mi papa nos dejó, trate de ayudarla todo lo posible, pero murió con una cara de cansancio y amargura que nunca se me va a ir de la cabeza.
Por eso yo cuando ya tenia unos añitos, me anote de enfermera, en casa solo quedaba 1 de mis hermanos, mama y papa habían muerto, por lo que las chicas teníamos cierta libertad, aproveche e hice el curso de enfermera, no quería algún día me casaba y mí marido, hacia lo mismo que mi padre.
Igual las cosas que vi, pero bueno, una por lo menos se queda con la tranquilidad de haber podido ayudar en lo posible, qué sé yo, hacer menos dura la agonía, y no sabe como me alegraba cuando un paciente se recuperaba, o una parturienta daba a luz a un bebe sanito.
Ahí en el hospital conocí a Carlos, mi esposo, que en paz descanse, él ya estaba enfermo de tuberculosis, pero de esa recaída se salvó, pero yo ya no podía separarme de él, y por suerte él tampoco de mí, por lo que el mismo día que le dieron de alta, nos comprometimos, le pidió la mano a mío hermano, que se la dio contentísimo, una menos en la casa, ya que lo que esperaba es que todas nos fuéramos para poderse venir con su mujer, y o tener que construirse una por su cuenta.
Me llevó a vivir a una pensión, al pobre para más no le alcanzaba, además en esa casa lo casera lo trataba como a un hijo, y a mí por suerte me acepto como una hija, no anduvo con odios de suegra, ni nada.
Igual siempre planeábamos hacernos nuestra casita, aunque yo sabia que era incomposible, porque Carlos faltaba mucho al trabajo por su enfermedad, y esos días no hacia un peso, él era relojero, alquilaba un pequeño local, a veces solo le alcazaba para pagar la renta y nada más, se frustraba un montón, y a veces me decía que yo no me había conseguido un esposo, sino un trabajo extra, un enfermo más, que estaba casada con mi profesión, luego se arrepentía y me besaba las manos, pidiéndome perdón, yo lo entendía, es horrible tener una enfermedad crónica y mortal, por eso ambos decidimos no tener hijos, no queríamos que el chico fuera huérfano de padre, además qué vida le iba a poder dar yo con mi sueldito de enfermera.
Un año me duró, no sabe lo que fue cuando ya estaba en las últimas, llore tanto, maldije, grite, y el día que murió, ese mismo día renuncie al trabajo, no soportaba ve a 1 enfermo más.
Desde que hacía mencionado a Carlos, no dejaba de tocar su anillo, que colgaba en una cadena sobre su cuello.
Las 2 nos quedamos un momento llorando en silencio, y luego volvimos a los quehaceres. 


 

sábado, 6 de agosto de 2016

Lo que hice de mí /10)

Envejecí tanto en esos años, diría en esos 6 hasta que mi última hija nació, que los sentí como si fueran 20.
Las cosas hace más de 50 años, no eran fáciles, bueno no lo son ahora tampoco, pero por lo menos las mujeres pueden decirlo y reprocharle al hombre o no reprocharle, expresarle que se siente sola, sobrepasada, antes no, antes la mujer tenia que aprender a lidiar con los chicos, porque eso era su deber, su obligación, lo normal.
Y entre lo normal, estaba levantarse a hacer el desayuno, tender la cama, cambiar a los bebe, enseñarle al más grande a caminar, a comer, a hablar, lavar pañales y en esa mierda de tabla que yo la odiaba, que me hacia pedazos las manos y la espalda, temblando de frió en invierno, y transpirando como una cerda en verano, ir con todos mis hijos a comprar la fruta, la verdura, la carne, volver y preparar todo, mientras vigilaba que Victor no tocara nada, o se cayera, o se quemara, ni manchara las paredes, que la bebe y luego la nena y la bebe cuando nació mi última hija, estuvieran bien, que no se pasara la comida, ni mucha ni poca sal, y además de todo eso tratar de tener la casa limpia, repasar los muebles.
Tenia 23 cuando me empezaron a salir canas, por suerte pocas y solo me di cuenta un día que milagrosamente todos los chicos se habían dormido sin joder mucho, y tuve tiempo para cepillarme el pelo tranquila, me reí y luego llore en silencio, para no despertar a Mauro.
Esto que voy a escribir me cuesta hasta reconocérmelo a mí misma, pero en ese momento odie a mis hijos, me sentí un montón de basura que soplo estaba en el mundo para alimentar a esos cerdos que eran ellos, seres que vivían ensuciando, gritando, llorando, con sus garras sobre mi vestido.
Pensé en tantas cosas en ese momento, desde agarrar la poca ropa que tenia e irme a la mierda, cosa que la verdad hacían varias mujeres en esa época, en todas las familias había una hermana, una tía o en el peor de los casos una madre, que se había ido, dejando a todos sus hijos, que luego como brazas calientes eran distribuidos por el padre en las casas de sus hermanos  abuelos, tíos o vecinos cercanos.
Yo entiendo que esos hijos se criaran con un  gran resentimiento hacia sus madres, pero lo de ellas también es comprensible, se sentían atrapadas, rotas, y al primer sinvergüenza que les decía 1 palabra bonita, se iban corriendo y con la lengua afuera como los perros de la calle, igual para las pobres infelices ese remedio era peor que la enfermedad, ya que en el mejor de los casos, terminaban repitiendo patrón, con el tipo que se habían ido, llenándose de otro montón de chicos, nada más que viviendo en condiciones más precarias y siendo juzgadas por todo el mundo, al no estar casadas y ni hablar si alguien se enteraba de lo que habían hecho, la miraban como a una paria, y en el peor, el amante resultaba un hijo de puta, que las terminaba prostituyendo y morían de alguna golpiza propinada por el amante o por alguno de los clientes, sino por alguna enfermedad venérea.
Yo sabia todo eso, además si me iba la culpa no me dejaría vivir, por lo que la única salida era el suicidio, y lo pensé, pero me detuvo la vergüenza, no quería que mis hijos crecieran sabiendo que su madre se había suicidado, tampoco me parecía justo con Mauro, por eso para olvidarme de todo, me desnude y me metí bajo la ducha, dejando que el agua corriera esas ideas de mi mente, me tomé un té, y me acosté. 


sábado, 30 de julio de 2016

Lo que hice de mí /9)

Al volver a casa, todo lo precioso de la maternidad, se fue transformando poco a poco, ya que sumado al quehacer cotidiano, tenia que ocuparme de las necesidades del bebe, cambiarlo, darle la teta cada 3 horas, cosa que hacia que luego me costara por lo menos media hora volver a dormirme, vigilarlo, constantemente, ver que no levantara fiebre, tuviera cólicos, vómitos, etc.
Mi aspecto se empezó a resentir, me veía ojerosa, había bajado de peso, pero todavía mi cuerpo no lo asimilaba por lo que me quedaban los colgantes por lo que había engordado durante el embarazo.
Con Mauro apenas ns veíamos, ambos cansados, frustrados, preferíamos ni hablar para no discutir, y nos centrábamos en hacer reír al bebe, de hacer el amor, ni hablar, no teníamos ganas ni de besarnos.
A los 6 meses de nacido, recién empezó a dormir 5 horas seguidas, no lo podía creer, luego a los 8 6, y ya al año tanto como dormía las mismas horas que yo, y pude recuperar la intimidad con Mauro, sobre todo después de que ya teníamos la casa terminada y la mayoría de las deudas pagadas.
En ese tiempo me pude "relajar" o por lo menos descansar lo que se debe, pero también fue el período cuando quería empezar a sentarse solito, a hablar, a caminar.
Al año y medio de nacer Victor, descubrí que estaba embarazada de 2 meses, no lo podía creer, hubiera preferido esperar por lo menos 1 año más, Victor todavía necesitaba un montón de cuidados, apenas caminaba a las chuequeadas, y estaba empezando a hablar, lo peor es que sabia que cuando naciera mi próximo hijo, tendría 2 años, la edad donde son hiperactivos, y todo lo tocan, lo chupan, lo rompen, hay que estar con 4 ojos o tenerlos atados, pero igual me alegre con la noticia y llore, aunque esas lagrimas también eran producto de la incertidumbre. 

sábado, 23 de julio de 2016

Lo que hice de mí /8)

Me embarace enseguida, cosa que en ese tiempo era lo más normal y esperable en un matrimonio recién casado, el hombre y la mujer debían demostrar su fertilidad, pero para mí sobre todo ahora visto tantos años después, fue un error, la panza y todos los preparativos para el bebe, nos impedían ocuparnos de nosotros, conocernos, ver como funcionábamos como pareja, pero como dije, en esa época, nadie pensaba en esas cosas, la gente se casaba casi exclusivamente para formar una familia, nada más, el resto, la convivencia, el amor, la compatibilidad, eran cosas absurdas para la mayoría o simplemente impensadas.
Por lo que lo único que sentí fue frustración, odiaba ser ama de casa, tender la ropa, lavar los platos, vasos, cubiertos, hacer el desayuno, la comida, la cena, lavar la ropa, en ese tiempo tenia que hacerlo a mano, cosa que me llevaba un montón de tiempo y esfuerzo, comprar tela, hacerme vestidos para los últimos meses del embarazo, también para la ropa del bebe, y en ese tiempo sin ecografías, hacer tanto rosa como azul, o blanco, yo elegí hacer la mayoría de blanco.
Mauro creo que estaba tan cansado y frustrado como yo, pero al vernos tan poco, apenas hablábamos, y siempre con la comedia de como iba creciendo mi panza, si el bebe daba alguna patada, todas esas cursilerías que igual para una pareja recién casada y que está esperando un hijo, son hermosas.
Cuando fue el día que tuve que parir, en el hospital, obviamente no quería tener nada que ver con las comadronas, me daba terror que el bebe viniera de culo o alguna otra complicación y empezara esta a meter cucharones o alguna otra cosa y que sin querer le causara al bebe secuelas de por vida.
Por suerte el parto fue normal, que en esa época era un doctor que gritaba más fuerte que una por los dolores del parto, y te ordenaba pujar como una violencia absoluta, por lo menos así fue el doctor que me tocó a mí, me sentía en una sala de tortura, con gente alrededor mío y yo con las piernas abiertas toda transpirada, gritando y llorando como una loca, mientras hacia un esfuerzo terrible, hasta que nació Victor.
No voy a describir lo que sentí cuando me lo pusieron en los brazos, porque no tengo palabras para hacerlo como ese momento merece, es algo que se siente, no se puede describir.


sábado, 16 de julio de 2016

Lo que hice de mí /7)

El día que me case, no fue tan memorable, si estaba emocionada y luego llore como una Magdalena, pero ahora no es de los recuerdos más importantes de mí vida.
Me acuerdo que había pasado 2 meses yendo a la modista, comiendo lo menos posible para no engordar ni medio gramo, y ese día todo se unía la maquilladora, la peluquera, la modista, y las parientas, una que me quería dar algo azul, otra algo prestado, otra algo nuevo, no sé como no me desmaye, porque encima apenas había comido una galletita y 1 caramelo.
Recuerdo la alfombra roja, la iglesia, la cara de los conocidos y parientes, a Mauro de smokin.
La fiesta apenas la visualizo, y eso que acabo de ver las fotos, pero no logró captar esos momentos, supongo que porque estaba muy nerviosa debido a la noche de bodas, ya que era virgen, cosa absurda hoy en día, peor en ese tiempo era bastante común, no digo que todas las mujeres se casaran vírgenes, nada que ver, incluso había algunos casos de personas que convivían sin casarse, en mi ciudad casi ninguna, porque eramos más conservadores, pero que las había las había.
Y bueno, luego de las 12 de la noche, nos "escapamos" con Mauro, y fuimos a un hotel de la ciudad vecina, ya luego a la mañana tomaríamos el tren para Córdoba.
Me sentía tan nerviosa, al salir del baño y verlo a él en calzoncillos, siempre había sido un hombre robusto, pero esos 2 últimos años se puso bien macizo debido a que para lograr construir nuestra casa, luego de trabajar en la maderera, se iba acarreando ladrillos, bolsas de cal, de arena, para construirla, él con unos amigos que habían ido a la escuela técnica la levantaron.
Bueno ver a ese hombre corpulento esperándome, que me acarició la mejilla, me beso, me levantó en andas y me coloco suavemente sobre la cama, mientras me quitaba el corto camisón y yo quedaba desnuda frente a un hombre por primera vez en mi vida adulta, como verlo a él desnudo, el primer hombre en mi vida y tenia miedo y ansias.
Me dolió, llore, pero también fue hermoso, y Mauro supo ser dulce, y me encanto tenerlo dentro, sentir su cuerpo sobre mí, sus labios sobre mis pechos, sobre mi cuello, mis labios sobre sus brazos, mis manos sobre su espalda, nuestras piernas entrelazadas.

Lo que hice de mí /6)

En todas las edades el amor es diferente, por lo que no me es fácil describir lo que empece a sentir por Mauro.
Lo que si puedo decir es que fue algo que se dio de a poco, que es como creo que son lo amores más duraderos, nos fuimos conociendo, tanto lo bueno como lo malo, nuestros defectos que eran muchos, obviamente, muestras virtudes, que no gustaba, que no, pero creo que algo que nos unió y que no perdimos, afortunadamente, es que siempre nos gustó estar juntos, y eso si que es algo raro, porque pasamos 5 décadas juntos, transformándonos físicamente y en menor medida interiormente.
Pero estar con él, siempre me hizo sentir acompañada, querida, protegida.
Aunque también hay cosas que solo se viven cuando todo recién empieza, las confidencias, él me contó que a su tía la había querido más que a su madre, porque para ella, que no había tenido hijos, él era su consentido, sobre todo porque cuando conoció a los otros ya estaba muy enferma.
Catalina, su tía, se había mudado con su hermana, luego de que el marido muriera en una obra en construcción, después de caer de un peldaño, al poco tiempo le diagnosticaron cáncer, y su hermana le insistió en que se mudara con ella.
Catalina lo hizo, y aunque fue para que la cuidaran a ella, terminó cuidando a Claudia, ya que esta estaba en los últimos meses de su primer embarazo, cuando nació Mauro, y al poco tiempo volvió quedar embarazada.
Catalina, luego de que la operaran y le sacaran un seno, se dedicó exclusivamente al cuidado de Mauro, y de su hermana, siempre había sido más una madre que otra cosa, debido a la diferencia de edad, le llevaba 11 años, y que sus padres habían muerto cuando Claudia tenia 14 años, por lo que Catalina, tuvo que ser madre y padre de su hermana, y ahora de su sobrino, ya que su cuñado se pasaba el día en la maderera, y su hermana embarazada.
Aunque a su 2 hijo lo perdió a los 3 meses de embarazo, pronto volvió a quedar.
Fueron pasando los años, y Mauro sentía mas apego por la mujer que le echaba alcohol y le ponía una venda si se lastimaba el codo o la rodilla, lo despertaba para ir al colegio, le planchaba la ropa, que por la que veía siempre cargando un bebe, dándole de mamar o cambiándole los pañales.
Cuando Mauro cumplió 11, a su tía le volvió en cáncer, le hizo metástasis y murió a los pocos meses.
Al contármelo lloraba, y yo también.