sábado, 31 de diciembre de 2011

Expresiones de mi vida /9) Mi hermana.

No sabia si ir primero a ver a mi hija o a mi hermana, me decidí por mi hermana ya que quería hablar de papa con ella.

Mi hermana vive bastante cerca de mis padres, en el mismo barrio, Palermo, claro que en una zona mucho más cara, cuando entro a su departamento siempre me quedo impactada, esa mezcla de incomodidad con fascinación, bah dicho en otras palabra envidia, esto es mío, y para mí, que voy a andar negándome lo obvio, si le tengo envidia, envidio su casa, su auto, su ropa más o menos porque no me gusta lo que usa, pero si su carrera porque aunque  ella diga que no le guste o que la decepciono, o que se traiciona o no sé cuantas cosas, siempre va a tener reconocimientos, entre una maestra o profesora o asistente, y una periodista hay una vida de diferencia, sobre todo en plata y reconocimiento.

-Como andas.
Ahí estaba Ana con un vestido rojo demasiado corto y ceñido para su edad, a los 53 años no tendría que usar algo así.
-Bien y vos.
Me dio un beso y me quedó impregnado el hermoso olor de la crema anti-arrugas que usa.
-Con trabajo, igual un poco menos, ya a esta edad si no podes delegar, retirate.
-Vos podrías.
-Pero no quiero.
Gata flora, siempre lo fue.
-Con el gobierno que tenemos debes tener para escribir y decir de sobra.
-La gente no quiere escuchar críticas al gobierno.
-Los que te miran a vos si.
-Ni ellos, la gente está cansada de oír que el gobierno que no les gusta gana, además estoy por empezar un nuevo programa, uno más social.
-Ya empezaste vos también con eso.
-Es lo que funciona, a la gente le gusta.
-Y a vos.
-Si qué sé yo, ya no sé qué me gusta y que no.
-Vos sabrás.
-Qué te dije recién, nunca escuchas.
-Viste como esta papa.
-Si fui el lunes, pobrecito está jodido.
-Y mama ni lo mira, yo creo que hay que poner a una persona.
-Ya se lo dije a papa y no quiere, dice que lo hace sentir inútil.
-Pero no puede estar así, se va a morir.
-Laura, igual se va a morir, lo siento pero es así, vos lo viste, casi no se levanta, no quiere comer.
La mire con impotencia pero qué podía hacer, papa no quería vivir, y me gustara o no tenia que respetar su decisión.
Le iba a preguntar por Natalia, pero linda hubiera quedado como madre si le preguntaba por mi propia hija.
La salude y me fui.
Ahora me falta lo más difícil de todo el viaje ver a mi hija.



sábado, 24 de diciembre de 2011

Expresiones de mi vida /8) La imagen del padre.

Verlo  a mi padre en ese estado me dolió mucho, siempre fue un hombre fuerte, trabajador, ni bien entre a la pieza y lo encontré así, me acorde cuando llegaba del trabajo y me levantaba y me daba un beso, ahora estaba tan flaco que creo que yo lo podría haber levantado a él.
-Laura.
Cuando lo escuche decir mi nombre, note que también la voz sonaba débil.
Como pude disimule lo que sentía.
-Papa, viste se te cumplió, acá estoy.
-Por fin viniste a verme, te esperabas un poco más y me ibas a visitar al cementerio.
-No digas eso.
-Es la verdad, estoy viejo pero no boludo.
-Papa, no podes pasarte todo el día en la cama.
-Vos me vas a decir lo que puedo o no hacer, tengo ochenta años, el reuma no me deja estar, para qué querés que coma, no quiero seguir viviendo.
-Papa.
-Papa nada, yo ya hice mi vida, ya está, ahora quiero morir.
No sabia qué decir, quien era yo para obligarlo a vivir, alguien que iba a verlo cada tanto, le di un beso y salí de la habitación.

Escribí esto ni bien me levante, pero después me largue a llorar, cuando salí de la habitación de papa también me largué a llorar, ya me duelen los ojos de tanto llorar, no puedo aceptar que mi padre sea ese pobre hombre que está ahí esperando la muerte, no acepto tenerle lastima a mi padre, no puedo aceptarlo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Expresiones de mi vida /7) Raídas raices.

Casi dos semanas estuve apestada, qué porquería, igual en la cama solo tres días porque no daba más de la fiebre y del dolor de espaldas, si no no me quedaba acostada ni loca, odio estar en la cama sin sueño.
Después de la gripe me puse a limpiar todo, lave desde el piso hasta el techo.

Y como quien no quiere la cosa se llegaron las vacaciones de invierno, la verdad que el estar tantos días en la cama, aunque estaba destrozada (por no decir hecha mierda) me hacia muy bien tener cerca a mí hijo.
Por eso decidí visitar a mis padres, voy a tener que aguantar a mama, pero bueno, si me pongo a pensarlo mucho no voy, así que mejor no pensar.

Me fije un montón de veces si cerré todo.
Y me subí a la combi, ya que andar subiendo de colectivo en colectivo no, déjate de joder, por unos peso menos.

Ahí estaba mama, Angélica siempre vivió el presente como ella decía, el pasado para los mediocres o los viejos, ahora como odia su presente, antes de vivir de su pasado, prefiere vivir de la vida de mi hermana, se la pasa grabando sus programa, o guardando los diarios cuando ella escribe, Liliana siempre fue su preferida, y más cuando decidió estudiar periodista, creo que nadie estaba más orgullosa de una hija que mi madre, ni hablar cuando llegó a conducir el noticiero, ne sé como no le agarró un patatum.
Nos saludamos, sin muchas ganas cariño de las dos, ella podrá vivir en el presente, pero a rencorosa no le gana nadie, bah por ahí yo.
-Te acordaste que tus padres siguen vivos.
-Yo también lo estoy mama, me podrías ir a ver alguna vez.
-Yo estoy vieja.
-Si mamá cuando te conviene sos vieja, papa donde anda.
-En la pieza, se lo pasa metido ahí.
- ¿Todavía no se levantó?
-Se levantó y se volvió a acostar.
Iba a decir que me parecía raro, papa nunca fue de dormir mucho, ni siquiera los fines de semana aprovechaba para quedarse en la cama.
-Lo voy a ver.
-Querés un café.
-Bueno.
Me sorprendió ver a papa tan deteriorado, estaba de un blanco pálido, y muy flaco, siempre fue un hombre corpulento, pero ahora se veía esmirriado.

Mañana sigo, el viaje me tiene cansada, y aguantar a mí madre también.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Expresiones de mi vida /6) Enfermedad de invierno.

Llego el invierno, y me encanta, es extraño, la mayoría lo odia pero a mí me gusta, ojo, tiene sus cosas que no, pero en general me gusta sentir frío, ya que se presta para quedarse en la casa, prepararse algo, estar tranquila.

Escribí esto y ahora no digo que odio el invierno pero estoy cerca, me resfrié, no puedo ni respirara, me agarro fiebre, y a mí cuando me agarra fiebre se me llena la boca de llagas.
No puedo creer el otro día fui a ver a Alejandro a la tarde con el sol, estaba lindo, cuando volví ya el sol se había puesto y para qué, a la noche tos, y al otro día no me podía ni mover.
El doctor me llenó de pastillas, que para esto y para lo otro, tenia que andar mordiéndolas y sintiéndole el gusto asqueroso a esas porquerías porque no las podía tragar.
Ni hablar como estoy, la nariz roja, toda lastimada, los labios también, en fin toda la cara hecha un desastre.

Me la pase en cama mirando televisión, y después mi hijo, un amor él, me trajo una portátil, con esta y el televisor me entretuve un rato, pero la enfermedad te complica todo, no te sentís cómoda en ningún lado, querés dormir pero no podes, querés leer y se te cansa la vista, querés mirar la televisión o la pantalla de la computadora y te molesta el foco, en fin no se puede estar.

Cuando me sienta mejor vuelvo a escribir, hoy solo lo hice para sacarme la bronca por esta enfermedad de mierda.


sábado, 3 de diciembre de 2011

Expresiones de mi vida /5) Comunicación filial.

Un mes que no escribía, me daba cosa volver a ver lo que escribí la última vez, y cuando me dio vergüenza.
Bueno al chico porque la verdad que para mi edad es un chico más que un hombre, ya que podría ser mi hijo, no lo he visto, deje de comprar en ese supermercado, ahora voy al chino, o al almacén del barrio que me arranca la cabeza, pero bueno, no podía aguantar el comportarme como una idiota, y eso es todo lo que voy a hablar de aquel episodio, no pasó nada más.

Ayer me llamó mi madre.
-Hola, seguís viva por que con vos nunca se sabe, ya que no sos capaz de llamar.
-Si querías hacer una fiesta, lo lamento mama pero sigo viva.
-Mira vos, y si haría una fiesta, porque seria la única forma de verte la cara aunque sea muerta.
-Para qué querés verme, para criticarme, o para que te escuche hablar de lo que ha hecho Silvina.
-Para hablar de vos, de como andas, es cierto que Fernando se mudó, nunca me decís nada.
-Si, mama, es cierto.
-Y qué haces ahora, tenes muchísimo tiempo y no sos capaz de llamarme, qué excusa tenés, porque las llamadas no cuestan nada.
-Mama ni aunque las llamadas fueran regaladas te llamaría todos los días, y no sé para que querés que lo haga, para esto, mejor que hablemos lo menos posible.
-Siempre igual vos.
-Si mama, siempre igual, adiós.

La verdad que cuando se tiene mi edad o te volves más hipócrita o más sincera y yo la verdad que prefiero no callarme nada, para que hacerme mala sangre, después todavía me agarra algo por andarme tragando todas las broncas, no señor, yo ahora digo todo lo que pienso.
Y con mama nunca nos llevamos bien, tampoco es que andábamos a las patadas pero esas relaciones de madre e hija que se cuentan todo, nunca tuvimos, con papa si me llevó un poco mejor, lo malo de papa es que es tan poco demostrativo, antes nos enviábamos cartas, pero desde que le agarró reuma casi no me escribe, yo tampoco a él, a veces hablamos por teléfono, pero es un hombre de pocas palabras, tal vez debería seguirle escribiendo no sé, creo que me saldría forzado, papa para eso es rápido, más él que antes se carteaba con el hermano que vivía en San Nicolás.

Increíble, la última vez que escribí fue sobre mi libido, y hoy estoy escribiendo sobre mis padres muy freudiano lo mio.





sábado, 26 de noviembre de 2011

Expresiones de mi vida /4) Libido encendida.

La primera vez que escribo en un día de semana.

Estaba en el supermercado y a un tipo se le cae una botella, lo veo y que lindo qué es, y ya me siento idiota escribiendo esto, qué soy una adolescente, tiene unos ojos avellana, y unos labios carnoso pero sin ser exagerados, y bueno también un cuerpo cuidado, eso hoy en día no es raro casi todos van a gimnasio, pensé en sus brazos sobre mi espalda, en sus manos sobre mi vientre...y tantas otras cosas en ese ratito, a veces la mente vuela demasiado rápido y demasiado alto.

Yo seguí haciendo mis compras a ver si todavía se daban cuenta que estaba ahí mirando a un tipo como una idiota.
Después antes de irme cuando estaba en la caja me di cuenta que era reponedor.

El tipo me genero algo adentro, me activo la libido, suena patético decirlo, pero hace tanto que no siento algo fuerte por alguien, creo que desde mi primer novio que por suerte no fue mi marido, no era muy lindo, pero tenia algo que me atraía mucho de solo verlo, me gustaba estar con él, después que estuvimos juntos como que se terminó todo, era más atracción que otra cosa, pero eso es más de lo que sentí sexualmente por mi marido, y por otra persona que no viene al caso.

Me gusta volver a ser una persona sexual, ahora me falta encontrar con quien..las cosas que escribo, conociendo los tipos que consiguen las mujeres de mi edad, mejor me quedo sola, pero no sé, creo que la soledad no es para mi.


sábado, 19 de noviembre de 2011

Expresiones de mi vida /3) Decisiones de los hijos.

Qué tarde me dormí ayer y con que dolor de cabeza me levante, tuve que ir corriendo a buscar aspirinas porque no aguantaba más.

Igual la cena estuvo hermosa, los chicos cada vez más grandes, yo los sigo llamando chicos pero ya son adolescentes, Santiago y Mariela, se portan bastante bien, me acuerdo que cuando eran bebes,  son muy seguidos apenas se llevan un año, me vinieron  la mente los recuerdos de cuando pasé una temporada en San Antonio de Areco, ahí vive mi hija con su marido y los chicos, aproveche que eran las vacaciones y me pasé una semana con ellos. Es tan lindo tener contacto con un bebe, por lo menos yo siempre me sentí protectora cuando tuve uno en los brazos, tocar esa piel tan delicada, tan rosa, verlos tan chiquitos, con esos dedos tan pequeños que parecen de muñecas, con esas hebras de pelo tan delgadas, es increíble lo que son los bebes, además me hacían recordar a cuando yo tuve los míos, con todos fue una experiencia diferente, con Armando yo tenia diecinueve y ni idea de nada, pero cuando lo tuve en mis brazos supe enseguida lo más importante, lo que más necesitaba, es lgo instintivo. Probablemente fui sobre protectora, tal vez por eso Armando se fue de la casa ni bien cumplió los 18, pero fue lo que me nació hacer.

Eso también merece la pena contarlo, cuando Armando me dijo que Nancy estaba embarazada tuve ganas de rajarla a puteadas, por considerarla una oportunista, me acuerdo qué pensaba y tal vez tenia razón, en que ella se embarazó para irse del lado de sus padres, pero como le daba miedo hacerlo sola decidió embarazarse, y mí hijo lo consideraba un boludo por tener sexo sin cuidarse, pero me di cuenta que él también lo había echo por el mismo motivo que ella, eso era lo que quería, me di cuenta que esos proyectos que hablaba tanto con él de ir a la universidad, no eran lo que deseaba, en ese momento por lo menos, porque ahora los dos quieren estudiar, así son las cosas, yo no se los reprocho, en parte es culpa mía que embarazara a Nancy si no lo hubiera absorbido, y repetido que tenia que ir a la universidad, lo importante que era eso, no lo hubiera tomado como una obligación, y quien dice y hoy sería arquitecto, pero bueno, así son las cosas.

Ahora me cuentan que los chicos les mandan cosas, que quieren esto y lo otro, que por qué viven lejos de todos los parientes, los padres trabajan todo el día, en fin, reclamos a los hijos nunca les faltan.
Los dos se ven cansados, Armando todavía no tiene ni 34 y está destruido, Nancy igual, no tuvieron juventud, y eso los resiente.
Pero lo que me gustó es que no dejan de agarrarse las manos, se quieren, lo sé, mucho más de lo que yo me quería con mi marido en esa etapa de nuestro matrimonio.

Todavía me quedan varias horas que matar, no sé qué carajo voy a hacer, capaz que salgo un rato a la plaza, están empezando a caer las hojas y siempre me gustó ver como el suelo se cubre de hojas, como si se caminara por encima de los arboles, era eso lo que pensaba de chica, que caminaba sobre los arboles cada vez que pisaba las hojas, las cosas que una se imagina a esa edad, todo lo transforma en algo hermoso.
Voy a ver qué sensación me transmite ahora hacer lo mismo, probablemente nostalgia o decepción.



sábado, 12 de noviembre de 2011

Expresiones de mi vida /2) Asistencia obligatoria.

Ni me acordaba de lo que había escrito, ya hace un mes y medio que escribí lo anterior, apenas he prendido la computadora, el trabajo no me dejó tiempo para nada.

Ese lunes cuando volví, no saben lo que me costó levantarme a la mañana, cuando el cuerpo y la cabeza se empiezan a acostumbrar a levantarse más tarde tenés que volver a la puta rutina, y encima ver las mismas caras, que te piden lo mismo, con la misma hipocresía.
-Laura  el chico de los Sanders que no vino a la prueba, podes ir a la casa por favor.
Ser asistente social a veces es cansador, bah qué a veces, siempre, pero igual lo prefiero a ser maestra, ya que serlo me frustraba, es imposible enseñarle bien a los chicos si son 25 alumnos, tenes que estar viendo que no les pase nada, que no se vayan a cortar con las putas trinchetas, yo no sé por qué no prohíben esas porquerías, o que no están rayando las mesas, que estén escribiendo y haciendo lo que una les pide, es agotador.

Cada cada vez que voy a la casa de un chico, es odioso.
No saben lo que es entrar a esas casas en verano con un calor inaguantable y las madres más inaguantables todavía, que te miran desafiantes cuando se les debería caer la cara de vergüenza de no mandar a sus hijos a la escuela.
Me presente, no fue capaz de decirme sentate o querés tomar algo, ya sé que no soy una visita, pero a la gente que va a tu casa tratala como corresponde, más cuando no trabajas, porque con las uñas que esa tiene es obvio que lo único que agarra en las manos es el cigarrillo a ese se lo pasaba de las manos a la boca, y encima la hija de puta me tiraba el humo, y el ventilador la señora por supuesto de su lado, no fue capaz de ponerlo en modo rotación para que me llegara un poco a mí, no para qué, si yo solo iba a hablar con ella y tratar de que el hijo no repitiera el año, nada más.
En fin la tipa se sirvió una cerveza a las once de la mañana y me siguió mirando con recelo.
-Y qué quiere que haga, yo le digo que vaya, no sé cuantas veces le he repetido que lo voy a cagar a palos si no va, y no me hace caso, me dice que va y después me cuenta la vecina que andaba jugando con el hijo de ella.
-Señora si no va le van a quitar el salario.
Ahí si que cambio la cara, a estas les decís que le vas a sacar la plata, y es como si les dijeras que las vas a matar.
Se quedó un minuto en silencio sin saber qué cara poner, si enojada, consternada, aunque seguramente ni conoce esa palabra, o qué, eligió la más inteligente, casi se pone a rogarme.
-Mire voy a tratar, no, voy a hacer hasta lo imposible para que vaya a la escuela, yo misma lo llevó y lo dejo en la puerta, no podría estar usted ahí así me aseguro que cuando me vaya se queda adentro, porque lo conozco y es capaz de entrar y volver a salir.
-Si señora no se preocupe yo voy a estar en la puerta esperándolo.
Salí contenta por la victoria, pero me duro un ratito, después vuelve a pasar lo mismo con otra madre, que si la amenazas con quitarle el salario, te sale con las leyes, porque algunas son más leguleyas que una abogada, estas no saben ni hablar pero se conocen todas las leyes.

Y cuando empezaron las clases otra vez la misma historia, anda a ver por qué no vino este o el otro, y a asustar porque aunque no me guste el término es eso lo que hago, a asustar a las que no son tan leguleyas y a tratar de convencer a las que lo son.
Me enerva tener que decirles lo obvio, que los hijos tienen que terminar aunque sea la primaria, yo no puedo creer lo que son estos padres, porque los de antes tenían muchísimos defectos, si lo sabré yo, pero estaban convencidos de que sus hijos tenían que superarlos, tenían que tener una mejor educación, y tratar de conseguir lo que ellos no habían logrado, estos no, es como si se sintieran orgullosos de su ignorancia, y les encantara que los hijos fueran más mediocres que ellos, como si dijeran: si yo no logre nada, por qué mi hijo si, que se reviente igual que yo. Lamentablemente la ignorancia genera miseria, tanto económica como moral.

Qué deprimente lo que escribí hoy, ya me cague el fin de semana, no, todavía me queda el domingo, a ver qué hago.
No debería escribir sobre el trabajo, pero es parte de mi vida, además puedo descargarme, total, nadie sabe que lo hago, es algo para mí, como una terapia, y en el fondo está bueno descargarse, por que si le decís estas cosas a alguien, te da la razón y cuando te das vuelta te esta criticando, todos se creen que ser asistente es tomar café y escribir detrás de un escritorio, si eso también es, no lo voy a negar,  pero también hay que meterse en la casa de cualquiera, que no sabes como te va a recibir, y encima con algunos tener que hacerme la simpática para que por favor manden a los chicos a estudiar, cuando es su obligación, así que mejor lo escribo.

Igual todo no es malo en el trabajo, pero lo cuento otro día, hoy vienen a cenar Armando con Nancy y los chicos y todavía no prepare nada.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Expresiones de mi vida /1) Fin de semana.

Me gustan los sábados lluviosos porque me siento liberada de lavar el piso, además me encanta la lluvia en febrero no sé esa sensación de estar en invierno en pleno verano.

Qué forma rara de empezar algo, ni sé qué es lo que quiero empezar, tal vez solo matar el tiempo un sábado que no puedo limpiar, que no tengo ganas de ir ni a la peluquería, ni a la depiladora, y que me siento sola, es raro decir eso, ya que otras veces me he sentido sola y estaba con toda mi familia, pero ahora literalmente lo estoy.
Esteban, mi hijo más chico se mudó ayer, lo bien que hizo, yo le había dicho que se mudara hoy, pero él me dijo que iba a llover, que mirará en el pronostico, yo casi nunca les hago caso porque se viven equivocando pero ésta vez justo le acertaron, por suerte.
Es el más mamengo, aunque es una forma de decir porque desde los doce hasta ahora se lo pasa en la computadora, igual no es que la se la pasaba boludeando como la mayoría, estudio técnico y ahora crea programas de juegos, y no sé qué más, yo de las computadoras no entiendo nada, apenas ahora estoy usando una, pobre las veces que se sentó conmigo a explicarme, yo como maestra nunca tuve la paciencia con mis alumnos que él tuvo conmigo.
Siempre le desconfié a estas maquinas, pero supongo que es porque salieron cuando yo ya no era ninguna nena, a mí madre le debió pasar lo mismo con el televisor, y a mí abuela con la radio, pero bueno, igual trato de poco a Internet por ahora, por eso que dicen todos, que te volves adicta.

Viendo lo que escribí no se ni qué quise expresar, empecé contando que llueve, seguí con la mudanza de mí hijo, y después salí contando de lo poco que sé usar la computadora, pero bueno, la vida no es lineal, y lo que se te viene a la cabeza menos.
Vamos a ver hasta cuando sigo, probablemente no vuelva a escribir nada más, no tengo tiempo y no me lo quiero hacer tampoco, esto de escribir sobre una, es como ir al psicólogo, ni siquiera a un psiquiatra porque ellos por lo menos te medican, y los psicólogos por lo menos te escuchan, acá nada, lo expreso y queda ahí, pero si me hago tiempo mañana, sigo.

Hoy también llovió, y ya me pudrió, un día que llueva es hermoso, dos ya pudre, pero como era domingo decidí tomármelo bien, después de comer dormí un rato la siesta, ni mucho porque sino me despierto y no sé si ya es lunes,y ando mareada el resto del día, una hora habré dormido, y me puse a hacer buñuelos, cuanto hacia que no me ponía a amasar, pero como no tenia nada que hacer, ahí estuve, y la verdad que me salieron riquísimos, pero hice muchos, me costo un montón cuando de cinco pasamos a cuatro y después a dos en casa, los kilos de comida que tire,me hacen hasta sentir mal, pero es llorar sobre la comida desperdiciada.
Vuelvo a lo que decía porque ya me fui a cualquier parte, hice muchos, y aunque puedo comerme todo no quiero ya bastante me cuesta la dieta como para dejarla por no tirar unos buñuelos, así que me fui a lo de mi vecina, estaba enhebrando una aguja para coserle un pantalón al hijo, este solo la viene a ver para dejarle la ropa, y que se la lave, se la planche, y si tiene algún agujero se la remiende. Una mierda, a mí ninguno de los tres, y a Esteban ni necesidad, él fue conmigo a elegir el lavarropas, uno hermoso se compró, mucho mejor que el mío, la cosa fue con Natalia, pero no quiero hablar de ella, volviendo a mí vecina, Clara, ahí estaba la pobre enhebrando, se alegró de verme, le encanta charlar, me chusmeó todo, quien era infiel, que la hija de la de la otra cuadra está embarazada, que la hija del que trabaja en el banco se droga, en fin toda la telenovela del pueblo, y yo encantada no me voy a hacer la que no, me gusta escuchar las miserias de los demás, sobretodo de esos que cuando te pasa algo te miran como si fueras la única persona que tiene problemas, y después ves que sus familias son peores que la tuya, así que yo me alegro que a ellos también les pase.

Ah es tardísimo y mañana tengo que volver a la amansadora del trabajo, a poner el reloj temprano, bueno hasta nunca, o hasta que tenga tiempo.

sábado, 29 de octubre de 2011

La cueva de los heridos /8) Recuperación.

Ser el centro de atención por varios días la había hecho sentir incomoda, pero ahora que se pasaba casi todas las horas del día sola, extrañaba a las enfermeras y sus preguntas sobre como había dormido, o al doctor viendo como marchaba su recuperación, incluso las visitas de sus familiares.
Ahora estaba casi todo el día sola, su madre había vuelto al trabajo, y el resto de las horas las pasaba limpiando o salia a caminar con sus amigas, ella al contrario, casi no socializaba si no era a través del celular, aunque se estaba cansando de esa rutina, decidió que empezaría alguna carrera una vez que se recuperara.

Ese día le daban el alta.
- ¿Tus hijas no vienen?
-Qué van a venir esas, ahora con la excusa que están enojadas conmigo no me ayudan en nada, lo que quieren es que yo las llame y les diga, lo siendo hijitas por favor metanme en un asilo, es lo mejor para mami.
Cuervas, mientras yo este bien, va para lo bien que puedo estar a mi edad, pero mientras me acuerde como me llamo, donde cocinar, y donde dormir, voy a seguir en mi casa.
Pese a que ella la cuidaba de noche ese día se había ofrecido a ayudarla para que se le hiciera más rápido la vuelta a casa.
- ¿Podes pararte?
-Si, igual tengo que usar esta porquería unos días más, y si le miramos el lado positivo ya no tengo que aguantar a esa pendeja idiota, a ver si la que viene no es peor todavía.
Ambas se rieron.

El gesto le pareció tan antinatural en ella ya que los últimos días no había hecho otra cosa que llorar, pero si, estaba sonriendo, y él también, el bebe estaba pasando del azulado al rosa, y había aumentado medio kilo, se veía más fuerte, la doctora les dijo que pasaran, que lo vieran más de cerca que lo tocaran.
Sentir la suave y frágil piel del bebe, todo en él era frágil, pequeño, sensible.

Le quitaron las vendas, ella se miro la mano con alegría, el doctor le dijo que no le quedarían cicatrices.
Al volver a casa, se sentaron en el sillón y prendieron el televisor, pensaban en divorciarse, pero no sabían si lo harían, no sabían tampoco qué harían con su hijo y sus problemas de droga, no sabían nada, pusieron más fuerte el televisor y se hundieron en sus imágenes y sonidos para no pensar.

Al otro día comenzaría a trabajar, en una ciudad distinta, había alquilado una casa pequeña, no conocía a nadie, y la gente la miraba con recelo, pero ella se sentía bien, por primera vez en años, no tenia golpes, ni rastros violetas o verduscos en la piel.
No sabia que pasaría si su marido la encontraba, no quería pensar, solo quería vivir una nueva vida.

- ¿Que vas a hacer?
-No sé, irme por ahí.
-¿Adonde?
-Mira no te contesto qué te importa, porque medio que me salvaste la vida, pero
para con las preguntas.
-Vas a intentarlo de nuevo.
-Qué sé yo, querés que te mienta y te diga que no, que el suicidio nunca es la solución y todas esas boludeces.
-Hace lo que quieras.
-Obvio.
Se fue de la habitación sin sentir esa angustia que a veces la embargaba cuando sabia que los pacientes iban a tener un futuro difícil, pero cada vez la angustiaba menos, como ahora, ese chico le había caído simpático, pero sabia que se arruinaría la vida, de nada serviría que ella le dijera algo, no, mejor observar y ayudar desde aquí.
Observar, hasta eso ya le causaba poco interés, no veía la hora de jubilarse y salir, ese lugar por más grande y blanco que fuera, se le hacia cada vez más parecido a una cueva, y así era como pensaba en ella, tengo que ir a la cueva, a tal hora salgo de la cueva, hoy tengo que quedarme un rato más en la cueva, y así lo sentía, como un lugar frío e incomodo, en el que quería pasar cada vez menos tiempo.

sábado, 22 de octubre de 2011

La cueva de los heridos /7) Anhelos.

Era raro mirar la casa y encontrar que todo estaba igual a la última vez que había estado ahí.
Lo único diferente era el olor a humedad y encierro, su madre fue enseguida a abrir las ventanas.
Los días transcurrieron iguales para ella que en el hospital, apenas se levantaba de la cama, para comer, ir al baño, o bañarse, mientras su madre recibía visitas, que le daban un beso al llegar y otro al irse.
Ella a veces leía, la mayoría de las veces miraba televisión, y otras dormía.
Cuando venia la terapeuta hacia el esfuerzo físico, pero la pudría, la voz y la actitud de esta.

Todo les costaba, pero no querían pedir la ayuda del otro, para no pelearse, cuando ella estaba en el comedor, él estaba en la cocina, cuando ella estaba en la cocina él estaba en la pieza, y así se pasaban todo el día, compraban comida hecha pero la comida hecha para no tenerse que cocinar, cuando uno terminaba de comer, recién ahí entraba el otro.

No tendría que verse azulado, sino rosado, por qué se le notan los huesos y las venas, por qué parí algo tan pequeño, soy una basura, una incompleta, no sirvo.
Se estaba acostumbrando a tener las mejillas mojadas, ambos no se miraban ya que sus ojos estaban pendientes del bebe, veían la sonda, y les parecía tan irreal, tan patético que una criatura diminuta necesitara todo eso para mantenerse vivo.

Le costó a andar en andador, pero una vez que lo empezó a usar, sabia que le costaría dejarlo, aunque odiaba la imagen que daba con este, se veía más vieja y achacada.
Pero lo dejaría, estaba decidida a que después de que se recuperara de su cadera, volvería a andar sin ayuda.

La policía le ofreció llevarla a un centro para mujeres golpeadas pero lo rechazó, sentía que él la iba a encontrar si iba a uno de esos lugares, les pidió que la llevaran a la estación de trenes.
De ahí se fue hasta la parada de colectivos, no quería que la policía supiera en que se había ido, el colectivo la llevó a la ciudad vecina, y de ahí tomó otro colectivo hasta una ciudad costera.

Le gustaba hablar con ese chico aunque no entendía por qué.
-¿No hay nada que te guste?
-Me gustaría estar muerto.
-Déjate de joder.
-No te gusta escuchar la verdad.
-La verdad de un adolescente que no sabe lo que quiere.
-Quiero morir.
-No creo que te quieras morir.
-Y qué vida puedo tener, si ya sé que no puedo seguir en lo de mi tía, ni quiero tampoco, pero qué vida me espera, no tengo plata, no quiero trabajar, no quiero estudiar, no quiero nada, bah si, quiero morirme.

sábado, 15 de octubre de 2011

La cueva de los heridos /6) Hablar.

Tendría que seguir el tratamiento desde su casa.
Su madre la ayudó a vestirse, se sentía extraña volviéndose a cubrir las piernas con algo diferente a las sabanas, o el camisón, el jean en comparación le pareció áspero e incomodo.
Al llegar a la calle, le resultaron anormales los ruidos y los olores que venían de esta.
Quería volver a la habitación.

El medico tardó en llegar, mirar una y otra vez las paredes de la guardia la angustiaban, y ver a su marido más, sobre todo porque se veía cada vez más parecida a él, frustrada, acabada, y sola,  después del trabajo ambos se pasaban todo el día en la casa, apenas hablaban, y si lo hacian era para pelear.
Estaba cansada de ir al hospital, de que le miraran las quemaduras con indiferencia y le dijeran que faltaba poco para que no tuviera que ir más, que se quedara tranquila de que no le quedarían marcas.

Mientras la abrazaba, le decía suavemente en el oído:
-Perdóname, estaba lejos, igual anduve al máximo para llegar, casi se me va el camión a la mierda.
-Fue culpa mía.
-Qué va a ser culpa tuya.
-Era un embarazo de riesgo y yo quise salir, no aguantaba más en la cama, y ahora por eso el bebe...
-El bebe va a estar bien.

Pensar en tener que caminar con un andador, la apabullaba, aunque fuera solo por un tiempo, ella no quería tener que caminar con ayuda.
-Me voy a ver más vieja de lo que estoy, además me va a agotar.
-No seas exagerada, al contrario te va a agilizar las cosas, después no lo vas a querer dejar.
-Los viejos nos tenemos que acostumbrar a todo, a tomar una pastilla para estar despiertos, otra para dormir, es como si nos mantuviéramos vivos a la fuerza.

Enfocó su mirada en la cara de la mujer, ya que los otros dos oficiales no le inspiraban confianza, aunque sabia que muchas veces las mujeres eran todavía más duras con las que sufrían golpes por parte de su pareja.
Aunque esta no era como sus vecinas, que la miraban como reprochándole que su marido le pegara, no, en la cara de la oficial veía comprensión, probablemente fingida, pero era lo que necesitaba para desahogarse, habló y les contó lo que había pasado.
-Después de bañarme había puesto mi ropa a lavarropas, pero sin encenderlo por qué no era suficiente, siempre me dice que no ponga a lavar hasta que no haya bastante ropa, él puso la suya entre la que estaban una camisa blanca que le gusta mucho, y se tiñó por mi remera azul, cuando la vio manchada me agarró de los pelos, me cacheteó, justo cuando me soltó un ratito para volver a agarrar la camisa que se le había caído mientras me cagaba a palos, me escape.

Cuando abrió los ojos, ella al instante se acercó a él.
-¿Querés agua?
La miró extrañado.
-Si, como sabe.
-Siempre se tiene sed después.
Mierda por qué dije eso.
-Fracase.
-Querías matarte.
-¿Conoce a alguien que lo haga por otra cosa?
-Si, porque es una de las formas menos efectivas.
Ambos se miraron sorprendidos, no por lo que se estaban diciendo, sino porque sentían cierta confianza el uno en el otro.

sábado, 8 de octubre de 2011

La cueva de los heridos /5) Acompañantes.

-Sabes que le va a pasar al hijo de puta que me atropello.
-Salio bajó fianza, esperemos que el juicio salga rápido
-Bajo fianza, osea que a mi me esta costando hasta moverme, mientras el puede estar en su casa lo más tranquilo.
-Si.
La charle le había resultado rara, por un lado se sintió enojada y frustrada por que el tipo estaba en libertad, y por el otro contenta por ser una de las primeras conversiones que había tenido con su madre que no hacia referencia a su recuperación, la cual estaban cansando tanto a ella como a su madre.

Se sentía mareada cuando llegaron, el dolor era cada vez más insoportable.
Al abrirles la puerta de la guardia una enfermera le indico que se sentara en la camilla, ella lo hizo, la enfermera busco el liquido marrón, el medico mientras  le observaba y la pierna la mano le preguntaba como se había quemado.
Una vez que removieron los restos blancos de piel quemada, le pusieron una crema blanca, y la vendaron.
Tenia que ir todos los días por una semana a que le cambiaran las vendas.
Cuando volvieron a la casa, fueron derecho a la habitación, les costo mucho desvestirse, y aunque les hubiera servido la ayuda del otro, ninguno de los dos se ofreció, ni la pidió.
Durmieron con sus manos heridas una al lado de la otra pero ni bien sentía el contacto las corrían.

 Todavía le quedaban varios días para que le dieran el alta.
Odiaba la idea de tener que caminar con andador, trataba de no pensar en ello.
La señora que solía quedarse con ella por las noches fue, hacia años que trabajaba para ella, esa si era una señora, tenía sesenta años, y era una persona cálida, que solía contarle de su hijo al cual veía poco por que se había ido a vivir a otra ciudad.
Ese día la vio con un libro bajo el brazo, y se alegro, le encantaba que le leyeran, ya que ella había tenido que dejar la lectura por que ni con anteojos aguantaba el cansancio que le generaba en la vista, cuando la señora le empezó a leer descubrió el placer enorme que significaba para ella que otra persona le leyera, le permitia cerrar los ojos e imaginar la historia, las caras de los personajes y el lugar donde se desarrollaban los hechos.
Escuchando la dulce vos de esa dulce mujer, era como soñar despierta, y lo más interesante de todo soñar con los sueños de otro, del que había escrito el libro.

Se llevo las manos a la boca y después bajo la mirada, no quería ver, se sentía culpable de que el bebe fuera así.
Enseguida escucho una voz, que la llamaba por su nombre, reconoció rápidamente esa vos y se dio vueltas.
Ahí estaba el como siempre, alto, flaco, con su gorra entre las manos, la remera y el jean gastados, y las zapatillas sucias.
Se abrazaron, y al instante lloraron, trataron de hacerlo en silencio, lográndolo a medias, se apretaron fuerte el uno contra el otro, incapaces de decir algo.

Se repitió varias veces que tenía que hablar.
-Queresa hacer la denuncia.
-Si.
-Vamos a llamar a la policía.
Tenía mil quinientos pesos en la cartera, tal vez tuviera suerte y le daban el traslado.
No quería ir a uno de esos hogares o centros para mujeres golpeadas, los concideraba una cárcel, quería estar sola, y no hablar con nadie de esto, quería borrar todo, que los recuerdos se fueran.

Había tomado varias tabletas de pastillas de dormir de su tía, ella llevaba años viendo casos así, y creía que su intención no había sido suicidarse.
-Si mi hermana y mi cuñado murieron en un accidente, ya se que debe ser muy difícil para el, pero yo no lo puedo seguir teniendo, se lleva mal con mis hijos, no me hace caso, cualquier cosa que le digo me sale con que yo no soy la madre, no se yo no lo puedo seguir teniendo, no se que voy a hacer con el.
No entendía que la llevaba a quedarse ahí, esperando que el despertara, pero se quedo.





sábado, 1 de octubre de 2011

La cueva de los heridos /4) Ayuda.

Mañana me sacaran las vendas.
No me quiero ni imaginar como me voy a ver pelada, y encima aguantarme que me saquen los puntos.
Pelada, media renga, apenas puedo mover las manos.
Si llego a salir así a la calle me van a tirar monedas.
Y a mama también.

La mueca que se le dibujaba en los labios era imposible de disimular, quería reírse de ella a carcajadas.
-Agarra las llaves.
-No puedo manejar, quien me va a hacer los cambios, vos no podes con la mano quemada.
-Llama un remis.
-No tengo el numero de ninguno.
-La puta que te parió, busca en mí cartera.
Él disfrutaba ver el dolor que sentía, pero la histeria que su esposa transmitía era más fuerte que el dolor, por lo que se apuró en la búsqueda y posterior llamada.
Pasada la medianoche, llegaron.

-Mama como te vas a poner a lavar el piso, casi te matas por ponerte hacer cosas que nadie te pide, estamos pagando a una chica para que lo haga y vos la hechas afuera, para eso te regalábamos un perro.
-Si mama, después decís que no querés estar en un asilo, es lo que necesitas, porque hay no vas a tener que lavar ni hacer nada, vos no lo haces porque te gusta, lo haces porque te crees que nadie limpia como vos.
-Lo hago porque ustedes contratan las peores mierdas que hay, y déjense de joder con el asilo, para desgracia de ustedes no soy una vieja senil, así que van a tener que esperar para vender la casa.
-Siempre con la paranoia vos, déjate de joder mama, nadie quiere vender nada.
-No solo se preocupan por mí, cuando les dije yo que estaba mal en la casa, si les hubiera pedido irme a vivir con ustedes las entendería que quisieran sacarme de encima, pero yo no me meto en sus vidas, vos vivís cambiando de machos, porque ni a parejas llegan esos, y quien te dice algo, y esta otra mejor ni hablar, vos no sos capaz de separarte ni para cagar de tu marido así que antes de venir a meterse en mi vida y en lo que necesito, ocúpense de las suyas.

No, no se había quedado con él por amor, ni justificándolo, ni creyendo que le pegaba porque la amaba, y que ella tenia la culpa de que él la golpeara.
Se quedó por miedo, en lo que se parecía a esas mujeres, era en que creía a su marido todopoderoso, con ojos y brazos enormes capaz de encontrarla en cualquier parte.
Varias veces había juntado la ropa,y vuelto a ponerla en los cajones, se volvió algo tan común como lavarse la cara, aunque después volvía a guardar todo, lo que más miedo le daba y parecía confirmar sus temores era que siempre que lo hacia él miraba de reojo esos cajones, y luego a ella, y no era una mirada de furia, o burla, sino glacial, cuando la miraba así a ella le costaba no temblar, ya que sabia que lo que seguía eran los golpes.

Se sentía sucia y agotada, pero quería ver al bebe, comprobar que estaba en una incubadora, le costaba caminar y más le costaba tener que depender de la enfermera para dar esos pasos, pero lo hizo, aunque ésta le hacia mala cara, por no seguir su sugerencia de que primero se aseara.
Quería tocarlo, pero al verlo, tan pequeño, con cables en el pecho, dormido le daba la sensación de estar muerto.

Odiaba cuidar de sus parientes, y sobretodo había odiado cuidar a su marido, el primer tiempo todos la juzgaron por mostrar más eficiencia con cualquiera menos con su marido.
-Tanto te cuesta hacer bien las cosas, a él nunca le encontras la vena.
Y después, cuando logró ocuparse de él y de todas sus necesidades, sin mostrar el costo emocional que esto le generaba, su suegra le reclamó eso, hasta que ella la terminó echando de la casa.
Siempre que tenia un rato sin venir nadie, pensaba en ello, era raro, en su casa casi nunca pensaba en la enfermedad y muerte de su marido, pero en el hospital, cuando no tenia nada que hacer siempre le venían a la mente esos recuerdos, las jeringas, los sueros, los frascos, las ampollas, los avivaban. 

sábado, 24 de septiembre de 2011

La cueva de los heridos /3) Nervios.

Odiaba tener que depender de su madre para sostenerse, dar los primeros pasos.
Se sentía mareada y frustrada, entonces su madre iba corriendo a buscarle la chata, odiaba la chata.
Y que aunque el medico le había dicho que el accidente no le había dejado consecuencias permanentes, si le había lastimado los nervios motrices por lo que le costaría, tanto andar, como agarrar las cosas por sí misma.
Esa dependencia obligada hacia la madre, la angustiaba y le hacia desear la hora de los sedantes.
Y de seguir internada, ya que no quería volver a la casa estando incapacitada, no quería que su situación se volviera normal.

No sintió tanto dolor como se imaginaba, calculó que esto seria porque era un bebe prematuro.
Al sacarlo la doctora, y verlo, se largó a llorar, no podía creer lo pequeño que era, no lo llevaron a su regazo.
-¿Adonde lo llevan?
-A la incubadora,.
Le dijo la mujer que tenia el barbijo, y la cofia encima, cargando al bebé que no se veía por la manta que lo cubría.
Sintió que estaba dentro de una pesadilla, donde le era imposible ver más que sabanas, mantas, barbijos.
Las lágrimas siguieron corriendo por su rostro, mezclandose con el sudor.

Odiaba a la chica que la cuidaba de día, y para ella, era solo eso, una chica porque de dama, o señora, la pendeja esa no tenia nada, se pasaba el día en el patio, o mandado mensajes de texto, igual prefería eso a que limpiara o le cocinara, ya que ambas cosas las hacia a desgana y obviamente mal.
Entonces ella, pasaba esas horas limpiando, aunque hacerlas la frustraba, el esfuerzo que le costaba hacer cosas que antes consideraba fáciles, sobretodo lavar el piso, desde llenar el balde, hasta la inclinación que tenia que hacer con el trapo y el secador.
Ese día estaba terminado de lavar el piso cuando empezó a sonar el celular de la chica, lo había dejado cargando, y se lo había olvidado al salir a fumar, en esa parte ya estaba lavada, pero el celular sonaba, paraba unos segundos y volvía a sonar, la melodía que ya de por si le molestaba, comenzaba  a ponerla histérica, cuando la chica entró de vuelta a la casa para buscar el celular, ella la miro y casi le gritó que se quedara donde estaba que ella le alcanzaría el celular,trato de pisar la menor cantidad de veces y en las partes más secas, pero la melodía a medida que se acercaba al celular era más fuerte, acelero el paso, sin notar donde pisaba y se cayó.

-¿Por qué mierda me cambias el control de lugar?
-No me gusta que dejes el control en los bordes del sillón, son para apoyar los brazos no el control, no ves que el control lo raya.
-Qué lo va a rayar.
-Lo raya, ademas levántate y búscalo vos, se te quebró un brazo no estás paralitico.
-Y bueno pone en el sillón las telas de mierda para apoyar cosas, que pones en todos lados.
-Trato, y me lo reprochas, si no las pusieras empezarías a joder que soy una descuidada.
El agua hervía, la asustó la imagen que se le vino a la cabeza de tirarle el agua hirviendo a su marido, mientras iba vertiéndola, la mano sudorosa se le resbaló la pava, quemandole la otra mano al querer agarrarla, y parte de las piernas.

Le encantaba hacer horas extras, estar lo menos posible en su casa, sola, su marido había muerto hacia años, recordaba como todos esperaban lo mejor de ella en ese momento, ya que (según decía su suegra) si es enfermera, que se ocupe como una profesional, pero que lo trate bien, no con esa indiferencia mecánica que caracterizaba a las de su profesión.




sábado, 17 de septiembre de 2011

La cueva de los heridos /2) Mirando.

Escuchar con términos médicos las consecuencias de su accidente, no la angustiaban porque no entendía nada de lo que le decían, se quedó ahí con la mirada perdida mientras su madre asentía y la miraba a ella y al medico.
Después que este salió, su madre se acercó a ella y le dijo que este tenia buenas noticias, que se recuperaba rápidamente y que después de hacerle las tomografías para estar seguro de que no habían quedado secuelas internas, la mandarían a casa.
Miró a su madre, estaba demacrada, su patética sonrisa hacia que su cara se llenara de arrugas, eso sumado a la delgadez, las ojeras pronunciadas, y las canas que habían arrasado su tintura, le daba un aspecto cadavérico.

-No quiero entrar a la sala de partos, faltan dos meses.
-El chico sale ahora si o si, no ves cada cuanto son las contracciones, esto no lo paras con nada.
Las ruedas de la camilla giraban cada vez más rápido sobre el piso de granito rojo hasta llegar al área de maternidad.
La cambiaron de camilla, la doctora se iba poniendo los guantes y el barbijo.
-Ahora puja, puja.

Como si en la casa ayudara, ahora con la excusa del brazo va a ser menos de lo que hace siempre, y encima ponerle una bolsa para que se bañe, y cortarle la comida, y bajarle el pantalón para que mee, cagué, y que le pica, que le alcance una aguja para que se rasque, y la puta madre que lo parió.

Al salir de tomarse la presión vio el asilo que aunque era privado estaba al lado del hospital.
Gente en silla de ruedas, otros en varias sillas al rededor de una mesa, mirando los arboles.
No quería pasar los pocos años que le quedaran ahí, por más que sus hijas insistieran.

No podía hablar, se sentía como en un sueño incapaz de emitir sonido alguno.
Nunca le había pegado en la cara, no mentía, si le había pegado una cachetada la segunda vez, la primera le había tirado los pelos, y la tercera hundido un cigarrillo en la palma de la mano, diciéndole:
-La próxima vez te lo apago en el culo.

Poner sueros, enemas, estar al lado del doctor, recordaba que al principio lo que más le importaba era limpiarse después de cada caso, se lavaba varias veces las manos, y se cambiaba varias veces de uniforme, con los años, lo único que le terminó preocupando fue tratar de ayudar en algo a los innumerables pacientes que solían entrar, aunque no había perdido del todo su cuidado estético, pasándose cada día fregando el uniforme que usaría el día siguiente.

martes, 30 de agosto de 2011

La cueva de los heridos /1) Pacientes.

Recordaba los focos, el auto...nada más.
Al despertar en la habitación blanca, su madre la miraba con sorpresa, la vio caminar unos pasos gritando algo que no lograba entender.
Lo primero que escuchó con claridad fue:
-Hija...me escuchas.
-Si....
Apenas escuchó su vos, que le soñó débil y extraña.
-¿Te acordas de algo?
-¿De qué?

Las contracciones eran cada vez más seguidas.
Mierda, por qué, no, por favor, no, que no nazca ahora.
La enfermera que estaba a su lado en la ambulancia la miró con indiferencia.
-Dentro de una hora va a nacer.

Se llevó el índice a su párpado izquierdo y el pulgar al derecho y suspiro.
Le habían puesto diclofenac en vena, lo que le produjo un alivio tenue al principio, pero que con el correr de los minutos se había tornado absoluto, apenas sentía una molestia en el quebrado tobillo.
Miró a su mujer y por unos segundos ambos compartieron un fastidio recíproco, ella desvió su mirada hacia el hijo del dueño de la empresa láctea donde su marido se había quebrado, este parecía un modelo, alto rubio, y educado.
Pensó en su hijo, de pelo largo, los ojos pintados con sombra, encerrándose en el cuarto todo el día y escuchando música a todo volumen.

Todos los días iba a tomarse la presión, tocaba el timbre de la guardia y esperaba sentada en el banco de madera alisándose la pollera y usando los dedos (ya que la vista la tenia clavada en el picaporte) tantear algún agujero o hilacha.

El ojo morado e hinchado, la nariz llena de moco y sangre.

Se peinó para atrás como siempre y luego prendió un broche después de hacer una especie de rodete.
Marcó tarjeta y entró a la guardia.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Los hijos de Enilse/ 15) Solo el jardín.

Cuando una mañana de finales de julio un hombre se sentó frente a su escritorio y le indicó la casa que quería comprar, no podía creer que fuera la casa de sus padres.
-Está seguro.
-Si, el lugar es perfecto, ayer pasamos con mi señora por ahí, y nos encanta el lugar, que es lo que nos interesa.
-La casa...
-La vamos a demoler, se ve que está bien construida y todo, pero creo que para una casa sea propia hay que hacerla desde los cimientos.
-Mi padre siempre decía eso...

Una semana después todos estaban en la casa, les costó entrar, ya que ninguno había vuelto desde el día del entierro, ni siquiera Rebeca, quien se limitó a indicarle al empleado en donde quería que pusiera el cartel de venta, pero sin siquiera pasar por la calle de la casa.
A ninguno le importó que Estela, usara ropa actual, ni que estuviera todo el rato mandándose mensajes de texto, que Saúl se viera más pálido y ansioso, ni que Martina tuviera dos chocolates sobre las manos, que no quería guardar en el bolsillo para que no se derritieran....

-Yo la verdad que solo me llevaría la maquina de coser, como recuerdo, porque la verdad que entre las de pedal y las eléctricas me quedo toda la vida con las eléctricas.
-Martina.
-Qué me voy a llevar de acá, mis fotos, si ese retrato está lindo, mama tenia una caja guardada con fotos, no, en las que aparezca, me las quedo.
La misma pregunta les hizo a Saúl y a Oscar, y ambos negaron con la cabeza, este último después de su negativa salió al patio, y miró las casas que rodeaban la de sus padres, todas de planta baja, como la mayoría en el pueblo, Buenos Aires era diferente, caótica, ruidosa, su departamento estaba rodeado de otros departamentos, cemento sobre cemento, cada vez que pisaba las rotas baldosas olía el gasoil de los colectivos, y oía sus chillidos, luego las bocinas de los taxis, las personas que indiferentes le rozaban el brazo queriendo pasar, los carteles de neón, y todo eso en las escasas cuadras que lo separaban del museo donde trabajaba.
El puesto se lo había conseguido Lautaro, al principio pensó en rechazarlo, pero al final decidió aceptarlo, en el museo le pagaban más, siempre le había gustado vivir bien, y ahora, después de las horas de trabajo, iba al cine, o al teatro, también solía comer afuera.

Desde que se le descubriera la cirrosis, había empezado a tomar los medicamentos, para al poco tiempo dejarlos y volver a tomar, el medico le dijo que reventaría.
Ya estoy reventado, este hijo de mil puta qué sabe lo que es vivir en esa mierda de casa, al lado del molino, escuchando todo el puto día llegar camiones, viendo como las ratas andan en el patio, oliendo ese olor de mierda del alimento balanceado, eso es reventar, no el alcohol, esa la única medicina.
Había reservado un pasaje para el colectivo que iba con los jubilados a Córdoba, quería morir mirando las sierras, al mismo hotel donde pasara la luna de miel.
Y reventar lejos de los camiones, el alimento balanceado, y las ratas.

Se había juntado con Hugo, por más que se lo propuso no aguanto vivir sola más de unos meses, y ni bien él se lo sugirió ambos dejaron sus departamentos y alquilaron uno entre los dos.
Hugo la contenía, tanto de sus frustraciones laborales, ya que todos los días decía que iba a renunciar, que estaba harta de trabajar en un seguro, que retornaría la carrera, y al otro se entusiasmaba cuando le aumentaban el sueldo, o agrandaban la oficina.
Igual con los hijos, un día les compraba cosas, los atendía, estaba pendiente hasta de la nimiedad más absoluta que le pidieran, para después por una palabra o un gesto de ellos, enojarse, y largarse a llorar.
Los chicos pasaban los fines de semanas con ellos, tratándolos como si fueran tíos, la nena siempre dispuesta a contar de sus días en el jardín, de que chico le gustaba, de cual era su muñeca preferida, pero el nene no, este se pasaba todo el día al lado de su hermana o mirando televisión, tratando de estar lo más lejos posible de su madre.
Siempre después de que los chicos se iban, se abrazaba a él y le susurraba.
-Cada vez lo veo más parecido a Agustín.

Ambos sentían una gran admiración mutua, Estela no podía pensar en el dolor de haber estado casado con alguien amándolo, y que esta persona muriera, y Diego no podía creer la vida gris y solitaria, sin ningún tipo de compañía que había tenido Estela.
Pero sobre todo no querían volver a estar solos, les gustaba hacer proyectos, criticar a sus respectivas familias, tener a alguien con quien hacer la cena, a alguien a quien consultar a quien contarle las incertidumbres y los deseos.
Y todos los sábados como norma salían, por lo general a otra ciudad vecina, elegían un bar, y se sentaban en la barra, y en esta se contaban un secreto, o una anécdota, cuando estas se les acabaron empezaron a inventarlas, ambos se dieron cuenta pero siguieron con la costumbre.

Tenia más de sesenta y cinco años, todo le costaba más, y cada vez su doctor le tenia que aumentar más la dosis para que pudiera dormir, pero no quería ceder ni una hora al ocio, ni estar más de lo indispensable en su casa, ya que al estar en ella pensaba en sus fracasos, en su matrimonio, en sus hijos....
Odiaba la idea de tener que retirarse, porque eso la llevaría a ser una jubilada, y odiaba tener que identificarse con estos.
Para qué quiero retirarme, para asumir que soy vieja, para que mi hijo venda la inmobiliaria, para ver cuando me mete en un asilo, o me pone una mujer que me cague a gritos...no, mejor sigo, y ojala que me muera de un ataque cardíaco, pero no retirada, y menos en un asilo.

Ninguno habló de nada de esto con el otro, desde la muerte de Enilse que solía criticar a cada uno de sus hijos con los demás, era poco o nada lo que sabían del otro, ya que incluso Rebeca, Oscar y Martina que solían tener contacto, cada vez lo hacían de forma más esporádica.

Los muchachos que Rebeca había contratado para llevarse a una casa de antigüedades, termino llevándose todas, ya que ni sus hermanos, ni ella querían ninguno.
Al llevarse el ropero, saco la última caja que quedaba en el estante de arriba, ahí estaban todas las fotos.
-Acá debe haber alguna.
Martina, y los demás miraron la caja, se acercaron a esta y empezaron a mirar las fotos, todos aparecían rígidos y pulcros en estas, con una sonrisa tan grande que era grotesca, Enilse aparecía en la mayoría de estas, mirando fijo a la cámara y con una una postura rígida.
-Esta nunca la había visto, vos Rebeca.
-No yo tampoco.
-Que distinta esta mama.
-Papa también.
La foto representaba a dos veinteañeros con una sonrisa cómplice, su padre con la camisa abierta hasta la mitad, y su madre con un vestido campana y descalza.
-Mamá sacándose una foto descalza, eso si que es un hallazgo.
-Te mentí, bah me había olvidado, si había visto esta foto...me la mostró unos días antes de casarme....

-Mirá...sabes porqué estaba descalza, porque acabábamos de hacer los cimientos, y tu padre me dijo: a vos que te gusta hacerte la linda, vení y apoya los pies y las manos en el cemento, después se va a borrar pero vos sabes que lo hiciste, y lo hice, y pensaba que ésta casa que yo me imaginaba que iba a ser una mansión, como las del barrio del cementerio, las has visto, acá se copiaron de Recoleta, e hicieron el barrio más hermoso al lado del cementerio, ahora no están cuidadas, pero cuando yo era chica no sabes lo que eran, siempre que íbamos con mí tía al cementerio, pasar por esa calle me daba una envidia, quería estar ahí, vivir ahí, y mi tía igual, siempre sin que nos vieran arrancábamos las flores que daban a la calle, que hermosos jardines, mi tía quería que me casara con uno de los hijos de los dueño de una de esas casas, la más grande, la pobre se gastaba hasta lo que no tenia para pagarme el colegio pupila donde iba una de las hijas, pero ahí nadie me hablaba, yo era la pobre, la huérfana, la que los padres se le habían muerto de tuberculosis...
Y conocí a tu padre, su abuelo había hecho plata, pero como a tu padre no le gustaba trabajar en el campo no le daba ni un peso, y este se hizo albañil, mi tía dejó de hablarme cuando se enteró que me iba a casar con él, me enoje tanto porque me trato de desagradecida que le dije que era una vieja frustrada que se iba a morir en esa casucha donde vivía, y que mi marido me construiría una casa más grande que la más grande del cementerio...al principio le encantó la idea, hasta que empezó a tomar forma...que los ladrillos eran muy caros, que no hacia tiempo, que el que se casaba era él, no los que lo ayudaban, que estos le pedían plata, que para qué una casa tan grande, si iba a parir uno tras otro, que si íbamos a comer casa, y quedó esto, que es grande solo eso, pero no es nada, ni siquiera tiene escaleras...y cuando nos vinimos a vivir ni revocada por dentro estaba, podes creer, entonces empecé a hacer el jardín...nunca tendría la casa, pero si las flores, y los árboles, eso me había olvidado de decirte, había que subir la cabeza para ver semejantes arboles, y no solo los altos, sino todos, los frutales, cuando pasabas por la parte de atrás, porque todas esas casas apenas tenían un tejido, por que en el fondo hacia todo eso para que los demás los vieran. Como te decía, los árboles, tenían naranjos, limoneros, ciruelos...eso lo conseguí...no conseguí ni al hombre, ni la casa, ni ser la señora que quería ser...ni los hijos que yo esperaba fueran no sé, gente importante, que me superarán, sabes por qué no puedo ser diferente con ustedes, porque los veo igual que a mí, igual de frustrados, de amargados, de mediocres, y me da no sé qué, como explicártelo, pena, bronca, furia, no haber sabido criarlos mejor, lo que más quise en la vida fue que me superarán, que fueran lo opuesto a mí, y al final todos salieron unos vencidos, unos perdedores, lo único que conseguí fue el jardín...

-Por eso era tan hija de puta.
-Las frustraciones a veces nacen de las cosas más superficiales...igual el jardín se esta pudriendo como ella, y los arboles los va a talar el tipo que la compra no, paisajista y todo se va a traer.
-Con razón la mujer que la cuidaba decía que inventaba que casi no podía moverse pero a ver si crecía bien los rosales, y los frutos iba si, pero a mear no.
Martina y Rebeca, esta última solo había asentido antes la pregunta de Oscar no dijeron nada a lo dicho por Saúl, Oscar y Estela, solo asistieron, y buscaron una foto en donde estuvieran todos, los demás hicieron lo mismo, como si estuvieran consientes de que no se volverían a reunir todos juntos, Saúl fue el último en agarrar una era una de las últimas que se habían sacado, todos juntos para los cincuenta años de casados de sus padres...hacia veinte años...el estaba abrazando a Agustín en la foto, que estaba en la punta lo más alejado posible de sus padres...
Ojala exista algo más que esta mierda Agus...que haya nos vamos a encontrar.

Los pasos de Rebeca, Estela, Saúl, Oscar y Martina resonaban por la vacía casa, el pasillo lo pasaron en dos filas, al cerrar la puerta...todos sintieron algo extraño, se sentían diferentes, eran diferentes..los lazos, los hilos, tejidos por palabras, gestos y acciones, terminando en  reproches, resentimientos, frustraciones, dolor y muerte, se habían cortado.

jueves, 18 de agosto de 2011

Los hilos de Enilse /14) Nuevas oportunidades.

La soledad los embargaba, con el tiempo todos terminaron identificándose y entendiendo a Agustín.
La soledad, el vacío, las ganas de evadirse de si mismos.

Decidió renunciar, no sabia si conseguiría otro trabajo con el sueldo considerablemente más alto que el que cobraba como profesor, pero quería irse, desde que cuatro años atrás se dejara con Lautaro, este al poco tiempo jubiló a su secretaria reemplazándola con un muchacho alto, atractivo y con cuerpo trabajado.
Con el nuevo se cuidó mucho menos, le sonreía a cada momento, lo trataba con un mal disimulado afecto...
-Lo único que falta es que se case con él.
-Y viste que ahora pueden.
-A mí siempre me pareció, digo por lo he visto, miraba con asco a la mujer.
-Pero si tuvo amantes, mi vecina fue una.
-Capaz que es bisexual.
-Entonces debe tener...

Miraba las fotos de los mellizos con una expresión indefinible.
- ¿En qué pensas?
-Mira, dos muñecos, uno de azul y la otra de rosa, con su trenza y todo, ya el año que viene van a empezar la primaria, y después serán adolescentes y me van a odiar.
-La última vez no estaban tan mal, hasta te contó que chico le gusta, el varón es más retraído pero es normal.
-Normal seria que fuera apegado a la madre, pero en este caso es normal y hasta mejor que no lo sea, porque yo no me puedo considerar una madre.
-Ya empezas a auto lamentarte.
-Empiezo con la realidad, ya sé que fui yo la que lo decidí, pero es una decisión que va a convivir conmigo para siempre.

No se hizo un vestido, ni pasó horas frente al espejo mirando si tenia mucho o poco maquillaje, esa vez eligió usar pantalón, raro en ella que casi siempre andaba de pollera, destapó el labial de un rojo mucho más discreto que el anterior, y salió, pero no en el colectivo de la noche sino en el de la tarde, y fue al bar donde se había encontrado con el hombre de la otra noche, era increíble que después de todo lo que habían hablado no se presentaran, igual eso le pareció algo bueno, así seria un inicio.
Como para inicios a los cincuenta y cuatro años..mejor me voy, no sé ni qué estoy haciendo acá.
Decidió terminarse el café e irse, pero antes de que lo terminara, llegó.
Lo primero que hicieron al hablar fue decirse sus nombres, se llamaba Diego, hablaron...pero lo que más disfrutaban eran los silencios, el mirarse a los ojos, él le propuso salir afuera, caminaron hasta la iglesia de Luján.
-Nunca me llamo mucho la atención, pero ahora la veo hermosa.
Diego la miró, le sonrió, y le pasó su brazo por la espalda.

Sintió un dolor profundo y se desmayo, al despertarse se dio cuenta de que estaba en un hospital, a la semana de vuelta en su casa.
No podía tomar, por la cirrosis etílitica que le habían descubierto, abrió la heladera y vio las botellas, cerró la heladera, y se fue a la pieza como escapándose de las botellas.

Cada vez que giraba el cheque para la granja donde estaba su hijo trataba de estar activa, de hacerlo minutos antes de recibir a un cliente, pero esta vez se había olvidado, por lo que firmó el cheque a la mañana siguiente de concretar una venta, mientras firmaba recordó la infinidad de veces que su hijo había ingresado en rehabilitación, los llantos y las sonrisas cuando salia, las frustraciones cuando volvía a ingresar, con los años se volvió una patética rutina, su otro hijo también se drogaba pero era un hombre de negocios que "sabía" controlar su adicción.
Las pocas veces que los veía, distinguía indiferencia tanto en la mirada, fría, calculadora, y oportunista de uno, como en la indiferente, opaca, y extraña, del otro.








miércoles, 10 de agosto de 2011

Los hilos de Enilse/13) Sangre sobre el ardiente asfalto.

Sentía que el sol le quemaba, pero no quería ir bajo el tanque, no, se quedaría ahí.
Es por tu bien, que querés, yo no te puedo tener acá, ya sé que no es culpa tuya solamente, pero para que aceptaste, no escúchame vos a mí, este es un buen lugar, te pueden ayudar.

Pero para qué mierda te escapaste, no a donde, mira donde me estoy quedando yo, no, déjate de joder, si querés te doy plata, y otra cosa no puedo hacer, que querés, mejor llamo a Rebeca.
Bueno yo acá no te puedo tener.

Después hablamos Agustín, quiero conocer Europa sabes, por fin ahora con el uno a uno, no me mires así, todos tratamos de ayudarte, y lo hicimos, ya sé como son los viejos, por eso te ayudamos, pero vos querido nunca pusiste un poco de voluntad, a gatas terminaste el secundario y eso me costo horrores que pasaras los exámenes, me tenia que preocupar por tus exámenes y por los míos de la uni al mismo tiempo...Quédate en el hotel, o conoce la playa con este calor está hermoso...anda a Mar del o a Punta, si ahora esta re barato...yo el año que viene me voy para allá.

Y a vos qué te importa que viva sola, yo nunca te falsee como los demás, no, no me caes mal, hasta te aprecio, pero qué vas a hacer acá, porque los adictos son adictos para toda la vida, mira toma, andate algún lado...ah Oscar te dijo eso... y bueno...hacele caso.

No a mi déjame de joder, toma, acá tenes úsalo para lo que quieras, adiós.

Se toco el bolsillo saco los billetes en total llegaba a quinientos pesos, se acercó al limite de la terraza del edifico de Entel que había sido privatizado, el mismo construido siete años antes, transformándose en el de mayor altura del pueblo con cuatro pisos, se transformó en un cascaron ni bien vendieron la compañía, y liquidaron a más de la mitad de los empleados y a los demás los trasladaron a un edificio de un piso.

No le había costado entrar al mismo, solo subir un muro y romper una ventana.
hacia una hora que estaba ahí, transpirando y con dolor en los ojos por la luminosidad del perverso sol de finales de enero a las primeras horas de la tarde.
Quería llamar la atención, pero nadie pasaba, no le pareció raro, ya que en ese barrio había poco movimiento, pocas casas, y los dueños de las mismas estaban de vacaciones, exceptuando una anciana que se estaba quedando sorda.
Ya llegando a la 16:00 no le importó nada, estaba aturdido, no solo no aguantaba el sol, sino que no se aguantaba a si mismo, la abstinencia, su familia...
Retrocedió unos pasos y empezó a correr hasta que salto.

Rebeca nadaba, cuando su madre le reprochaba el pasarse toda la tarde metida en el agua, ella le contestaba que era una especie de masaje, terapia, deporte y dieta a la vez.

Saúl dormía, las dos cervezas y las aletas del ventilador sobre su espalda y muslos, le habían provocado un profundo sueño del que no quería despertar hasta la noche.

Metía el vestido en una balde lleno de agua y después se lo ponía, la sensación refrescante, a la vez que la involuntaria excitación que le generaba la tela mojada sobre sus pechos y piernas, la hacia pensar en que no era vieja, en que podía volver a enamorarse.

Los recorridos guiados eran como recorrer un museo gigante, y él estaba encantado, con los monumentos, los castillos, las calles, y la historia que sentía flotar en ese ambiente, Oscar decidió quedarse un mes aunque no le alcanzara el trabajo de un año para pagar las tarjetas de crédito.

Partió con unas amigas a la playa, otro año de la universidad, tal vez la dejara, le habían ofrecido un trabajo en una agencia de seguros, y estaba por dejar la carrera psicología, la cual solo seguía para seguir cerca de sus amigas con las únicas que se sentía segura, y diferente a su familia.

A las 17:00 un matrimonio que había salido con sus hijos aprovechando que había bajado un poco el sol, encontró el cuerpo, la sangre que apenas se divisaba por todas las moscas que había sobre la misma.

martes, 2 de agosto de 2011

Los hilos de Enilse /12)Ensenanzas familiares.

Una mancha oscureció el pantalón de Agustín.
-Se meó, se meó, se meó.
Dijeron todos a coro, las reacciones variaban, algunos se rieron a carcajadas, otros se taparon la boca con la mano, y el resto llamaron a la señorita, que lo cubrió con una toalla y lo llevó a upa fuera del salón.
Él cuando sintió la mancha y segundos después los gritos y risas de sus compañeros se largó a llorar con todas las fuerzas que sus pulmones le permitieron, quería ahogar con sus gritos y su llanto, los gritos y las risas de los demás.
Cuando su madre llegó, ya estaba cambiado, la maestra que lo había hecho miró a Enilse con furia.
-Mire yo le enseñe a ir al baño y a pedir ir cuando tenia ganas de hacer pis.
Contestó ésta en un tono que no se decidía si ser defensivo o de disculpa.
Al llegar a la casa, su madre lo desnudó, lo metió bajo el agua fría de la ducha y lo enjabonó con fuerza.
Por qué mierda no pediste permiso, por qué, por qué tenes que ser así. Dios qué hice para que salieras así, no si yo tenia razón nunca tendría que haber tenido un hijo a los cuarenta, y claro de seis algún bobo me iba a salir, no llores, no grites si no querés que te desarme la cara a cachetadas, quédate quieto y callado, ah ahora gritas, por qué no gritaste para ir al baño.

Martina procuraba estar lejos de él, de forma instintiva en un principio y deliberada con los años, fue alejándose de toda su familia. Cuando en el último año de jardín sus compañeras la invitaban a tomar la merienda a sus casa y a jugar un rato siempre aceptaba, al llegar la primaria, empezó también a quedarse a dormir en las casas de dichas amigas, no le importaba si tenia que falsear y decir que le gustaba jugar a tal o cual cosa, solo por estar lejos de casa, se adaptaba a los caprichos de sus amigas.

Le gustaba ver la cara de su madre cada vez que lo tenia entre sus brazos, lo miraba con asco pese a ser hermoso, lo dejaba que se golpeara, se cayera, o llorara por horas.
-Mama tratalo mejor que Agustín es el único que se va a quedar con vos, acordate de lo que te digo.
-Y vos, saliste con uno que mejor ni hablar, a ver si encontras otro que no sea una mierda y te vas de acá, si no vas a terminar peor que tu hermano.

Saúl le atajaba la pelota en un arco que hacia con dos ladrillos, hasta que se casó y se fue de la casa. Le tuvo cierto aprecio, tenían una relativa conexión, más que con Oscar, aunque tampoco quería apegarse demasiado al chico, por eso cuando se fue de la casa, se olvidó prácticamente de su existencia.

Sus compañeros de colegio lo ignoraban o se burlaban de él, cuando se ponía furioso les tiraba con lo que encontraba a mano, estuvo a punto de ser expulsado varias veces hasta que la escuela quedó de acuerdo con sus padres en que diera libre.

Oscar le repetía una y otra vez las oraciones, o los números, o los pasajes históricos que necesitaba recordar, y aprender, muchas veces Agustín tiraba todo y se iba afuera a llorar de frustración.
Oscar levantaba todo, lo acomodaba y lo esperaba hasta que se secaba las lágrimas y los mocos, se tomaba un baso con agua y volvía a sentarse.

Unos años antes de cumplir la mayoría de edad empezó a pasar las horas y los días trabajando para su hermana mayor Rebeca, pintaba las casas que ésta iba a vender o alquilar, las barría antes de que llegara un cliente a verlas, pasó dos años trabajando para ella, cada mes Rebeca le aumentaba más el sueldo, los pocos fines de semana que venían sus primos salia con estos que siempre lo invitaban, pero una de las noches cansado de que le insistieran y sobretodo por la curiosidad cada vez más grande de saber que gusto tenia, y que efectos producía decidió probar la cocaína.

martes, 26 de julio de 2011

Los hilos de Enilse /11) El último en nacer.

Se acercaba nuevamente, seguramente para indicarle en que mesa sentarse, el vaso con gancia seguía intacto sobre su  mano.
-Allá atrás vez esa es nuestra mesa, vamos.
-No, hace más de 35 años que no nos vemos, va que no hablamos yo si te he visto, sos un hijo de mil putas, tenias a otra embarazada mientras salias conmigo, y que queres prometerme otras mil mentiras, que me vas a prometer no creo que un viaje en moto por toda América, no esta vez ya se no me lo digas ir a tomar mates a la laguna, y si para otra cosa no te da.
Le dejo el vaso en su mano y se fue del salón.
Faltaban más de tres horas para que el colectivo pasara a buscarlas, por lo que tuvo que ir al bingo.
El ruido de los traga monedas, y la gente en su mayoría abstraída en el juego le resulto menos patética que ella.
Salio del edificio, buscando un refugio, que encontró rápidamente en un discreto bar que había en la esquina.
Se sentó en la barra y pidió un café cargado, sin darse cuenta su codo choco con el de un hombre que estaba a su lado.
-Perdone.
-Descuide, viene de una fiesta.
-Si una despedida.
-De solteras, por que las otras son difíciles.
-No solo una despedida.
-Yo hace seis meses que estoy en una despedida, mi mujer se murió.
-Lo siento.
-Perdone yo no se por que mierda me pongo a lanzar mis desgracias a desconocidos.
-No se preocupe, tal vez por eso lo hace por que no me conoce.
-Le puedo mostrar una foto de mi mujer.
Estela asintió y el hombre rápidamente se saco la foto de la billetera, era una foto pequeña que mostraba a el más joven y a una mujer rubia de una gran sonrisa, la forma en que el hombre miraba la fotografía y la forma en que se veía esa pareja, la hizo sentir envidia de ese amor que ella imaginaba e idealizaba puro, sin conflictos, ni problemas de ningún tipo.

Cuando sus hijos se fueron con su padre, ella creyó encontrar compañía y apoyo en su mejor amiga, pero esta se enamoro de uno de los clientes, y toda su vitalidad se transformo en una absoluta indiferencia para todo lo que no tuviera que ver con su pareja y posterior marido, si seguía trabajando, pero vivía pendiente de las llamadas de el, iba a trabajar contenta o triste dependiendo si había discutido o no con su pareja, al cabo de un año, le dijo que dejaba la inmoviliaría que no se preocupara por su parte que se la pagara como y cuando pudiera.
Los dos primeros años de soledad como ella los llamo posteriormente les costaron horrores, ya que estaba sola tanto en la casa, como en el trabajo, decido concentrarse en el mismo y se volvió realmente una vendedora por si misma, al empezar a tener que tomar todas las decisiones ella sola, que casas aceptar.
Empezó a ahorrar dinero, e incluso ahorrando le quedaba sobrando bastante como para comprarse un nuevo auto, pintar la casa, comprarse ropa.
Los hijos al ver el nuevo patrimonio de su mama, pasaron de ir esporádicas veces e inventar excusas para no ir, a pasar todo los fines de semana, empezaron a pedirle plata.

-Saúl, anda a buscar yerba.
-Saúl nada a buscar azúcar.
-Podes ir a comprar veneno para ratas que no se puede estar en el molino.
-Trae unas facturas.
-Pasa la escoba por acá, despacito que sino después te agarra tos.
-No me hace la gauchada de irme a cobrar el cheque al banco, dale si acá no tenes nada que hacer.

Mientras más analizaba su relación con Lautaro más notaba que lo vacía que esta había sido, y que la rutina lo había hecho ir por más de diez años a esa quinta, como un autómata planchaba las camisas, los pantalones, que luego guardaba en el bolso, para el fin de semana, se subía y manejaba hasta la quinta, luego buscaba la llave debajo de la misma maceta, y entraba, prendía el calefactor o el aire acondicionado dependiendo de la época del año en que estuviera, y se sentaba a esperar, varias veces quiso levantarse he irse pero nunca tuvo el valor o la voluntad para hacerlo, todavía se reprochaba las veces que encendió el televisor en vez de el auto.

-Me alegra volver a verte.
-A mi también.
Los dos se miraron con una sonrisa complice.
-Queres conocer mi casa.
-Si.
-Como veras no es ni muy grande, ni muy linda, lo que si esta limpia, gracias a mi, hasta que encuentre alguien.
-Esta hermosa como vos.
Se besaron, y sin dejar de hacerlo dirigieron sus pasos hacia la habitación, se desvistieron e hicieron el amor.
-Ahora me doy cuenta que solo con vos hacia el amor, ya se que suena idiota, pero es la verdad, como me besas, me acaricias, hay no se como explicarte como una...
-Complicidad.
-Exacto, hasta adivinamos lo que queremos decir.
Se quedo en silencio, y ambos se durmieron sin darse cuenta, se despertó pasada la medianoche, al caer en la cuenta del día que era, se cubrió con la sabana destapando a Hugo  haciendo que este se despertara.
-Que pasa queres que me vaya.
-No por favor quedate.
-Esta bien.
Rozo sus antebrazos y le beso la mejilla.
-Hoy es mi cumpleaños, pero desde hace veinte años que este día solo pienso en Agustín.

Pocos segundos después de sacar a Martina el doctor sacaba a Agustín, le dio dos palmadas sobre los muslos para que llorara.
El niño crecia y se veia tan hermoso como su hermana, solo que al año todavía no hablaba, ni caminaba o siquiera gateaba.
Cada vez que lloraba Enilse y su marido se lanzaban miradas de reproches mutuos.




miércoles, 20 de julio de 2011

Los hilos de Enilse/10) Reencuentros de sombras y de luces.

No podía describir lo que sentía al volver a verlo, ahí estaba él, el primero, el único, el que le había dicho que la amaba, el que la había golpeado, el que le prometiera recorrer el continente en su moto, por el que se había diseñado y confeccionado un vestido, él.
Fernando se acercó, al tenerlo solo a dos metros de distancia  notó más su grotesca imagen, sus dientes amarillos, sus ojos enrojecidos, su pelo mal teñido, pero queriendo mantener el aspecto juvenil, que aunque se esforzara ya se había ido para siempre.
-Estás hermosa.
-Gracias.
-Querés tomar algo, dale, a ver si la memoria no me falla...un...gancia.
Estela miró a Silvia y a las demás que habían venido con ella, todas miraban anhelantes a diferentes hombres a los que se desvivían por atender, estos las miraban con sorna, dejándose hacer.
Son como prostitutas, esperando que el proxeneta las atienda, viendo si consiguen una sonrisa, un piropo, una caricia, que el tipo las acompañe a la casa, algunos hasta deben estar casados, y éstas infelices a la vejez viruela de amantes.
Al volver Fernando con el vaso de gancia lleno hasta el borde, que colocó en un apoya vasos frente a ella.
La cogería, le diría que haría todo como ella quisiera, que lo perdonara, que había sido un pelotudo por haberle pegado, la besaría, le sacaría la ropa suavemente, y al otro día le prepararía el desayuno, ella le diría que se fueran a vivir juntos, y él contestaría que no, y ella insistiría, hasta que él aceptara, y después lavarle, plancharle, darle todo el sueldo, y sobretodo esperarlo, cuando él volviera de estar con otras mujeres, o borracho, cuando la insultara o le pegara, cuando le llegarán las enfermedades, esperar hasta que él muera.
Recordó a su madre y los últimos años de vida de su padre, ambos odiándose, esperando que el otro muriera antes.

Su marido se iba a casar con una mujer veinte años mas joven. Odiaba quedarse en la casa ya le sobraba el tiempo para pensar, para recordar su fracaso como esposa y como madre, sus antiguas amistades o la ignoraban o la trataban con una condescendencia insoportable, solo una amiga que tenia desde la infancia la entendía y escuchaba.
Hasta que le llegó la plata de la mitad de una quinta que vendieran para realizar la división de vienes, la quinta era grande y estaba en un buen lugar por lo que la plata recibida fue bastante.
Pensó comprarle algo a sus hijos, pero sabia que eso solo incentivaría sus caprichos, y ya bastante se reprochaba lo superficiales que ambos eran.
- ¿No te gustaría empezar un proyecto?
-Claro, tan jovencita que soy.
-Cierto, sos una vieja de 35, déjate de joder, y no lo digo solo por vos, lo digo por mí, me encantaría dejar de aguantar al sorete que tengo por jefe.
-Yo no sé hacer nada, ni para tener un hogar sirvo.
-Déjate de echar tierra, y sabes qué, podríamos abrir una inmobiliaria.
- Estás loca, quien nos va a dar una casa a nosotras.
-La gente que no quiere que el viejo Tolosa les arranque la cabeza, o cuando se llevó por la venta de la quinta una fortuna, o no.
-Este pueblo es muy conservador, y nosotras no sabemos nada.
-La gente acá, como en todo el mundo no le gusta que le saquen la plata, y si nosotras podríamos regalarnos al principio, ponele, pedir de comisión la mitad que el viejo, vas a ver como conseguimos casas enseguida.
Rebeca solo había aceptado porque disfrutaba de que alguien la considerara importante, la escuchara, la tuviera en cuenta, también la revitalizó volver a estudiar, pasar el día junta con su hermana, entre fotocopias, facturas, mate o café, planeando qué casas serían las posible candidatas para ser vendidas por ella, y sobre todo qué local comprarían.
En un año y medio, tenían el local, algunos clientes, sobretodo conseguidos por Lucia cuyo poder de persuasión era absoluto.
La seguridad adquirida se reflejaba en su nuevo peinado, llevaba el pelo recogido, su vestimenta, pantalones de vestir, zapatos de tacos altísimos, y los labios siempre pintados.
Una de las tardes al volver de la inmobiliaria después de sentarse sobre uno de los sillones y descalzarse, para liberar a sus pies de la tortura que ejercían los tacos, mientras se sobaba los talones,  vio a sus dos hijos frente a ella.
-Mama, nos vamos a mudar con papa.

Se hundía en el cuerpo graso por dimensiones y tacto, esto último por todas las cremas que se ponía, un cuerpo que había parido diez hijos, un cuerpo lleno de estrías, celulitis, cicatrices hechas por las diferentes hombres, un cuerpo sudoroso, que se unía al de él, un cuerpo flaco, pálido, marchito, que sentía que en vez de semen largaría polvillo, ese polvillo que sentía en cada poro. Después del sexo ambos se tapaban vergonzosos de ellos mismo, y se daban vuelta para el otro lado de la cama como si lo que hubieran hecho fuera horrible.
Saúl cerró los ojos para no verla, ni a ella, ni a las paredes anaranjadas, respiraba por la boca para no oler su perfume barato, ni las cremas que ahora estaban impregnadas en su cuerpo, convietió sus manos en puños, para ni siquiera rozarla con la yema de un dedo, le hubiera gustado poder flotar para no tener que estar sobre las sabanas sucias y llenas de sudor. Para poder convencerse de que era superior al esperpento que tenía al lado, necesitaba creerlo, mentirse para que se fuera las ganas que tenía de suicidarse.

Nunca había vivido sola, de la casa de sus padres había pasado a vivir con una amiga, y de ahí a Hugo, su primera pareja, después Daniel, la casa era exactamente como Martina se la imaginaba, mediana, con dos  habitaciones, un pequeño living, una cocina comedor, un lavadero diminuto, y un patio que solo alcazaba para tender la ropa y donde no crezca ni una espina.
Igual después de pasar las primeras semanas pintando, y posteriormente eligiendo el lugar donde poner cada mueble, le costaba acostumbrarse a tener que hacer todo sola, también a tenderse la cama, lavar los platos, barrer, pasar el trapo al piso, limpiar los vidrios, pero sobretodo el no tener con quien hablar, el saberse sola cuando se iba a dormir sin que en la casa hubiera más presencia que la suya, las vacaciones estaban por empezar y el tiempo se le hacia eterno, empezó a ir al gimnasio, y a correr a la mañana y a la tarde.
-Hugo.
-Martina, que haces no era que preferías matarte de hambre con una dieta antes de hacer ejercicios.
-Vos tampoco eras muy deportivo que digamos.
-El corazón, demasiado Viagra.
El comentario de Hugo, más el haber trotado hizo que le agarrara dolor en una de sus costillas, se tuvo que sentar en el suelo para no caerse.
-Che, si vos sos viejo, yo también.
-El año que viene cumplo cincuenta, un pendejo no soy.

En los actos, siempre lo llevaba a el para que se sentara en uno de los palcos, junto con su mujer sus hijos, y la secretaria que también ostentaba el puesto de amante.
Miró a la mujer, sumisa, que lo miraba como un perro al que su dueño le concede el honor de acompañarlo, ahí aplaudiendo cuando tenia que hacerlo, asintiendo con una sonrisa en el rostro cuando decía algo coloquial, o una solemne, seriedad cuando decía algo comprometido.
La secretaria igual, creyéndose importante por el solo hecho de estar ahí, creyéndolo una conquista, mirándolo a él con sorna, doblando las piernas, y también aplaudiendo, sonriendo, y luego intentando que su rostro denotara seriedad, la segunda perra también entrena.
Y por último el tercer perro, el callejero, el que se tiene para satisfacer otras cosas, otras necesidades, también aplaudiendo, sonriendo y poniendo rostro serie, pero no por el discurso comprometido, sino por la soledad que sentía, por sentirse una cosa, por la dependencia económica, sentimental y moral que tenia hacia el, el salvador de los perros desahuciados.

miércoles, 13 de julio de 2011

Los hilos de Enilse/9) Los falsos principes del baile.

Sin duda era la que mejor relación había tenido con su madre, por lo menos en la infancia, de hecho viendo como había criado a sus hermanos, se sentía culpable de haber sido la preferida, ya que a los demás nunca les dedicó ni el tiempo ni la atención que a ella.
Durante toda su niñez, incluso después de nacer Saúl, su madre no dejaba de atenderla sobretodo exteriormente, le hacia vestidos, le compraba moños y cintas para el pelo, perfumes caros con los que prácticamente la bañaba antes de llevarla al colegio, y la valija bien lustrada.
Esa complicidad se mantuvo incluso en la pubertad, aunque ya en la adolescencia la imagen que Rebeca tenia de su madre se empezó a agrietar, la notaba hipócrita con su padre y con sus hermanos, a los que trataba mucho mejor y les brindaba más atención cuando había alguna visita. Que era controladora, y que seguía con su padre solo por el que dirán, sus palabras se le hicieron falsas, sus modos, sus sacrificios banales, empezó a alejarse a pasar más tiempo fuera, sobretodo en casa de sus amigas planeando la salida de los sábados. En una de esas salidas conoció a un muchacho que parecía salido de un cuento de hadas, atractivo y rico, su madre quedó encantada y le repitió varias veces que ojala ella hubiera tenido esa suerte.
-Julio, un abogado, la verdad me cuesta creerlo, mira si yo me hubiera casado con un abogado y no con un albañil, mejor ni pienso en eso, para qué, para amargarme más todavía. Pero vos tenes suerte, hija no vas a tener que hacer nada, pero igual controla todo, acordate que la esposa de un hombre así es a dueña y señora de la casa.
Quedó embarazada medio años después de casarse, durante los nueve meses aparte de la metamorfosis física, sufrió una en su matrimonio, descubrió que a su marido le era completamente indiferente, este se pasaba el día en su despacho, o en el escritorio, entre papeles hablando de juicios, o acuerdos, y cuando no, le gustaba encerrarse y escuchar música clásica o ir a jugar al golf, a ella le solía dedicar una mirada o cuando estaba contento una sonrisa y un beso por lo general en la mejilla y rara veces en los labios.
Rebeca no trató de retenerlo como le insistía su madre, al contrario, se fue alejando también, concentró su atención en su hijo, le preocupaba que le pasara algo, le dio de mamar hasta pasados los dos años, le enseñó a hablar, a caminar, a agarrar cada objeto, a leer y a escribir, cosas que cuando empezó la primaria ya sabia hacer, a los dos años de nacer el primer hijo estaba embarazada del segundo en los pocos encuentros que tenia con su marido, los cuales eran esporádico y fríos, él se posaba sobre ella, después de que Rebeca se desnudara, él nunca lo hacia, se baja el calzoncillos, a veces solo lo suficiente para sacar el pene y liberar los genitales, pero se dejaba la camiseta o remera puesta, según la estación, en lo demás los encuentros eran monótonos, repetitivos, rutinarios, no la besaba, no le decía nada, solo ponía su cara a un costado de la de ella, sin rozarla, lo hacia rápido, sin ganas, a veces le eyaculaba adentro, otras la sacaba antes y terminaba en uno de sus muslos, luego se tiraba del otro lado de la cama, mientras Rebeca se iba a bañar.
Con el segundo repitió las misma acciones que con el primero, y se alegró de que no se generará conflicto entre ellos, al contrario se llevaban bien, el mas grande trataba de cuidar al más chico en la medida de lo posible.
Tanto era su apego que empezó a dormir en la pieza de los chicos, juntando las dos camas y quedándose en el medio, le angustiaba las horas que estos estaban en la escuela, sus hijos se empezaron a cansar y a pasar más tiempo con sus compañero de colegio, cuando los confrontó, la trataron de absorbente de que por qué no hacia nada, de que los demás se burlaban de ellos, y que las otras madres la consideraban una loca.
-Podes creerlo.
-Claro, que querés que te dijeran, si es la verdad, pareces una loca, no estamos en guerra, nadie te los va a matar, deja a esos chicos o te van a salir maricones, todo el día estás con ellos, si siguen así se van a querer pintar la boca y usar tacos, de milagro no lo han hecho, y encima con el padre ausente, y no me mires así, si, yo te dije que te casaras con el, pero depende de una que el hombre se quede en casa.
-Papa prefiere comer un cacho de pan solo que un manjar con vos, y mejor no hablemos como sos como madre, así que no te vengas a hacer la experta, porque estás peor que yo.
Cuando los chicos entraron a la secundaria, Julio, le pidió el divorcio.

-Qué milagro por acá.
-Si molesto, me voy.
-No seas boludo, pasa, dame la bolsa.
Le dio un beso dejándole una marca violeta, que era el color del labial.
La casa de Nancy era pequeña como la de el, pero completamente diferente, estaba pintada de naranja, color que Saúl consideraba horrible, los muebles eran de caño, dados por la municipalidad por ser madre de más de siete hijos, sobre un aparador había un gran equipo musical, y a un costado estaba el televisor de pantalla plana.
él iba a sacarse las ganas, no solo de sexo, sino de compañía, la única que lo toleraba sin que tuviera que pagar como en la taberna, y que tampoco miraba el reloj para que se fuera como hacían sus hermanas, las escasas veces que se cruzaba con ellas en la calle, siempre ponían de excusa la falta de tiempo, Saúl hubiera preferido que por una vez aunque sea le dijeran la verdad, la falta de ganas.
Nancy volvió de buscar un destapador y los dos largos y anchos vasos, para las dos botellas de cerveza que había en la bolsa.
-Como se castigan los pobres, eh.
-Mi hija, salió mas viva que yo, el macho le da todo, yo le digo que aproveche y le saque todo lo que pueda, ahora que lo tiene re caliente, igual vos viste lo que es mi hija una muñeca, si este la deja por ahí hasta consigue otro mejor, ojala yo me hubiera visto así cuando era joven.
Sirvió la cerveza de forma acelerada y brusca, volcando gran parte cuando cambió de vaso aunque tenia uno al lado del otro, al darse cuenta mojó la punta de sus dedos sobre el liquido derramado y los sacudió sobre la cara de Saul.
-Qué haces, boluda, salí.
-Alegría, alegría.

Una de las primeras cosas que notó de Lautaro, es que era absolutamente metódico, sus encuentros por lo general eran en una quinta de Luján en medio de la llanura mas profunda, donde solo se divisaban algunos acacios y robles.
-Yo no me pregunto esas cosas, se lo dejo a la gente desocupada, o acomplejada, si querés queres una definición, soy bisexual, punto, me gusta acostarme con hombres y mujeres, no me lo cuestiono, no sé por qué soy así, ni me importa saberlo, no siento asco ni orgullo por esto, no me pienso separar, ni decírselo con mi familia.
Perdona si esto te ofende pero eso es para gente, no sé, medio pajera, a pajas mentales me refiero que importa el por qué, se es así, listo.
Le gustaba la seguridad de Lautaro, su fuerza interior, él decidía el día, la hora, el lugar.
Sh, shhhhhhh, era lo que mas solía escuchar de él, cuando le recriminaba algo, y él como si fuera un chico, se callaba, y se recostaba sobre su pecho.

Apretó tantas veces el botón verde como el rojo, hasta que por fin se lo metió en el bolsillo de forma definitiva, entró al auto y arrancó.
Los chicos se habían calmado, no puso el CD de música infantil que tenia sobre el asiento delantero porque escuchar las melodías y letras empalagosas de todas las canciones que contenía, le provocarían un ataque de nervios, sino el primer tema que escuchó mientras buscaba en el dial alguna radio y dio con una FM de Capital.
Mientras los chicos y ella tomaban sus respectivos helados, se dio cuenta que Liliana, la madre de una compañera de los chicos, estaba a dos mesas de distancia con su hija, ésta también se percató de su presencia y se acercó, los chicos se saludaron entre ellos, la mujer le dio un beso a Martina.
Los chicos casi terminaban el helado, y le pidieron si podían ir a jugar con Isabella a los juegos que había en el pequeño parque que tenia la heladería en la parte de atrás.
-Vayan.
Liliana se sentó, aunque Martina no la invitara o le hiciera alguna seña con la mano o la cabeza al respeto.
-Te enteraste, che, seguro que si.
- ¿Qué cosa?
-Lo de Daniel, anda con su secretaria, bah vos ya lo sabias, por eso te separaste, no, hiciste bien, sácale hasta las ganas de comer.
Martina vio la mirada de Liliana, expectante, ansiosa, quería saber si le acababa de dar una primicia y si no era el caso, escucharla puteando a Daniel, para luego irse y contárselo a las otras madres.

El vestido originalmente era por debajo de la rodilla pero decidió a ultimo memento recortarlo para que quedara apenas sobre estas, después de ponérselo y alzarse unos zapatos que la estaban torturando, se maquillo al verse en el espejo le dio asco ver lo recargada que estaba, ya que solo usaba labial para las fiestas, olvidando qué tonos y cuanta base ponerse, se lavó la cara, y volvió a agarrar los utensilios, prefirió no usar el delineador ya que se lo consideraba "muy de puta", decidió solo pintarse los labios, de rojo morado, y ponerse apenas maquillaje sobre las arrugas.
El sonido que hacían sus tacos por la vereda la ponía nerviosa, le parecían extraños y exagerados, al llegar al colectivo, las demás la miraron, ya que era la única que llevaba vestido, el resto iban pintarrajeadas, pero su vestimenta era absolutamente informal, en su mayoría llevaban jeans y remeras apretadas.
- ¿Estela, a qué gala vas?
-Bueno, perdón por no amatambrarme con un jean, mujeres grandes usando ropa de pendejas, vos Silvia por lo menos tenes una remera como la gente, pero ustedes no sé a donde van.
-Ha buscar machos.
Tuvo ganas de bajarse, pero pensó en que si lo hacia, estar con ese vestido, esos zapatos, y con las uñas pintadas y la cara maquillada, en vez de tomarse una pastilla se tomaría todo el frasco, varias veces había estado tentada de hacerlo, y ésta vez le parecía que la situación volvía la idea irresistible.
Ir vestida y pintada como iba, en un colectivo de más de dos décadas le resultaba grotesco, más cuando su cara se proyectaba en las ventanillas.
El lugar donde bajaron era un club de los años cincuenta, al entrar sus tacos resonaron sobre los mosaicos rojos y negros, el salón era de setenta de largo por sesenta de ancho, muy iluminado, había una barra a uno de los costados, los parlantes en otros, con música que pasaba de la cumbia melódica a los boleros, con un sonido fortísimo, un poco más al centro estaban las mesas, pero la mitad del lugar estaba vacía para que las parejas lo ocuparan.
Estela miro rápido la pista, las mesas, los parlantes, que le parecían horribles, y por último la barra,  apoyado sobre la misma estaba Fernando, este la miró, al verlo notó el grotesco parecido que mantenida con el veinteañero de su juventud. 

miércoles, 6 de julio de 2011

Los hilos de Enilse/8) Reproches pasados presentes.

El dulce ocaso primaveral, los tenues y anaranjados rayos del sol que se proyectaban sobre las verdes hojas de los paraísos blancos que rodeaban la cuadra por la que Saúl caminaba, al ver la placa con el nombre de Gonzalo y su mismo apellido y su rostro reflejándose en el bronce, lo hizo sentir grotesco y vulgar, pero decidió seguir, tocó el timbre que había debajo de la placa y la puerta se abrió.
La secretaria lo miró y en poco segundos lo reconoció, se puso pálida, le hizo un gesto con la cara de que se sentara, la mujer hablaba muy despacio casi susurraba por lo que no pudo escuchar nada.
Pasados unos minutos salió una mujer con el brazo enyesado, la agradable sonrisa que mostraba Gonzalo frente a esa ya anciana mujer, se desvaneció al ver a su padre, mantuvo a duras penas una mueca hasta que la señora salió, se dirigió a la secretaria en el mismo tono susurrante que ésta había empleado antes, ella asintió con la cabeza, tomó su bolso y se fue.
-Entra.
Saúl se sentó, antes que Gonzalo se lo pidiera o exigiera.
-No te vengo a pedir plata.
- ¿Entonces qué mierda querés?
-Hablar.
- ¿De qué?
-De tu madre.
La desafiaste indiferencia de Gonzalo, torno en angustia e ira.
-No podes hablar de ella, andate.
-Quiero pedirte perdón, bah ya sé que no me vas a perdonar, quiero decirte que me duele, que me siento una mierda, que se que fui...
-No necesito oírlo de tu boca, nunca lo necesité, desde los diez años sé que sos una mierda, o te olvidas cuando le gritabas a mama, cuando ella se tenia que hacer cargo de todo porque te gastabas el sueldo en la taberna de mierda esa, yo le pedí mil veces que se separara de vos, que nos fuéramos, pero la pobre infeliz te quería, mamá te amaba, siempre me pidió que tratara de comprenderte, que tomabas porque estabas enfermo. Qué paradoja no, cuando ella tuvo cáncer, vos peleabas por no pasarle un puto peso más de tu sueldo, si no fuera por la hipócrita de Rebeca, mama hubiera reventado mucho antes, nunca te importó un carajo, yo estaba ahí escuchando como se retorcía, como lloraba, se tapaba la cara o me echaba de la pieza para que no la viera así, le importaba más mi dolor que el de ella, y vos qué, con una puta o tomando, o lamiéndole el culo a tu patrón, no hables, escucha eso es lo único que podes hacer por mí, escuchar la mierda que te tengo que decir.
Fuiste un sorete, un hijo de puta, una mierda, rogué y ruego para que te agarre una cirrosis pero que no te lleve puta, que te revientes lentamente, me paso por el culo el juramento hipocrático con vos, por mí te podes estar reventando que no te voy a alcanzar un baso de agua.
Era lo único que podía esperar de esa visita, pero se la debía, nunca había enfrentado a su hijo, y sabia que escuchar esas palabras era lo único bueno que podía hacer por el.

Escribió tres discursos, Lautaro el secretario, asistente, mano derecha del intendente, les dio una rápida mirada, para luego posar sus ojos sobre los  anhelantes de Oscar.
-Están muy bien, excelentes, pero no van para un acto donde lo que menos le importa a la gente es esto.
- ¿Y qué mierda quieren?
-No te enojes, nadie te pidió contar la épica (si es que la hubo) de la independencia, solo unas pocas palabras sobre los próceres, poquito, palabras sobre el presente mezcladas con algo de historia, que seguiremos con los pasos dejados por ellos, etcétera.
Oscar reescribió el texto, terminado el año lectivo, Lautaro (convertido en intendente) se volvió a aparecer esta vez en la puerta de su casa.
- ¿Qué quieres que te escriba ésta vez, tu discurso inaugural, comparándote con algún prócer?
-Ja no, quiero ofrecerte la secretaria de cultura.
-Isabel Doraes ha hecho un buen trabajo, ademas es mucho más sociable que yo, no entiendo por qué me lo ofreces a mí.
-Porque te quiero cerca.
Enseguida se dio cuenta que hombre recientemente elegido intendente, autoritario, con una sumisa esposa y tres hijos, no había dicho esas palabras como lo diría un amigo o un socio, se le estaba ofreciendo.


-Quédense quietos, ya salimos, esperen que les ate los cordones.
-Papa lo hace mas rápido.
-Si lo hace más rápido.
-Okey, pero no están con papa, están con mama, les guste o no.
-A vos no te gusta.
La nena la miró desafiante.
-Deja de decir pavadas.
-No te gusta, sos mala.
-Rene terminala, quieren ir a la plaza y comer helado, bueno, pórtense bien.
En los juegos de la plaza, le demandaban subir al tobogán, a las hamacas, al trapecio, que moviera más rápido la calesita...
-No, para el subi-baja están chicos.
-Somos grandes.
-No, la terminan, basta están insoportables.
-Subi-baja.
-No, se hace tarde, vamos a tomar el helado que después si no van a estar llenos y no van a querer la cena.
-Subi-baja, mala.
-Al auto, vamos.
Colocó los cinturones de seguridad lo más fuerte que pudo, con la llave cerró las puerta del auto, una vez más tuvo que contenerse de no huir, apoyo los antebrazos sobre el techo del auto, junto con las llaves tenia el celular, y el número de Daniel.
No te voy a dar el gusto.

Siempre que compraba papel molde lo hacia por varios metros, aunque solo le encargaran un vestido, eso originaba que no supiera qué hacer con los metros restantes, esa vez si sabia, el vestido realizado o copiado para Silvia, le había dejado como siempre materiales de sobra, empezó a dibujar y a tomarse las medidas, le costó retomar el trabajo después de tomárselas, no tanto por el escaso crecimiento de sus caderas, o su cintura, sino porque dichas zonas no tenían nada que ver ni para el tacto, ni para la vista con la de sus veinte, dejó ese proyecto y se fue a cocer cuellos, colocar botones, hacer dobladillos, hasta que tuvo la paciencia y resignación de retomar el vestido.

Los dibujos eran otros, que francamente le parecían horribles en comparación con los de las sabanas de sus hijos, pero el volver a estar ahí, haciendo las camas le trajo imágenes difusas, habían pasado cuarenta años, siempre les contaba un cuento a sus hijos, pero se lo tenían que ganar, uno, diciéndole las tablas, y el otro, el abecedario, se sentaban en la cama y cerraban los ojos, como si al cerrar los párpados se activaran las neuronas, y por lo general esa manía, capricho o costumbre, funcionaba, y decían bien las tablas, o el abecedario.
-Viste tanto que decías, no yo los crió mejor, hay que ser didácticos con los chicos, entenderlos y no se cuantas pavadas más, y mira lo que te salieron.
Las palabras de su madre difuminaron el recuerdo, contrajo su rostro, coloco las colchas de forma mecánica, salió de la habitación esperando olvidar las palabras de su madre.