sábado, 16 de septiembre de 2017

Encrucijadas de la vida /4)

Le dio un sonoro beso en la mejilla, y lo llevó hasta el comedor, lo miraba con un entusiasmo absoluto, le hacía varias preguntas a la vez.
Benjamín le entregó un certificado que funcionaba hasta que obtuviera el diploma.
Laura lo tomó mientras sus ojos empezaban a humedecerse, lo abrazo apretándolo contra ella, y lo volvió a besar en la mejilla derecha.
-Estoy muy orgullosa de vos, Benja, sos...ay no sé ni qué decir, me deja sin palabras esto, te juro, mi amor.
Benjamín le devolvió los agradecimientos de forma mecánica, aunque tratando de sonar lo  más conmovedoramente convincente que pudo.
El almuerzo transcurrió entre innumerables preguntas de Laura hacia su hijo, intercalada con las breves respuestas que este le daba, y que ella llenaba con más felicitaciones.
Jorge y Sofia no dijeron nada, se limitaban a comer, ambos poco, mirando el reloj, Sofia quería volver a su habitación y Jorge al jardín, hoy quería plantar unas flores que había comprado, ahora que se venía la primavera.
Benjamín, su dios, su razón de ser, quien había llegado adonde ella no, quien sería, no quien ya era, quien tendría plata y sería el señor Benjamín, ella sería la madre del abogado, y por qué no del empresario, porque su hijo no estaba para menos, llegaría a ser un empresario, llegaría a ser todo lo que se propusiera, como hasta ahora.
Pero no tengo que absorberlo, ni joderlo, me tengo que contener, dejarlo, que haga, que viva, él solito puede, él solo va a llegar, tiene eso que me faltó a mí, no sé como hice para tener un hijo así, me supera tanto.
Bueno algo bien debo haber hecho, che, me tengo que sentir orgullosa, y si, yo lo ayude como pude, creo que lo encamine, si, si, lo hice, además me parece que de alguna forma está bien que no haya tenido todo, pero si lo suficiente para poder centrarse en sus estudios, eso si es por mí, cuanto hace que apenas me compro ropa o zapatos, solo cuando tiene agujeros, y a la peluquería voy cada mil años, me tengo que andar tiñendo yo para no gastar ni en eso, pero bien invertidos está, ay no, invertir suena a que espero algo a cambio, bah si espero, que él lo logre, y ya lo está haciendo, ya lo está consiguiendo.
Vos sos Benjamín, eso si que es importante, de las pocas personas entre millones que logran ser.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Encrucijadas de la vida /3)

Ya era un licenciado en administración, el diploma se lo darían la semana que viene, pero eso era algo simbólico, lo concreto ya estaba hecho, y ahora su futuro suegro y esperaba que también jefe, podría contratarlo.
Había obtenido las mejores calificaciones de su curso, algo a lo que estaba acostumbrado, sus notas desde la primaría, pasando por todos los años de la universidad, no habían bajado de 9, nunca se lo había permitido, nunca se había permitido tantas cosas...pero por un motivo, por una meta, quería llegar, y sabía que la única forma que tenia de hacerlo era esa.
Ahora la comida familiar, qué poco le interesaba, si le era relativamente simpática la alegría de su madre, también era consciente de todo lo que le debía, aunque se sentía más gratificación que amor hacia ella, en el fondo la veía como una mujer patética, que hbía tratado de traspasarle sus ambiciones frustradas y vivir a través de él. No la despreciaba por ellos, hasta de cierta forma se lo agradecía, creía que en parte esa "presión" ejercida por ella, lo había moldeado, o no, él se había moldeado a sí mismo, pero ella había hecho su aporte, y se lo retribuía poniendo su mejor sonrisa, interpretando el papel del hijo afectuoso cuyo mayor mérito es ver la satisfacción en los ojos de su madre.
No le costaba nada eso, total, no era con la única que interpretaba un papel, siempre lo estaba haciendo, siempre le mostraba a los demás lo que querían ver de él, era la única forma de lograr algo en la vida, conseguir que la gente te percibiera de forma positiva y actuar en consecuencia, hacerles creer que si, que sos así, que eso que ven es tal cuál lo que es, la imagen del éxito, del superado, pero sin ser soberbia, sin egolatría, con un discreto orgullo, pero siempre recalcando que cualquiera con esfuerzo podía llegar al mismo lugar.
Bajó del auto, su madre le había regalado el suyo para que pudiera viajar sin problema su no tener que hacerlo en colectivo o combi, otra de las deudas, los "buenos padres" eran como bancos o tarjetas, siempre dispuestos a dar créditos para luego vivir de los intereses.
 Sintió el olor de la salsa, lasaña...
Si ama supiera que hace años la lasaña dejó de ser mi comida preferida, que prefiero la comida oriental, que la salsa no me va.
Pero bueno, tampoco era tan fea, ni desagradable, y de paso le serviría parta recordar lo que ya no era, un muchachito del interior, que lo único que seguía igual era esa comida, y esa familia con la cuál esperaba tener cada día menos que ver. 

sábado, 2 de septiembre de 2017

Encrucijadas de la vida /2)

Claro que la seguiría, de nada servía tratar de hacerse ilusiones pensando que por cambiar de trabajo, mudarse, e intentar comenzar de nuevo, Ignacio se lo permitiría.
Él estaba acostumbrado a que las cosas se hicieran como quería, y por ahora no quería separarse de ella.
Nuria miró el GPS, comprobó que hasta entonces estaba siguiendo el camino correcto, luego concentró su vista en su hijo, que no la despegaba del celular, iba a decirle algo, pero prefirió callarse, y volver a sus pensamientos.
La culpa fue mía lo dejé hacer, lo deje manejarme, comerme la cabeza, hace esto así, mejor de esta manera, y cuando me quise acordar él decidía todo, claro, como no iba a querer hacer lo mismo con Mariano, lo raro hubiera sido que no, en casa mandaba él, decidía él, y yo de idiota se lo permitía, peor, ni siquiera de idiota, porque bien que me daba cuenta, de cómoda.
Miró el cartel verde que le indicaba que la próxima sería la ciudad donde vivirían, donde volvería a comenzar, o tal vez solo cambiaría de escenario para repetir la misma obra.

La comida en honor a Benjamín, el hijo adorado, el bien portado, el estudioso, el perfecto, mi hermanito, con quien no dejan de compararme.
Tenés que ser más como él, por qué no sos como él, Benja no da trabajo, Benja hace la tarea sin que lo tenga que andar persiguiendo, Benja esto, Benja lo otro.
Por qué no se irán él y vos a la mierda, mamita, ojalá Beja te lleve al fin del mundo y ahí se queden ambos para siempre, soretes.
Le delía la cabeza, había dormido mal, y peor la tenia la abtinencia, quería tomar, pero su madre no la había dejado salir la noche anterior.
Te conozco, Sofia, vas a volver a las 5 de la mañana, borracha y ni te vas a levantar para recibir a tu hermano, bastante te las aguanto todos los fines de semana, porque ya estoy harta de hablarte para nada, además para que después tu padre te solape y te deje hacer lo que quiera, no me voy ni a calentar, pero mañana no, mañana vas a estar ahí, y cuidadito empieces con tus pelotudeces, porque te juro que no salís nunca más, y que al reventado ese de Lucas, lo hago meter preso, no me vas a joder la comida, Sofia, te lo digo en serio.


Encrucijadas de la vida /1)

Apenas una vez por semana solía cocinar algo elaborado, y eso solo las semanas que tenía el humor necesario y las ganas, que era muy de vez en cuando. Pero ese día Laura quería agasajar a Benjamín, su hijo, porque se había graduado, por lo que le haría su comida preferida, lasaña.  
Era uno de los pocos platos que aprendiera a cocinar, en general nunca había tenido ningún interés en la cocina, pero durante unas vacaciones de invierno cuando era chica se despertó y su madre estaba por empezar a amasar,la ayudó, y siempre había recordado como se elaboraba, además prepararla le traía reminiscencias de ese momento con ella, uno de los pocos lindos y buenos, antes que comenzara a odiarla, odio que seguía ahí, latente, y tal vez nunca se fuera. Pero no quería pensar en so, sino en su hijo, en que ya era un abogado, abogado corporativo.
Ningún boludo Benjamín, no se metió en las otras ramas que solo traen dolores de cabeza, bueno también podría haber seguido civil, pero no, mejor esto, con lo inteligente que es, y las notas que saca, ya lo veo ganando un sueldazo, y dentro de nada mudándose a Estados Unidos, porque allá si saben valorar el talento, y él lo tiene.
Benjamín, era su máximo orgullo, a veces pensaba que el único, odiaba su casa, aunque todo dentro de ella lo había elegido, pero le seguía pareciendo chata, chica, mediocre, una casa como cualquier otra, no la que pensaba tener cuando era joven. Casi nada y casi todo lo que proyectara a sus 20 lo tenia, marido, familia, casa, auto, pero no los que había soñado, y lo conseguido no le gustaba, no la satisfacía, no le generaba más que frustración y amargura.

Se despertó sintiendo el olor acre de la salsa, Jorge odiaba levantarse y sentir olor a comida, porque le impedía disfrutar del aire de la mañana, que para él con su vista, su sol, su rocío, eran las mejores horas del día.
Pero no quedaba otra, como tantas veces, tenia que resignarse, igual tampoco era tanto sacrificio, no ese por lo menos.
Suspiro, fue al baño, se lavó la cara, se afeitó, luego volvió a la habitación, se vistió, fue al comedor, vio que su mujer estaba revolviendo la salsa, paso a unos pocos centímetros de ella para llenar la pava de agua, la puso al fuego, en la hornalla más alejada de la que tenia la salsa, y salió un ratito al patio.
El sol todavía no había terminado de secar el rocío, tal vez porque estaba más nublado que despejado.
Se sentó en una de las reposeras, y se quedó viendo como un colibrí aleteaba inninterrupidamente y picoteaba con la misma celeridad uno de los malvones. 
-Se te va a hervir el gua.
Le gritó Laura, Jorge, volvió a suspirar, se levantó de la reposera y entró.