sábado, 18 de mayo de 2019

Los rumbos /25)




















































Como llovía su madre no recibió visitas ese día, y le empezó a contar a  Agustín, todo lo que no podía decirle a sus amigas, desde las tramas de las telenovelas que veía, al último chimento de los programas de la tarde, o el chusmerio que había leído en facebook, sobre una infidelidad, un accidente, una muerte, etc. A Agustín le costaba seguir el hilo, porque no le prestaba la mínima atención, asentía y cuando más o menos captaba el sentido de la frase o anécdota decía algo que denotara acuerdo con lo que su madre estaba exponiendo, le fastidiaba mucho estar ahí, pero creía que era la forma que tenía de demostrarle cariño a su madre, a veces el amor eran momentos incómodos, molestos, aburridos, estúpidos como esos, donde debía prestar el oído. Su madre se había comido muchos así por él, en el colegio, o las horas ayudándolo a hacer la tarea, buscándole mapas, crayones, marcadores, hojas, ceritas, cartulinas, o escuchando como le había ido en clase, o como se llevaba con sus compañeros, también lavando, planchando y acomodando su ropa. Pensó que la vida, la familia, el amor, eran en el fondo un constante intercambio de deudas y favores, todo se pagaba y se cobraba en algún momento de una forma o de otra. 




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