Todos los mensajes que había en el celular, eran intrascendencias, pero, cuando les estaba ganando la frustración, encontraron un mensaje de voz.
Era de Luciana.
-No sabes, vino la vieja Virginia, se están rajando a puteadas con Sebastián, le dijo que nunca lo tendría que haber tenido, escucha:
No se escuchaba muy bien, pero si lograban dilucidar lo que estos decían.
-Mamá me tenés harto, vos no sos mejor que papá, y sabes de lo que hablo, me da asco hasta verte, salí de acá, ándate, desaparece.
-No te voy a perdonar nunca esto, yo te amo como nadie, te quiero, siempre me preocupe por vos
-Mierda se acordaron que estoy acá, empezaron a hablar más bajo, bueno, después te cuento lo otro que escuche, creo que la vieja está enferma pero mal, está loca la pobre, después llámame.
-¿Creen qué?
Andrea no podía pensar, el oír a su hermana era demasiado para ella.
Magdalena dijo:
-No, es imposible.
-A mí también me cuesta creerlo, pero no, es lo más concreto que tenemos hasta ahora.
Andrea, salida un poco de su turbación, los miro a ambos.
-Pero de qué están hablando.
-De lo que acabamos de escuchar.
-No podes creer que Virginia pudo hacer algo así.
-¿Por qué no? la mujer, vos la viste, bueno, todos la vimos, no actuaba como los demás.
-Por favor, como se hubiera una forma de reaccionar, todos lo hacemos de manera diferente.
-Sí, pero ella no se veía confundida como nosotros, que no entendíamos nada.
-No sé, no creo.
Magdalena casi gritó.
-Yo sí, se notaba rara, y se miraba las manos, fue todo lo que me acuerdo de ella, pero es cierto, parecía culpable.
-Creo que estamos sacando demasiadas conclusiones.
-¿Y qué otra cosa nos queda más que eso? nada, además, creo que sí, que fue ella, y y yo que creía que había sido Vicente.
-Entonces, ¿qué hacemos con esto, se lo llevamos a la policía?
-Espero que estos hagan algo..
Los tres se quedaron alrededor del celular.
-¿Cómo fuiste capaz?
Vicente la miro con odio, había hablado sin levantar la voz, pero se notaba toda su irritación en la forma en que había pronunciado cada palabra, y en como la miraba.
Virginia le correspondía de igual forma.
-Cómo, estas indignado, una mierda como vos no tiene derecho a indignarse.
-No te compares conmigo, nunca hubiera sido capaz de matar a mi propio hijo.
-Por favor, si lo odiabas, siempre lo odiaste, nunca un gesto, nunca siquiera una palabra de apoyo, él se empezó a drogar por tu culpa.
-No, a mí no me vas a cargar con eso. Fue por vos, porque sos una enferma de mierda. No quiero imaginar cómo lo habrás trastornado para que se volviera así.
-Vos lo volviste así, lo único que te importaba eran tus campañas. No le dabas ni pelota, para lo único que le prestabas atención era para hacerle reproches. Siempre gritando, siempre menospreciando a todos, me hiciste sentir tan sola, todo esto es tu culpa, te odio.
-No más que yo.
Vicente sacó con un pañuelo con un pequeño frasco.
- ¿Qué es eso?
-Veneno, lo sabes mejor que yo, es lo que le diste a Sebastián. No te preocupes, voy a declarar que fue un suicidio, tanto lo de él como lo tuyo, vas a escribir una carta y a poner que viste a los chicos muy curiosos sobre unos venenos, que ese día fueron a buscar un frasco, que te habían dicho que iban a usarlo para unas ratas que había en el barco. Vos se los llevaste sin sospechar nada, pero te sentís culpable porque nunca hubieras creído el fin que decidieron darle. Que no lo podes superar y por eso decidiste ponerle fin a tu vida.
-Problema resuelto, claro.
-Mira Virginia, no vine a discutir, ya demasiadas palabras gaste con vos. Escribí y toma el veneno, es lo más cercano a la dignidad a lo que una mierda como vos puede aspirar.
Era de Luciana.
-No sabes, vino la vieja Virginia, se están rajando a puteadas con Sebastián, le dijo que nunca lo tendría que haber tenido, escucha:
No se escuchaba muy bien, pero si lograban dilucidar lo que estos decían.
-Mamá me tenés harto, vos no sos mejor que papá, y sabes de lo que hablo, me da asco hasta verte, salí de acá, ándate, desaparece.
-No te voy a perdonar nunca esto, yo te amo como nadie, te quiero, siempre me preocupe por vos
-Mierda se acordaron que estoy acá, empezaron a hablar más bajo, bueno, después te cuento lo otro que escuche, creo que la vieja está enferma pero mal, está loca la pobre, después llámame.
-¿Creen qué?
Andrea no podía pensar, el oír a su hermana era demasiado para ella.
Magdalena dijo:
-No, es imposible.
-A mí también me cuesta creerlo, pero no, es lo más concreto que tenemos hasta ahora.
Andrea, salida un poco de su turbación, los miro a ambos.
-Pero de qué están hablando.
-De lo que acabamos de escuchar.
-No podes creer que Virginia pudo hacer algo así.
-¿Por qué no? la mujer, vos la viste, bueno, todos la vimos, no actuaba como los demás.
-Por favor, como se hubiera una forma de reaccionar, todos lo hacemos de manera diferente.
-Sí, pero ella no se veía confundida como nosotros, que no entendíamos nada.
-No sé, no creo.
Magdalena casi gritó.
-Yo sí, se notaba rara, y se miraba las manos, fue todo lo que me acuerdo de ella, pero es cierto, parecía culpable.
-Creo que estamos sacando demasiadas conclusiones.
-¿Y qué otra cosa nos queda más que eso? nada, además, creo que sí, que fue ella, y y yo que creía que había sido Vicente.
-Entonces, ¿qué hacemos con esto, se lo llevamos a la policía?
-Espero que estos hagan algo..
Los tres se quedaron alrededor del celular.
-¿Cómo fuiste capaz?
Vicente la miro con odio, había hablado sin levantar la voz, pero se notaba toda su irritación en la forma en que había pronunciado cada palabra, y en como la miraba.
Virginia le correspondía de igual forma.
-Cómo, estas indignado, una mierda como vos no tiene derecho a indignarse.
-No te compares conmigo, nunca hubiera sido capaz de matar a mi propio hijo.
-Por favor, si lo odiabas, siempre lo odiaste, nunca un gesto, nunca siquiera una palabra de apoyo, él se empezó a drogar por tu culpa.
-No, a mí no me vas a cargar con eso. Fue por vos, porque sos una enferma de mierda. No quiero imaginar cómo lo habrás trastornado para que se volviera así.
-Vos lo volviste así, lo único que te importaba eran tus campañas. No le dabas ni pelota, para lo único que le prestabas atención era para hacerle reproches. Siempre gritando, siempre menospreciando a todos, me hiciste sentir tan sola, todo esto es tu culpa, te odio.
-No más que yo.
Vicente sacó con un pañuelo con un pequeño frasco.
- ¿Qué es eso?
-Veneno, lo sabes mejor que yo, es lo que le diste a Sebastián. No te preocupes, voy a declarar que fue un suicidio, tanto lo de él como lo tuyo, vas a escribir una carta y a poner que viste a los chicos muy curiosos sobre unos venenos, que ese día fueron a buscar un frasco, que te habían dicho que iban a usarlo para unas ratas que había en el barco. Vos se los llevaste sin sospechar nada, pero te sentís culpable porque nunca hubieras creído el fin que decidieron darle. Que no lo podes superar y por eso decidiste ponerle fin a tu vida.
-Problema resuelto, claro.
-Mira Virginia, no vine a discutir, ya demasiadas palabras gaste con vos. Escribí y toma el veneno, es lo más cercano a la dignidad a lo que una mierda como vos puede aspirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario