sábado, 2 de junio de 2012

Testigos Ausentes /6)

¿Quién podía querer asesinar a Luciana? ¿por qué? su hermana era rebelde, caprichosa, pero no la creía capaz de chantajear a alguien, o humillar, aunque cada vez estaba menos segura de ello.
-Algo pasó en el barco.
-Es obvio, pero no fue por lo que pasó ahí que terminaron muertos.
-¿Y por qué no, qué te hace estar tan seguro?
-Porque no fue un asesinato espontáneo, sino los hubieran baleado o apuñalado, no envenenado.
-Parece que no te interesara la muerte de tu hermano, lo tomas como si fuera una investigación más.
-Lo voy a llorar cuando sepa quién lo mató y el asesino se esté fundiendo en la cárcel, no antes.
-¿Y si nunca lo atrapan?
-Lo harán.
-Si hubiera sido Vicente les habría puesto una bomba o los hubiera baleado, no los iba a envenenar.
-Es cierto que le hubiera convenido porque parecería un atentado, pero el ruido podría haber despertado a los demás residentes. Además tendría que haber contratado a sicarios, y estos nunca terminan de ser confiables. No, algo limpio como el veneno, silencioso, y que cualquiera podría haber hecho. Es más, pudo ser el mismo, cada vez estoy más seguro que fue el propio Vicente quien lo hizo.
-Es imposible.
-No hay nada imposible, un tipo como ese no quiere a nadie y menos a un hijo que se le rebelaba. ¿Ya revisaste los mensajes de tu hermana?
-Mi hermana no guardaba los mensajes, siempre los borraba, solo tenia el último que me envió a mí diciendo que se iba con sus amigos a navegar.
-Diego tiene algunos más, pero tampoco era de guardarlos. No he podido revisar su Facebook porque cambiaba de contraseña continuamente, y las complicaba cada vez más para que yo no pudiera entrar. Tengo un amigo que está viendo si la puede descubrir, en los mensajes hablaba de un chico, un tal Fernando que no sé qué le habían hecho Sebastián y mi hermano.

Cuando Daniela empezó el jardín de infantes, Magdalena sintió cierta abstinencia, le costaba pasarse las horas sin ella, pensar que se podía caer, todavía era tan pequeña, tan frágil, cualquier golpe podría significar algo irremediable.
Magdalena se angustiaba, y a veces hasta lloraba de solo pensar en esa posibilidad.
Después de retirarla del jardín, regresaba rápido a la casa, la metía al baño, la desnudaba y mientras la bañaba la revisaba toda ,que no tuviera un golpe, un rasguño, o un arañazo, si llegaba a tener uno le preguntaba, con una fingida suavidad, qué le había pasado, y cuando Daniela se lo decía, ella buscaba el desinfectante y se lo untaba en el pequeño rasguño o raspón que esta tuviera.


¿Qué espera Fernández para traerme novedades?
Fernández llegó a la hora indicada, aunque Vicente creía que había estado retrasado.
-Bueno, no importa, ¿Qué tenés?
-Nada bueno, ya que quien asesinó a su hijo y a los demás, es alguien de acá, revisamos las cámaras de seguridad, y nadie entró ni salió.
-Pudo ser una lancha.
-No, los radares hubieran captado el ruido, además en el barco no había nadie más, nadie subió más que los cuatro jóvenes, y luego usted.
Hacia años que Virginia, como Vicente no se percataba de su presencia, escuchaba y veía todo lo que él hacía en la casa.
Miserable, se dijo, después de escuchar la charla que su marido había sostenido con Fernández, pero no siguió pensando en él. 
Debería estar muerta junto a Sebastián. 
Juntó todos los calmantes, los vertió en su te y se los tomó. Empezó a desvanecerse, sobre la cama de Sebastián.



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