sábado, 3 de diciembre de 2011

Expresiones de mi vida /5) Comunicación filial.

Otra vez colgué. Me daba cosa volver a ver lo que escribí la última vez, me dio vergüenza.

Al chico —porque para mi edad era un chico más que un hombre, podría ser mi hijo— no lo volví a ver. Dejé de comprar en ese supermercado. Ahora voy al chino o al almacén del barrio, que me arranca la cabeza, pero bueno… no aguantaba comportarme como una idiota, y eso es todo lo que voy a decir de aquel episodio. No pasó nada más.

Ayer me llamó mi madre.

—Hola, ¿seguís viva? Porque con vos nunca se sabe, ya que no sos capaz de llamar.
—Si querías hacer una fiesta, lo lamento, mamá, pero sigo viva.
—Mirá vos. Y sí haría una fiesta, porque sería la única forma de verte la cara, aunque sea muerta.
—¿Para qué querés verme? ¿Para criticarme o para contarme lo que hizo Silvina?
—Para hablar de vos. De cómo andás. Es cierto que Esteban se mudó, nunca me decís nada.
—Sí, mamá. Es cierto.
—¿Y qué hacés ahora? Tenés muchísimo tiempo y no sos capaz de llamarme. ¿Qué excusa tenés? Porque las llamadas no cuestan nada.
—Mamá, ni aunque fueran gratis te llamaría todos los días. Y no sé para qué querés que lo haga, ¿para esto? Mejor hablemos lo menos posible.
—Siempre igual vos.
—Sí, mamá. Siempre igual. Adiós.

La verdad es que cuando se tiene mi edad, o te volvés más hipócrita o más sincera. Y yo prefiero no callarme nada. ¿Para qué hacerme mala sangre? Después me agarra algo por tragarme las broncas. No, señor. Ahora digo todo lo que pienso.

Con mamá nunca nos llevamos bien. Tampoco es que andábamos a las patadas, pero esa relación de madre e hija que se cuentan todo, nunca la tuvimos. Con papá me llevo un poco mejor. Lo malo es que es tan poco demostrativo…
Antes nos mandábamos cartas, pero desde que le agarró reuma casi no me escribe. Yo tampoco a él. A veces hablamos por teléfono, pero es un hombre de pocas palabras.
Tal vez debería volver a escribirle. No sé. Me saldría forzado.
Papá para eso era rápido. Antes se carteaba seguido con su hermano, el que vivía en San Nicolás.

Increíble: la última vez que escribí fue sobre mi libido y hoy estoy hablando de mis padres. Muy freudiano lo mío.




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