Se me dio por ir al cementerio.
Hacía casi un año que mi padre había muerto, y aunque no creo que exista algo
más que esta vida, y me parece que una vez que las personas mueren, igual
necesitaba estar con él.
Es raro. Cuando era chica me
sentía extraña en los cementerios, no mal, no me disgustaba estar en uno como a
muchos chicos, pero tampoco me fascinaba como a otros.
Ahora, cuando estoy mucho más
cerca de estar en una lápida que de esa niña que se sentía extraña, no sé qué
me produce estar en un cementerio. Ya no pienso en los que están enterrados,
solo busco a mi padre, o algo que me
haga recordar a él.
Cuando llegué a su lápida,
lloré y me quedé sin poder moverme. Lo sentía cerca, es raro, pero empecé a
recordarlo, a sentirlo.
Después vi la lápida sucia y
las flores podridas. Tiré las flores y puse unas nuevas. No pude limpiar la
lápida porque no me sentía con ánimos para hacerlo.
Decidí que haría todo lo que había pensado hacer en la vida, claro,
lo que todavía me fuera posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario