Hace casi un año que no escribo nada. Es más, pensaba no volver a escribir, pero me gusta cerrar las cosas. Igual no sé cómo voy a darle un cierre a esto; tendría que morirme, y la verdad es que quiero vivir todos los años que me queden, que espero sean muchos.
No, pero quería contar sobre este año, que ha sido bueno, muy bueno, podría decir.
Bueno, empezando por mi trabajo, porque revisando lo que escribí me di cuenta de que solo lo mencioné al principio; después, nada, como si viviera del aire. Pero no, seguí yendo a trabajar, aunque no hay mucho más que contar; las cosas cambian poco y nada allí. Lo único diferente es la forma como yo me lo tomo ahora: ya no me hago dramas. Bah, sí, me los hago, pero dentro del trabajo, porque ni bien salgo, me olvido, no pienso más, y al otro día vuelvo a la carga.
Eso por el lado del trabajo. A ver qué más: mi madre. Con ella, lo único bueno es que la he visto poco y nada. Nunca nos vamos a llevar bien, y ya ni ella ni yo lo intentamos, ¿para qué? Si en toda una vida no nos llevamos, ya sabemos que no nos vamos a llevar. Ella ya anda con alguien; yo no sé si no tenía un amante mientras papá vivía, pero no me voy a hacer mala sangre por eso, porque estoy segura de que, si era así, mi papá ni se dio cuenta.
Bueno, con mi hermana, no puedo decir que sea igual que con mi madre, porque no. Ella no es así. En sí, la del problema soy yo, lo pude aceptar: siempre le tuve envidia porque es periodista, famosa y exitosa. Pero bueno, si yo elegí otra cosa, ¡a joderme! Nos vemos poco, pero ahora charlamos de todo.
Con lo de mi madre y mi hermana me ayudó mucho la psicóloga. Empecé a ver una porque me costaba mucho superar lo de mi padre. Pasaba días sin pensar en él, pero por ahí empezaba a hacerlo y no paraba más, todo el día lo tenía en mi cabeza. La verdad que me ha ayudado un montón, y no solo con ellas, sino con mis hijos. Me ayudó a aceptar la relación como es y a tratar de ir mejorándola en la medida de lo posible, pero sin forzar las cosas, sino dándole su tiempo a cada uno. Y así es: yo sé que con los dos varones puedo hablar, los veo menos que antes, pero sé que están bien. Además, yo le digo a Augusto que cuando quiere venir el menor, él se va, porque a Esteban no le gusta verlo, y él lo acepta. Con Natalia sé que no me voy a llevar bien, pero nos toleramos, y cada tanto hablamos, sin pelearnos y todo.
Ahora me toca contar de él. En mi vida hubiera pensado andar con un hombre tantos años más joven que yo, y menos que fuera a durar tanto. Ya hace casi tres años que estamos juntos, no lo puedo creer. Sé que en cualquier momento se va a cansar de mí, ya que dentro de poco voy a tener sesenta. Bueno, en sí, faltan unos años, pero pasan rápido, y los voy a cumplir, y él va a tener 34. Mejor ni lo pienso. Pero por ahora seguimos juntos. Él terminó la secundaria (le quedaban unas materias) y empezó a estudiar inglés y un curso de computación.
Bueno, sobre mi despegue de todos los demás... ya escribí que empecé a ir a la psicóloga. También he viajado, y me ha encantado conocer todas las provincias que he conocido, ¡y ahora este año las que voy a conocer!
Ya no quiero escribir, quiero vivir. Quién sabe, capaz que de viejita se me dé por escribir nuevamente, pero por ahora no.