sábado, 25 de junio de 2016

Lo que hice de mí /4)

Ya he retrasado bastante contar esto, pero hoy aprovechare que es el cumpleaños de mi nieta, y supongo que con el griterío de los chicos, mi hija pidiéndome que la ayude en esto o lo otros y luego las charlas triviales en general que se harán a la hora de la cena, no tendré tiempo para recordar una vez más, uno de los momentos más angustiosos de mi vida.
Cuando leímos en el recorte del diario La Nación, que estaban haciendo pruebas como en ese tiempo se llamaba a los casting, para una mujer de mi edad, en ese tiempo andaba en los 18, decidí sin más ir, mi madre le firmó un papel  Almudena, nombrándola la tutora legal, y nos fuimos para allá en tren.
La fila era inmensa, estaba lleno de chicas, la mayoría de las que veía, me daban una mezcla de pena y satisfacción, pena porque muchas eran feas, unas por tener los labios demasiado anchos, otras demasiado finos, otras orejudas, ojonas, narigonas, las había también insulsas, chicas que parecían hechas en una fabricas, casi iguales a otras tantas, condenadas a pasar desapercibidas.
Todo eso hacia que mi ego se subiera por los cielos, sabia que a todas ellas les podía ganar, y así fue, en el viaje de vuelta nos la pasamos hablando con Almudena de la 2 prueba, que sería al día siguiente, de mis posibilidades, aunque yo ya me veía siendo peinada, vestida, maquillada, calzada y con el director indicándome qué hacer.
Cambió tanto todo ese 2 día, no había chicas feas que inspiraran lastima, al contrario, y yo ahí era solo una más, cosa que se notaba en mi cara y en las demás, el miedo a no quedar, y también la tristeza de darnos cuenta que podíamos ser la más linda de la cuadra, del barrio o del pueblo, pero como nosotras había cientos, no eramos nada particular, y así fue, no me llamaron para una 3 prueba.
Hicimos el viaje de vuelta en silencio, cosa que en mi interior sigo agradeciéndole a Almudena, por suerte no dijo ninguna estúpida palabra de consuelo o frase hecha halagadora, ella entendía como nadie lo que era ser rechazada y el dolor que eso causaba.
Ambas al despedirnos en la estación, nos dijimos adiós, sabiendo que era literal, no habría un hasta mañana, era un hasta nunca.
Qué digna y comprensiva era Almudena, yo que nunca más la fui a ver, y que casi que si la veía en una calle apenas le decía chau, como si fuéramos unas desconocidas, nunca le contó a nadie mi secreto, y habría sido un secreto voces que yo era una actriz frustrada, pero no, guardo silencio, me tuvo una lealtad que yo creo que no supe retribuir, ya que aunque nunca conté tampoco que a veces nos disfrazamos y ensayábamos obras que nunca se harían, eso solo habría sido una mancha más al tigre, porque todos consideraban una excéntrica a Almudena, pero de mí pocos sabían de mis aspiraciones frustradas.
20 años después, cuando una mañana me entere que había muerto, me costó creerlo, en parte porque para mí lo había estado desde hacia años, la había matado esa tarde al despedirnos.
Lo que se supo, es que después de ir al bingo, donde iba casi todos los sábados con su mama, aunque está ya había muerto 1 mes antes, seguía yendo por costumbre, conducía alcoholizada de regreso y que chocó contra un árbol, sospechaban que se había equivocado de pedal, al apretar el acelerador en vez del freno, aunque yo estoy segura que lo hizo a propósito, para mí fue un suicidio, se había ido matando de a poco durante años, solo vivía para no dejar sola a su madre, pero todos sabían en el pueblo que era una alcohólica, supongo que ir a ese bingo deprimente, le sirvió para darse coraje y decidirse a acabar con su vida.
Llore tanto, no en el velorio, donde la mayoría fue solo por el morbo de ver como le había quedado la cara, que por suerte no mostraba más que una bien disimulada marca, al ser cocida en la frente, y luego tapada con maquillaje, sino luego, cuando me encerré en el baño, y refugiada en el sonido de la ducha, pude largar lagrimas y gemidos a gusto, me sentía culpable, sola, frustrada, y todavía me siento así cada vez que la recuerdo. 





sábado, 18 de junio de 2016

Lo que hice de mí /3)

Repasando lo que escribí, y también mis recuerdos, creo que lo que Almudena me había contado de su infancia, si fue tal y como ella lo dijo, debe haber sido el periodo más feliz de su vida, con un padre que aunque por motivos egoístas, la dejaba soñar e incentivaba su parte más lúdica.
Claro que luego como nos pasa a todos, vino la adolescencia, y las frustraciones del mundo real.
Almudena fue consciente de que era fea, y que si bien a los ojos de su padre ella podía ser una reina, o un heroína romántica, con un enamorado o 2 o 3 dispuesto a dar la vida por ella, estos eran los únicos ojos que lo creerían, nadie estaría dispuesto  ver una obra donde ella no fuera más que un personaje de reparto, de esos grotesco, cómicos, que están ahí para alivianar  el drama, y ella odiaba esos personajes, no quería ser parte del reparto, por eso decidió con muchas lagrimas y no menos bronca, renunciar a ser actriz.
Cuando sus padres se hicieron mayores, y como ella no quería seguir viviendo en el campo, uso lo que había aprendido cuando descansaba de su "verdadera vocación" para distraerse, el piano, tenían un viejo piano en la casa, y sus padres al ver que tocaba bien, le compraron las partituras clásicas que ella interpretaba bastante bien, lo suficiente para que la aceptaran en el colegio como profesora de música, aunque esto lo hicieron más por la influencia de su madre, que cuando vendía huevos y leche, le había pedido a la directora del colegio, que por favor le diera una oportunidad a su hija, la mujer lo hizo, y no se arrepintió, ya que Almudena era una buena profesora.
Igual cuando veía que alguna de sus alumnas tenia cierta inclinación por la interpretación, con la excusa de darle clases de piano particulares, le incentivaba ese gusto, además aprovechaba para interpretar con esta algún clásico, en su mayoría las que iban lo hacían para divertirse a costa de ver una mujer a la que consideraban vieja, disfrazarse y hacer payasadas recitando monólogos, y luego comentarlo con sus compañeras de curso o amigas.
Almudena al darse cuenta de esto, dejó de recibir alumnas, hasta que me conoció y sintió que podía confiar en mí, fui la que más dure, y creo no equivocarme al pensar que fui su única amiga, y ella una de las pocas que tuve yo.
Fue de las pocas personas con quien pude ser yo misma, sin miedo al ridículo, y a ella le pasaba lo mismo conmigo, la interpretación era una parte, pero también pasábamos horas disfrazándonos, ella tenia unas pelucas viejas y nos poníamos a ver cuál nos quedaba mejor o peor, dependiendo de los personajes, igual cociendo o remendando vestidos, en su mayoría viejos y algunos medio apolillados, del tiempo en que su padre tenia el teatro ambulante.



sábado, 11 de junio de 2016

Lo que hice de mí /2)

Me levanto, somnolienta como siempre y me lavo la cara, cada día más arrugada, me sonrío y me seco.
Cuando era adolescente pensaba, bah una a esa edad siente que la vejez es algo tan remoto e irreal como que le salgan alas, pero la idea que se me paso por la cabeza en ese tiempo, era que sería un vieja que viviría recordando sus viejas glorias, una especie de Norma Desmond, en una gran mansión, viendo sus películas una y otra vez.
Nada más alejado de esa realidad es mi rutina diaria, podría edulcorarla y decir que es más realista y simple, pero la verdad yo en eso nunca vi nada heroico, solamente mediocridad y conformismo.

Los días como hoy recuerdo cuando iba a la casa de Almudena, y esta me esperaba con chocolate caliente.
Pobre Almudena, su nombre que creo que no he conocido a otra persona que se llame así, según sé es bastante popular en España, donde ella había nacido, pero acá no, recuerdo que muchos decían que ella le hacia honor al nombre porque era tan rara como el mismo.
Había nacido en España, sus padres al igual que todos sus parientes, se habían dedicado siempre al teatro ambulante, tenían una pequeña compañía familiar, donde por lo general representaban comedias, entremeses, zarzuelas y demás géneros populares, aunque cuando podían se daban el lujo de perder plata y representar alguna tragedia, aunque esas eran las menos vistas.
Cuando ella nació, sus padres apenas tenían para vivir, entonces decidieron junto con el resto de la familia, venirse a Argentina y ver si en el tan cacareado prospero país del sur, tenían más suerte. 
Pero los hermanos de su padre, decidieron ni bien bajaron del barco, probar suerte en el campo y dejar la compañía, que consideraban algo muerto, que solo, estaban cansados de que apenas les alcanzara para comer, y se buscaron trabajos en el campo, el padre de Almudena, Ramón, se peleó con ellos, llamándolos traidores, y decidió hacer una compañía solo con su esposa, interpretando entre ambos todos los papeles que les eran posibles o adaptando las obras para que tuvieran solo 2 personajes, pero pronto se fundieron,  no les alcanzaba ni para pagar el cuarto de las diferentes pensiones en donde se alojaban en cada pueblo, por lo que a regañadientes tuvo que agachar la cabeza y pedirle a sus hermanos que lo ayudaran, estos que habían prosperado comprando grandes parcelas de tierra entre todos, a base de ahorro, y la cuál debían seguir pagando por 10 años, le rentaron un pedazo de tierra y le vendieron a cuotas 2 vacas, algunos cerdos, unas gallinas.
Ramón odiaba esa vida, era un ser nómada, y ver todos los días el mismo verde, los mismos animales y ocuparse de alimentarlos lo desesperaba, por eso para olvidarse de su realidad, se pasaba el día narrándole a su hija Almudena monólogos de sus obras preferidas, le enseñó a leer a los 5 años a través de estas, y también guarda una parte de lo que ganaba para comprar telas que su mujer convertía en vestidos para la niña, así podía jugar a ser una gitana, una reina, una monja o lo que quisiera, pero cada vestido se lo tenía que ganar recitando de memoria y sin errores algún monologo.
Podría seguir escribiendo sobre Almudena, pero lo que conté es lo mejor que le sucedió, ya luego la frustración, y hoy la verdad que no tengo ganas de contar pálidas, ya para eso mi vida. 

sábado, 4 de junio de 2016

Lo que hice de mí /1)

A veces me gustaría ser una de esas ancianas que se resignan o adaptan a la vejez, no digo encontrar la felicidad, porque a la edad que yo tengo, 75 años, seguís creyendo que la felicidad se da más que en algunos esporádicos momentos, es que los años no te enseñaron nada, ni siquiera algo tan obvio.
Pero bueno, no es mi caso, yo no he encontrado la paz o la resignación, tampoco con mis nietos he logrado enmendar los errores cometidos con mis hijos, con mis nietos mi relación es correcta, aunque un poco distante.
En lo que respecta a mis familiares, creo que he sido coherente en mi vida, siempre fui bastante seca, ahora con mis nietos, pero también con cierto dolor debo decir que lo fui con mis hijos y con mis padres, nunca me importó nada de ellos, su pasado, sus sueños, frustraciones, nada, lo que quería ya en la adolescencia era ser artista, bah ser como las rubias llenas de bucles que veía en la pantalla grande, tan hermosas, tan elegantes, nada que ver con las mujeres de mi pueblo, que aunque algunas querían imitar sus peinados o vestidos, se veían simplemente ridículas.