sábado, 3 de octubre de 2015

Victima Victimaria /26)

Lo que voy a hacer es digno de un hijo de puta, pero no me queda de otra.
Entro en un cyberg, y se registro en un chat gay, poniendo que tenia 18, con la barba crecida, lo parecía, tenia pensado contactar con algún tipo casado preferentemente, acostarse con él, y luego chantajearlo para que lo mantuviera, alegando que si no lo hacia, lo denunciaría a la policía por corrupción de menores.
Sabia que era un riesgo, que el tipo podía reaccionar de cualquier manera, incluso partirle la cabeza con cualquier objeto que tuviera a mano, pero consideraba que no le quedaba otra opción.
Observo los diferentes perfiles, y se decantó por el de Ramiro, de 42 años, no había foto pública de perfil, pero era el que más cerca vivía, y por lo que ponía en el perfil, le gustaban los muchachos jóvenes.
Ramiro le contesto a la hora, y quedaron en verse a la 6 de la tarde.
Al pasarle una foto suya para que Martín lo reconociera, este se encontró con un hombre de rostro amable, no atractivo, ni bello, pero tampoco feo, robusto, casi gordito.
Cuando se vieron en persona, se dio cuenta que la foto no tenia ningún retoque, así era Ramiro, su actitud, enseguida le sonrió y le estrecho la mano, luego le pregunto qué quería tomar, le produjeron cierta culpa.
Soy una mierda, se dijo.
Charlaron, y luego del café, Martín le propuso irse a un hotel alojamiento.
Ramiro le pregunto si estaba seguro, y él le dijo que si.
Ramiro fue el activo, amable, cariñoso, preguntándole a Martín en todo momento si estaba bien, si se sentía cómodo, si seguía, etc.
Después de que ambos se hubieran duchado y cuando ya estaban por salir del hotel, Martín suspiro y decidió hablar, peor antes de que lo hiciera, Ramiro, sacó la billetera.
-La pase muy bien, y sos muy lindo, este es mi número, llámame después de las 3, porque a esa hora salgo del trabajo, y toma, seguro debes tener un montón de gastos.
Le dejó 500 pesos junto con su tarjeta, mientras le guiñaba el ojo.
Después le pregunto si quería que lo llevara a su casa, Martín le dijo que no hacia falta, que igual gracias.
Se quedó un momento más en la habitación, con los billetes en la mano, y una ambigua sensación. 

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