Cuantos personajes estoy interpretando últimamente.
Damian quería pensar eso, que jugaba a ser un asesino, un detective, a veces se reía de sí mismo, pero otras de verdad creía ser esos personajes, ese hombre, ya no se vestía como cuando era contador, ni pensaba en las mismas cosas que antes, ese Damian había muerto el día que Pedro le disparó, él de ahora no era nadie.
Allí estaba, en el barrio, hablando con sus conocidos, notó que las mujeres lo miraban con desconfianza, temor y resignación, y los hombres sobre todo algunos con admiración, otros con desafío.
Trato de no mostrarse demasiado desafiante, para no tener que enfrentarse con nadie, pero tampoco parecer débil.
Es un personaje, concéntrate.
- ¿Damian?
- ¿Tito?
-Si, como andas, che, te desapareciste, y ahora hasta cargado estás y todo.
-Viste, che ando buscando a Pedro.
Esto último lo dijo acercándose más a Tito, y en un tono de confidencia.
Esto último lo dijo acercándose más a Tito, y en un tono de confidencia.
Tito le correspondió de igual manera.
-Si, querés un trabajito vos, Pedro anda desaparecido, es raro, porque todos los días se lo ve por acá, pero hace como 2 o 3 semanas, o por ahí menos, yo con las fechas soy un desastre, que no se ve por ningún lado.
-Si, está raro.
-Vos sabes como es esto, por ahí ya no lo encontras más.
-Ajá, che si te enteras, llámame, acá tenes mi número.
Le dio una pequeña tarjeta que había hecho imprimir con la poca plata que todavía le quedaba.
Le dio una pequeña tarjeta que había hecho imprimir con la poca plata que todavía le quedaba.
-A vos te conozco desde chico, ibas con mi hermano al colegio, así que te soy sincero, no me quiero meter en quilombo, si escucho algo como quien no quiere la cosa, te lo cuento, pero andar averiguando, no, vos sabes como es Pedro, y si se entera que ando chusmeando y preguntando por él antes de preguntarme qué mierda quiero me va a quemar.
-No te preocupes, lo entiendo, cuídate, Tito.
-Igualmente querido, y espero que hayas vuelto por volver y no para quedarte, esto está cada vez peor.
Y era cierto, la zona donde Damian se había criado nunca fue linda, su padre se fundió al poco tiempo de nacer él, y se había visto obligado a vender la casa para pagar ciertas deudas, y comprarse otra en un barrio bastante más pobre, y por ende marginal, pero en esos años que Damian llevaba lejos, notó la diferencia, había más gente, más construcciones de ladrillos sin revocar, más chicos sucios jugando en los charcos de agua, los servicios según oyó que una mujer comentaba con otras mientras ambas cargaban con chicos llenos de mocos y baba, funcionaban cada vez peor, se cortaba la luz y el agua, cada verano, tenían que recorrer casi un kilómetro para traerse las garrafas, y dependían del puntero, hasta una de ellas, cuando vio que el la miraba se le acercó entre temerosa e irritada.
-Oiga, si usted es el nuevo puntero, lo mandó González, porque necesito pañales, la asignación no me alcanza para una mierda.
Damian observó que a la mujer le faltaban varias muelas, y que sus dientes eran amarillos.
-No, yo busco a Pedro, no lo vio.
-No, ese hace rato que no se ve, y yo no tengo tratos con él.
La mujer se alejó de él, y volvióal lado de la otra, lo miraron con recelo, y después centraron sus miradas en sus hijos, una le secó la baba al suyo, mientras la otra, que era la que había estado hablando con Damian, se bajó la escotada remera que llevaba puesta y colocó el seno derecho sobre la boca de su bebe, este empezó a mamar.
Damian se alejó.
Le daba asco todo lo que le rodeaba, eso era lo que siempre le había provocado su barrio, pero se sorprendió al no sentir miedo, siempre desde chico lo intimidaba ese lugar, por eso trataba de ser lo más reservado posible, sin llegar a resultar desagradable, ya que tenia temor de que si así lo percibían, eran capaz de matarlo, por eso se obligaba a simpatizar con sus vecino, y a saludarlos aunque fuera con la mirada y bajando la cabeza, pero ahora no, no se sentía intimidado, sino fuerte y desafiante, tenia un arma, podía disparar, y sentía que era tan indiferente como cualquiera de ellos.
Tranquilo, una cosa es matar, y otra quedar impune, yo para estos soy un perejil, un pelotudo, si mato a uno de estos negros, termino como mínimo linchado, mejor me hago el boludo y salgo.
Así lo hizo, sin llegar a caminar demasiado rápido para que no creyeran que estaba huyendo, porque no lo hacia.
Nunca voy a pedirle por favor a ninguno de estos negros hijos de puta, si algún día me agarran que me mate, pero no voy a ser el único muerto.
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