sábado, 29 de junio de 2019

Los rumbos /31)

Estaban los 2 en el cajero automático, es costó reconocerse entre si, a Liliana porque Agustín estaba rapado, y usaba lentes de contacto, a él también le costó reconocerla porque tenía el pelo más corto y teñido de otro color.
-Cuanto hace que no nos vemos, Agus.
-Más de un año, seguro.
-Si más, casi 2 por lo menos, si yo me fui del depa hace 1 año y medio y vos ya te habías mudado hacia un montón.
-¿Ah te mudaste?
-Si, si, ahora vivo en Recolecta.
-Mirá, qué bien che.
-¿Y vos?
-Yo ando de acá para allá, por suerte el trabajo me lo permite, y puedo moverme, no tengo un lugar fijo, y por ahora no quiero.
-Haces bien, nene, aprovecha, a tu edad hay que vivir, yo si tuviera 30 años menos haría lo mismo, te juro.
Se saludaron y despidieron.

sábado, 15 de junio de 2019

Los rumbos /30)

En otro momento de su vida, hubiera estado expectante, ansiosa, con el corazón latiendo a mil palpitaciones por minuto, haciendo una telaraña de ideas en la cabeza, sobre lo que pasaría después, sobre si para él había sido solo sexo, una noche agradable, si daba paso para algo más, qué sería ese algo más, qué podía decir para no asustarlo, para no molestarlo, para que todo funcionara bien. Pero ya no, no sabia lo que podía pasar ni le importaba, la vida era extraña, tramposa, nunca se sabia si todo iba a seguir como hasta ese momento o un hecho inesperado se atravesaría, cualquier cosa, un accidente, un paro cardíaco, lo que fuera, la vida era una mezcla de hechos previsibles y otros inesperados, de desafíos, angustias, etc, lo que se podía hacer era encararlos de la forma más tranquila y realista posible. Ahora estaba en la misma cama con Mauro, no había sido algo inesperado o repentino, al contrario, lo que pasaría después, cuando él se despertará dependería de los dos, y lo que eso acarreara dependería de ella, podía terminar todo ahí si quería.
Pero qué quería, todavía no estaba segura. 

sábado, 8 de junio de 2019

Los Rumbos /29)

Empezó a verse con Mariano, no se parecían en casi nada, pero le gustaba que no los juzgaba, ni intentaba cambiarlo, ni le hacia reproches, ni era inseguro, tampoco arrogante o soberbio, ni nada, iba, pasaba un rato con él, charlaban trivialidades, sobre todo comentaban sobre series o películas, ambos tenían gustos similares, les agradaban los mismos giros de las tramas y la misma clase de personajes.
Le gustaba que Mariano nunca le exigiera nada, no era cariñoso, pero eso no le parecía mal, porque tampoco tenían un noviazgo, eran algo indeterminado.
-¿Qué somos?
Decidió preguntarle un día Agustín.
-¿Querés definirlo?
-No, bah, no sé.
-Me suenan super boludas y cursis las definiciones tipo, amigos con derecho, noviazgo, novios, digamos que algo.
-Disculpa que te joda con esto, a veces me agarra por ahí.
-Todo bien.
Agustín le ocultaba sus ataques de ansiedad y angustias, los reprimía cuando estaba con él, y no le parecía algo negativo, pensaba que a veces se regodeaba en estos como una forma de justificar sus fracasos, aunque también pensaba que cuando estaba con Mariano también estaba evadiendo sus problemas, como que de forma negativa y positiva, siempre estaba buscando la forma de no lidiar consigo mismo.



sábado, 1 de junio de 2019

Los rumbos /28)

Estaba entusiasmada, aunque tenía miedo.
Mejor no me ilusiono, porque después me voy a dar la cabeza contra la pared, pero por qué ser tremendista, por ahí resulta algo lindo, que dure lo que tenga que durar, no me voy a hacer la película pero si darle una oportunidad a que algo pase.
Mauro la invitó a cenar, sabia que probablemente después la invitaría a su departamento, y estaba dispuesta a aceptar.
Fue a la depiladora, se compró ropa interior, negra, se miró frente al espejo con esta puesta.
Para la edad que tengo estoy bastante bien, él tampoco es un pendejo.
Se vistió, se maquilló, y espero a qué sonara el portero eléctrico.
Cuando la invitó a su departamento, aceptó, le gustó el mismo, era amplio, estaba limpio, ordenado, y sobre todo era sobrio.
La verdad está hermoso, nada de boludeces, no es de esos cincuentones que quiere hacerse el pendejo.
Él le ofreció vino, ella aceptó, y después la besó, y le preguntó si estaba cómoda y si quería acompañarlo, Liliana contestó afirmativamente a ambas preguntas, sintió raro volver a sentir labios sobre los suyos, manos sobre su cuerpo, y a su vez besar, tocar, abrazar, lamer, entrelazar lenguas, piernas, brazos, sentirse acariciada y acariciar, la saliva y los sudores mezclándose, se había olvidado lo que era tener sexo con alguien.
Durmieron abrazados.