Quiero creer en su mirada, en sus palabras, en sus caricias.
Tal vez si lo interior es lo que cuenta, tal vez si existe el príncipe azul, tal vez si merezco ser querida.
Puede que me convenga por una vez disfrutar, no pensar en nada más, no buscar razones, motivos, certezas, solo disfrutar, solo gozar.
Mientras veía a Benjamín dormir, desnudo, cubierto apenas por la sabana, buscó su remera y su ropa interior, no le gustaba estar mucho tiempo desnuda frente a él.
Es tan lindo, tiene un cuerpo hermoso, sus horas le lleva verse así, igual aunque no hiciera ejercicio, se vería muy bien, esa carita no se moldeó en un gimnasio.
Seré como los pintores renancentistas, con esas relaciones de oportunismos cruzados, se sentirían tan grotescos como yo ahora, contemplando la belleza, es extraño, la admiración de esos artistas los llevó a inmortalizar la belleza de innumerables efebos de los que hoy no sabemos sus nombres, pero los maestros abrían sacrificado su talento para retratar esas bellezas y a cambio tenerlas, ser bellos, deseados, e vez de admirados, no sé, la mayoría diría que es una estupidez lo que estoy pensando, un superficialidad, que el talento vale muchísimo más que la belleza física, que gracias al talento se crea la verdadera belleza estética, que es la de las artes, pero eso es algo que suena bien, porque en el fondo todos podemos creer que en el fondo tenemos un gran talento oculto que no supimos o quisimos explotar, en cambio no podemos engañarnos sobre la belleza física, se tiene o no, una cirugía puede ayudar, pero quien es naturalmente bello, quien nace hermosos, tiene una seguridad que no da ningún bisturí.
Una persona linda genera aceptación, admiración, deseo, envidia, una talentosa también, pero de otro tipo.
Igual el talento siempre puede ser cuestionado, yo no estoy segura de tenerlo, pero Benjamín si puede estarlo de su belleza, y por como habla, camina, y se comporta en general, es obvio que lo sabe, y le encanta, por eso estoy segura de que no me quiere.
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