Odiaba el futbol, pero sabía muy bien quien era Gustavo Terranova, "el Terra", su marido no había dejado de nombrarlo durante los mundiales del 94, 98 y 2002.
El "desgraciado", el tipo manejaba bajo efectos del alcohol y la droga, lo raro hubiera sido que no le pasara nada, pero anda a decir eso, de un "héroe" porque en este país los héroes son los que patean bien una pelota, los que nos hacen ganar un mundial, no los científicos, doctores, o bomberos, no, tenemos tan mal los valores, pero bueno, este por lo menos la sacó cara, la mayoría son iguales a él y les va de maravilla.
Tan poca plata le habrá quedado para que se meta de profesor, igual no lo tendrían que haber contratado, qué ejemplo puede dar un tipo así, sobre lo que no hay que hacer, pero bueno, si digo algo seguro la directora me dice que la autorización se la dio alguien de arriba, que no lo dudo, lo más probable es que algún político amigo de este tipo o peor, fanático, lo haya metido para darle una mano, en vez de contratar a un persona calificada, peor así es todo acá.
Le dio la mano y lo miro, era un hombre atractivo a pesar de los años y las tragedias.
Eso fue lo que conmovió a Laura, su mirada, recordaba que las pocas veces que cansada de mirar una revista o la pared después del partido, tenía que escuchar las declaraciones de los futbolistas, El Terra tenía una hermosa mirada, unos ojitos alegres, simpáticos, que ahora se veían tristes, patéticos.
-Bienvenido.
Le dijo, él le devolvió la mecánica palabra, con otra, gracias.
Laura hizo su trabajo de rutina, pero no entendí por qué razón, no podía dejar de pensar en esa mirada, en esos ojos, hasta que en el viaje de regreso a su casa, lo recordó, una mirada igual era la que tenía su padre cuando su madre los abandono, la mirada de la derrota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario