sábado, 19 de septiembre de 2020

Y de repente se hace realidad /48)

Demasiado rápido la vida volvió a ser igual de insulsa para Ines, el final de su historia no terminaba con un hombre joven, rico, alto, atractivo, de cuerpo trabajado, sino con unos cuantos minutos en diferentes programas de televisión durante 3 semanas, después nada, de vuelta la casa, de vuelta el coser para afuera, de vuelta el cuidar a Carmen. 
Pensó y tuvo ganas de hacer muchas cosas, empezar a estudiar periodismo, pagar un espacio en la radio de Victor, y tener un programa propio, y otras tantas ideas que la entusiasmaban y la frustraban luego, ya que nunca se animaba ni a ir a la universidad a preguntar, ni hablar con Victor, ni nada, su vida volvió a ser la de siempre.
Con el dinero que le pagaron en los programas, más algo que tenia ahorrado, hizo pintar la casa por dentro y por fuera. Ese fin de semana lo tenia libre, desde el lunes que Carmen se había ido a pasar una semana con su hija que vivía en Moquegua, ese sábado cuando estaba por llegar al final de otra de sus novelas, dobló la pagina y dejó el libro sobre el sillón.
Todo es mentira, bueno qué obviedad, todas las novelas lo son, hasta las que se dicen basadas en algo real, no son más que una interpretación, ni hablar de estas novelas, pero bueno, es lindo como todo se resuelve tan fácil como se lee, puede ser una semana una brillante abogada, y al otro una doctora de la san puta, o una empresaria, y siempre verse bien, tener un cuerpo escultural, y estar entre los 25 y los 33 años, o si se tienen más, estar conservada mejor que una estatua. Qué lindo sería creer que todas esas pavadas se pueden hacer realidad. 
Igual ese día no tenia ganas de acabar la novela, ni de empezar otra, por lo que se bañó, se cambió, se puso sombra en los ojos y rouge en los labios, además de unos zapatos con mucho tacón, y salió, sin rumbo, pensó en dar una vuelta, eran las 22:30 de una sábado de principios de invierno, aunque no hacia frío, estaba húmedo, el cielo rosado.
Mejor, así no anda nadie, empezó a caminar por la calle, cuando veía que en estas no había ningún auto estacionado, porque la mayoría de las veredas estaban rotas y tenia miedo de caerse en cualquier momento, el característico ruido de los tacones sobre el asfalto la divirtió.
Ya parezco la heroína de una película policial, nomás falta el asesino persiguiéndome, bueno estuvo Pedro, pero nunca se le cruzó por la cabeza hacerme nada...para mí desgracia, qué patética que soy, calentarme con un psicópata, si que estoy desesperada.
Siguió caminando, se levantó un viento suave, que removió papeles y latas de gaseosa, el sonido de ambos se mezclaba con el de los tacones a cada paso que daba.
En cualquier momento se larga a llover, y qué, un poco de agua no me va a matar, por ahí un rayo, pero no es una tormenta eléctrica.
Siguió caminando, llegó a la plaza pero al ver que allí si había mucha gente, sobre todo adolescentes sentados en los respaldos de los bancos, y gente de todas las edades en la pizzeria de enfrente al monumento a los bomberos, y en los bares que había en las 4 cuadras que rodeaban la plaza, decidió dar la vuelta.
Ah, ya sé, voy a chusmear en el salón, a ver que festejan hoy. 
No sé acordaba de ningún casamiento que se celebrara, ya que lo que podía haber era un cumpleaños de 15 o un aniversario. Era un aniversario, de 30 años de casados. Se acercó, y vio a unos cuantos matrimonio, mucha gente de su misma edad, otros de algún año más o menos, pero todos contemporáneos, a la mayoría los conocía, después también había gente joven, y gente mayor, pero como era obvio la mayoría de los amigos de la pareja eran gente de su edad.
¿Serán felices? no, quién puede ser feliz después de 30 años con la misma persona, se aguantan, igual me gustaría tener a alguien con quien aguantarme, pero no, ya es tarde, ya es tarde para todo en mí caso, antes que me muera voy a dejar anotado que en la lapida escriban:
Siempre fue tarde, yace como vivió sin logros.
Se sintió angustiada, ver la imagen de todos esos matrimonios, que si no eran felices en ese momento lo parecían, contrastado por su solitario reflejo, y con el rostro pintarrajeado, la hizo sentir patética, comenzó a caminar para alejarse de esa imagen, a la media cuadra sintió una gota en su antebrazo, y a los pocos pasos que dio se largó un chaparrón, su casa quedaba lejos, a más de 15 cuadras, y todos los arboles habían sido podados en otoño, por lo que nada la cubría, empezó a caminar con los brazos cruzados y el paso ligero pero se dio cuenta de que igual ya estaba empapada, se sentí en el cordón de la vereda, se sacó los zapatos, y volvió a caminar sobre la calle, esta vez para no lastimarse los dedos con las raíces y los agujeros. Iba a contra mano de los autos, por eso cuando un auto se paró frente a ella, se llevó la mano izquierda a la frente en forma de visera y con la derecha le indicó que siguiera, hasta se subió al cordón de la vereda, pero el auto siguió inmóvil, ella se irritó, e inmediatamente después se asustó.
A ver si todavía resulta que me perseguía un asesino, ya la lluvia me hace decir cualquier cosa, aunque puede ser, por ahí me...
El auto era un chevrolet corsa, con vidrios polarizados, que se empezaron a bajar, Ines pensó en correr, pero se dijo que era algo inútil, a su edad, con su estado físico y con el chaparrón que estaba cayendo, lo único que iba a conseguir era un esguince o una fractura, por lo que espero a que se terminara de bajar el cristal, y que la luz del interior del auto la dejara ver quién estaba dentro.
- ¿Victor?
-Si. ¿Ines qué estas haciendo en el medio de la calle con esta lluvia?
-Nada, salí a caminar.
-Estas temblando, subí.
-No, no te quiero mojar el auto.
-Por favor, Ines, subí.
Subió, él puso el aire acondicionado más fuerte y enseguida Ines dejó de temblar, instintivamente bajó la visera y se miró en el espejo, casi se lleva las manos a la cara para cubrirsela al ver que las sobras y el delineador se le habían corrido y que formaban diferentes venas negras que surcaban todo su rostro y le daban un aspecto patético.
- ¿Tenés un pañuelo de papel.
Victor hizo un gesto hacia el asiento de atrás y le entregó una caja de pañuelos.
Ella saco se pasó la mano por la cabeza y con el agua recogida en la misma mojó el pañuelo y se refregó la cara, hizo lo mismo por segunda y tercera vez con otro pañuelos, hasta que las venas desaparecieron, aunque su cara adquirió un color ceniciento, que solo lograría remover con mucha agua, jabón y alguna crema.
Victor paró el auto frente a su casa, y luego de agarrar la palanca, antes de tirar de ella, se dio vuelta y miro a Victor.--------Gracias.
-De nada.
-Querés...pasar, y nos tomamos un café.
-Bueno.
Es solo un café, y Victor no es atlético, ni profesional, ni rico, ni nada, bueno caballero si, pero el pobre después de su divorcio y nada, qué me hago ideas, el tipo me trajó, y me acepta un café, y yo ya me veo en el altar, Dios, qué tarada que soy.
Si yo lo veo como lo que es, un tipo que no es algo, está medio pasado de peso, le quedan 3 pelos en la cabeza, ni quiero imaginar como me vera él a mí, mejor dejo de hacerme la película.
Buscó la llave en el empapada cartera que llevaba, abrió, hizo pasar a Victor, y le pidió que se sentara, que ella enseguida volvía, mientras se desnudaba fantaseaba con que él entrara y le hiciera el amor, o con ir ella hasta el sillón desnuda o con un toallon o bata y abrirla frente a él.
Si hago eso, empieza a cagar de risa, o sale corriendo, como mínimo me pone de vuelta la bata y me dice que no me confunda, que él solo quería ser amable.
Se vistió con lo más discreto que encontró, puso el agua en la pava eléctrica, la encendió, volvieron a hablar del caso, un ratito, de los programas de televisión a los que había sido invitada, de lo que era de la vida de Teresa y Roberto, se tomaron los cafés y mientras lo hacia a Ines le pareció ver una mirada dulce en Victor.
Ideas mías, de vuelta me estoy haciendo la cabeza, o no, no, me está mirando, me sonríe, o yo estoy muy mal, y muy desesperada, o este tipo me mira con ganas, bueno, qué hago, le correspondo, pero hacerme la sexy a mí edad, va a quedar patético, mejor me hago la boluda, no tampoco da eso voy a quedar como una vieja histérica, mejor se la correspondo de forma discreta, eso, si lo entiende, bien y si no también.
Después de tomarse dos cafés, Victor se levantó del sillón, e Ines hizo lo imitó, quedaron a pocos centímetros. Ambos se alejaron como turbados, él encaró hacia la puerta, y ella lo acompañó, aprovechó que Victor tenía la vista fija en la puerta y habló:
-Bueno, te vuelvo a agradecer que me hayas traído.
-Por favor, él que te agradece soy yo, por el café, muy rico.
-Gracias, espero que no te cueste dormirte.
-Y también, Ines...deberíamos repetirlo, digo esto...de...tomar algo.
-Si, estaría lindo.

-O cenar, bah que te parece, te gustaríoa cenar un día de estos en mi casa?
-Por qué no.
-Qué te gustaría.
-No sé, algo liviano, y con pollo, me gusta mucho el pollo.
-Ya sé que prepararte entonces, el lunes te parece bien?
-Si, claro.
-Bueno, hasta el lunes, a las 8 o es muy temprano?
-No, a las 8 esta perfecto.
Cuando ella movió las llaves para abrir y se dio vuelta, él le dio un beso, ella abrió los labios, y ambos se besaron por un minuto.
-Nos vemos el lunes, no te olvides.
-Por supuesto.
Ines cerró la puerta y dio vuelta la llave, no quiso mirar por la mirilla, se quedó tocándose los labios y con el hombro apoyado sobre la puerta.
Una tenue sonrisa se dibujó en sus labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario