sábado, 2 de noviembre de 2013

El arribo de Laura /19)

Esa extraña sensación de paz que se sentía luego del orgasmo, los invadía a ambos, estaban entrelazados, el brazo de él, sobre el cuello de ella, sus piernas haciendo un amasijo, sin que quisieran separarse unas de otras, sus cuerpos sudados, húmedos.
-Esto fue hermoso, ya sé que es una obviedad, y una cursilería, pero necesitaba decirlo.
-Yo siento lo mismo...
-Voy a buscar una sabían, porque nos estamos cagando de frío.
Ambos rieron.
-En esa puerta, la de la izquierda, hay.
Creía que acostándose con él, sintiéndolo, todo desaparecería, pero no, al contrario, todo se había intensificado, quería estar con él, sentirlo cerca, tenerlo a su lado, no separarse por nada, ni por nadie, aunque sabía que eso era imposible, que eso la debilitaba, la volvía vulnerable.
Cuando Manuel volvió con una sabana y una frazada, ella ya se estaba vistiendo.
-Qué, ya la carroza se transformó en calabaza?
-Si, volvemos a la realidad.
-No, volves a fingir, quién sos Laura.
No contesto, y salió de la casa apresuradamente.
Mientras manejaba se largo a llorar, pero no paro el auto, al contrario, lo acelero, con la mano derecha corrió sus lágrimas.

No podía ser, era imposible que Laura fuera Silvina.
-Pero yo...
Claro, sus ojos, sus labios, era la misma.
Se quedó un momento inmóvil, trasladado 10 años atrás.
-Ya llegó la puta.
Victoria, quería encararla ahora, pero cuando la vio entrar, prefirió quedarse callada.
No, ahora no, esto lo haré con tiempo, como lo hiciste vos.
Laura subió las escaleras sin siquiera dirigirles una mirada.

Los demás encuentros aunque mecánicos de parte de Mauricio, había sido liberadores para Gustavo, no le importaba que para este el no fuera más que un patético muchacho al que podía sacarle dinero, como hacía con tantos otros, uno de ellos, era un director, que había conseguido darle un pequeño personaje en una película, y en la empezaría a filmar al la semana que siguiente, sería mucho más importante.
-De 4 líneas en esta, paso a 30 en la próxima, te das cuenta? voy a se runa estrella, igual yo espero destacar, y algún día irme pa´arriba, pa´el norte.
-Sos hermoso, lo vas a conseguir.
Se oía y se odiaba, sentía asco de comportarse de forma tan patética y obsecuente cuando estaba junto a él, peor no podía evitarlo, lo amaba, lo idolatraba, cuando no estaba con el lo único que combatía su angustia era componer.
-No solo hace falta pinta, hay que tener carisma, y Santiago me dijo que la tengo, igual el viejo por que se la meta dice cualquier cosa, hasta me ve rubio de ojos celeste, pero creo que tiene razón, yo soy muy observador, y sé que lo hice bien, me vi en pantalla, y esa escena fue mía.

Nunca volvería a caminar con normalidad, tendría que llevar un bastón, cuando se levantó de la cama y camino unos pocos pasos por primera vez desde el accidente, todo su cuerpo se balanceaba con él, eso, según dijo el medico, podría irse modificando, y volviendose un poco más sutil, cuando se acostumbrara a caminar bajo su nueva situación.
-Si, mi nueva situación de medio paralitico.
-Podría haber quedado paralitico de verdad, señor, tuvo suerte.
-Si, una suerte barbara.
-Trate de tranquilizarse, y reflexionar.
El doctor salió.
Isabel se acerco a él.
-El doctor tiene razón, tuviste mucha más suerte de la que te mereces.
-Callate la boca.
-A mí no me vas a volver a callare, hijo de puta.
-Volve a decir eso, y te voy a...
-A qué; a qué, eh? como me vas a alcanzar, sos un lisiado, y yo no soy más la idiota esa a la que no te cansabas de tratar como mierda, pero todo va a cambiar, me oíste, todo.
-Conmigo no vas a poder.
-Al contrario, él que no va a poder conmigo, sos vos.

Un trabajo, Liliana nunca había pensado que tendría que trabajar, muchas cosas se había imaginado para su futuro, ser la esposa de un tipo mayor y engañarlo con su profesor de tenis, o ser soltera, y que mientras sus conocidas la compadecierán, por ser una solterona, ella se divirtiera acostándose con sus maridos, pero nunca trabajar.
De qué podía trabajar?

Manuel entró a la casa, decidido a hablar con Laura, pero antes de que pudiera llegar a su habitación, al llegar al último escalón que conducía al primer piso, se encontró con su madre.
-Mañana hay una cena en la casa, y quiero que estés.
-No sé si podré.
-No es una sugerencia, si querés seguir viviendo acá, quiero que estés a la 8 de la noche.
-Y para qué?
-Es algo que tiene que ver con tu padre, y también con todos nosotros.
-Está bien.
Seguro se revuelca con esa puta, igual que lo hizo su padre, pero mañana vamos a ver si seguís queriendo hacerlo, como son los hombre, por ahí si, pero no importa, también la vas a odiar, tanto como ella nos odia a nosotros.

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