sábado, 26 de octubre de 2013

El arribo de Laura /18)

El nombre de la puta, debía averiar su nombre y apellido, conocer todo de ella, igual que como ella sabía los pelos y señales de su familia, descubrir todos sus secretos, todo.
Manejaba sin cuidado, hasta que se percato de ello, bajo la velocidad, no quería por imprudente terminar en un hospital o peor en una morgue, y sin quererlo, ayudar a la puta en su plan, qué mejor que uno de sus enemigos muerto, pero no le daría ese gusto, no señor, la puta no sabía con quién se metía.

Todo era más fuerte de lo que ella creía, más apasionado, se besaban con furia, la forma como se acariciaban, abrazaban y se apretaban el uno contra el otro, era casi violenta, se mordía, se lamían como animales, se arrancaron la ropa, literalmente, los botones fueron tanto de la camisa de Manuel, como del vestido de Laura, fueron cayendo, unos instantes antes de que las prendas a las que hacia un momento habían estado cocidos, Manuel tomo las piernas de Laura, con fuerza, luego froto la palma de su mano, con cierta suavidad, en comparación con la forma en que se habían tocado ambos hasta ahora, luego llevo los dedos de esa misma mano, que era la derecha hasta su boca, paso la lengua sobre ella y luego volvió a frotar su clítoris, ella mientras tanto tomaba su pene, y apretaba su pulgar contra su glande, luego frotaba, lentamente el mismo.
Luego cuando sintió que ella se humedecía y comenzaba a gemir, la penetro.

Francisco despertó, lo primero que vio fue el rostro de Isabel, que mostró cierta sorpresa y después decepción, lentamente esta se levanto de su silla y fue a buscar al doctor, últimamente apenas pasaba, pero siempre le gustaba ir, quería asegurarse que de que ahí siquiera, pudriéndose en vida, pero cuando despertó, sintió que la que comenzaba a morir era ella, pero no, se dijo, está vez sería diferente, no le importaba si tenia la inmerecida suerte de  que el accidente no le acarreara consecuencias, ella se encargaría de que se pudiera en vida, aunque no estuviera en coma, su vida cambiaría.
Habían cambiado varias cosas en esos meses, tomo el control de su casa, cambio su vestuario, su peinado, la forma de comportarse con sus hijos, ahora ella decidía lo que estaba bien y lo que no, si ella decidía y tenia la autoridad, cambio también ciertas cosas de su casa, ya que Francisco siempre criticaba sus gustos, y cada vez que compraba algo se lo hacia guardar en el altillo, él decidía todo, ella era una autómata, se odio a si misma por permitírselo, y hasta por quererlo, se había casado realmente enamorada de él, pero ese amor ideal, y esa visión ideal que tenia sobre Francisco se había desvanecido, cuando este se había burlado de lo que sostenía era sus remilgos, en la noche de bodas, sintió que todo era sucio, nada resulto como había pensado, Francisco fue bruto, brusco, su aliento olía a alcohol y a tabaco, sus movimientos eran duros.
-Despacio, así no me gusta.
-Y a mí qué mierda me importa, sos mi mujer, y no me vas a decir como coger.
Esas palabras, nunca había escuchado esas palabras, y ahora su marido, el hombre con el que tendría que pasar el resto de su vida las soltaba, como si fuera un burdo obrero, un ordinario, un vagabundo, sintió ganas de vomitar, se sentía mareada, y adolorida, su primera vez había sido asquerosa, cuando el se corrió, a los pocos minutos se quedo dormido, ella se levanto de la cama, había sangre, en su camión también, estaba transpirada, e impregnada de sus repugnantes olores, se metió al baño, se quito el vestido, y bajo la ducha comenzo a refregarse con una esponja, quería quitarse su olor, refregaba hasta que su piel se volvía roja, quería hacerse daño, quería lacerarse por haber sido tan idiota como para enamorarse y casarse con una bestia, peor que una bestia, un ser marginal e inmundo.

Esa vez había sido hermoso, claro, cuando era inocente o mejor dicho ignorante con respecto a todo lo que se refería a Mauricio, lo único que sabía es que era hermoso, que habían hecho el amor, que le gustaba, que estaba enamorandose de él?
Cuando Mauricio creyo que él estaba dormido, salio sin hacer ruido, Gustavo lo siguió, mientras lo hacia se encontro con otro muchacho, que le corto el paso.
-Dejame pasar.
-Para que lo seguis a ese.
-Lo conoces?
-A Mauricio? claro, pero yo te puedo dar lo mismo, hasta más, veni tocala, y vas a ver.
-Qué.
-Si, ese se cree lo mejor, pero yo te hago lo mismo, y hasta mejor.
Se puso palido, no sabia si el muchacho se dio cuenta de eso y por eso se elajo, o encontro a otro posible cliente a quién ofrecer sus serv icios, la cosa es que quedo solo, allí, se sentía impotente, engañado, aunque eso era un error, Mauricio no le había mentido, de hecho había dejado que quien hablara fuera él.
Probablemente me reconió, por eso, obvio, le habría sacado plata? miro su billeterta, y si, faltaba plata, no toda, peor si algunos billetes, aunque adentro encontró una pequeña nota, Mauricio Lucero, abajo había un número de telefono, sabía lo que le esperaba si marcaba el mismo, pero no lo penso 2 veces, y en el primer telefono público que encontro, lo llamo.

No le quedaban más que unos pocos centavos, Martín seguía drogándose, por ella que se muriera, estaba cansada de todo, de él, de la cuasi miseria en la que vivía, de ese departamento de mierda, de tener que lavarse los platos, barrer el piso, repasar la mesa.
Por ella que se murieran todos, Martín, su familia, todos, igual había ido a buscar a Mauricio al hospital, a él lo quería, o no sabía si lo quería, pero lo respetaba.
-Como estás?
Si cualquier otra persona le hubiera preguntado lo mismo, le habría contestado de mala manera con un, no me ves? o qué te importa? pero sabía que Manuel lo preguntaba, porque de verdad le interesaba saberlo.
-Ya sabes, lo qué necesites.
Y sin decir más le acerco un sobre.
-Gracias...

Llego a la casa, sabia que si se encontraba con esa mujer le partiría la cara a cachetadas, también sabia que ésta no se quedaría de brazos cruzados, peor cuando le pregunto a la mucama, esta le respondió que no estaba, mejor, agarro el teléfono y llamo a Armando.
-Hola, qué querés estoy...
-No me importa, donde podemos vernos.
-en la casa.
-No, es algo sobre la puta...
-Quién.
-Laura.
-Está bien, vamos a la quinta?
Cuando Armando llego, Victoria ya estaba allí, cuando lo miro, le dio vuelta la cara de una cachetada.
-Por tu culpa, todo lo que está pasando es culpa tuya.
-Volvé a tocarme y te cago a trompadas.
-No querido, yo soy tu esposa, no una de esas putas que agarras para descargarte, y por lo visto no solo sexualmente, si no también los puños.
-Estás histérica, dejate de dar vueltas, y decime qué mierda es lo que está pasando, qué averiguaste de Laura.
-Laura es la puta que hace 10 años se apareció en la casa, la que me escupió en la cara que había sido tu amante, que estaba embarazada, y hasta me dio una cachetada, la misma que ahora es la esposa de nuestro hijo.

  


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