sábado, 21 de octubre de 2017

Encrucijadas de la vida /9)

Desde que en la adolescencia se diera cuenta que era homosexual, había decidido mantenerlo en secreto, ser un tapado, pero eso no significaba que quisiera reprimir su contacto con los hombres, por lo que la mayoría de los tipos con los que había estado, se aseguraba que primero no se involucraran demás, para eso en general los stalkeba, revisaba sus posteos en face, o si se daba el raro caso de que sus redes sociales estuviera prácticamente vacías, los estudiaba de lejos, veía como se vestían, como reaccionaban a la mirada de los demás, como se desempeñaban en su cotidianidad, y después decidía si se acostaba con ellos o no, porque sabía que una cosa era ser claro con a, nunca le había prometido a ningún tipo otra cosa que sexo y siempre remarcando que sol eso buscaba, pero por más directo y sincero que fuera, sabía que había gente que igual "flasheaba" y de esos siempre se había cuidado.
Pero ahora andaba con otro tapado como él, nada raro, prefería verse con iguales, porque sabí que estos no le reclamarían nada, ni se sentirían incomodo con él, pero llevaba varias veces repitiendo, algo muy poco usual en Benjamín, que no solía verse más de 3 veces con el mismo hombre, pero Lucas le gustaba, no solo le atraía y tenía muchísima química sexual con él, sino que lo pesaba durante el día, y no solo cuando andaba caliente, sentía deseos de abrazarlo, de besarlo, de compartir una charla con él, pero no se lo iba a permitir, no se lo podía permitir, si lo hacía luego tendría que resignar su relación con Esmeralda, resignar el trabajo que tenía apalabrado con su suegro, resignar la vida que había proyectado, por algo inútil, algo estéril, cursi, y perecedero como un posible y vago amor, encima con otro tipo que no resignaría su status de galán de telenovelas, con el dinero y la popularidad que esto traía, y si lo hiciera (que no) no habría día que no se lo reprochara, tal vez no siempre con palabras, eso solo surgiría durante las discusiones, pero si con pequeños gestos, dejándolo entender, suspiros, miradas, estados de animo, y más con lo narcisistas que eran los actores, renunciar a lo que podría llegar a ser su carrera, era como si le amputaran un brazo o un pierna, no, nunca podría hacerlo, y él tampoco, tenía que dejar que esos deseos se aplacaran solos.


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