-¿Nos vamos a ver alguna otra vez?
-Jajaja, qué frase, suena no sé a telenovela o a canción romántica, no sé, cachai, por ahí voy para allá, pero disfruta el momento, no podes hacer eso, disfrutar sin pensar por 1 minuto aunque sea.
-No, no, puedo, te quiero.
-Sos muy intenso.
-Mira qué novedad.
-Relájate, no sirve de nada que estemos planeando un futuro encuentro, vamos a aprovechar este.
-No sé, nos quedan qué, como mucho media hora.
-Y bueno, media hora, vamos a hacer algo que nunca hemos hecho, decirnos que es lo que menos os gusta del otro.
-Ah, hermoso.
-Y después lo que más nos gusta, empeza vos.
-Mmm no me gusta que seas tan diferente mí en un montón de cosas, tan relajada, ya sabes que yo soy como los hámster en la ruedita.
Me gusta tu espontaneidad.
-Me gusta que seas un loquito del control.
No me gusta que seas un loquito del control, jajaja
Es tu mayor cualidad y tu mayor defecto.
Se sentó en una plaza, y le llamó la atención ver que ninguno de los jóvenes contemplaba el paisaje, o percibía más que involuntariamente la brisa, todo por estar con los ojos y los dedos encima del celular.
Es increíble como en 60 años desde que yo tenia la edad de ellos, el ser humano no ha combatido el hambre, las guerras, el cáncer, pero si el aburrimiento, aunque la forma de hacerlo fuera a través de automatizar, alienear y mecanizar a los seres humanos, todos hacen lo mismo, buscan lo mismo, disfrutan de lo mismo, son corderos.
Nadie lee más que comentarios y ahora ni siquiera eso, se la pasan enviándose emojis.
Juan desvió la vista hacia un árbol, un roble, recordó cuando se sentaba con Beatriz apoyando ambos su espalda contra el tronco, comentando alguna película o novela, mientras se miraban, se hacían alguna caricia inocente, él le corría un mechón de pelo o se lo enredaba en su indice, y ella le pasaba la mano por el suyo lleno de gel.
Cada día era más nostálgico, su realidad actual se le hacía tan gris, insulsa y escasa como su pelo, y cada cosa que veía más lo confirmaba en sus ideas, ya no quería seguir, no quería viajar, ni conocer, porque cada nueva cosa lo desalentaba, igual ahí estaba Beatriz, ella si seguía teniendo una gran vitalidad, más admirable ahora que la que tenia a los 20, porque quien no la tiene a esa edad, la cosa era conservarla a los 80.
Y ella la tenía, ella era su fuerza, y ella lo quería, si no como iba a seguir aguantándolo, sabía que se había vuelto gruñón, pesado, insoportable con los años, y que lo poco bueno que conservaba, era por ella, por su amor, dedicación, comprensión.
-¿Vamos a sentarnos contra ese roble?
-¿Nos podremos levantar, después?
-¿Qué importa?
-Estás como los chicos que tanto criticas.
-Bah, quiero recordar, nos queda otra cosa a esta altura.
-Si, un montón de cosas, yo no vivo en el pasado, Juan.
-Yo si, y quiero que por un ratito vos también.
-Está bien, qué duro que está esto Juan, dejate de joder, las raíces me van a destrozar.
-Aguanta un ratito.
-Ay ya basta, que después voy a terminar acalambrada por un capricho tuyo, terminala Juan, ya paso, fue muy lindo, peor no lo podemos repetir, de verdad cuando te pones así, me cansas, vamos, párate.
-Jajaja, qué frase, suena no sé a telenovela o a canción romántica, no sé, cachai, por ahí voy para allá, pero disfruta el momento, no podes hacer eso, disfrutar sin pensar por 1 minuto aunque sea.
-No, no, puedo, te quiero.
-Sos muy intenso.
-Mira qué novedad.
-Relájate, no sirve de nada que estemos planeando un futuro encuentro, vamos a aprovechar este.
-No sé, nos quedan qué, como mucho media hora.
-Y bueno, media hora, vamos a hacer algo que nunca hemos hecho, decirnos que es lo que menos os gusta del otro.
-Ah, hermoso.
-Y después lo que más nos gusta, empeza vos.
-Mmm no me gusta que seas tan diferente mí en un montón de cosas, tan relajada, ya sabes que yo soy como los hámster en la ruedita.
Me gusta tu espontaneidad.
-Me gusta que seas un loquito del control.
No me gusta que seas un loquito del control, jajaja
Es tu mayor cualidad y tu mayor defecto.
Se sentó en una plaza, y le llamó la atención ver que ninguno de los jóvenes contemplaba el paisaje, o percibía más que involuntariamente la brisa, todo por estar con los ojos y los dedos encima del celular.
Es increíble como en 60 años desde que yo tenia la edad de ellos, el ser humano no ha combatido el hambre, las guerras, el cáncer, pero si el aburrimiento, aunque la forma de hacerlo fuera a través de automatizar, alienear y mecanizar a los seres humanos, todos hacen lo mismo, buscan lo mismo, disfrutan de lo mismo, son corderos.
Nadie lee más que comentarios y ahora ni siquiera eso, se la pasan enviándose emojis.
Juan desvió la vista hacia un árbol, un roble, recordó cuando se sentaba con Beatriz apoyando ambos su espalda contra el tronco, comentando alguna película o novela, mientras se miraban, se hacían alguna caricia inocente, él le corría un mechón de pelo o se lo enredaba en su indice, y ella le pasaba la mano por el suyo lleno de gel.
Cada día era más nostálgico, su realidad actual se le hacía tan gris, insulsa y escasa como su pelo, y cada cosa que veía más lo confirmaba en sus ideas, ya no quería seguir, no quería viajar, ni conocer, porque cada nueva cosa lo desalentaba, igual ahí estaba Beatriz, ella si seguía teniendo una gran vitalidad, más admirable ahora que la que tenia a los 20, porque quien no la tiene a esa edad, la cosa era conservarla a los 80.
Y ella la tenía, ella era su fuerza, y ella lo quería, si no como iba a seguir aguantándolo, sabía que se había vuelto gruñón, pesado, insoportable con los años, y que lo poco bueno que conservaba, era por ella, por su amor, dedicación, comprensión.
-¿Vamos a sentarnos contra ese roble?
-¿Nos podremos levantar, después?
-¿Qué importa?
-Estás como los chicos que tanto criticas.
-Bah, quiero recordar, nos queda otra cosa a esta altura.
-Si, un montón de cosas, yo no vivo en el pasado, Juan.
-Yo si, y quiero que por un ratito vos también.
-Está bien, qué duro que está esto Juan, dejate de joder, las raíces me van a destrozar.
-Aguanta un ratito.
-Ay ya basta, que después voy a terminar acalambrada por un capricho tuyo, terminala Juan, ya paso, fue muy lindo, peor no lo podemos repetir, de verdad cuando te pones así, me cansas, vamos, párate.
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