Cuesta definir a la persona que pasó más de 50 años con vos, incluso definir en una misma lo que significaba, decir amor, pareja, compañero, son cursilerías, simplificaciones, pero es que como se pueden abarcar tantos años, tantas vivencias.
Mauro fue, si mí compañero, mi ladero.
No podría decir cuando lo vi por primera vez, ya que en el pueblo todos nos conocemos desde chicos, pero la primera vez que lo mire como algo más que otro habitante del pueblo, que lo salude y luego intercambiamos más palabras que las de pura cortesía, fue en primavera, yo tenia 18, y recién se me estaba pasando la depresión silenciosa que cargaba por lo de mis sueños frustrados, cuando me decidí a ir a un baile, en ese tiempo se hacían afuera, por lo menos en el pueblo, ya era diciembre, aunque la noche estaba linda, todavía no llegaba esa humedad insoportable, que no dan ganas de hacer nada, más que estar sobre el ventilador en ese tiempo, ahora sobre el aire acondicionado.
Me invitó bailar, y yo lo vi como un hombre por primera vez, era bastante alto, flaco, y tenia un rostro muy simpático, se podría decir que hasta atractivo.
Mientras bailábamos, no me hablo, ya que estaba concentrado en no pisarme y seguir el ritmo, luego me invito a tomar un coca cola, acepte y nos sentamos en una mesa que estaba entre los arboles.
Me preguntó si iba a seguir una carrera, y yo le dije que si, traductora.
-Ah, pero de eso acá no vas a tener trabajo.
-No, me voy a tener que quedar a vivir allá.
Vos vas a seguir alguna carrera.
-No, voy a ayudar a papa con la maderera.
-Ah, qué bien.
-Si..volvemos a bailar.
-Claro.
Bailamos con menos ganas que la primera vez, aunque ya conociendo el ritmo del otro, en ese momento me di cuenta que no quería ser traductora, pero si salir del pueblo, y si esa era la carrera que me ayudaría a hacerlo, pues que así fuera, aunque también percibí que me gustaba estar entre sus brazos, Mauro me proyectaba una seguridad que yo no tenia.
Mauro fue, si mí compañero, mi ladero.
No podría decir cuando lo vi por primera vez, ya que en el pueblo todos nos conocemos desde chicos, pero la primera vez que lo mire como algo más que otro habitante del pueblo, que lo salude y luego intercambiamos más palabras que las de pura cortesía, fue en primavera, yo tenia 18, y recién se me estaba pasando la depresión silenciosa que cargaba por lo de mis sueños frustrados, cuando me decidí a ir a un baile, en ese tiempo se hacían afuera, por lo menos en el pueblo, ya era diciembre, aunque la noche estaba linda, todavía no llegaba esa humedad insoportable, que no dan ganas de hacer nada, más que estar sobre el ventilador en ese tiempo, ahora sobre el aire acondicionado.
Me invitó bailar, y yo lo vi como un hombre por primera vez, era bastante alto, flaco, y tenia un rostro muy simpático, se podría decir que hasta atractivo.
Mientras bailábamos, no me hablo, ya que estaba concentrado en no pisarme y seguir el ritmo, luego me invito a tomar un coca cola, acepte y nos sentamos en una mesa que estaba entre los arboles.
Me preguntó si iba a seguir una carrera, y yo le dije que si, traductora.
-Ah, pero de eso acá no vas a tener trabajo.
-No, me voy a tener que quedar a vivir allá.
Vos vas a seguir alguna carrera.
-No, voy a ayudar a papa con la maderera.
-Ah, qué bien.
-Si..volvemos a bailar.
-Claro.
Bailamos con menos ganas que la primera vez, aunque ya conociendo el ritmo del otro, en ese momento me di cuenta que no quería ser traductora, pero si salir del pueblo, y si esa era la carrera que me ayudaría a hacerlo, pues que así fuera, aunque también percibí que me gustaba estar entre sus brazos, Mauro me proyectaba una seguridad que yo no tenia.
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