PARTE 3.
Disimulo su excitación con Isabel, no quería que esta sospechará nada o malinterpretará las cosas.
Logró mantener una apariencia calmada, resignada.
Cuando Isabel se despidió de Magdalena, esta se dio cuenta que sería la última vez que la vería, no le importó prácticamente nada, solo una muy leve nostalgia, que enseguida desapareció, frente a la idea que la obsesionaba, matar a Martín.
No podía dejar de pensar en que Martín era joven, y estaba sano, o por lo menos si tenia SIDA o alguna otra enfermedad venérea, no se le había manifestado todavía.
Igual no es alto, ni fuerte...pero yo soy una moribunda, carajo, no importa, hay 1000 formas de matar a alguien, no hace falta usar la fuerza.
Sintió la puerta del baño cerrarse, todas las puertas de la casa, tenían un ruido particular, y luego confirmo sus sospechas de que Martín había entrado a bañarse, cuando oyó correr el agua de la ducha.
Gas, esa era la mejor forma, pensó en ella, al oír el termotanque, desde hacia semanas este hacia un ruido bárbaro cada vez que alguien se duchaba o abría el agua caliente por cualquier otro motivo, Isabel le había dicho que le conseguiría un buen plomero, antes de que las 2 explotaran, pero siempre se olvidaba, ahora Magdalena, agradecía ese olvido.
Fue al comedor, y miró todo lo que la había rodeado durante toda su vida, los muebles, portarretratos, las ventanas, persianas, etc, pero sabia que no podía perder el tiempo echando una mirada retrospectiva a su vida, no, así no moriría, además en esa casa como en ningún otro lado, había sido feliz.
Por lo que paso a cerrar las ventanas y bajar las persianas, luego fue hasta la cocina, y abrió todas las perillas.
Después fue hasta la del calefactor e hizo lo mismo.
Antes de dejar la cocina comedor, tomó un cuchillo tramontina, luego se fue hasta su habitación, se sentó al borde de su cama, sosteniendo el cuchillo con la mano derecha, mientras lo cubría con el antebrazo izquierdo.
No necesitaba hacer nada, solo esperar, se sentina satisfecho por esto, lo consideraba una especie de acto impune o una venganza sin ningún tipo de consecuencias legales o morales, solamente debía espera a que Magdalena diera su último suspiro.
Cuando vio mover el picaporte de la puerta del baño, gritó:
-Martín.
Este ya vestido, acostumbraba hacerlo dentro del baño, una costumbre que le venia desde que su madre lo enseñará así cuando tenia 5, y no quería que chorreara el piso del pasillo y la habitación.
-¿Qué te pasa, te duele algo? por favor, decime que si.
-El dolor me importa una mierda, tengo los nervios en otra parte.
-Mmm qué lastima.
Magdalena tenia la mano sudorosa y medio acalambrada de sostener con tanta fuerza el mango del cuchillo.
Se levantó de la cama, y fue hasta la ventana, dándole la espalda a Martín, solo para pasar el cuchillo a su mano izquierda, detener la incomodidad y secarse el sudor de la derecha.
Martín fastidiado, se acercó a la puerta, antes de que se fuera, Magdalena volvió a hablar.
-Creo que nosotros nunca podríamos habernos llevado bien.
-Mira qué novedad, no me digas que ahora me vas a pedir perdón, que querés no sé su expiar para ir al cielo, porque el único la única misericordia que voy a tener con vos, es la de ahorrarte saliva.
No me interesa tu arrepentimiento, que además no lo creo, no vine por eso, vine a verte sufrir y morir.
-No, nunca te pediría perdón por nada, ni estoy arrepentida, ni creo que allá nada después de la muerte, no te llame para que nos reconciliemos, porque para eso alguna vez nos deberíamos haber tenido que llevar bien, y vos y yo, nunca nos pudimos ni ver.
-¿Y entonces, qué querés?
-Que huelas.
Disimulo su excitación con Isabel, no quería que esta sospechará nada o malinterpretará las cosas.
Logró mantener una apariencia calmada, resignada.
Cuando Isabel se despidió de Magdalena, esta se dio cuenta que sería la última vez que la vería, no le importó prácticamente nada, solo una muy leve nostalgia, que enseguida desapareció, frente a la idea que la obsesionaba, matar a Martín.
No podía dejar de pensar en que Martín era joven, y estaba sano, o por lo menos si tenia SIDA o alguna otra enfermedad venérea, no se le había manifestado todavía.
Igual no es alto, ni fuerte...pero yo soy una moribunda, carajo, no importa, hay 1000 formas de matar a alguien, no hace falta usar la fuerza.
Sintió la puerta del baño cerrarse, todas las puertas de la casa, tenían un ruido particular, y luego confirmo sus sospechas de que Martín había entrado a bañarse, cuando oyó correr el agua de la ducha.
Gas, esa era la mejor forma, pensó en ella, al oír el termotanque, desde hacia semanas este hacia un ruido bárbaro cada vez que alguien se duchaba o abría el agua caliente por cualquier otro motivo, Isabel le había dicho que le conseguiría un buen plomero, antes de que las 2 explotaran, pero siempre se olvidaba, ahora Magdalena, agradecía ese olvido.
Fue al comedor, y miró todo lo que la había rodeado durante toda su vida, los muebles, portarretratos, las ventanas, persianas, etc, pero sabia que no podía perder el tiempo echando una mirada retrospectiva a su vida, no, así no moriría, además en esa casa como en ningún otro lado, había sido feliz.
Por lo que paso a cerrar las ventanas y bajar las persianas, luego fue hasta la cocina, y abrió todas las perillas.
Después fue hasta la del calefactor e hizo lo mismo.
Antes de dejar la cocina comedor, tomó un cuchillo tramontina, luego se fue hasta su habitación, se sentó al borde de su cama, sosteniendo el cuchillo con la mano derecha, mientras lo cubría con el antebrazo izquierdo.
No necesitaba hacer nada, solo esperar, se sentina satisfecho por esto, lo consideraba una especie de acto impune o una venganza sin ningún tipo de consecuencias legales o morales, solamente debía espera a que Magdalena diera su último suspiro.
Cuando vio mover el picaporte de la puerta del baño, gritó:
-Martín.
Este ya vestido, acostumbraba hacerlo dentro del baño, una costumbre que le venia desde que su madre lo enseñará así cuando tenia 5, y no quería que chorreara el piso del pasillo y la habitación.
-¿Qué te pasa, te duele algo? por favor, decime que si.
-El dolor me importa una mierda, tengo los nervios en otra parte.
-Mmm qué lastima.
Magdalena tenia la mano sudorosa y medio acalambrada de sostener con tanta fuerza el mango del cuchillo.
Se levantó de la cama, y fue hasta la ventana, dándole la espalda a Martín, solo para pasar el cuchillo a su mano izquierda, detener la incomodidad y secarse el sudor de la derecha.
Martín fastidiado, se acercó a la puerta, antes de que se fuera, Magdalena volvió a hablar.
-Creo que nosotros nunca podríamos habernos llevado bien.
-Mira qué novedad, no me digas que ahora me vas a pedir perdón, que querés no sé su expiar para ir al cielo, porque el único la única misericordia que voy a tener con vos, es la de ahorrarte saliva.
No me interesa tu arrepentimiento, que además no lo creo, no vine por eso, vine a verte sufrir y morir.
-No, nunca te pediría perdón por nada, ni estoy arrepentida, ni creo que allá nada después de la muerte, no te llame para que nos reconciliemos, porque para eso alguna vez nos deberíamos haber tenido que llevar bien, y vos y yo, nunca nos pudimos ni ver.
-¿Y entonces, qué querés?
-Que huelas.
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