Le voy a decir que hay alguien que quiere pagarme más por el departamento.
Damian la hizo entrar, y antes de que Ines, empezará a hablar, puso su mano sobre su muslo derecho y la fue subiendo, hasta llegar a su clítoris, y luego comenzó a acariciar este con la yema de los dedos.
Ines empezó a jadear, hacia años, tal vez décadas, desde la última vez que había tenido uno, y ese se lo había proporcionado ella, aunque luego había sentido pena por masturbarse, desistiendo de volver a hacerlo.
Damian sin dejar de presionar su clítoris, se puso de rodilla, con la mano libre, le bajo la ropa interior, le levanto la pollera, y reemplazo sus dedos, por la lengua, los gemidos de Ines aumentaron, hasta que consciente de estos, se llevó las manos a la boca.
El resto fue rápido, ambos se desnudaron en un instante, y Damian la penetro, Ines, lo besó, acarició, arañó, con una violenta fuerza, parecía rejuvenecer con cada gemido.
Luego se quedaron los dos, respirando abatidos, traspirados, somnolientos, e Ines estuvo segura, que Damian era capaz de cualquier cosa, pero que no le importaba nada, era suyo.
Damian la hizo entrar, y antes de que Ines, empezará a hablar, puso su mano sobre su muslo derecho y la fue subiendo, hasta llegar a su clítoris, y luego comenzó a acariciar este con la yema de los dedos.
Ines empezó a jadear, hacia años, tal vez décadas, desde la última vez que había tenido uno, y ese se lo había proporcionado ella, aunque luego había sentido pena por masturbarse, desistiendo de volver a hacerlo.
Damian sin dejar de presionar su clítoris, se puso de rodilla, con la mano libre, le bajo la ropa interior, le levanto la pollera, y reemplazo sus dedos, por la lengua, los gemidos de Ines aumentaron, hasta que consciente de estos, se llevó las manos a la boca.
El resto fue rápido, ambos se desnudaron en un instante, y Damian la penetro, Ines, lo besó, acarició, arañó, con una violenta fuerza, parecía rejuvenecer con cada gemido.
Luego se quedaron los dos, respirando abatidos, traspirados, somnolientos, e Ines estuvo segura, que Damian era capaz de cualquier cosa, pero que no le importaba nada, era suyo.
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