sábado, 17 de enero de 2015

La calle de lo inesperado /12)

La embargaba un entusiasmo adolescente, todo le parecía tan absurdo, qué Damian, un tipo mucho más joven que ella, del que no sabia absolutamente nada, quisiera ser su novio, ya era absurdo, pero que encima le mandarán anónimos, ya era una completa fantasía, en su vida no había pasado casi nada que no hubiera previsto, todo había transcurrido de la forma más ordinaria y monótona posible, esto que le sucedía ahora, era como si estuviera viviendo la vida de una de las heroínas de las novelas que leía.
Pero acá no habrá final feliz, si es verdad que Damian es peligroso, tengo que andar con más cuidado que sapo a la guadaña, ya que no tendré ningún periodista, detective o amor del pasado que me rescate.
Ya me estoy dejando llevar por mis fantasías, probablemente el anonimo lo escribió Lara, de envidiosa no más, porque Damian la dejó, aunque este por qué iba a andar conmigo, tampoco me voy a hacer la idiota, Lara, es preciosa, tiene plata, bah el cornudo del marido, pero es lo mismo, él si ella le pide, no se la va a negar...
¿Qué puede querer Damian con una vieja, si aunque me duela soy eso, una vieja, para él lo soy, podría ser su madre, como yo, qué ni plata tiene?

Todo se retrasaba, Damian estaba harto de estar en ese pueblo, sin siquiera tener a una mujer en su poder, Ines era como los peses que rondan el barco, se acercan a la carnada, pero no la muerden, y siguen dando vuelta, la frustración lo empezaba a carcomer, estaba viviendo un período de abstinencia, sin nadie a quién dominar, golpear, intimidar, era un infeliz, un tipo sin trabajo, sin casa, un punto negro más en el mundo, odiaba sentirse así, lo desesperaba.
Tenia que tener a una mujer a su alcance, y si no era Ines, por ahora, sería otra.
Alguien del campo, si ahí debe haber alguna que sea fácil de agarrar. 

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