Lo dejó a propósito, recordó que Silvina solo llevaba un bol y la cartera.
Si se lo olvido, estoy seguro que no fue un descuido.
Román decidió llevárselo de vuelta esa misma tarde, aunque ya en el ocaso, no tenia ninguna intensión de salir, con el calor que hacia.
A las 6 y media, se levanto de la siesta, se bañó, se echo mucho desodorante, y perfume, se puso una de sus camisas preferidas, y los zapatos.
Me estoy arreglando como para una cita, soy un pelotudo desesperado, y si se lo olvido de verdad, pobre mina, yo la voy a joder ahí, a hacerle la corte, nomás me falta comprarle un ramo de rosas, mejor paso por la casa de Alberto y le dejo el bol a él.
A las 8 salió, subió al auto, y se quedó un minuto con las manos en el volante, sin decidirse, cuando las palmas de sus manos, empezaron resbalarse del volante por la transpiración, decidió arrancar.
Ah, voy a la casa de Silvina, ni que me fuera a matar por aparecerme ahí y devolverle un bol de mierda.
Luego de estacionar el auto frente a la casa de Silvina, bajarse, y tocar el timbre, vio aparecer a ésta con una sonrisa.
Era lo que estaba esperando, se nota, bueno, parece que valió la pena bañarme en perfume.
Al acercarse y abrir la puerta de rejas, noto que ella también estaba arreglada, y perfumada, además de maquillada.
Al entrar en la casa, Román sintió el olor a cera de piso y lustra-muebles, vio varias reproducciones de pinturas famosas que recordaba vagamente haber visto en sus clases de plástica en la secundaria.
Todo estaba impecable, el living, luego el comedor, y por fin la cocina, donde Silvina lo invito a sentarse, sacó 2 vasos de la alacena, una botella de coca cola de la heladera, y sirvió los vasos hasta el tope, luego abrió uno de los cajones de la mesada, agarró 2 apoya vasos, y por fin le puso el vaso enfrente a Román.
Este no recordaba la última vez que había visto un apoya vasos.
Silvina luego de sorber un poquito de coca, se mordió el labio, manchándose el diente con el labial.
Ramán después de beber casi medio vaso de coca, dijo.
-Qué linda tenés tu casa, eh, todo brilla, parece salida de un comercial.
-Gracias, aunque no es tan fácil mantenerla, ojalá fuera como en las propagandas, que en menos de un minuto, todo queda hecho un espejo.
-Si lo sabre yo, que el departamento en el que vivo, es un sucucho, y para limpiarlo, estoy casi medio día.
-Igual, desde que se murió mi marido, no tengo casi nada que hacer, por eso me la paso limpiando, disculpa que te diga esto, te estoy tirando mis pálidas, cuando recién me conoces.
-No te preocupes, te entiendo, yo también me siento solo, aunque soy un haragán, ya que en vez de ponerme a limpiar, me echo a dormir o me pongo a mirar televisión.
Ambos volvieron a quedarse en silencio, aunque a ninguno de los 2, le pareció que esa falta de palabras fuera incomoda.
Si se lo olvido, estoy seguro que no fue un descuido.
Román decidió llevárselo de vuelta esa misma tarde, aunque ya en el ocaso, no tenia ninguna intensión de salir, con el calor que hacia.
A las 6 y media, se levanto de la siesta, se bañó, se echo mucho desodorante, y perfume, se puso una de sus camisas preferidas, y los zapatos.
Me estoy arreglando como para una cita, soy un pelotudo desesperado, y si se lo olvido de verdad, pobre mina, yo la voy a joder ahí, a hacerle la corte, nomás me falta comprarle un ramo de rosas, mejor paso por la casa de Alberto y le dejo el bol a él.
A las 8 salió, subió al auto, y se quedó un minuto con las manos en el volante, sin decidirse, cuando las palmas de sus manos, empezaron resbalarse del volante por la transpiración, decidió arrancar.
Ah, voy a la casa de Silvina, ni que me fuera a matar por aparecerme ahí y devolverle un bol de mierda.
Luego de estacionar el auto frente a la casa de Silvina, bajarse, y tocar el timbre, vio aparecer a ésta con una sonrisa.
Era lo que estaba esperando, se nota, bueno, parece que valió la pena bañarme en perfume.
Al acercarse y abrir la puerta de rejas, noto que ella también estaba arreglada, y perfumada, además de maquillada.
Al entrar en la casa, Román sintió el olor a cera de piso y lustra-muebles, vio varias reproducciones de pinturas famosas que recordaba vagamente haber visto en sus clases de plástica en la secundaria.
Todo estaba impecable, el living, luego el comedor, y por fin la cocina, donde Silvina lo invito a sentarse, sacó 2 vasos de la alacena, una botella de coca cola de la heladera, y sirvió los vasos hasta el tope, luego abrió uno de los cajones de la mesada, agarró 2 apoya vasos, y por fin le puso el vaso enfrente a Román.
Este no recordaba la última vez que había visto un apoya vasos.
Silvina luego de sorber un poquito de coca, se mordió el labio, manchándose el diente con el labial.
Ramán después de beber casi medio vaso de coca, dijo.
-Qué linda tenés tu casa, eh, todo brilla, parece salida de un comercial.
-Gracias, aunque no es tan fácil mantenerla, ojalá fuera como en las propagandas, que en menos de un minuto, todo queda hecho un espejo.
-Si lo sabre yo, que el departamento en el que vivo, es un sucucho, y para limpiarlo, estoy casi medio día.
-Igual, desde que se murió mi marido, no tengo casi nada que hacer, por eso me la paso limpiando, disculpa que te diga esto, te estoy tirando mis pálidas, cuando recién me conoces.
-No te preocupes, te entiendo, yo también me siento solo, aunque soy un haragán, ya que en vez de ponerme a limpiar, me echo a dormir o me pongo a mirar televisión.
Ambos volvieron a quedarse en silencio, aunque a ninguno de los 2, le pareció que esa falta de palabras fuera incomoda.
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