sábado, 19 de julio de 2014

Adiós a una vida /25)

Cerró la puerta delantera y luego la del baúl, tratando de hacer el menor ruido posible, para que los chicos siguieran durmiendo.
Había preferido salir de San Clemente a la madrugada, para no tener que oír en el viaje de vuelta, las preguntas de Gabriel, ni los llantos de Lucía, además de que era la hora en que menos transito había.
Marina había preparado un termo lleno de café, ya que ambos odiaban el mate a la mañana.
Ambos sintieron que después de los frustrantes días en la playa, que más había pasado tratando de que Lucía no llorara, y Gabriel no se les perdiera o se lastimará, no habían disfrutado nada, por lo que la ruta despejada, y los diferentes tonos que adquiría el cielo, primero de un celeste azulado, y luego de a poco tornándose rosa, para al final tornarse casi blanco.
Hasta que salió el sol, tuvieron que subir las ventanills, dejar de respirar el suave aire de la mañana, y pasar al agrio que expulsaba el aire acondicionado, además de ponerse anteojos de sol, que mbos odiaban, ya que no les gustaba llevar nada sobre las orejas.
Mariana daba vuelta la cabeza para atrás, mirando a cada momento a los chicos.

Aunque los chicos se hubieran portado como angelitos, yo la hubiera pasado como el culo, las pocas veces que fui a la playa, tenia que andar con un paleo, para que no se me vieran las celulitis, y los salvavidas que cargo en la cintura, me va a costar un montón bajar lo que he subido con los embarazo, pensar que cuando me case tenia cinturita de avispa, ahora me llego a probar el vestido de casamiento, y de la rodilla no me sube.
Ya soy una señora, una profesora, dentro de poco voy a ser la vieja Gómez, la de historia, o ya lo soy, no sé, espero no ser la gorda Gómez, aunque al paso que voy, no me falta mucho.

Volver al molino, todavía me queda una semana, pero cuando lo haga, va a seguir haciendo calor...
Y en la casa tampoco estoy mejor, Marina, cada vez está más hincha pelotas, no hay un día que no se que de de algo, como si no la ayudara, algunas mujeres merecerían un tipo que las cagará a gritos y a puteadas, hago lo que puedo, ella en el colegio está ahí cómoda, y tiene casi todo el verano de vacaciones, la quisiera ver en el molino.

Al llegar de vuelta a su ciudad, su cuadra, y posteriormente a su cada, una vez en el garaje, sintieron que lo único que les quedaba era envejecer, ambos se quedaron inmóviles dentro del auto, hasta que Gabriel se despertó, y Lucía empezó a llorar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario