domingo, 11 de mayo de 2014

Adiós a un vida /15)

Luego de llenar el bolso de toda la ropa qué pensaba llevar, se centró en los utensilios, perfume, desodorante, cepillo para el pelo.
Por último agarro varias bolsas de plástico qué había ido guardando, después de sacar las compras hechas en el supermercado, en cada una de ella, puso un par diferente de sandalias, y dos pares de zapatillas.
Al cerrar el bolso, sintió el timbre.
Cincho con el pesado bolso hasta el baúl del auto de Daniel.
El viaje fue rápido, y durante el mismo, Daniel contó las veces qué había conducido por esa ruta, hablando del estado de las mismas, los posos, y demás.
Ahora tengo qué hacerme la buena alumna y preguntarle al licenciado en rutas argentinas alguna cosa, para qué se explaye y me ilumine, idiota, pobre Delia, se busca cada uno.
Al llegar a San Clemente, le gustó el aspecto qué la ciudad tenia, muy diferente a como era hacia 25 años,  aunque apenas recordaba haber pasado por ella, entrar a una estación de servicio, para cargar nafta e ir al baño.
Una vez qué Daniel estacionó frente al hotel donde se quedaría Mariana, ésta se bajo, agarro su bolso, y entró, no se detuvo en el lugar común de ver qué tan alto era el hotel, porque no tenia ganas de aguantar por más minutos de los necesarios, el peso del bolso, sobre su hombro derecho.
Subió a su habitación, y sonrió al comprobar lo qué ya sabia, qué ésta tenia aire acondicionado, y persianas, habían sido los únicos 2 requisitos qué podía exigir, por la plata qué pensaba gastar.
Encendió el aire, lo puso en 18 grados, la persiana la dejo como estaba, baja, se desvistió y se acostó.
Al despertar, a las 15:30, comprobó qué había dormido 8 horas seguidas, se lavo varias veces la cara, bajo al restaurante del hotel, y pidio un café bien cargado, y unas tostadas con manteca y mermelada de durazno.
Luego de terminar su desayuno-merienda, le mando un mensaje de texto a su hermana, ésta le dijo qué la iba a estar esperando en la puerta del edificio de departamentos donde se estaba quedando con Daniel, y qué quedaba de camino a la playa.
El mar, amarronado y frió como siempre en la costa bonaerense, recibió por unos escasos minutos sus cuerpos, ya qué solo entraron a darse un chapuzon, y volver a recostarse sobre las toallas qué habían extentido, debajo de la sombrilla.
Ambas se secaron, y se pusieron un bronceador de varios tonos.
Delia señalo con el dedo indice, a una mujer, que parecía de su misma edad, recostada sobre una toalla, de espaldas, sin nada qué la cubriera hasta la cintura.
-Mira ésa, parece una lagartija, hay qué tener ganas de estar bajo el sol a ésta hora.
-Idiota, además está bastante excedida de peso, por no decir gorda.
-Parece un chacho a la parrilla.
-Qué hija de puta, qué sos.
-Nos parió la misma, querida, así qué si yo soy una hija de puta, vos también.
-Y su, llevó la hijaputez en la sangre.
-Lo qué se hereda, no se hurta, igual tenemos razón, a la chancha ésta, le va a agarrar un cáncer de piel, que ni te cuento.
Las dos se quedaron riéndose, luego se colocaron sus gafas de sol, y vieron como tras las mismas, pasaban continuamente personas dirigiéndose al mar, entre ellas, muchas madres con hijos pequeños, ambas recordaron a los propios, sus piraron, y buscaron en sus carteras algo en lo qué distraer la vista, Delia saco una revista de chismentos, y Mariana, un best seller, qué llevaba por la mitad.


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