-Vos estás loca?
-No, deja las chicanas y las burlas, y pensalo, en realidad qué tenemos que perder si lo hacemos?
-Todo, yo la presidencia, por no hablar de la libertad.
-Por favor, has hecho cosas mucho peores, y en cuanto a la presidencia, eso ya está perdido, desde que esa piso ésta casa, no te engañes.
Pensalo, si nos quedamos quietos, nos va a seguir arruinando, y vamos a terminar como a ella se le antoje.
-Y qué lograríamos secuestrandola?
-Neutralizarla, que deje de escribir esas mierdas de columnas en el diario sobre nosotros, mira para el viejo y su esposa, ella es todo, el viejo tiene otros hijos pero son unos reventados, a esta atorranta, la quiere como a una hija, y la esposa ni te cuento, es la sobrina, ella no tuvo hijos, los del viejo fueron con su primera mujer, si la secuestramos, ellos no se van a atrever as publicar nada en contra nuestro.
-Creete, a Silvina no le importa nada.
-A ella no, pero al viejo y a su tía si, nunca se animarían a publicar algo, sabiendo que corre peligro de muerte.
-No sé, es muy arriesgado, mira si al viejo se le da de publicar que nosotros tenemos algo que ver con el secuestro y nos vienen a linchar acá?
-Ya te dije que no se van a arriesgar, la inconsciente es ella, el viejo no, creeme, es la única opción que nos queda, si no, podemos esperar sentados a que esa puta, nos termine de destruir.
-Lo voy a pensar.
Cada vez que sentía la necesidad de buscarla, recordaba la carta, y cuando la necesidad persistía, la sacaba de su bolsillo, sea del delantal, pantalón, saco o camisa donde la llevaba y la releía.
Manuel se había prometido no buscarla, y estaba dispuesto a cumplir como sea esa promesa.
Después de varios minutos en el suelo, jadeando, y tratando de recuperarse y tomar fuerzas, Isabel y Francisco se levantaron, les costo mucho, pero ambos lo hicieron, volvieron a mirarse, y supieron, que la pelea seguía.
Empezaron a empujarse uno al otro, Francisco como pudo se acerco a la puerta, en su mente no paraba de visualizar la idea de agarrar un cuchillo de la cocina y clavarselo a Isabel, cuantas veces pudiera.
Abrió la puerta, ella lo siguió, y como si adivinara sus intenciones, volvió con todas sus fuerzas a treparse sobre su espalda, él se acerco contra una pared e hizo el cuerpo hacia atrás, para que ella se soltará, pero no lo consiguió, Isabel con las pocas fuerzas que le quedaban luego de que su espalda y nuca dieran contra la pared, le hundió sus dedos en los ojos, Francisco pego un grito y le araño el revés de ambas manos, Isabel lo iba a soltar, cuando en ese momento, se acercaron a los pies a la escalera, y Francisco se tropezó con el escalón, rodando ambos por ella.
Al oír los gritos, los chicos se despertaron, y se encontraron a sus padres abajo, inconscientes al lado uno del otro, cubiertos de sangre.
En cierta forma para los 2 era la primera vez, Liliana nunca lo había hecho sobria, y Diego, nunca había estado con una mujer desihinibida como ella, sus relaciones habían sido de lo más casuales, con aspirantes a vedettes o actrices, que pasaban por el bar, les resultaban simpático y a algunas atractivos, y pasaban el rato, pero nada más, con ella era otra cosa.
Pensó en irse a un hotel, pero a último momento decidió que no, agarro su valija, y se dirigió al puerto, ya nada tenia en ese país, pregunto a los diferentes hombres que se encontró cerca a los barcos, cuál de todos viajaba hacia Europa, uno de ellos contesto, que su barco lo hacia, viajaba hacia París, ahora que la guerra había acabado, mucho añoraban regresar, él entre ellos, le contesto el hombre, Gustavo, subió, preguntó si todavía quedaban pasajes, le dijeron que si, pago, y se encerró en su camarote, cuando sonaron las sirenas de despegue, salió y contemplo la ciudad, hasta que se volvió un punto pequeño e irreconocible.
Era lo único que les quedaba por hacer, la última carta, Armando dio la orden, a los pocos hombres de confianza que todavía le quedaban, que procedieran.
Silvina, se quedó hasta tarde en la redacción, como todos los días, mañana se publicaría otra noticia sobre la familia del presidente, y candidato, Gustavo, quien fuera echado de su casa, se marchaba a París.
Luego de escribir, se quedo sentada, sin ganas de levantarse, ni hacer nada, la satisfacción que le generaba la venganza, no llenaba la frustración, provocada por su amor hacia Manuel, no podía sacarlo de sus pensamientos.
Igual de mala gana, se levanto, se acerco al baño, se lavo la cara, y cuabdo iba a tomar el ascensor, sintió que alguien le metía un pañuelo en la boca, el cuál también le cubría la nariz, al minuto, se desvaneció, y 2 personas la tomaron de piernas y manos, y la metieron en el baúl de un auto.
-No, deja las chicanas y las burlas, y pensalo, en realidad qué tenemos que perder si lo hacemos?
-Todo, yo la presidencia, por no hablar de la libertad.
-Por favor, has hecho cosas mucho peores, y en cuanto a la presidencia, eso ya está perdido, desde que esa piso ésta casa, no te engañes.
Pensalo, si nos quedamos quietos, nos va a seguir arruinando, y vamos a terminar como a ella se le antoje.
-Y qué lograríamos secuestrandola?
-Neutralizarla, que deje de escribir esas mierdas de columnas en el diario sobre nosotros, mira para el viejo y su esposa, ella es todo, el viejo tiene otros hijos pero son unos reventados, a esta atorranta, la quiere como a una hija, y la esposa ni te cuento, es la sobrina, ella no tuvo hijos, los del viejo fueron con su primera mujer, si la secuestramos, ellos no se van a atrever as publicar nada en contra nuestro.
-Creete, a Silvina no le importa nada.
-A ella no, pero al viejo y a su tía si, nunca se animarían a publicar algo, sabiendo que corre peligro de muerte.
-No sé, es muy arriesgado, mira si al viejo se le da de publicar que nosotros tenemos algo que ver con el secuestro y nos vienen a linchar acá?
-Ya te dije que no se van a arriesgar, la inconsciente es ella, el viejo no, creeme, es la única opción que nos queda, si no, podemos esperar sentados a que esa puta, nos termine de destruir.
-Lo voy a pensar.
Cada vez que sentía la necesidad de buscarla, recordaba la carta, y cuando la necesidad persistía, la sacaba de su bolsillo, sea del delantal, pantalón, saco o camisa donde la llevaba y la releía.
Manuel se había prometido no buscarla, y estaba dispuesto a cumplir como sea esa promesa.
Después de varios minutos en el suelo, jadeando, y tratando de recuperarse y tomar fuerzas, Isabel y Francisco se levantaron, les costo mucho, pero ambos lo hicieron, volvieron a mirarse, y supieron, que la pelea seguía.
Empezaron a empujarse uno al otro, Francisco como pudo se acerco a la puerta, en su mente no paraba de visualizar la idea de agarrar un cuchillo de la cocina y clavarselo a Isabel, cuantas veces pudiera.
Abrió la puerta, ella lo siguió, y como si adivinara sus intenciones, volvió con todas sus fuerzas a treparse sobre su espalda, él se acerco contra una pared e hizo el cuerpo hacia atrás, para que ella se soltará, pero no lo consiguió, Isabel con las pocas fuerzas que le quedaban luego de que su espalda y nuca dieran contra la pared, le hundió sus dedos en los ojos, Francisco pego un grito y le araño el revés de ambas manos, Isabel lo iba a soltar, cuando en ese momento, se acercaron a los pies a la escalera, y Francisco se tropezó con el escalón, rodando ambos por ella.
Al oír los gritos, los chicos se despertaron, y se encontraron a sus padres abajo, inconscientes al lado uno del otro, cubiertos de sangre.
En cierta forma para los 2 era la primera vez, Liliana nunca lo había hecho sobria, y Diego, nunca había estado con una mujer desihinibida como ella, sus relaciones habían sido de lo más casuales, con aspirantes a vedettes o actrices, que pasaban por el bar, les resultaban simpático y a algunas atractivos, y pasaban el rato, pero nada más, con ella era otra cosa.
Pensó en irse a un hotel, pero a último momento decidió que no, agarro su valija, y se dirigió al puerto, ya nada tenia en ese país, pregunto a los diferentes hombres que se encontró cerca a los barcos, cuál de todos viajaba hacia Europa, uno de ellos contesto, que su barco lo hacia, viajaba hacia París, ahora que la guerra había acabado, mucho añoraban regresar, él entre ellos, le contesto el hombre, Gustavo, subió, preguntó si todavía quedaban pasajes, le dijeron que si, pago, y se encerró en su camarote, cuando sonaron las sirenas de despegue, salió y contemplo la ciudad, hasta que se volvió un punto pequeño e irreconocible.
Era lo único que les quedaba por hacer, la última carta, Armando dio la orden, a los pocos hombres de confianza que todavía le quedaban, que procedieran.
Silvina, se quedó hasta tarde en la redacción, como todos los días, mañana se publicaría otra noticia sobre la familia del presidente, y candidato, Gustavo, quien fuera echado de su casa, se marchaba a París.
Luego de escribir, se quedo sentada, sin ganas de levantarse, ni hacer nada, la satisfacción que le generaba la venganza, no llenaba la frustración, provocada por su amor hacia Manuel, no podía sacarlo de sus pensamientos.
Igual de mala gana, se levanto, se acerco al baño, se lavo la cara, y cuabdo iba a tomar el ascensor, sintió que alguien le metía un pañuelo en la boca, el cuál también le cubría la nariz, al minuto, se desvaneció, y 2 personas la tomaron de piernas y manos, y la metieron en el baúl de un auto.
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