Qué hago acá, se dijo, cuando llegó y encontró la casa vacía, aunque en la puerta, había clavada una nota.
Sabía que vendrías, mira Manuel, vos y yo, nunca podríamos llegar a ser felices, trata de odiarme, como el resto de tu familia, te va a resultar más fácil, es imposible estar juntos, lo sabes tan bien como yo.
Adiós.
Manuel se metió la carta en el bolsillo, y volvió a su auto.
Cada una de las pocas palabras que había escrito en esa nota, se habían visto interrumpidas, por tener que correrse las lágrimas, le dolía escribirlas, le dolía estar lejos de Manuel, no sentirlo, y saber que tarde o temprano terminaría odiándola, que tenia todas las razones para hacerlo.
Tenia que terminar su venganza, quería acelerarla, ya no soportaba seguir teniendo que ver con esa familia, le costaba cada vez más pensar en ellos sin tener presente a Manuel, sabía lo que a él le generaba cada cosa que ella hacia para degradar a su sangre, tanto como estos la habían degradado a ella.
Lo suyo estaba condenado, pero si su amor quedaba frustrado, su venganza no.
Después de pagarle unos cuentos miles a la mucama, que en su vida, había visto tantos billetes juntos, Lorenzo se enteró de todo lo que había sucedido con Gustavo, y mando a un tipo a que lo fotografiara, desde que saliera de la casa, hasta el lugar, donde fuera que terminaba.
-Quién es?
-Gustavo.
-Qué querés?
-Abrime.
-Andate, después nos vemos, llámame y concertamos...
-No...no tengo donde ir, no tengo un peso, me fui de la casa.
-Bueno, ese es tu problema.
-Abrime o empiezo a gritar todo lo nuestro.
Pablo giro la llave y lo hizo pasar enseguida.
-Estás loco?
-No, peor, estoy desesperado, y no me importa si se destapa todo.
-Vos querés cagarme la vida.
-Mira tenés todo esto gracia a mí.
-Mira vos.
-Yo te di ropa, te di un lugar donde dormir, después te hiciste de otros cliente,s porque para vos yo nunca fui otra cosa...
-Terminala, qué querés?
-Plata, qué otra cosa puedo querer de vos?
-Está bien, cuanto?
-No menos de 2000.
-Lo decís como si pidiera poco.
-Yo te di mucho más a vos, y ahora ganas bien, esa ropa que tenés, vale casi lo que te pido.
-Está bien.
Fue hasta su mesa de luz izquierda, y saco un fajo de billetes, los contó, saco veinte y se los entrego.
Gustavo agarró la plata, y se fue.
Dieron varias vueltas sobre la colcha, se rasguñaron, cachetearon, mordieron, tiraron los pelos, ambos querían matar al otro, y hacían lo que podían para lograrlo, mientras se propinaban el máximo dolor y la mayor cantidad de heridas posibles, estaban atentos a tratar de acercarse al suelo y tomar el bastón, pero se adivinaban las intenciones entre si, por lo que cuando veían que uno se acercaba demasiado al borde de la cama, el otro le daba un rasguño, una cachetada o un tirón de pelo.
Francisco se sorprendió de la fuerza de Isabel, pero enseguida se dio cuenta, que esta derivaba de la furia, al igual que la suya propia, sabían que de ahí uno de los 2 terminaría muerto, la historia de ambos había acabado, y estaban tratando literalmente con unas y dientes de salir vencedores.
Una de las cachetadas que Francisco le dio a Isabel, fue tan fuerte que ésta cayó al suelo, Isabel quería correr hasta el bastón, peor los golpes recibidos en el estomago, y las cachetadas la habían dejado aturdida, mareada y sobre todo débil, pero arrastrándose se acerco al bastón, Francisco hizo lo mismo, pero ella logro tomarlo, trato de darle un fuerte golpe en la cabeza, pero él se dio vuelta, aunque no lo suficiente para no alcanzarle la espalda, igual como pudo tomo el tobillo de Isabel, que se había parado y ya se ponía en posición para esta vez no errarle al objetivo, cuando cayó boca abajo sobre el piso, el se acerco, la agarro de los pelos, y dio su frente contra el piso, ella todavía con el bastón, le asesto un golpe en el estomago, que lo inmovilizo.
Por unos minutos ambos quedaron en el piso, sin poder levantarse, no tenían fuerzas, estaban agitados y respiraban por la boca, sus rostros estaban repletos de sangre, al igual que sus brazos, sus ropas rasgadas, y sus pelos desaliñados a más no poder.
Pero no habían terminado, solo estaban recuperando las fuerzas necesarias, para que uno de los 2 terminara muerto.
A primera vista, y después de escucharlo un momento, Diego le había parecido un muchacho humilde, pero después de un rato, se dio cuenta que no, era orgulloso y ambicioso.
Eso le gustó, y también bastante desprejuiciado y abierto, cuando se despidieron le dio un beso en la mejilla, muy cerca de la boca, ella le sonrió.
No sabía si la tomaba como a una falsa, si conocía su verdadera identidad y era un aprovechado, o si de verdad podía llegar a tener algo con él, más allá de una aventura, pero de lo que Liliana estaba segura, era de que algo pasaría entre ellos.
-Esa puta no se va a detener, así que lo vamos a tener que hacer nosotros.
-Nosotros, ahora me tenés en cuenta?
-Mira Armando, podríamos pasarnos todo el día echándonos en cara cosas, sobre todo yo a vos, pero eso solo va a darle tiempo a esa inmundicia, mientras más nos peleemos nosotros, mejor para ella, y ya estoy harta que nos lleve ventaja, ella tiene un plan, y hasta ahora todo le ha salido como a querido, depende de nosotros cambiar las cosas.
-Ajá, pero qué hacemos, bah, como lo hacemos.
-Secuestrarla, has que uno de tus peleles u hombres de confianza, como los llames, la secuestren, es la única forma de pararla.
Sabía que vendrías, mira Manuel, vos y yo, nunca podríamos llegar a ser felices, trata de odiarme, como el resto de tu familia, te va a resultar más fácil, es imposible estar juntos, lo sabes tan bien como yo.
Adiós.
Manuel se metió la carta en el bolsillo, y volvió a su auto.
Cada una de las pocas palabras que había escrito en esa nota, se habían visto interrumpidas, por tener que correrse las lágrimas, le dolía escribirlas, le dolía estar lejos de Manuel, no sentirlo, y saber que tarde o temprano terminaría odiándola, que tenia todas las razones para hacerlo.
Tenia que terminar su venganza, quería acelerarla, ya no soportaba seguir teniendo que ver con esa familia, le costaba cada vez más pensar en ellos sin tener presente a Manuel, sabía lo que a él le generaba cada cosa que ella hacia para degradar a su sangre, tanto como estos la habían degradado a ella.
Lo suyo estaba condenado, pero si su amor quedaba frustrado, su venganza no.
Después de pagarle unos cuentos miles a la mucama, que en su vida, había visto tantos billetes juntos, Lorenzo se enteró de todo lo que había sucedido con Gustavo, y mando a un tipo a que lo fotografiara, desde que saliera de la casa, hasta el lugar, donde fuera que terminaba.
-Quién es?
-Gustavo.
-Qué querés?
-Abrime.
-Andate, después nos vemos, llámame y concertamos...
-No...no tengo donde ir, no tengo un peso, me fui de la casa.
-Bueno, ese es tu problema.
-Abrime o empiezo a gritar todo lo nuestro.
Pablo giro la llave y lo hizo pasar enseguida.
-Estás loco?
-No, peor, estoy desesperado, y no me importa si se destapa todo.
-Vos querés cagarme la vida.
-Mira tenés todo esto gracia a mí.
-Mira vos.
-Yo te di ropa, te di un lugar donde dormir, después te hiciste de otros cliente,s porque para vos yo nunca fui otra cosa...
-Terminala, qué querés?
-Plata, qué otra cosa puedo querer de vos?
-Está bien, cuanto?
-No menos de 2000.
-Lo decís como si pidiera poco.
-Yo te di mucho más a vos, y ahora ganas bien, esa ropa que tenés, vale casi lo que te pido.
-Está bien.
Fue hasta su mesa de luz izquierda, y saco un fajo de billetes, los contó, saco veinte y se los entrego.
Gustavo agarró la plata, y se fue.
Dieron varias vueltas sobre la colcha, se rasguñaron, cachetearon, mordieron, tiraron los pelos, ambos querían matar al otro, y hacían lo que podían para lograrlo, mientras se propinaban el máximo dolor y la mayor cantidad de heridas posibles, estaban atentos a tratar de acercarse al suelo y tomar el bastón, pero se adivinaban las intenciones entre si, por lo que cuando veían que uno se acercaba demasiado al borde de la cama, el otro le daba un rasguño, una cachetada o un tirón de pelo.
Francisco se sorprendió de la fuerza de Isabel, pero enseguida se dio cuenta, que esta derivaba de la furia, al igual que la suya propia, sabían que de ahí uno de los 2 terminaría muerto, la historia de ambos había acabado, y estaban tratando literalmente con unas y dientes de salir vencedores.
Una de las cachetadas que Francisco le dio a Isabel, fue tan fuerte que ésta cayó al suelo, Isabel quería correr hasta el bastón, peor los golpes recibidos en el estomago, y las cachetadas la habían dejado aturdida, mareada y sobre todo débil, pero arrastrándose se acerco al bastón, Francisco hizo lo mismo, pero ella logro tomarlo, trato de darle un fuerte golpe en la cabeza, pero él se dio vuelta, aunque no lo suficiente para no alcanzarle la espalda, igual como pudo tomo el tobillo de Isabel, que se había parado y ya se ponía en posición para esta vez no errarle al objetivo, cuando cayó boca abajo sobre el piso, el se acerco, la agarro de los pelos, y dio su frente contra el piso, ella todavía con el bastón, le asesto un golpe en el estomago, que lo inmovilizo.
Por unos minutos ambos quedaron en el piso, sin poder levantarse, no tenían fuerzas, estaban agitados y respiraban por la boca, sus rostros estaban repletos de sangre, al igual que sus brazos, sus ropas rasgadas, y sus pelos desaliñados a más no poder.
Pero no habían terminado, solo estaban recuperando las fuerzas necesarias, para que uno de los 2 terminara muerto.
A primera vista, y después de escucharlo un momento, Diego le había parecido un muchacho humilde, pero después de un rato, se dio cuenta que no, era orgulloso y ambicioso.
Eso le gustó, y también bastante desprejuiciado y abierto, cuando se despidieron le dio un beso en la mejilla, muy cerca de la boca, ella le sonrió.
No sabía si la tomaba como a una falsa, si conocía su verdadera identidad y era un aprovechado, o si de verdad podía llegar a tener algo con él, más allá de una aventura, pero de lo que Liliana estaba segura, era de que algo pasaría entre ellos.
-Esa puta no se va a detener, así que lo vamos a tener que hacer nosotros.
-Nosotros, ahora me tenés en cuenta?
-Mira Armando, podríamos pasarnos todo el día echándonos en cara cosas, sobre todo yo a vos, pero eso solo va a darle tiempo a esa inmundicia, mientras más nos peleemos nosotros, mejor para ella, y ya estoy harta que nos lleve ventaja, ella tiene un plan, y hasta ahora todo le ha salido como a querido, depende de nosotros cambiar las cosas.
-Ajá, pero qué hacemos, bah, como lo hacemos.
-Secuestrarla, has que uno de tus peleles u hombres de confianza, como los llames, la secuestren, es la única forma de pararla.
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