Tuvo dudas, pero Hugo le repitió que él consentía, que lo hiciera sin miedo, sin piedad, sin vergüenza, que pensara en lo que quisiera o no pensara en nada como prefiriera pero que le diera cintazos hasta sangrar.
Manuel así lo hizo, al principio se puteaba internamente por aceptar, luego empezó a disfrutar, era emocionante, tenia algo atractivo descargarse contra alguien, golpear carne, hacer sangrar, algo bestial, primitivo, oscuro, le recordó también cuando alguna de las parejas que había tenido su madre le pegaba a ella, a sus medios hermanos o a él, recordó también cuando se golpeaba con ellos o con los vecinos, la furia, la adrenalina.
Hugo cerró en un puño la mano, que era el cogido que le había dado para que parara.
Le pidió que le pusiera el cinturón sobre el cuello y que lo violara.
Ya habían acordado que él le arrancará el vestido, lo pondría boca abajo, luego que le rasgara la bombacha, y le metiera los dedos después de escupir sobre ellos.
Cuando terminó Hugo se levantó, le agradeció todo, le dio plata extra de lo acordado. Manuel se fue.
sábado, 12 de diciembre de 2020
El oficio de Manuel /12)
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