No recordaba con cuantos tipos se había acostado, le venían destellos de algunos, la mirada, la voz, la pija, el olor, un perfume, sobre todo si era de los caros y por lo tanto poco frecuentes si le traía la imagen del último cliente al que se lo había olido, eso o le gustó, porque se desconcentró y si no fuera porque siempre antes de cada encuentro tomaba un estimulante, tal vez no hubiera podido tener sexo, por lo que le preguntó al cliente cuál era el nombre del perfume y se gastó lo que ganaba en tres encuentros, para acostumbrarse a ese olor y que no le trajera ningún tipo de recuerdo, lo mismo hacia con los desodorantes, tenía todos los de fabricación nacional y algunos internacionales para que cuando estaba con turistas no se le empezaran a venir imágenes.
Recordó la vez que uno de sus clientes, un muchacho de 18 años, virgen, le preguntó como hacia para coger con viejos.
-Te acostumbras.
Fue su respuesta, se veía que el chico tenia más dudas pero vio su expresión y no quiso arriesgarse a que le respondiera mal o se levantaras y se fuera.
Todos quieren saber como los percibo, qué pienso de ellos, si es lo mismo que sienten ellos, si los veo igual, si les dijera que no me importan, que para mí negro, blanco, amarillo, joven, viejos, gordo o flaco es lo mismo, son cachos de carne con ojos, agujeros o pijas, punto.
Si pensara en todos los que me he o han cogido, me tendrían que internar.
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