En Argentina es imposible empezar desde abajo, era lo que había pensado Benjamín luego del primer año de su carrera, ya desde antes era un concepto que le rondaba, pero que terminó de confirmar en ese año, las pocas empresas nacionales exitosas, eran de familias que tenían buenas relaciones con los diferentes gobiernos, un amor odio que siempre resultaba beneficiosos para ambas partes, a veces más para una que para la otra, pero en general sabían como mantener la relación a pesar de que cambiara (en apariencia) el color y discurso político.
Sabía que a diferencia de otros países, la mayoría de los pequeños emprendimientos que surgían, nunca lograban agrandarse, tanto por los altos costos del mercado argentino, como por la falta de visión de sus dueños, y si alguno tenía visto crecer, no, no quería pasarse 10 años en los que con suerte lograría tener un capital que solo le serviría para ser anexionado por una empresa líder, y convertirse en un empleado al que se llamaba socio para dejar contento, no, quería ser jefe de algo ya consolidado, y la única forma de lograrlo era mirar a las pocas empresas nacionales exitosas y diversificadas, y cuyo dueño tuviera un alto perfil.
Igual llegar a Marcos a través de currículums, era imposible, demostrarle su potencial de esa manera solo lo llevaría a la frustración, ya que lo más probable era que nunca supiera ni siquiera quien era, y solo tratara con superiores mediocres que se ocuparían de que él no escalara posición, estaría rodeado de los parientes de estos, que siempre serían privilegiados, aunque o a pesar de que hicieran un mal trabajo, la mediocridad siempre era recompensada por los mediocres y nepotistas, se repetía Benjamín, si alguien levanta la cabeza ahí, se la bajan.
Por eso investigó sobre Marcos, por eso llegó a su hija, por eso se iba a casar con ella, por eso tuvo ganas de tener un arma en ese momento y pegarle un tiro a Elisabeth antes de que siguiera hablando y pegarse otro él, para qué iba a seguir viviendo, los años que le quedará sería recordado por lo que estaba pasando, por ser un patético oportunista, mentiroso, infiel, miserable y cruel que había destrozado la vida de una pobre niña rica.
Lo único que le quedaba era convertirse en un personaje mediático, hacer presencia en boliches, dar notas a programas de chimentos o en el mejor de los casos, convertirse en youtuber, en una persona a la que todos aman odiar, un producto trash.
Era Ícaro, en un versión plástica, grotesca, mediocre, y mediática.
Sabía que a diferencia de otros países, la mayoría de los pequeños emprendimientos que surgían, nunca lograban agrandarse, tanto por los altos costos del mercado argentino, como por la falta de visión de sus dueños, y si alguno tenía visto crecer, no, no quería pasarse 10 años en los que con suerte lograría tener un capital que solo le serviría para ser anexionado por una empresa líder, y convertirse en un empleado al que se llamaba socio para dejar contento, no, quería ser jefe de algo ya consolidado, y la única forma de lograrlo era mirar a las pocas empresas nacionales exitosas y diversificadas, y cuyo dueño tuviera un alto perfil.
Igual llegar a Marcos a través de currículums, era imposible, demostrarle su potencial de esa manera solo lo llevaría a la frustración, ya que lo más probable era que nunca supiera ni siquiera quien era, y solo tratara con superiores mediocres que se ocuparían de que él no escalara posición, estaría rodeado de los parientes de estos, que siempre serían privilegiados, aunque o a pesar de que hicieran un mal trabajo, la mediocridad siempre era recompensada por los mediocres y nepotistas, se repetía Benjamín, si alguien levanta la cabeza ahí, se la bajan.
Por eso investigó sobre Marcos, por eso llegó a su hija, por eso se iba a casar con ella, por eso tuvo ganas de tener un arma en ese momento y pegarle un tiro a Elisabeth antes de que siguiera hablando y pegarse otro él, para qué iba a seguir viviendo, los años que le quedará sería recordado por lo que estaba pasando, por ser un patético oportunista, mentiroso, infiel, miserable y cruel que había destrozado la vida de una pobre niña rica.
Lo único que le quedaba era convertirse en un personaje mediático, hacer presencia en boliches, dar notas a programas de chimentos o en el mejor de los casos, convertirse en youtuber, en una persona a la que todos aman odiar, un producto trash.
Era Ícaro, en un versión plástica, grotesca, mediocre, y mediática.
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