Le generó tan pocas cosas ver a su madre, escucharla, qué le podía importar a ella los motivos de Magdalena ahora, en ese momento, ya hacía años que había dejado de odiarla, que había superado lo que ésta le generara, había estudiado, triunfado en su profesión, su madre, nada, su madre era una reminiscencia del pasado, algo que estaba en un rincón, y ahora con el tema de Marcos, ni siquiera eso, era una cosa superada, olvidada, muerta, ahora vení a resucitar, no entendía, ni quería hacerlo, no tenía tiempo para ese melodrama que su presencia le planteaba.
Pensó en simular su fastidio al tolerar sus excusas, pero decidió que no lo merecía, y hasta decidió cortarlo.
-Mira, no tengo mucho que decirte, Laura pobre no habrá superado lo que pasó, pero yo si, la vida siguió, no fuiste imprescindible, nostras tampoco para vos, ya está, no sé si querés un poco de plata, decimelo, y se acabó.
-No vine por eso.
-Bueh, por lo que hayas venido, no e interesa, hiciste tu vida, yo la mía, no quiero hablar de lo que soy con vos, no me interesa, no me interesas como persona, y tampoco quiero ser cruel o violenta, o nada, ya está.
Magdalena se calló y se fue.
Pensó en cuando había hablado con Marcos de ella, siempre que quería contarle o confesarle algo, lo hacía en la cama, luego de que hicieran el amor, porque ahí estaban los 2 en absoluta igualdad, desnudos, acostados, entre las sabanas, indefensos de cierta manera, y protegidos el uno por el otro.
Se lo quería contar para que él conociera otra parte de ella, para desnudarse emocionalmente, no para oír algún convencionalismo lastimero que seguro diría luego de que ella acabar, como lo siento, o si no uno admirativo, y mira hasta donde llegaste, o te felicito por superarlo, que eran cosas carentes de sinceridad o significación, solo era decir lo que se creía que el otro necesitaba, y una forma de cerrar un tema incomodo.
Marcos no le había dicho nada, solo la había mirado, y acariciado el brazo, cosa que a Ana le emocionó y contuvo mucho más que cualquier frase, si bien era una reacción natural y convencional, era la que ella necesitaba. de parte de él.
Ahora hubiera querido llamarlo, contarle, y sobre todo volver a estar en sus brazos, desnuda, saberlo a su lado.
Pensó en simular su fastidio al tolerar sus excusas, pero decidió que no lo merecía, y hasta decidió cortarlo.
-Mira, no tengo mucho que decirte, Laura pobre no habrá superado lo que pasó, pero yo si, la vida siguió, no fuiste imprescindible, nostras tampoco para vos, ya está, no sé si querés un poco de plata, decimelo, y se acabó.
-No vine por eso.
-Bueh, por lo que hayas venido, no e interesa, hiciste tu vida, yo la mía, no quiero hablar de lo que soy con vos, no me interesa, no me interesas como persona, y tampoco quiero ser cruel o violenta, o nada, ya está.
Magdalena se calló y se fue.
Pensó en cuando había hablado con Marcos de ella, siempre que quería contarle o confesarle algo, lo hacía en la cama, luego de que hicieran el amor, porque ahí estaban los 2 en absoluta igualdad, desnudos, acostados, entre las sabanas, indefensos de cierta manera, y protegidos el uno por el otro.
Se lo quería contar para que él conociera otra parte de ella, para desnudarse emocionalmente, no para oír algún convencionalismo lastimero que seguro diría luego de que ella acabar, como lo siento, o si no uno admirativo, y mira hasta donde llegaste, o te felicito por superarlo, que eran cosas carentes de sinceridad o significación, solo era decir lo que se creía que el otro necesitaba, y una forma de cerrar un tema incomodo.
Marcos no le había dicho nada, solo la había mirado, y acariciado el brazo, cosa que a Ana le emocionó y contuvo mucho más que cualquier frase, si bien era una reacción natural y convencional, era la que ella necesitaba. de parte de él.
Ahora hubiera querido llamarlo, contarle, y sobre todo volver a estar en sus brazos, desnuda, saberlo a su lado.
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