El país no crecía, estaba en recesión, tantas veces había pasado, y ambas estaban seguras que volvería a pasar, se sentían como las ratas de laboratorio, dando vueltas nen la misma rueda.
Las frases hechas, pero ciertas, empezaron a salir de los labios tanto de Sofia como de Ana.
-En este país no se puede vivir, todo te cambia de un día para el otro, los políticos te venden un mundo hoy y otro mañana, y nosotros se los compramos, estoy harta.
Le dijo Ana, mientras no dejaba de tener presente en su mente las imágenes donde su principal tienda era saqueada, ver manos sucias tirando, rasgando, manchando y quemando su ropa, otros llevándosela.
La hizo sentir sola, triste, estúpida, frustrada.
El seguro, (si es que no se había fundido) se haría cargo del costo, pero ella no se podía sacar las imágenes de la cabeza, su tienda había sido su lugar en el mundo, había supervisado su remodelación, había iniciado allí amistades, sociedades comerciales, aventuras amorosas, era una extensión de sí misma, su nido, su cueva, su hogar, incluso tenia un pequeño departamento detrás, donde a veces sobre todo antes de casarse y tener hijos, solía quedarse a dormir.
Mi vida pisoteada, escupida, quemada, destrozada, por gente arriada, que nunca ha sabido lo que es tener algo de valor, gente resentida e ignorante, gente dañina, gente nefasta.
Igual más que a esas bestias, odio a los que los mandaron ahí, la mayoría están casados con tilingas que gastaban fortunas en mi tienda para verse mejor, para aparentar lo que nunca serían, para olvidarse de donde salieron.
Sofia también tenía que lidiar con gente frente al molino, aunque no la saqueaban, por ahora, aunque exigían harina gratis, los trabajadores acampaban frente al molino y amenazaban con convertir el mismo en una cooperativa si llegaban a despedir a alguno de ellos.
-Se creen que tengo la maquina de hacer plata, en general los trabajadores nunca aprecian nada, ellos se piensan que porque una está en una oficina, ya está, la fuma en pipa, no se dan cuenta todas las decisiones que hay que tomar, de donde sale la plata, los acuerdos, las ganancias y las perdidas, que tengo que medicarme para dormir y para levantarme, que me salió una ulcera, que no sé qué carajo decidirá el gobierno que venga, no ven que en Argentina todo es una ruleta rusa, y ni hablar dirigir una empresa sin corrupción, por eso en general los empresarios cómodos se hacen amigos del político de turno, para no tener que enfrentar ningún costo, como se dice, corren con el caballo del comisario, siempre amparados por el paraguas estatal, a los pocos que intentamos hacer algo diferente, nos cortan las alas, por eso este país siempre se está yendo a la mierda, prefieren los alcahuetes, a los emprendedores, y estoy harta.
Las frases hechas, pero ciertas, empezaron a salir de los labios tanto de Sofia como de Ana.
-En este país no se puede vivir, todo te cambia de un día para el otro, los políticos te venden un mundo hoy y otro mañana, y nosotros se los compramos, estoy harta.
Le dijo Ana, mientras no dejaba de tener presente en su mente las imágenes donde su principal tienda era saqueada, ver manos sucias tirando, rasgando, manchando y quemando su ropa, otros llevándosela.
La hizo sentir sola, triste, estúpida, frustrada.
El seguro, (si es que no se había fundido) se haría cargo del costo, pero ella no se podía sacar las imágenes de la cabeza, su tienda había sido su lugar en el mundo, había supervisado su remodelación, había iniciado allí amistades, sociedades comerciales, aventuras amorosas, era una extensión de sí misma, su nido, su cueva, su hogar, incluso tenia un pequeño departamento detrás, donde a veces sobre todo antes de casarse y tener hijos, solía quedarse a dormir.
Mi vida pisoteada, escupida, quemada, destrozada, por gente arriada, que nunca ha sabido lo que es tener algo de valor, gente resentida e ignorante, gente dañina, gente nefasta.
Igual más que a esas bestias, odio a los que los mandaron ahí, la mayoría están casados con tilingas que gastaban fortunas en mi tienda para verse mejor, para aparentar lo que nunca serían, para olvidarse de donde salieron.
Sofia también tenía que lidiar con gente frente al molino, aunque no la saqueaban, por ahora, aunque exigían harina gratis, los trabajadores acampaban frente al molino y amenazaban con convertir el mismo en una cooperativa si llegaban a despedir a alguno de ellos.
-Se creen que tengo la maquina de hacer plata, en general los trabajadores nunca aprecian nada, ellos se piensan que porque una está en una oficina, ya está, la fuma en pipa, no se dan cuenta todas las decisiones que hay que tomar, de donde sale la plata, los acuerdos, las ganancias y las perdidas, que tengo que medicarme para dormir y para levantarme, que me salió una ulcera, que no sé qué carajo decidirá el gobierno que venga, no ven que en Argentina todo es una ruleta rusa, y ni hablar dirigir una empresa sin corrupción, por eso en general los empresarios cómodos se hacen amigos del político de turno, para no tener que enfrentar ningún costo, como se dice, corren con el caballo del comisario, siempre amparados por el paraguas estatal, a los pocos que intentamos hacer algo diferente, nos cortan las alas, por eso este país siempre se está yendo a la mierda, prefieren los alcahuetes, a los emprendedores, y estoy harta.
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