Ambos tomamos la sin decírnoslo la inteligente decisión de no esperar en el resto del viaje, recrear lo que había paso en Ushuaia.
Si había sido hermoso, pero como todo irrepetible, por lo que tratamos de disfrutar de los paisajes, los arboles, los olores, los restaurantes, en ese tiempo no había mucho turismo, por lo que se podía comer en un lindo restauran, sin andarse prohibiendo de nada.
La verdad disfrute mucho todo el recorrido, y cada lugar en el que paramos, creo que Mauro también, nos vino bien un cambio de aire, de paisaje, de gente, no entablamos ninguna amistad de esas que nacen y aunque uno diga que no se cortará, lo hace ni bien cada uno emprende la vuelta a su ciudad, solo charlas muy casuales en algunos recorridos turísticos, en un bosque en Neuquen y luego con otro matrimonio en en museo en Mendoza, pero como dije, solo el intercambio de algunas frases, ni siquiera nos presentamos.
La vuelta fue rara, luego de que llegué a casa, que si mis hijos habían ido pero su máxima limpieza había sido barrer.
Por eso lo primero que hice fue abrir las ventanas, y después subí las sillas, y exceptuando el living, me puse a baldear toda la casa, después pase el trapo, y luego encere, termine con la cintura y la columna hecha mierda, me tome un ibupirac, un diclofenac, y me coste, dormí como 10 horas seguidas.
Me desperté a las 9 de la mañana, y cuando me levante a tomarme un café, vi la carne sobre la mesa, Mauro iba a hacer un asado, mis hijos, y sus parejas, bah las de mis hijas, Victor, se había dejado con su novia, también.
Yo no podía ni ver la carne y los chorizos a esa hora, así que trate de mirar para otro lavo mientras la pava se calentaba y me pase a batir el café.
Después preparé las ensaladas de tomate y lechuga, y también hice unas papas fritas, ya que Mauro y Victor, odiaban las ensaladas.
Durante el almuerzo, Alejandra me dijo que se casaría con Andrés, hacia casi 1 año que salían, él era un muchacho bastante agradable, tanto en personalidad como en apariencia, era pediatra, y le iba bastante bien par ser que se había recibido hacia solo un año, ya tenia su buena clientela.
En ese momento pensé que lo que me quedaba de la vida era esperar la muerte, ver los nietos, y convertirme en una abuela consentidora, que era lo que debe ser casi obligatoriamente una anciana.
Si había sido hermoso, pero como todo irrepetible, por lo que tratamos de disfrutar de los paisajes, los arboles, los olores, los restaurantes, en ese tiempo no había mucho turismo, por lo que se podía comer en un lindo restauran, sin andarse prohibiendo de nada.
La verdad disfrute mucho todo el recorrido, y cada lugar en el que paramos, creo que Mauro también, nos vino bien un cambio de aire, de paisaje, de gente, no entablamos ninguna amistad de esas que nacen y aunque uno diga que no se cortará, lo hace ni bien cada uno emprende la vuelta a su ciudad, solo charlas muy casuales en algunos recorridos turísticos, en un bosque en Neuquen y luego con otro matrimonio en en museo en Mendoza, pero como dije, solo el intercambio de algunas frases, ni siquiera nos presentamos.
La vuelta fue rara, luego de que llegué a casa, que si mis hijos habían ido pero su máxima limpieza había sido barrer.
Por eso lo primero que hice fue abrir las ventanas, y después subí las sillas, y exceptuando el living, me puse a baldear toda la casa, después pase el trapo, y luego encere, termine con la cintura y la columna hecha mierda, me tome un ibupirac, un diclofenac, y me coste, dormí como 10 horas seguidas.
Me desperté a las 9 de la mañana, y cuando me levante a tomarme un café, vi la carne sobre la mesa, Mauro iba a hacer un asado, mis hijos, y sus parejas, bah las de mis hijas, Victor, se había dejado con su novia, también.
Yo no podía ni ver la carne y los chorizos a esa hora, así que trate de mirar para otro lavo mientras la pava se calentaba y me pase a batir el café.
Después preparé las ensaladas de tomate y lechuga, y también hice unas papas fritas, ya que Mauro y Victor, odiaban las ensaladas.
Durante el almuerzo, Alejandra me dijo que se casaría con Andrés, hacia casi 1 año que salían, él era un muchacho bastante agradable, tanto en personalidad como en apariencia, era pediatra, y le iba bastante bien par ser que se había recibido hacia solo un año, ya tenia su buena clientela.
En ese momento pensé que lo que me quedaba de la vida era esperar la muerte, ver los nietos, y convertirme en una abuela consentidora, que era lo que debe ser casi obligatoriamente una anciana.
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