Es tan contradictorio lo que sucede cuando los hijos se hacen mayores, primero porque cundo te das cuenta que estos empiezan a hacer cosas que vos consideras que hacías hace nada, como arreglarse o mis hijas maquillarse, no lo podes creer, el tiempo pasa con una rapidez agresiva, y te va poniendo en diferentes casilleros, a mí en el de mujer madura, con hijos grandes, casada hacia 25 años, y que por fin ya no tenia que lavar más ropa, ni planchar, ni escuchar berridos, ni corregir tareas, ni vigilar que metieran los dedos en los enchufes.
Ahora tenia que estar pendiente de que no se drogaran, o metieran en un partido político, o no anduvieran mis hijas con alguien violento, y mi hijo con una mujer de pasado, y no me refiero a que hubiera tenido otros novios, sino a que viniera de una relación enfermiza, con algún loco que terminara rompiéndole la cabeza a mí hijo por celos, o si no esas reventadas drogadictas, que terminan arruinando a todos los que la rodean.
Por suerte mi hijo no cayó en nada de eso, igual era un muchacho bastante frío, se parecía a mis padres, tampoco es que tuviera grandes ambiciones con respecto a su trabajo, cosa que en el fondo me alegraba, así no terminaba siendo un frustrado si no las conseguía o un corrupto, no él entró a trabajar en una empresa en Recolecta, mientras vivía en un departamento en Palermo, pequeño, pero según él cómodo.
Mi hija menor, ni bien terminó su carrera de maestra de preescolar, se casó con su novio de toda la vida y a los 2 meses ya estaba embarazada.
Mi hija, no, ella decidió irse de mochilera a Europa, por 1 año, había ahorrado bastante, y también por las buenas calificaciones obtenidas nosotros decidimos darle un poco de plata extra.
Y así llego a lo que planteaba al principio, mi contradicción, el nido vació, me había quejado tanto de la maternidad, que ahora que por suerte mis hijos estaban criados, que ya eran adultos que no dependían en absoluto de mí o de mauro, me sentía extraña, inútil, ahí estábamos los 2, no eramos viejos, teníamos 45 yo, y 47 él, pero nos sentíamos mayores.
Qué íbamos a hacer con el tiempo que disponíamos, Mauro ahora podía tener empleados, lo suyo era más que todo administrativo, y yo después de limpiar lo poco que ambos ensuciábamos, y trabajar en la farmacia, nada, miraba telenovelas, leía algún libro, y luego de vuelto a lo cotidiano, preparar la cena, a veces la hacia Mauro que en los últimos años se le había dado por cocinar, pero yo sabia que necesitábamos algo más, ya casi nunca nos buscábamos en la cama, cuando me quise dar cuenta, la última vez que habíamos tenido sexo, había sido en invierno, y andábamos a finales de octubre.
Y tenia yo ganas de estar con él, de volver a tener su cuerpo encima, o él el mío, ya después de tantos años y centenares de veces juntos, conocíamos los movimientos del otro en el sexo, como movía la lengua, como acariciaba, donde besaba, todo, era ser un mediocre mago de fiestas infantiles, condenado a repetir sus básicos trucos una y otra vez.
Ya que la verdad ninguno de los 2, era de plantear algo diferente, además yo creo que cuando se empieza con cosas raras, es porque ya no te entusiasma el otro, y por eso se busca tapar la falta de atracción con juguetes o cosas por el estilo.
Igual tampoco valía la pena dejar un buen matrimonio, que la verdad no es otra cosa que conseguir a través sentirse respetada y querida y que el otro también lo sienta de parte tuya.
Pero me intrigaba lo que pudiera sentir él, si me engañaba no se lo perdonaría, y por ende tendría que comenzar de nuevo toda mi vida.
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