sábado, 2 de abril de 2016

Los Oportunistas /9)

No solo lo que decía frente a las cámaras era ficción, todo lo que hacia, cada sonrisa, cada autógrafo que formaba, cada respuesta que daba en las entrevistas que constantemente le hacían, era mentira, no estaba bien, ni pasando su mejor momento, estaba sola, su tía había muerto hacía 2 años, y eso la había dejado a la deriva, ninguna de sus relaciones sentimentales fueron más que superficialidades, o peor, gente que solo buscaba colgarse de su fama y dinero, relaciones que la dejaban sucia, sola, rota.
Y la droga la hacía olvidar, como si la quitara de su propia consciencia.
Por eso cada vez que decían Alejandra, estás lista, ella respondía qué si, teniendo la letra aprendida, y brindando una gran interpretación.

Aunque al conocerse ambas habían sentido un rechazo absoluto hacia la otra, sabían que compartían un mismo fin, que esa novela las catapultara y lograran un protagonico en su próximo proyecto, para eso, debían conseguir destacar por sobre Alejandra.
Eva tomó la iniciativa de plantearlo.
-Ya está en el precipicio, hay que darle un empujón, nada más.
-¿Como?
-Sobredosis.
-Che, yo no soy una asesina.
-No la tiene por qué matar, la puede dejar media boba, o si no en coma.
-Es casi lo mismo.
-Okey, olvida esta charla, y adiós.
-No...espera.
-Ah, y los escrúpulos, y la consciencia.
-Hay que tener cuidado, planearlo.
-Obvio, pero no te preocupes, yo me encargo de eso, vos por ahora empeza a hacerte la amiga de ella, y decile que yo la admiro, y no sé, inventa cualquier cosa, que podemos ser las tres mosqueteras, cualquier pavada, se ve que la pobre está más sola que nadie, así que seguro se compra el cuento.

En los últimos años, no había violado a ningún niño, se dedicaba solo a proveerse de pornografía infantil, tenia miedo, miedo de ir a la cárcel, miedo de que allí lo violaran, miedo de perder todo lo que tenia, y a la vez lo frustraba no poder estar con un niño, tener que conformarse con verlos a través de una pantalla, y con otros que disfrutaban quitando lo que a él más le gustaba hacer, odiaba su cobardía, odiaba saber que Salvador conocía su secreto, odiaba no haber tenido nunca el valor de asesinar a ninguno de los niños, aunque por otro lado le gustaba ver como crecían como arboles torcidos, llenos de trastornos, miedos, grietas.
En todo eso pensaba cuando vio que uno de los guardaespaldas que nunca dejaba entrara a la casa, parecía en su habitación, y comenzaba a golpearlo, hasta dejarlo inconsciente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario