-¿De donde las sacaste?
-De un dealer conocido.
-¿No nos mandara al frente?
-No lo sé, asegurarte que no lo hará, no puedo.
-Mmm no me gusta esto.
-Entonces no hacemos nada y se acabo, total, ahora te toca a vos.
-¿Vos te das cuenta que estamos cometiendo un asesinato?
-Si Daniela, retrasada, no soy.
-¿Y no tenés dudas?
-Mira, si te arrepentiste, está todo bien, me llevo las pastillas, y listo.
-No, está bien, pasame un servilleta de papel y una cuchara.
Eva vio como Daniela picaba las diferentes pastillas que ella había traído, y luego las introducía en un copa, que posteriormente llenó con vino tinto.
-Voy a lavar la cuchara, y acordate después de que tome el vino, que Alejandra tiene que tocarla, para que si se hacen las pruebas, quede como que ella picó las pastillas.
Daniela movió afirmativamente la cabeza, y fue a darle la copa a Alejandra.
Cuando ya había vaciado la copa, fue el momento en que Alejandra notó algo arenoso en su paladar, y supo que algo le había metido en el vino.
Al minuto empezó a tener convulsiones, y a lagar espuma por la boca.
-Eva, veni, trae la cuchara.
Eva, con guantes de látex, agarró la temblorosa mano derecha de Alejandra, e imprimió las huellas de esta sobre la cuchara.
-Esperamos que se le pasen las contracciones, y llamamos a emergencias.
-De un dealer conocido.
-¿No nos mandara al frente?
-No lo sé, asegurarte que no lo hará, no puedo.
-Mmm no me gusta esto.
-Entonces no hacemos nada y se acabo, total, ahora te toca a vos.
-¿Vos te das cuenta que estamos cometiendo un asesinato?
-Si Daniela, retrasada, no soy.
-¿Y no tenés dudas?
-Mira, si te arrepentiste, está todo bien, me llevo las pastillas, y listo.
-No, está bien, pasame un servilleta de papel y una cuchara.
Eva vio como Daniela picaba las diferentes pastillas que ella había traído, y luego las introducía en un copa, que posteriormente llenó con vino tinto.
-Voy a lavar la cuchara, y acordate después de que tome el vino, que Alejandra tiene que tocarla, para que si se hacen las pruebas, quede como que ella picó las pastillas.
Daniela movió afirmativamente la cabeza, y fue a darle la copa a Alejandra.
Cuando ya había vaciado la copa, fue el momento en que Alejandra notó algo arenoso en su paladar, y supo que algo le había metido en el vino.
Al minuto empezó a tener convulsiones, y a lagar espuma por la boca.
-Eva, veni, trae la cuchara.
Eva, con guantes de látex, agarró la temblorosa mano derecha de Alejandra, e imprimió las huellas de esta sobre la cuchara.
-Esperamos que se le pasen las contracciones, y llamamos a emergencias.
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