sábado, 14 de noviembre de 2015

Victima Victimaria /32)

Se sentía aturdido y apenas podía moverse, tragó saliva repleta de sangre, y empezó a tratar de gritar, los pocos vecinos que habían oído el ruido de los vidrios al romperse, se acercaron.
-Ayuda.
Magdalena apenas tenia más fuerzas que Martín, el gas la tenia casi inconsciente, pero con la poca vida que le quedaba, logró sacar de su bolsillo la caja de fósforos, tomar uno y encenderlo.
Al momento de explotar, los vecinos habían logrado arrastrar unos metros lejos de la casa a Martín, luego de aspirar el profundo olor a gas que venía de la casa, cuando esta explotó, tiró tanto a Martín, como a las 3 personas que se habían acercado a moverlo.

Todos quedaron ensordecidos por varios minutos, además de impactados, tanto que apenas se dieron cuenta de que los bomberos y los paramedicos estaban ahí, cuando estos comenzaron a revisarles las pupilar, luego si vieron las luces rojas de los camiones, y las verdes de las ambulancias.
El sol ya se había puesto, y el cielo estaba rosa, pero en los diferentes rostros que había en la calle, brillaba el anaranjado del fuego.

Martín fue trasladado de urgencia al hospital de Luján, donde le hicieron una transfusión por más de 1 litro de sangre, que era la que había perdido, luego le suturaron las diferentes heridas,  y limpiaron y curaron algunas quemaduras, lo más grave, era la intoxicación por gas, motivo por el cual paso 2 días en coma.
A las pocas horas de despertar, lo fue a ver Isabela.
-No sabes el susto que me pegué, qué desgracia, che, pobre Magdalena, qué mal que estaba psicológicamente, se ve que la enfermedad la había trastornado, como no me di cuenta...qué barbaridad, mira que atacarte, y seguro que fue porque quisiste detenerla, que no se suicidara, sos un santo vos, mira que te arriesgaste de una manera increíble, y casi no la contas.
Magdalena quedó como un carbón, perdona que sea así de bruta, pero es que yo creo que ya cuando uno muere, lo que hagan con el cuerpo, ya importa un carajo, que lo quemen, lo entierren, lo pongan en una bóveda, ya está, ya murió.
Y la casa, no quedó mejor, eh, bueno no quedó nada, las pocas paredes que no se cayeron con la explosión, las tuvieron que derribar los de la municipalidad, para que los pendejos, que ya sabes como son de metiches y que meten la nariz en todo, no fueran a jugar a las escondidas o quién sabe a qué, y se les cayera un cacho de pared encima, luego ibas a tener que pagarlo como bueno.
Martín solo escuchaba retazos de todo lo que Isabela decía, su mente no dejaba de pensar que estaba solo, completamente solo en el mundo, exceptuando esos parientes lejanos en capital, de los que apenas había oído hablar, y nunca había visto más que en alguna foto, no, estaba solo, y sin ataduras, no podía seguir guardando resentimientos, y recuerdos o por lo menos no quería hacerlo.
No sabia qué haría de ahora en adelante, ya no quería seguir prostituyéndose, ni tampoco vivir en capital.
Volvió a escuchar a Isabela, esta vez con más atención, para ver si entre todo lo que decía, encontraba algún hilo por donde tirar y comenzar de nuevo. 


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